martes, 26 de noviembre de 2019

60º aniversario de la firma del Tratado Antártico


El Tratado Antártico está vigente hasta 2048 y si las Partes acuerdan mantenerlo, puede extenderse o modificarse acorde a las circunstancias futuras. En estos 60 años, ha permitido que países que estaban a punto de enfrentarse en la guerra, lograran trabajar en cooperación en pos de un fin común, que ha sido el de preservar la Antártida como una reserva de vida natural, dedicándola a la investigación científica y a la cooperación humana en todos los sentidos.


Se cumplen 60 años de la firma del Tratado Antártico
por Waldemar Fontes



El 1º de diciembre de 2019, se cumplen 60 años del Tratado Antártico firmado en Washington en 1959. 

Este Tratado que ha funcionado de manera exitosa, fue el resultado de un largo proceso de negociaciones que lograron estabilizar una compleja situación de conflicto que se venía gestando en la región austral, primero a raíz de disputas territoriales entre Argentina, Chile y el Reino Unido y luego, con las tensiones surgidas de la Guerra Fría, al finalizar la Segunda Guerra Mundial que hicieron peligrar los acuerdos de paz logrados entre las Grandes Potencias.

El Tratado surgió de la decantación de diferentes teorías que incluían desde la internacionalización del Continente Antártico, hasta la instauración de un fideicomiso que lo regulara. 

La gestación del Año Geofísico Internacional 1957-1958 (AGI), que se había desarrollado a instancias del Consejo Internacional de Uniones Científicas, fue una instancia decisiva para el Tratado Antártico, pues a partir de su implementación se comprobó que era posible, a través de las actividades científicas, encontrar un camino a la diplomacia para iniciar las negociaciones hacia un acuerdo. 

Las tensiones en torno al Continente Blanco, se originan desde los tiempos de su descubrimiento en 1819, cuando William Smith, un marino mercante de origen británico, zarpando desde Montevideo, desembarcó por primera vez en la Isla Rey Jorge, en las Shetland del Sur, tomando posesión de las mismas a nombre de su Rey Jorge IV. Pocos meses después, en febrero de 1820, el marino ruso Bellingshausen confirmaba el descubrimiento de la masa continental antártica y en las mismas fechas, el ballenero americano N. Palmer confirmaba el descubrimiento, que fue cartografiado de manera oficial por Bransfield, del Almirantazgo británico. Estos descubrimientos, provocaron una fiebre de la caza de focas y lobos marinos, que se extendió hasta casi extinguir las poblaciones de mamíferos marinos, lo que hizo perder el interés comercial de los aventureros exploradores que llegaban hasta el extremo sur. 

Desde el Río de la Plata y desde Valparaíso en Chile, se participó activamente en esta etapa de descubrimientos y se brindaban los servicios logísticos y portuarios para las expediciones que provenían principalmente de Europa y de los Estados Unidos de América, dando origen a un incipiente conflicto por influencia y por intereses territoriales en una América que vivía el proceso de la independencia. 

A principios del Siglo XX, había comenzado la llamada Época Heroica de la exploración antártica y desde los puertos del Río de la Plata se participó activamente de la recepción de las famosas expediciones científicas que llegaban a explorar el Continente Antártico, mientras que desde las Islas Malvinas, el Reino Unido consolidaba su posición, administrando la pesca y la caza de la ballena en los mares más al sur, haciendo la primer reclamación territorial sobre la Antártida en 1908. 

La industria ballenera tuvo un gran desarrollo a partir de los años de 1920 y las flotas noruegas que operaban en la zona, recalaban en los puertos de Montevideo y Buenos Aires. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, en 1939, la Alemania Nazi atacaba los navíos balleneros que operaban en el Atlántico Sur, apoderándose de la explotación de ese recurso al ocupar el territorio noruego en 1940, elevando el nivel del conflicto que ya no era solo diplomático o comercial sino que se concretó en ataques a buques que operaban en la zona del Atlántico Sur, dividiendo las posiciones de los países latinoamericanos, que apoyaban los intereses aliados o proclamaban una tercera posición independiente. 

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el Imperio Británico comenzó a declinar, cediendo posesiones en algunas regiones. La presión de los Estados Unidos de América se hacía sentir sobre los dominios coloniales que aún quedaban en las Américas y la cuestión de las Islas Malvinas fue un factor de debate que dividió a los países latinoamericanos. La Argentina bajo el gobierno del General Perón, había comenzado una carrera armamentista que hacía peligrar el predominio de los Estados Unidos sobre el Hemisferio y si bien la mayoría de los países de la región apoyaban sus reclamos sobre las Islas Malvinas, no veían con simpatía su expansión militar. 

Un conflicto entre Argentina y Chile por reclamaciones territoriales en la Antártida, había quedado parcialmente resuelto por el acuerdo firmado el 12 de julio de 1947 donde ambos países acordaban reconocerse mutuamente sus derechos, sin perjuicio de las reclamaciones puntuales superpuestas, dando origen al concepto de “Antártida Sudamericana” que en general era apoyado por los vecinos latinoamericanos. 

Sin embargo, a pesar del acuerdo, una nueva escalada de acciones agresivas llevó a que tanto el Reino Unido como Chile y Argentina enviaran flotas de guerra a proteger las instalaciones que cada uno había establecido en el Continente Antártico, elevando el conflicto a momentos muy tensos que llevaron a la intervención de los Estados Unidos para mediar entre los tres, lo que condujo a la firma de un acuerdo tripartito en 1949 que enfrió las tensiones, acordándose que los tres países involucrados en los reclamos territoriales superpuestos, no enviarían flotas de guerra más allá del paralelo 60º Sur, limitando sus acciones militares al apoyo logístico de sus instalaciones. 

Esta solución apaciguó los ánimos por un tiempo, hasta que sobre finales de la década de 1950, la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos trasladó su accionar al Continente Antártico, generándose una polémica por su posible empleo para depósito de desechos nucleares o para pruebas de explosiones atómicas. 

En 1954, el Consejo Internacional de Uniones Científicas había comenzado la preparación de un Año Geofísico Internacional (AGI), con el objetivo de establecer un programa de cooperación multinacional. En julio de 1955 la Unión Geodésica y Geofísica Internacional, convocó a una Conferencia Antártica en París, de la cual participaron delegados de Noruega, Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Argentina y Chile. 

En octubre de 1955, en Uruguay, se hicieron gestiones para participar de las actividades del AGI y en noviembre del mismo año, se planteó formalmente el tema, en la 4ª Sesión de la Semana Geográfica, organizada por el Instituto Nacional de Investigaciones Geográficas, en la Facultad de Arquitectura. 

