domingo, 20 de junio de 2021

Midwinter: el solsticio de invierno en la Antártida



En la Antártida y en las regiones polares, pasan cosas... y los vientos del sur, las traen a Montevideo, transformándolas en Crónicas Antárticas, un podcast para rememorar las historias que vienen del frío y transportarlas a las generaciones futuras, porque en el Sur Polar, está el futuro de la humanidad.

Te invitamos a escuchar el Podcast con esta crónica de Waldemar Fontes, sobre el Midwinter, el Solsticio de invierno austral.



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martes, 14 de abril de 2020

¿Qué nos pueden enseñar sobre aislamiento los uruguayos de la Antártida?

Quienes vivieron y todavía residen en este lugar pueden ser de ayuda para lograr sobrellevar la cuarentena local: ¿Qué nos pueden enseñar sobre aislamiento los uruguayos de la Antártida? 

La Base Artigas 

Aportes uruguayos para sobrellevar el aislamiento

Tomado de El Observador
27 de marzo de 2020
por Matías Castro

Entre una isla en la que la temperatura alcanza los 20 grados Celsius bajo cero, o más, y el Uruguay otoñal, hay algún punto de contacto. De las 20 horas de oscuridad en la que viven los uruguayos de la base antártica Artigas durante el invierno a la falta de rutina de quienes viven en cuarentena en el país por el coronavirus tal vez haya menos distancia de la que parece. Después de todo, se trata de ocho personas que deben convivir en un espacio limitadísimo y sin transporte fuera de la isla entre abril y diciembre.

El coronavirus afectó también a este continente. La base Artigas canceló su último vuelo, previsto para el 14 de abril, por lo que hay cinco funcionarios que debían volver a Uruguay y que ahora esperan por una vía alternativa. Les llegará y no se quedarán allí todo el invierno, asegura el actual jefe de base, el coronel Emilio Obelar.

Tengo la suerte de tener una dotación proactiva que está en la búsqueda de hacer cosas, mejorar las instalaciones”, afirma Obelar.

Como todos los que han estado en su rol desde 1985, debe lidiar con un grupo en pleno confinamiento en un espacio cerrado donde las tareas diarias son mínimas. Es que el objetivo durante el invierno es mantener la presencia uruguaya en la Antártida, uno de los requisitos para los países que integran el Tratado Antártico.

Rutina contra la depresión del encierro

Lo que ocupa a la dotación en el día a día es chequear los generadores eléctricos (vulnerables a las ventiscas), despejar la nieve acumulada, mantener los talleres y los tres vehículos, cocinar y lavar (tal vez las tareas más demandantes), medir las temperaturas y vientos y mantener un flujo de comunicaciones con Uruguay y las demás bases. Salvo las meteorológicas y de comunicaciones, las demás tareas pueden tener o no un horario o día fijo. Los días de la semana no se diferencian, las horas de luz se acortan hasta que van de diez de la mañana a la una o dos de la tarde y cada función se puede cumplir en poco rato salvo emergencias.

En estas circunstancias es fácil caer en la abulia, pasar a la depresión y generar un caldo de cultivo para conflictos.

Tal vez no sea necesario levantarse a las 7, pero tiene que haber una rutina. En circunstancias así hay que fijarse metas y seguirlas, de a poco, día a día. Yo hago gimnasia seis días a la semana y busco distintas rutinas. En la noche miramos juntos alguna película o una serie”, afirma Obelar. Detrás de él hay 35 años de experiencia de las dotaciones anteriores.

Una de las tareas que se proponen es la de despejar la ferretería de material viejo. Recientemente, además, extrajeron los restos de una vieja plataforma que estaba hundida desde 2013 en el lago del que sacan el agua para la base. Por otra parte, en estas circunstancias laborales tan infrecuentes, se apoyan mucho en el entretenimiento colectivo, con un pool, una PlayStation, el uso de una biblioteca o un asado semanal.

Hoy la base tiene un galpón, talleres, un gran comedor, dormitorios en abundancia, un laboratorio, una enfermería y una estación de comunicaciones. Aunque el largo invierno obligue al confinamiento y cierre opciones, es mucho más de lo que había en 1986, cuando por primera vez un grupo de uruguayos atravesó lo que se conoce como “invernada”.