En Febrero de 1956 llegaron al Uruguay dos delegados del Comité Internacional Organizador del AGI, invitando a nuestro país a participar en las investigaciones científicas que se planeaban. 

Ante la invitación, se creó el Comité Nacional para el AGI, que inicialmente estuvo integrado por Félix Cernuschi, Jorge Chebataroff y Rodolfo Méndez Alsola, a los que luego se agregarían otros geógrafos compatriotas. 

A partir del buen suceso que tuvo el AGI 1957-1958, se creó en París un organismo internacional que se denominó Comité Especial para la Investigación Antártica (Special Comitee for Antarctic Research), antecesor del actual Scientific Comitee on Antartic Reseach, (SCAR) establecido en la Haya en febrero de 1958, organismo que hasta hoy impulsa y promueve la investigación en la Antártida y los mares que la rodean. 

Cuando finalizaba el AGI, los Estados Unidos plantearon la posibilidad de extenderlo por un año más, a efectos de continuar las investigaciones científicas que se habían comenzado, pero la propuesta no fue aceptada por la Unión Soviética, dando origen a una serie de conversaciones diplomáticas que culminaron con la reunión de Washington, donde se firmó el Tratado Antártico, el 1º de diciembre de 1959. 

Herman Phleger, “Signing of the Antarctic Treaty on December 1st 1959,”
fuente: ATS Image Bank, accessed December 3, 2018

Los signatarios originales de aquel Tratado fueron doce países: Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, el Reino Unido, Sudáfrica y la Unión Soviética, acordando que destinarían la Antártida, a la paz y la ciencia, en un régimen de cooperación, a la vez que se congelaban las reclamaciones territoriales que se habían planteado oportunamente, no aceptándose nuevas reclamaciones bajo la vigencia del mismo. 

Este acuerdo entró en vigor el 23 de junio de 1961, cuando todas las partes lo refrendaron y tenía una vigencia inicial de treinta años. El Tratado dejaba abierta la puerta a otras partes que desearan integrarse, las que deberían seguir un proceso de adhesión, para luego, si se cumplían los requisitos de conducir investigación científica a través de un plan que se ajustara al espíritu del Tratado Antártico, poder convertirse en Partes Consultivas del mismo. 

En 1991, cuando vencía la primera vigencia del Tratado, las partes acordaron, luego de una extensa negociación, aprobar la inclusión del Protocolo de Protección Ambiental al Tratado Antártico, o Protocolo de Madrid, que regula todas las actividades que se realicen en el Continente Blanco, destacándose la prohibición de explotar los recursos minerales, por un período de 50 años, tomados a partir de su entrada en vigor en 1998. 

A los doce signatarios originales, se fueron sumando en estos 60 años, otros países siendo hoy 53 los miembros adherentes, de los cuales 29, son miembros plenos, conformando la Reunión Consultiva que se reúne cada año, en una especie de parlamento, que administra todo lo que se hace en la Antártida. 

La vigencia del Tratado Antártico se extendió por 50 años, pero no es una fecha de término fijo, y si las Partes acuerdan mantenerlo, puede extenderse o modificarse acorde a las circunstancias futuras. 

El Tratado Antártico ha sido un ejemplo y es uno lo tratados más exitosos, permitiendo que países que estaban a punto de enfrentarse en la guerra, lograran trabajar en cooperación en pos de un fin común, que ha sido el de preservar la Antártida como una reserva de vida natural, dedicándola a la investigación científica y a la cooperación humana en todos los sentidos. 

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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos en Crónicas Antárticas...
#CronicasAntarticas

Referencias:


1. Agüero, Daniel. “ROBERTO GUYER Y SU PROPUESTA DE CREACIÓN DE UNA ENTENTE ANTÁRTICA DE LOS PAÍSES DEL HEMISFERIO” Centro de Estudios Hemisféricos y Polares, Volumen 1 Nº 2 (Segundo Trimestre, 2010): 90-105. (Lic. Daniel Agüero Servicio Meteorológico Nacional Buenos Aires – Argentina.

2. Fontes, Waldemar. “La creación del SCAR y la actividad científica del Uruguay en la Antártida”,

3. Fontes, Waldemar. “El Tratado Antártico” 

4. Montalbán, Cristina. “URUGUAY PRESENTE EN LA ANTÁRTIDA. LAS ACCIONES DESCONOCIDAS DE UN DOCTRINARIO, EL C/N CARLOS TRAVIESO FERNANDEZ” Ponencia presentada en el X Encuentro de Historiadores Antárticos Iberoamericanos, Buenos Aires, del 1º al 3 de octubre de 2008 (Lic. Cristina Montalbán- Sub Directora Técnica Centro de Estudios Históricos Navales y Marítimos- Museo Naval- Montevideo- Uruguay) 

5. Puceiro Ripoll, Roberto. “La República Oriental del Uruguay en la Antártida, Continente del Futuro” publicado en: Revista Diplomática Nº 3 del Instituto Artigas del Servicio Exterior – 1985, páginas 6 a 11. 


6. Secretaría del Tratado Antártico: ats.aq


martes, 3 de septiembre de 2019

28 de agosto de 1975: oficialización del Instituto Antártico Uruguayo

Logo del IAU al ser oficializado en 1975

“El Consejo Directivo ha dado cumplimiento, en la medida de su capacidad e integración peculiar, con el mandato recibido, augurando a su sucesor feliz éxito, mediante fuerte actividad técnica y científica en esta nueva transición del Instituto Antártico Uruguayo”. De esta forma, el nuevo Consejo Directivo, se hacía cargo del legado del Profesor Musso, afrontando el desafío de segur adelante con su proyecto...

28 de Agosto de 1975: Oficialización del Instituto Antártico Uruguayo. 

Por Waldemar Fontes 

Acorde a lo dispuesto en la Ley Nº 14.416 de 28 de agosto de 1975 el Instituto Antártico Uruguayo (IAU) pasó a funcionar bajo la dependencia del Ministerio de Defensa Nacional (MDN), según se expresa en el Artículo 103 de la Rendición de Cuentas y Balance de Ejecución Presupuestal correspondiente al ejercicio 1974, publicado en la página 37 de la Separata del Diario Oficial del 8 de setiembre de 1975. 

El breve texto publicado allí, resumía un largo proceso que había comenzado mucho tiempo antes y que había cobrado impulso bajo la dirección del Profesor Julio César Musso, quien desde 1961 impulsaba la creación de un Instituto de enseñanza de lo antártico, lo que se concretó el 9 de enero de 1968, cuando fundara junto a un grupo de seguidores, el Instituto Antártico Uruguayo, como una asociación civil. 