Un aislamiento duro

El coronel retirado Heber Cappi fue el jefe de base entre enero de 1986 y marzo del año siguiente. Cuenta que durante aquel primer invierno se quedaron 11 militares hacinados en tres refugios. Uno de esos refugios tenía la radio, otro era un galpón que incluía el baño y el tercero tenía las habitaciones, cuyas puertas no se podían abrir del todo porque se chocaban con las cuchetas. Para comunicarse con el mundo exterior tenían una radio que podían usar una vez por semana.

Hubo un solo día en que no desarrollé tareas, que fue cuando entregué el mando”, asegura Cappi. “Con 23 grados bajo cero y hasta -60 de sensación térmica hubo tarea afuera. No se podían dejar de hacer porque de lo contrario la nieve bloqueaba la salida e impedía llegar a los gabinetes higiénicos. Allá, como acá, si alguien está bien equilibrado quiere salir y estar más libre. Nosotros no salíamos porque la nieve nos inhibía. En esta cuarentena hay que hacer lo contrario”.

Para establecer otro paralelo con la cuarentena actual, Cappi cuenta que casi no tuvo referencias previas para lidiar con esa tarea tan infrecuente para un uruguayo. El coronel fundador de la base había hecho un cursillo antártico en Nueva Zelandia y de ahí surgía el conocimiento que manejaba.

Había que llevar a esa gente, de alguna forma mirar dentro de ellos para ver cuál era su espíritu –comenta–. La válvula que tenía era, cuando el tiempo aflojaba, aunque teníamos solo una moto de nieve, ir a las bases cercanas, que por la dificultad de la geografía y el clima se hacían lejanas. También le daba tareas a cada uno. Hoy cocina uno, pero la higiene la hacía otro. Yo empecé a lavar para que luego lavaran los otros. Después no tenían más alternativa que seguir”.

Tomar la iniciativa es fundamental para quien ocupa el rol de líder, sobre todo porque en ese tiempo es poco viable arrestar a un insubordinado. En su caso, lo que ocurría era que muchos se aguantaban las ganas de ir al baño solamente para no hacerse cargo de palear la nieve que bloqueaba las puertas. Así que él tenía que dar el primer paso para que otros lo siguieran.

Lejos de lo que se espera de la dureza de los mandos militares, para Cappi era necesario acercarse a su personal y escucharlos. Si veía que alguien se cerraba mucho y estaba notoriamente mal, intentaba escucharlo y entenderlo. Con los años, la base y la experiencia antártica fueron evolucionando y permitieron otras estrategias.

Deportes y arte

Hasta 1998, cuando llegó internet a la base, solo había teléfono satelital para comunicarse con el exterior. “Eso fue un cambio notable para los períodos de aislamiento”, explica el coronel retirado y escritor Waldemar Fontes, quien fue jefe de base en 2000, 2007 y 2009. “Antes de internet era más común que se reunieran a conversar, a jugar a las cartas. Aunque era un internet muy básico, la gente empezó a aislarse. Estaban comunicados a distancia pero quizás no sabían lo que le pasaba al de al lado, cosa que ahora vemos a diario en el resto del mundo”.

Su principal estrategia fue siempre mantener ocupado a su personal más allá de los trabajos básicos de la base, lo que se ejecuta de un modo distinto según el grupo humano que toque. En el año 2000, por ejemplo, acondicionaron el galpón y practicaban vóleibol todos los días y de lunes a viernes miraban una telenovela a las 9 de la noche. Otro año hicieron manualidades, organizaron un concurso interno y se votaron entre ellos.

Todos los años se realizan competencias deportivas en la base chilena. Fontes cuenta que en 2009 se incendió el lugar en el que las hacían, por lo que debieron cancelarse. Y cambió la estrategia. Como los jefes de las bases china y rusa eran aficionados a la poesía, propusieron hacer un certamen de este género entre países que estaban en la Antártida. Fontes organizó talleres de lectura y escritura y los uruguayos participaron con sus colegas extranjeros.

Otro año, por ejemplo, hicieron muestras de teatro entre otras iniciativas.

Lo importante más que el producto final es todo lo que se organizó para crear eso –recuerda Fontes–. Esas actividades insumen una cantidad de tiempo y marcan una rutina, reuniones. Pero siempre depende del grupo”, agrega.