A partir de allí se comenzó una ardua tarea, que el Consejo Directivo del IAU, presidido por el Prof. Musso, resumiera bajo el título “Nueva transición” en las páginas 3 y 4 de la “Publicación Nº 18” (1975) de donde se extraen estas líneas: 




Culminaron las gestiones de oficialización del Instituto Antártico Uruguayo, mediante promulgación de la ley Nº 14.416 de 28 de agosto de 1975 y vinculación, en el orden jerárquico administrativo, con el Ministerio de Defensa Nacional. 
Largo ha sido el camino en esa transición, cuya pauta más importante fue la organización y celebración de la Primera Convención Nacional Antártica del 24/27 abril 1970, que integró el Consejo Directivo con Investigadores y Profesores de la Universidad de la República, Oficiales Superiores de la Fuerza Aérea, Armada y Ejército y Funcionarios Técnicos de Entes Autónomos del Estado, con modalidad de funcionamiento y cuatro directrices básicas de acción: 1) Persuadir, ilustrando con amplitud, de la necesidad de acceder el Uruguay al Tratado Antártico de Washington. 2) Realizar con todos los medios a su alcance, el Primer Periplo Aéreo Científico Uruguayo a la Antártida, demostrativo de interés y capacidad. 3) Proyectar y radicar la Estación Antártica Metropolitana en Maldonado y 4) Gestionar la oficialización del Instituto Antártico Uruguayo. 

Seguía diciendo la nota, que en este período, “Se obtuvo el reconocimiento del Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR), luego de la comunicación Científica al XI Simposio del mismo en Oslo, Noruega, en agosto de 1970, así como un resonante éxito en Brighton, Inglaterra, a través del Congreso Internacional Astronómico, el que aceptó por unanimidad la afiliación del Uruguay”. 

A partir de las gestiones y contactos internacionales realizados por pujantes seguidores del Prof. Musso, se estableció una fluida comunicación con centros de investigación y organismos de los países integrantes del Tratado Antártico y se logró que el Estado, aprobara una Misión Oficial que concurrió a la Dirección Nacional del Antártico, en Buenos Aires, Argentina, entre los días 19 al 21 de febrero de 1975, lo que significó para el Consejo Directivo que presidía Musso, en un reconocimiento al trabajo que venían desarrollando desde 1968, sin ningún apoyo oficial. 

Entre la promulgación de la Ley y su entrada en funcionamiento, hubo un período de transición, que contó con la integración de las siguientes personas en los Consejos Directivos 

Entre el 21 de octubre de 1975 al 28 de setiembre de 1976, la integración fue la siguiente: 
Presidente: Prof. Julio C. MUSSO. Vocales: Cnel. (PAM) Heber PAMPILLON, Cnel. Hugo M. FERREIRA y C/N. (CG) Rubén VARELA. - Secretario: Prof. Leslie T. CRAWFORD y Administrativos: Sdo.1a. Nubia RODRÍGUEZ y Sdo.1a. Enrique HERNÁNDEZ 

A partir del 28 de setiembre de 1976, asumió el primer Consejo Directivo conformado completamente por representantes del Ministerio de Defensa Nacional, el que funcionó hasta el 16 de octubre de 1979, con la siguiente integración: 
Presidente: Cnel. Ernesto MORALES, - Vocales: Cnel. Manuel G. REY, C/N. (CG) Germán LARIAU, Cnel. (PAM) Carlos P. PACHE, - Secretario: Cnel. Ivho R. ACUÑA, Pro-Secretario: Cap. (R) Norman CHAZARRETA (hasta Nov.1978) y Administrativos: Sdo.1a. Nubia RODRÍGUEZ y Sdo.1a. Enrique HERNÁNDEZ 

La nota publicada en 1975, se cerraba con esta expresión: “El Consejo Directivo ha dado cumplimiento, en la medida de su capacidad e integración peculiar, con el mandato recibido, augurando a su sucesor feliz éxito, mediante fuerte actividad técnica y científica en esta nueva transición del Instituto Antártico Uruguayo”. 

De esta forma, el nuevo Consejo Directivo, se hacía cargo del legado del Profesor Musso, afrontando el desafío de segur adelante con su proyecto y concretar la intención de que la República Oriental del Uruguay, ingresara al Tratado Antártico y a partir de allí se convirtiera en Parte Consultiva del mismo, asumiendo las responsabilidades y obligaciones que con respecto a la Antártida, le conciernen a la República.


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Referencias:

Publicación Nº 18” del Instituto Antártico Uruguayo. (1975) “NUEVA TRANSICIÓN”, págs. 3 y 4

“El proceso de fundación del Instituto Antártico Uruguayo. Apuntes para el estudio de la historia del Uruguay en la Antártida”, (2010) por Cnel. Waldemar Fontes

“Lista de Miembros de los Consejos Directivos del IAU entre 1975 a 1988”, del archivo del autor.

50 años de la fundación del Instituto Antártico Uruguayo”. Crónicas del Uruguay y la Antártida. Por Waldemar Fontes (2018) (Revisado el el 28 de agosto 2019) publicado en: http://cronicasantarticas.blogspot.com/2018/02/50-anos-de-la-fundacion-del-iau.html

Blog del autor: cronicasantarticas.blogspot.com



martes, 4 de junio de 2019

El profesor Jorge Chebataroff y la Antártida

“El porvenir y la felicidad de la nación dependen del conocimiento que sus hijos tengan del suelo que habitan y de sus posibilidades”, decía el profesor Jorge Chebataroff, autor de numerosas obras, investigador antártico y pionero ecologista del Uruguay.


El profesor Jorge Chebataroff y la Antártida.

por Waldemar Fontes


Jorge Chebataroff, nació el 8 de marzo de 1909, en Rusia y llegó a nuestro país en 1913, con cuatro años de edad, acompañado de sus padres y un hermano, radicándose primero en el Departamento de Flores, para después trasladarse a Montevideo. 

El 17 de abril de 1937 se casó con Lilí Reta Delfante y tuvieron un hijo varón, Jorge Fernando, que lo acompañó en muchas de sus actividades y escribió acerca de la vida de su padre. 

En la década de 1940, Chebataroff publicaba sus primeros artículos en el suplemento dominical del diario El Día, enfocados en la conservación del medio ambiente, con aportes educativos destinados a los productores agropecuarios, aconsejando sobre técnicas de explotación de los recursos naturales que no dañaran sus lugares de trabajo.

Fue el primer Licenciado en Ciencias Geográficas de la Universidad de Montevideo, siendo luego Director del Departamento de Geografía de la Facultad de Humanidades y Ciencias y Profesor titular de la facultad de Humanidades y Ciencias y del Instituto de Profesores "Artigas”.