Y, del mismo modo que decía Cappi, asegura que es necesario hablar y negociar. Y que el jefe, para mostrar su liderazgo, tiene que dar el primer paso y, por ejemplo, barrer antes que su personal.

Ejercicio en pocos metros cuadrados

Para el teniente coronel Alejandro Capeluto y el coronel retirado Gustavo Dalmonte, que fueron jefes en años recientes, la rutina y los horarios para iniciar el día son fundamentales.

Presentarse en el comedor a las 8 de la mañana, hacer una puesta a punto del día y desayunar al mismo tiempo es el punto de arranque que corresponde a cada jornada.

Otro punto en común entre Capeluto y Dalmonte es mantener la actividad física como antidepresivo y paliativo del cansancio psicológico.

En la Antártida teníamos un pequeño gimnasio, pero aquí tenés rutinas para buscar en internet y que se pueden hacer en un pequeño espacio en la casa. Aunque hubiera encierro y muchas horas de noche, mover el cuerpo impacta en el estado de ánimo”, afirma Capeluto.

Dalmonte optaba por asignar turnos obligatorios para el uso del gimnasio, ya que la cantidad de aparatos no permitía que todos los usaran a la vez. Además, apelaba a las actividades recreativas colectivas, como jugar a las cartas o ver una película.

Eso, además, permite conversar y saber qué les sucede a las personas con quienes se convive.

Creo que el aislamiento aquí (en Montevideo) puede ser más angustiante que en la Antártida –opina Capeluto–. Porque es más frustrante estar cerca, quizás a media hora de ómnibus, pero no poder acompañar a un ser querido”, indica.

Fuente: El Observador
con el aporte del Departamento de RR.PP. del IAU
#QuedateEnCasa

domingo, 5 de abril de 2020

Invasión de elefantes marinos

Finalizando la invernada de 2007, un extraño suceso afectó a la Base Artigas: una invasión de elefantes marinos...


Decía la crónica de la edición número 12 del periódico Antarkos 23 de fecha 7 de noviembre de 2007:

Coincidiendo con la noche de Halloween un elefante marino, asustó a los habitantes de la BCAA exigiendo caramelos. Como no se los dieron, porque no lo permite el Protocolo de Protección Ambiental, el animal se enfureció y atacó las únicas cañerías que quedaban sanas en la Base Artigas.

El vigoroso animal, que puede llegar a pesar 3000 kgs. podría haber mordido a alguno de los troperos que lo guiaron hacia el mar, luego que se cansó de destrozar cañerías.

Esta mordedura, podría contagiar la enfermedad de la gordura antártica, que se trasmite a los humanos por dos vías: por contacto estrecho con elefantes marinos o por comer en exceso.

En vista de los resultados de la última pesada, el kilaje promedio de la dotación se mantiene en alza y causa alarma entre las autoridades sanitarias, que un brote de gordura pudiera estallar en el último mes.

Para evitar una epidemia de gordura antártica se está planeando vacunar a la dotación y el payaso Malaonda se ofreció para pincharnos.
Se mantiene una vigilancia costera para evitar nuevos ingresos de elefantes marinos.


por Waldemar Fontes "Albatros"



Ver más sobre la Dotación Antarkos 23 en  http://antarkos23.blogspot.com/



sábado, 14 de marzo de 2020

200 años del descubrimiento de la Antártida

¿Quién descubrió la Antártida?  
-En el verano de 1819-1820, los británicos Smith y Brandsfield, el americano Palmer y el ruso Bellingshausen, manifiestan haber descubierto la Antártida, aunque posiblemente esas tierras ya estaban descubiertas desde mucho antes por navegantes rioplatenses que se dedicaban a la caza de ballenas, focas y lobos marinos… sin dejar registros escritos para no revelar sus cotos de caza.
El pecio existente en la Base Artigas, puede guardar secretos de aquellos primeros exploradores


A 200 años del descubrimiento de la Antártida
Waldemar Fontes

En 2019 se cumplieron 200 años del descubrimiento de la Antártida, pero existe una polémica sobre quién efectivamente la descubrió, pues los diferentes autores se inclinan por una versión o por otra, según su nacionalidad y los intereses históricos y geopolíticos que orientan sus investigaciones. 