Publicó más de un centenar de trabajos científicos y numerosos artículos de divulgación popular, en el Suplemento Dominical del diario "El Día" y en la revista infantil "El Grillo", siendo particularmente recordado por sus libros de texto para Enseñanza Primaria, Secundaria y del Instituto de Profesores "Artigas", además de los atlas educativos y las publicaciones didácticas complementadas con diapositivas, así como por su participación en programas radiales y televisivos.

Según contaba su hijo, los éxitos de su padre en materia científica no se vieron recompensados económicamente, destacando que en varias ocasiones, llegó al extremo de comprar libros para la Facultad con sus propios recursos, siendo que sus ingresos, siempre estuvieron limitados a lo que cobraba por la actividad docente.

Con respecto a la investigación antártica, en 1955 Jorge Chebataroff integró, junto a Félix Cernuschi y Rodolfo Méndez Alsola, la comisión uruguaya designada para informar sobre la posible participación del Uruguay en las actividades del Año Geofísico Internacional 1957-1958, que diera origen a la creación en París un organismo internacional que se denominó Comité Especial para la Investigación Antártica (Special Comitee for Antarctic Research), antecesor del actual Scientific Comitee on Antartic Reseach (SCAR).

En 1970, participó de la Primera Convención Nacional Antártica (CNA), expresando en un documento, las justificaciones por las cuales Uruguay debía promover la creación de una estación científica diciendo, que por la posición geográfica de nuestro país en el hemisferio austral y la cercanía a la Antártida, debería asumirse las responsabilidades que surgían de esa localización, debiéndose colaborar con las actividades que ya estaban desarrollando otros países del hemisferio, particularmente las acciones que Argentina, Chile, Nueva Zelandia, Sud África y Australia realizaban en torno al Continente Antártico y los mares que lo rodean, resaltando que existían razones suficientes “para en caso de que se delimiten zonas de soberanía o de jurisdicción sobre la Antártida; al Uruguay le corresponde una de tales zonas, la que debe apresurarse en conocer, cualquiera que sea el valor económico o estratégico que ella posea”

Jorge Chebataroff, falleció 18 de marzo de 1984, un par de meses después que Uruguay hubiera enviado la primera misión antártica uruguaya, a reconocer el lugar donde establecería la futura Base Científica Antártica Artigas.

Tras su muerte, su hijo Fernando donó una parte de las publicaciones de su padre al Museo Nacional de Historia Natural. Una segunda tanda de publicaciones fue entregada al Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, llegando hasta nosotros el legado de Chebataroff que se resume en su frases: “El porvenir y la felicidad de la nación dependen del conocimiento que sus hijos tengan del suelo que habitan y de sus posibilidades”.

Hubiera sido interesante contar con su participación para iniciar los estudios geográficos de la zona donde se instalaba la nueva base antártica y sus alrededores.



Jorge Chebataroff, como tantas otras personas que dieron lo mejor de sí para llevar adelante la tarea de mantener nuestro pabellón en latitudes antárticas, deberían ser homenajeados en el monumento que bregamos construir en la Plaza Exploración Antártica

El proyecto está en marcha y es necesario obtener recursos para concretarlo. La asociación Antarkos ha comenzado una campaña de recaudación de fondos a través de su página web, y al despedirnos, los invitamos a visitarla en: www.antarkos.org.uy.


Para colaborar con el Proyecto Plaza Exploración Antártica
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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a poner Proa al Mar, rumbo al sur y seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por CX 40 Radio Fénix, la emisora popular del Uruguay.

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Referencias:
1. Un científico uruguayo de adopción | Russia Beyond the Headlines, Por Marta Armero, publicado en Rusia Hoy, el 19 de diciembre de 2013
2. El Correo Uruguayo: Sello “HOMENAJE al Profesor JORGE CHEBATAROFF, Geógrafo y Botánico” - Texto extraído de: PROFESOR JORGE CHEBATAROF. Educador al servicio de la ciencia y la naturaleza. Arq. Fernando Chebataroff. Montevideo 1996. DIVISIÓN FILATELIA
3. Jorge Chebataroff: Relieve y Costas - Nuestra Tierra Nº 3, Montevideo, Marzo 1969
4. Actividades Geográficas en el Uruguay – año 1955, publicado en REVISTA URUGUAYA de GEOGRAFÍA Nº 8, (ÓRGANO DE LA ASOCIACIÓN DE GEOGRAFÍA DEL URUGUAY)
5. Actas de la Primera Convención Nacional Antártica, Montevideo 1970

miércoles, 8 de mayo de 2019

Juan Mario Nantes, pionero antártico uruguayo



Juan Mario Nantes era aficionado a la meteorología, “un autodidacta” como explicaba en una nota de la Revista “Reporter”, publicada en Montevideo el 6 de agosto de 1961, donde contaba que comenzó a leer e informarse y de allí surgió su idea de avanzar en ese campo, atreviéndose a plantear su intención de participar en alguna de las campañas antárticas británicas, para invernar dos veces en la Base Faraday entre 1957 y 1961...


Juan Mario Nantes: un uruguayo en la Antártida.

Sus vivencias entre 1957 y 1961.

por Waldemar Fontes


La participación de uruguayos en actividades antárticas viene de larga data y en esta crónica, queremos recordar a Juan Mario Nantes, uno de los integrantes del Primer Consejo Directivo del Instituto Antártico Uruguayo que fuera designado en el Plenario de la 1ª. Convención Nacional Antártica (CNA), celebrada en Montevideo el 27 Abril de 1970.

En 1955, con 23 años de edad, ingresó a trabajar como funcionario contratado en la Embajada Británica en Montevideo y allí se empezó a interesar en los preparativos que se estaban haciendo para el Año Geofísico Internacional de 1957-1958.


Nantes era aficionado a la meteorología, “un autodidacta” como explicaba en una nota de la Revista “Reporter”, publicada en Montevideo el 6 de agosto de 1961.

En esa nota, contaba que a partir de su interés por las ciencias meteorológicas, comenzó a leer e informarse y de allí surgió su idea de avanzar en ese campo, atreviéndose a plantear su intención de participar en alguna de las campañas antárticas británicas.
La solicitud fue bien recibida en la Embajada y viajó a Londres a realizar un curso de meteorología, que lo habilitaría a participar de las campañas antárticas que se estaban preparando. Una vez finalizado el curso técnico, debió realizar un entrenamiento en las Islas Malvinas, que una vez aprobado, le permitió convertirse en el único expedicionario no británico de la dotación que se desplegaría para invernar en la Base Faraday, conocida como Base F, ubicada en la Latitud. 65° 15′ Sur, Longitud. 64° 16′ West en Marina Point, en la Isla Galíndez, del archipiélago Islas Argentinas.


En sus relatos, Nantes expresaba:

Las condiciones eran las siguientes: un promedio de 10 a 20 grados bajo cero de temperatura, con alguna marca de 46 grados bajo cero para matizar; oscuridad total desde mayo a fines de julio; luz perenne en diciembre y enero; silencio abrumador por una larga temporada (“los oídos silban por el silencio”). En ese ambiente vivíamos once hombres… mientras le explicaba al reportero, algunas normas que eran estrictamente aplicadas, por razones de convivencia y de seguridad, tales como; -nunca salir a esquiar sin perros, éstos son de una fidelidad a toda prueba y una ayuda fundamental en caso de accidente. Nunca quedarse solo, porque el silencio y la sensación de un infinito que surge del paisaje son demoledores y es posible -decía- que temperamentos no muy fuertes sufran las consecuencias de esas opresiones metafísicas...

Seguía contando: Nunca mimar a uno de los perros del “team” más que a los otros porque de esa manera lo único que se conseguiría es que los “otros” maten, por celos al preferido. Nunca olvidar los guantes en las casas cuando llega el momento de salir. Nunca tomarse demasiado a la tremenda las fobias y las filias de los compañeros de expedición...




Nantes recalcaba que a pesar de los momentos disfrutables que por supuesto había, no se podía descuidar la rigurosidad del trabajo, ni olvidar la seguridad, recordando que en su segunda invernada tuvieron la pérdida de un camarada que falleció en la Antártida.

Sobre el trabajo que desempeñó, explicaba que se hacían estudios sismográficos, topográficos, meteorológicos, biológicos. Y además resaltaba: -“hay que acatar al pie de la letra el trabajo interno del grupo; éste tiene un líder, un médico y un cocinero (con los domingos libres). Cada uno de los integrantes del grupo, deben encargarse de la limpieza de la base y de ayudar al cocinero”.

Seguía el relato contando sobre la calefacción de los edificios, con estufas a carbón y el consecuente peligro de incendios, que siempre los mantenía en alerta y destacaba un accidente que ocurrió en 1946, a causa de un Tsunami que se produjo luego de un terremoto, destrozando un depósito de víveres y ocasionando serios problemas a la dotación que allí habitaba.

Hablando de cómo manejar el tiempo libre, recordó que había una biblioteca con más de 300 libros y además siempre aparecía alguien que tocaba un instrumento musical y otro que cantaba. Nantes contaba: -Entre la Antártida y el mundo, el mundo de noticias, de vida agitada, donde pasan tantas cosas, había un cordón umbilical que era sostenido por la BBC, el que era reforzado con un programa semanal preparado para los habitantes polares. Produciendo además, una emisión especial para el Mid-Winter, con saludos para todos los que invernan en la Antártida. Gracias a unos de esos programas -decía- pude tener la emoción más grata de toda la estadía antártica: pude escuchar un disco que mi madre grabara en la Radio Carve y que fuera enviado a la BBC, el que resonó un día en la Base F, para un único, atento y exclusivo escucha...

Juan Mario Nantes, fue un pionero antártico y es poco conocido en nuestro país. En 1957, durante el Año Geofísico Internacional, invernó en la Antártida como meteorólogo e integrante de la dotación de la base británica Faraday. En 1958, estuvo en Londres procesando los resultados de sus investigaciones. En 1959 regresó a la Antártida para una segunda invernada, regresando a Londres para procesar los datos de su trabajo, volviendo a la Antártida, en la campaña de verano, para luego regresar a Montevideo, el 5 de mayo de 1961 y resfriarse, diciendo –“claro está que el resfrío es una cosa que no se conoce en el Polo Sur, pero que me espera cada vez que vuelvo a Montevideo…”




El relato completo de sus vivencias publicado en la Revista Reporter, fue reseñado por Mario César Fernández, que culminaba el reportaje escribiendo unos pensamientos de Nantes:

Ahora todo es recuerdo. Una colección de fotos. Una colección de diapositivas, Una película de 16 mm que se filmó y debe andar por Inglaterra. El orgullo íntimo de haber pertenecido a una organización cuya máxima figura era Sir Vivian Fuchs. Una selección memoriosa: “preferí los once compañeros del primer grupo: hubo menos problemas… tal vez porque yo sabía entonces menos inglés…” Y una experiencia que sólo puede resumir diciendo: “aquello es terriblemente hermoso”.

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Juan Mario Nantes es uno de los exploradores que deberían ser homenajeados en el monumento que bregamos construir en la Plaza Exploración Antártica.

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Referencias:
Mario Nantes, un uruguayo en el Polo Sur – Reporter Nº18 Montevideo, 9 de agosto 1961



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El proyecto está en marcha y es necesario obtener recursos para su concresión. La asociación Antarkos ha comenzado una campaña de recaudación de fondos, a través de su página web: www.antarkos.org.uy y desde aquí, al despedirnos, los invitamos a visitarla







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    viernes, 3 de mayo de 2019

    Plaza Exploración Antártica

    La exploración siempre será posible si tenemos abierta la imaginación a querer descubrir nuevos universos. Por eso, construir un monumento en homenaje a la Exploración Antártica, es un hito que nos debe orientar en el camino a la conquista de una utopía que está allí, esperando por nuestra voluntad para conquistarla…



    Plaza de la Exploración Antártica:
    un reto... por una utopía a perseguir.
    por Waldemar Fontes


    Explorar la Antártida es un sueño para muchos y es una aventura difícil pero no imposible de alcanzar.  Explorar mundos desconocidos es posible si se participa de grandes emprendimientos pero también si se emplea la imaginación. 

    Un astrónomo observa y explora el universo a través de vehículos que lo llevan a distancias inimaginables y puede hacer descubrimientos fantásticos sin salir de su observatorio. Unos pocos astronautas, viajeros privilegiados representantes de la humanidad, tal vez puedan algún día llegar a otros planetas, sin que por eso, los que exploran desde acá, abandonen sus sueños de aventura. 

    Guiados por la curiosidad, la imaginación es la herramienta más poderosa del ser humano, capaz de conducirlo a lugares insospechados, inhóspitos y extremos, como la Antártida. 

    Nuestro territorio, fue desde siempre el umbral a la Antártida, la tierra ignota, desconocida pero imaginada por los griegos muchos siglos antes. Desde nuestros puertos de Montevideo y Maldonado, salieron rumbo al sur, las primeras embarcaciones, que procurando la caza de la ballena o las pieles de lobos marinos y focas, fueron llevando a osados marinos cada vez más lejos, hasta tomar contacto con los blancos témpanos y los hielos eternos. 