Para el caso rioplatense, la versión más difundida es la noticia de William Smith, quien navegando desde Buenos Aires rumbo a Valparaíso, al doblar el cabo de Hornos, debió desviarse al sur por los vientos, avistando tierra en la latitud 62º sur, en el mes de febrero de 1819, dando cuenta del hallazgo a sus autoridades en Valparaíso. 

El avistamiento de Smith fue confirmado en su viaje de regreso desde Valparaíso a Montevideo, pero en esos meses, el marino ruso Bellingshausen y el Capitán mercante Palmer de los EE.UU. también reportaron avistamientos de tierra en latitudes antárticas. 

Estos reportes, debidamente documentados, marcaron un hito en esa época de exploración de la Tierra Ignota del sur, pero seguramente desde varios años antes, marinos del Río de la Plata, cazadores de focas y lobos marinos, habían llegado a esas latitudes, ocultando sus descubrimientos para evitar que otros vinieran. 

En este trabajo, enumeramos los descubrimientos y hechos más destacables del año 1819 en regiones antárticas y sus consecuencias para el futuro de la conquista del Continente Blanco.

Pueden ver la conferencia en video:




Con motivo del Día de la Antártida 2019, el Comité APECS Uruguay, organizó una charla sobre Investigaciones científicas y expediciones en el siglo XXI, donde expusieron:

Waldemar Fontes " 200 años del descubrimiento de la Antártida"
Marcos Tassano " Técnicas radiactivas ambientales aplicadas en la Antártida" 
Gaspar González " Expedición a Groenlandia en 2020" 
Más información en: https://www.facebook.com/APECS.UY

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#CronicasAntarticas

viernes, 13 de marzo de 2020

Había que recuperar el generador



En abril de 2007 se vivió una pequeña crisis que se produjo a consecuencia de la inclemencia del tiempo y tuvo aristas muy interesantes.  En el vuelo de ese mes había concurrido a la Antártida un equipo de UTE, conformado por el Ingeniero Andreo Benech, Wildemar Martínez y Miguel Viera. Así recuerda lo que sucedió el Tte. Cnel. Waldemar Fontes, Jefe de la Base Artigas en la dotación Antarkos 23, del año 2007.


El rescate del generador
Acuarela de Waldemar Fontes exhibida en la Antártida
en la muestra Ostara 2007


El rescate de un generador

por Waldemar Fontes






Durante el año 2007, me tocó, por segunda vez, comandar la Base Científica Antártica Artigas (BCAA), a cargo de la Dotación Antarkos 23.  Algunas de las actividades más notorias, quedaron registradas en el blog que llevaba, pero siempre quedan cosas pendientes, como esta anécdota, que fue publicada por UTE en el libro "Nuestra energía en la Antártida..." al cumplirse 25 años de trabajos en apoyo a la Base Artigas.

Les cuento...

En el vuelo de diciembre de 2006 se había transportado a Montevideo uno de los generadores para hacerle un mantenimiento mayor, quedando en la base solo dos generadores, uno de ellos al límite de sus horas de uso.

En abril de 2007, el encargado de los generadores, el Sub Oficial de Segunda Ruben López debió ser  evacuado por problemas de salud y había sido sustituido en sus funciones por el Cabo de Primera Marcos Aguiar, que formaba parte del grupo de apoyo logístico que trabajaba en la base durante el verano.

A fines de abril se esperaba la llegada del último vuelo de la campaña de verano, en el que llegaría el relevo del electricista y además el generador que faltaba, el que debería ser instalado y puesto a punto para enfrentar la invernada.

Ese año el frío comenzó temprano. Ya en los primeros días de abril el mar comenzó a congelarse y se acumuló mucho hielo en la costa. El mal tiempo dificultó incluso la evacuación del Suboficial López, quien sufrió mucho pues lo había afectado una vieja lesión de la columna y ya no quedaban en la base calmantes como para aliviar sus dolores y el avión que lo iba a evacuar no podía llegar por las malas condiciones meteorológicas.

Hubo  intensas  ventiscas  que  duraron  varios  días  y  el camino hacia la base Frei fue quedando cubierto de nieve y muy difícil de transitar. Finalmente el Suboficial López fue transportado desde nuestra base hacia la base chilena en un helicóptero de la FACH (Fuerza Aérea de Chile) y desde allí a Punta Arenas en Chile, donde por fin recibió mejor atención médica, para luego evacuarlo a Montevideo.