    Desde Montevideo, zarparon luego expediciones que preparadas en lejanas tierras, se aventuraron al sur, hasta descubrir la tierra firme que el blanco manto de la Antártida, pretendía esconder, abriendo caminos a otros que llegaron a sus entrañas, trayendo a su regreso el relato de aventuras, que ávidamente escuchadas, reinventándose, provocaron nuevas exploraciones. 

    En los años 20 de este Siglo XXI, celebramos el bicentenario de aquellas exploraciones pioneras y desde nuestras costas, vislumbramos el resplandor del mítico sur que nos llama a seguir explorando a través de las nuevas tecnologías, a través de la ciencia, el arte, la literatura, la música o hasta de un viaje como turistas a regiones que antes eran veladas solo para los aventureros. 

    La exploración siempre será posible si tenemos abierta la imaginación a querer descubrir nuevos universos. Por eso, construir un monumento en homenaje a la Exploración Antártica, es un hito que nos debe orientar en el camino a la conquista de una utopía que está allí, esperando por nuestra voluntad para conquistarla… 

    ubicación de la Plaza Exploración Antártica

    La asociación ANTARKOS, cumpliendo sus primeros veinte años de vida, ha tomado el desafío de organizar una campaña para obtener fondos para construir un monumento alusivo a la Exploración Antártica en la plaza ubicada entre las calles Lieja, Espínola y Teniente Botto, en la zona de Carrasco (Montevideo), en un espacio libre que antes tenía la denominación de Pioneros Antárticos Uruguayos y que desde el 14 de mayo 2018, según la Resolución Nº 2129/18, de la Intendencia Municipal de Montevideo, se llama Plaza Exploración Antártica. 

    El proyecto incluye un mural escultórico a construirse con acero de corten y roca salina blanca rústica, evocando dos elementos importantes de la Antártida; por un lado el acero de corten, reflejo de la actividad humana, que por contraposición resalta la pureza y blancura del continente, produciendo a través de estratégicas perforaciones, "sombras de luz", que generan movimiento en el espacio y por otro lado, la utilización de la roca salina blanca rústica, que con su color y brillo alude a la blancura de las zonas heladas donde están ubicadas las estaciones antárticas uruguayas, transportándonos a las mismas, a través de la imaginación.


    El monumento tendrá cuatro metros de largo por dos de altura, insertándose en la vegetación existente, sin afectar la calidad de las vistas del espacio público, ubicándose en un punto donde sea visible por quienes transiten por las calles que rodean la plaza, permitiendo acercarse al mismo, desde diversos ángulos, como si fuera el objetivo de la exploración que cada uno lleva en su interior y al cual sabemos que debemos algún día, llegar. 
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    El proyecto está en marcha y es necesario obtener recursos para su concreción. La asociación Antarkos ha comenzado una campaña de recaudación de fondos, a través de su página web: www.antarkos.org.uy y desde aquí, al despedirnos, los invitamos a visitarla





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    sábado, 20 de abril de 2019

    Paralelo 62º - Uruguay en la Antártida


    En 1998, Uruguay llevaba recorrido un largo camino vinculado a lo antártico, pero no había ningún texto que resumiera la historia de lo realizado en ese período fermental. El libro de Ana María De Salvo, "Paralelo 62º" llenó ese vacío y aún hoy es material de referencia para quien quiera conocer sobre el Uruguay y sus actividades antárticas en el Siglo XX.


    Paralelo 62º - Uruguay en la Antártida: un libro de Ana María De Salvo

    por Waldemar Fontes

    El 19 de enero de 1998, desde Punta Arenas, Chile, el periódico local, "La Prensa Austral” publicaba una nota con el título “La periodista Ana María de Salvo, escribió la primera historia de la presencia uruguaya en el continente antártico. Lanza su libro en la Antártida”, explicando que hasta ese momento, nunca se había escrito acerca de una historia que había comenzado en 1916, cuando el Teniente de Navío Elichiribehety había comandado la expedición en auxilio del naufragio de Shackleton. 


    La idea de escribir ese libro había surgido dos años antes, en enero de 1996, cuando Ana María De Salvo, había visitado la Antártida por primera vez. 

    El libro, fue publicado con el apoyo de los Ministerios de Educación y Cultura y de Defensa Nacional y para darle el marco adecuado a tan importante proyecto, fue presentado en la Antártida, por el propio Ministro de Defensa, el Dr. Raúl Iturria, que expresó: 

    El esfuerzo de este libro transmite a los lectores la experiencia vivida por Ana María en su estancia en la base antártica, que compartimos en 1996 y de allí surgió el sueño de dedicar su tiempo a escribir un libro. Felizmente se ha logrado el objetivo, y este trabajo será el vehículo para enseñar, para expresar a cuantos lo lean las particularidades de la vida de esta región. Para los que tienen interés por la cultura, para los que desean aprender e informarse, este libro va a ser una fuente de consultas por los aspectos narrativos y técnicos que encierra…”. 

    Bernabé Gadea, expresando su emoción en la presentación del libro
    En la ceremonia de presentación, que se hizo en la Base Científica Antártica Artigas con la presencia de invitados de las Bases vecinas de Argentina, Brasil, Chile, China, Corea del Sur, Perú, Polonia y Rusia, estuvieron además, autoridades del Instituto Antártico Uruguayo, encabezadas por su Presidente, el Gral Julio Ruggiero, secundado por el Cnel (Nav) Bernabé Gadea que según las fotografías del evento, dio un emotivo testimonio sobre la importancia de la obra que se publicaba. 


    En el Prólogo de la obra, el Gral. Ruggiero escribía: 

    “Esta obra es parte de un tenaz y laborioso esfuerzo de recopilación de datos, información y antecedentes, realizado por la periodista Ana María De Salvo, quien sin descuidar su actividad profesional orientó su capacidad intelectual a esta realización. 

    El espíritu antártico aflora en quienes han sentido y vivido la experiencia de conocer y apreciar a este continente, esta obra es producto de la cristalización de ese sentimiento, difícil de expresar, pero que se ha visto materializado con este trabajo. 

    Cuando tenemos frente a nosotros una obra o hecho profesional, no sólo debemos valorar los resultados, sino que debemos detenernos a reflexionar sobre cuánto costó, no materialmente, sino desde el punto de vista humano. Asimismo debemos proyectar nuestro pensamiento en la repercusión que esta obra tendrá sobre quienes la leerán. 

    En este caso estamos frente a una recopilación de información sobre el Continente Antártico excelentemente coleccionada, clasificada, estudiada y procesada. De indudable valor académico, servirá como material de consulta permanente. 

    Leámosla detenidamente, sin perder de vista lo que considero su valor básico: El esfuerzo de una periodista que consciente de una gran carencia dentro de las publicaciones especializadas sobre la temática antártica a nivel nacional, dedicó mucho tiempo y sacrificio para llenar este vacío, logrando al final lo que todo profesional obtiene cuando emprende algo con verdadera y desinteresada dedicación, una excelente obra, de gran utilidad”. 

    Ana María De Salvo en la Base Artigas enero 1998

    Al final del libro, Ana De Salvo hablaba sobre Educación y decía: 

    …no estaría completa la obra sin hablar de las tareas que el IAU realiza en favor de la educación en lo que a temática antártica se refiere. 


    En estos últimos años el IAU a través de su Departamento de R.R.P.P. y la emisora oficial SODRE a través de CX 38 Radio educativa han confeccionado un programa dentro del proyecto del Consejo de Educación Primaria «Antártida» que posibilita que más de 70 escuelas públicas y privadas y un número mayor a 4.500 niños recibieran charlas, audiovisuales, video, material informático etc., de forma que puedan conocer y entender más profundamente la temática Antártida 

    Casi un millar de alumnos de nuestras escuelas y colegios se han comunicado en estos años con la propia BCAA a través del esfuerzo de CX 38, que permitió a los niños preguntar directamente a los protagonistas sus diferentes inquietudes, su curiosidad y también hacer llegar a esos páramos tan fríos el calor de alguna poesía o los acordes de alguna canción que seguramente, habrán hecho vibrar de emoción a nuestros antárticos. 

    No olvidamos que más allá de nuestra tarea de divulgación, está el apoyo al docente en tema tan especializado, con muchas aristas, históricas, geográficas, científicas,... Entonces para terminar la mención a esta tarea emprendida por los organismos y dirigida particularmente a los niños, que mejor recordar al Dr. don Clemente Estable cuando decía: «Enseñar a observar bien, a pensar bien a sentir bien a expresarse bien a obrar bien es lo que en suma se concreta en toda doctrina pedagógica, nueva o vieja, revolucionaria o conservadora, de ahora y de siempre, porque no debemos olvidar que la originalidad de los niños es el mejor patrimonio de una nación que los maestros tienen bajo su custodia. Absolutamente todos estamos en deuda con la escuela que es estar en deuda con el niño y con el pueblo en su elevación espiritual». 
    Para eso es que también trabajamos. 


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    Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos en Crónicas Antárticas, por CX 40 Radio Fénix, la emisora popular.
    #CronicasAntarticas


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    Referencias:
    "Paralelo 62º - Uruguay en laAntártida" de Ana María De Salvo, fue presentado en la Base Científica Antártica Artigas, en enero de 1999, por el entonces Ministro de Defensa Nacional, Dr. Raúl Iturria. 
    Describe aspectos de la historia del Uruguay en la Antártida y sus actividades en el Siglo XX y tiene un Prólogo del entonces Presidente del Instituto Antártico Uruguayo, Gral. Julio C. Ruggiero.
    ISBN: 9974-7518-9-6
    Portada: Diseño Héctor Embeita
    (c) Ana María De Salvo
    (c) de esta edición: Archivo General de la Nación - Centro de Difusión del Libro. 25 de mayo 520, Montevideo.
    Composición: Ana María De Salvo
    Diagramación: Rosario Pérez
    Corrección y cuidado de la edición: Ana María De Salvo y Cnel. Abel Pérez -
    Montevideo: Centro de Difusión del Libro, 1997
    Impreso en el mes de diciembre de 1997 en la Imprenta del Ejército (Uruguay)

    viernes, 22 de marzo de 2019

    Proa al Mar: primer programa del ciclo 2019



    Comenzó el ciclo 2019 de Proa al Mar - Proyección a la Antártida

    Waldemar Fontes, Roberto Bardecio y Federico Santo
    en Proa al Mar, por Radio Fénix el 16 de marzo 2019

    El Sábado 16 de marzo, desde el estudio de CX 40 Radio Fénix, volvió al aire el programa decano de la información antártica.

    Roberto Bardecio Olivera

    Proyección a la Antártida, ha estado en el aire, de manera ininterrumpida, desde el 11 de mayo de 1992, siempre bajo la conducción de su creador, el Profesor Roberto Bardecio.

    En este nuevo ciclo, lo acompañan en la producción, Julio Dodino, Alejandro Nelson Bertocchi Morán, Waldemar Fontes, Carlos Olave, Walter Farnes y Edison González Lapeyre, destacándose en la producción ejecutiva, Federico Santo.

    Apoyan la realización del programa:- Academia Uruguaya de Historia Marítima y Fluvial, Asociación Cultural y Educativa Uruguay Marítimo e Instituto Antártico Uruguayo


    Auspicia:



    viernes, 15 de marzo de 2019

    Crónicas antárticas en Proa al Mar, por Radio Fénix

    Comenzamos un nuevo ciclo

    Desde el sábado 16 de marzo 2019, todos los sábados de 9 a 11 horas Proa al Mar y Proyección a la Antártida, por CX 40 Radio Fénix AM 1330, desde Montevideo, Uruguay



    Los invitamos a escucharnos por AM 1330 o por Internet, porque hay mucho más para saber sobre la Antártida y su historia, por eso los invitamos a poner Proa al Mar, rumbo al sur y encontrarnos todos los sábados, en Crónicas Antárticas.

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    martes, 1 de enero de 2019

    Toponímicos uruguayos en la Antártida



    La toponimia de la Antártida ha ido nutriéndose de nombres que homenajearon a personas célebres que contribuyeron a su descubrimiento. Varias personalidades que han contribuido a la presencia del Uruguay en la Antártida, merecerían ser honrados recordando su nombre, aunque más no fuera, en algún helado rincón...


    En la isla Rey Jorge, hallamos la denominación
    "Visca Anchorage", en homenaje al Dr. Pedro Visca


    Toponímicos uruguayos en la Antártida

    por Waldemar Fontes



    La toponimia de la Antártida ha ido nutriéndose de nombres que homenajearon primero a reyes y algunos de sus familiares, luego a personalidades célebres que contribuyeron a su descubrimiento. También, con una intención de dejar constancia de lugar conquistado, las denominaciones han estado referidas a héroes de la independencia, a científicos, investigadores y a personalidades de otras áreas del conocimiento.

    Si buscamos en las redes, podemos hallar fácilmente el nombre “Isla Uruguay” designando a un lugar de la Antártida, pero si investigamos, se aprecia que la denominación no es en honor a nuestro país, sino que fue nombrada así, en homenaje a la heroica Corbeta Uruguay, de la Armada Argentina.

    Jean-Baptiste Charcot realizó dos grandes expediciones a la Antártida, una entre 1903 y 1904 y la segunda, entre 1908 y 1910, habiendo dejado un gran legado científico en sus publicaciones y contribuyendo a la toponimia antártica con muchas denominaciones, donde dejó constancia de las colaboraciones y contribuciones que había recibido, particularmente durante sus estadías en la zona del Río de la Plata.

    Con respecto al Uruguay, Charcot recibió mucha colaboración de gente de nuestro país, y en homenaje a estos apoyos, dejó varias denominaciones en la toponimia antártica.

    Un islote situado al Sur de la Isla Peterman, recuerda al Agrimensor Hamlet Bazzano, Director del Observatorio Nacional, quien es considerado el primer científico antártico del Uruguay.

    Bazzano contribuyó con la expedición de Charcot proveyéndolo de datos meteorológicos y de las corrientes marinas. El mismo Bazzano, en coordinación con el Comandante del buque Instituto de Pesca Nº 1, dio instrucciones a la tripulación para la recogida de muestras de agua a lo largo de la navegación a la Antártida que se hiciera en el invierno de 1916 y también colaboró con la expedición Wilkins Hearst de 1928, que zarpando desde Montevideo, hiciera los primeros vuelos en la Antártida.

    Otro homenaje de Charcot fue para Don Antonio Lussich, el propulsor de la forestación en Punta Ballena que en esos tiempos tenía una empresa de salvataje marítimo que auxilió a su buque, el “Pour quoi Pas?” durante una tormenta que lo dañó seriamente al ingresar al Río de la Plata.

    En su honor, se nombró como “Lussich” a una caleta en la costa Sureste de la Ensenada Martel, de la Bahía del Almirantazgo en la Isla Rey Jorge/ Isla 25 de Mayo.

    También homenajeó al Dr. Pedro Visca, un célebre médico uruguayo, fundador del hospital que lleva su nombre, con quien trabó amistad y a quien conocía de cuando había estudiado en Francia, designando como “Visca Anchorage” a un fondeadero de la caleta Martel en la Bahía del Almirantazgo de la Isla Rey Jorge.

    La expedición de Charcot.
    imagen de www.stampcircuit.com

    Otro homenajes de Charcot, quedaron referidos en las Islas “Amiot”, un grupo de pequeñas rocas cercanas a las islas Ward, al oeste del Cabo Adriasola en la Isla Adelaida y de dos islotes cubiertos de hielo, cerca de allí, denominados como “Sillard”.  La designación de estos lugares, se hizo en honor a dos personas de Montevideo, el ingeniero A. Amiot y a Sillard, el Director de la Compañía Francesa de Montevideo, que se ocupó de las reparaciones del buque Pourquoi-Pas?

    También homenajeó al ministro Plenipotenciario de Francia en Montevideo, Monsieur du Chaylard con la denominación de “DuChaylard” a una isla al Oeste de la Península de Palmer.

    Más adelante en el tiempo, en 1944, una flota del Reino Unido, recalando en nuestro puerto de Montevideo, inició la Operación Tabarín, desplegando una fuerza naval en la zona Oeste de la Península Antártica, para instalar una serie de estaciones de investigación científica en áreas de geología, geofísica, glaciología, meteorología, botánica y psicología humana y de los perros, manifestado que ese despliegue se hacía para prevenir un posible avance la Alemania Nazi, en esas regiones. Luego de esta expedición, en homenaje al apoyo recibido, el Falklands Islands Dependencies Survey (FIDS) bautizó un accidente geográfico de la costa Oeste de la Península Antártica, con el nombre “Bottrill Head” en honor Harold Bottrill, Presidente del Directorio de la Agencia Marítima Maclean and Stapledon S.A. de Montevideo, por las grandes contribuciones que había hecho primero a la Expedición British Graham Land Expedition (BGLE) de 1934-1937 y luego a la Operación Tabarín entre 1943 al 1948


    A partir de 1984, con el establecimiento de la primera base científica, el nombre de “Artigas” quedó definitivamente ligado a la presencia uruguaya en la Antártida y la designación “Artigas Base” es parte de la toponimia oficial de la Antártida.

    Lo mismo ocurrió cuando se designó como “Ruperto Elichiribehety” (ECARE) a la estación científica que Uruguay instaló en la península Antártica, cerca de la base argentina Esperanza en Hope Bay, honrando con esta designación a quien fuera el comandante de la primera expedición antártica de nuestro país, en 1916.

    Cerca de la Base Artigas, se encuentra el Lago Uruguay, conocido con ese nombre para los antárticos uruguayos, pero denominado con otros nombres, según diferentes cartografías, donde algunos lo llaman lago Profundo…

    Un gran aporte uruguayo a la toponimia antártica, lo hizo la expedición que durante el verano de 1995-1996 se condujo a bordo del buque de la Armada Nacional ROU 26 Vanguardia, donde se procedió a cartografiar por primera vez una caleta al sur del cabo Legoupil, donde se ubica la base chilena “O´Higgings”, desembarcando en el cabo Roquemaurel, donde el 23 de enero de 1996, se colocó una marca topográfica piramidal con la inscripción:

    República Oriental del Uruguay
    Armada Nacional
    ROU “Vanguardia”
    Campaña Antártica 1995-1996
    Marca Topográfica

    A partir de esa campaña se comenzó a nombrar la zona como Caleta del Vanguardia, denominación que fue propuesta y aceptada por el organismo que regula la asignación de nombres en la Antártida.

    Quedan muchos lugares por descubrir en el Continente Blanco y varias personalidades que han contribuido a la presencia del Uruguay en la Antártida, merecerían ser honrados recordando su nombre, aunque más no fuera, en algún helado rincón.


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    Referencias:
    • SCAR Composite Gazetteer of Antarctica (CGA): https://gcmd.nasa.gov/records/SCAR_Gazetteer.html
    • Antarctic Digital Database: https://www.add.scar.org/
    • Montalbán, Cristina. “Expediciones Charcot: Sus topónimos antárticos en recuerdo a Uruguay”. Presentado en el VI Encuentro de Historiadores Antárticos Iberoamericanos, Punta Arenas, 2001
    • Rodríguez, Hernes. "ESTELAS EN EL HIELO", Artículo Publicado en la Revista Naval No. 25, página 77, Montevideo, Julio 1996