Cuando llegó el vuelo uruguayo los días estaban lindos, pero las intensas nevadas habían bloqueado el camino en varios trechos. En verano, transportar el generador desde el aeropuerto hasta la Base Artigas era algo muy sencillo, que se hacía con apoyo de un camión Ural de los rusos, pero en las condiciones de ese momento era imposible. El camión no podía circular por el camino.

La solución sería transportar el generador en un trineo que tenían los rusos y cincharlo con un viejo tractor amarillo, con orugas metálicas, que operaba en la zona desde los tiempos de la Unión Soviética…

El famoso tractor amarillo era muy querido por todos allí, pues era el único vehículo que podía llegar
a cualquier lado y desatascar a cualquier vehículo que quedara pegado en la nieve o el barro. Así que una vez analizada la situación, los rusos comenzaron el transporte del generador sobre el trineo; la gente de la Base Artigas acompañaba el desplazamiento, ayudando a quitar la nieve que se acumulaba por el arrastre.

Todo iba bien, hasta que cuando el tractor se preparaba para subir el empinado repecho que se halla  luego de pasar por la bahía de los tanques rusos, sufrió un desperfecto. Había reventado una de las poderosas orugas y el fiel tractor, que tantas veces había ayudado a otros, se quedó esta vez enterrado en el barro, en la parte más baja del camino, de donde no se lo podía mover para atrás ni para adelante.

Que el tractor hubiera quedado atascado era una pena, pero para los rusos, acostumbrados a pasar tremendos trabajos  con  esa  potente  máquina,  no  era  ninguna tragedia. Todo sería cuestión de tiempo y tal vez en quince o veinte días, trabajando a mano allí mismo entre la nieve, reacondicionarían la oruga y el tractor seguiría andando…

El asunto era que junto con el tractor había quedado empantanado el trineo, con el generador de la Base Artigas encima.

La primera reacción de los que venían con el convoy fue desenganchar el trineo y comenzar a cavar la nieve para intentar seguir tirándolo con el carrier de la Base Artigas, lo cual funcionó para unos diez metros de movimiento, pero apenas comenzada la subida, no había manera de moverlo.

En esa campaña estaban recibiendo su bautismo antártico el Capitán de Fragata (CIME) Alejandro Deus, nobel integrante de la Dirección Logística del IAU, que pisaba la Antártida por primera vez en esos días y el Ingeniero Andreo Benech, de UTE, quien también pisaba la nieve antártica por primera vez.

(…) Cuando me vi enfrentado a esta crisis, viendo que tenía a un ingeniero lleno de bríos, que demostraba liderazgo en el terreno e inteligencia para resolver situaciones complejas y que por otro lado, tenía a un capitán de fragata, especialista en máquinas y con gran don de gentes, concluí que podría dejar el asunto del generador en sus manos, mientras yo me ocupaba de atender lo que ocurría en la base, que se había llenado de gente, con autoridades que nos visitaban, científicos, relevos y muchas cosas más.

Luego de verificar que las cosas en la base estaban encaminadas, volví al camino para verificar qué pasaba con el atasco y con gran preocupación comprobé que no habría posibilidades de avanzar, por más buena onda que le pusieran, si no se contaba con otro tipo de apoyos.

(…) En esa situación, regresé a la base con las autoridades y sin decir nada me fui a la oficina, pensando qué hacer. 

La única alternativa sería pedirles ayuda a los chilenos, que si bien tenían algunos tractores, los mismos estaban destinados al mantenimiento del aeropuerto de su base y no los movían más allá de esa zona.

Para otra situación sabía que me dirían que no era posible apoyar, pero en este caso, lo tendrían que hacer… Entonces me armé de valor y llamé por radio al jefe de la Base Frei a quien le planteé la desesperada situación, explicándole que si no extraíamos el generador en ese invierno tendríamos serias dificultades y que si bien era consciente de que le pedía una ayuda excepcional, no tenía a nadie más a quien recurrir.

Durante el verano habíamos entablado una fluida amistad con el Comandante Raúl Jorqueras de la FACH y éste, al recibir mi mensaje, sin dejarme terminar me dijo que contara con su ayuda.

En pocos minutos llegó hasta donde estaba el atasco un Sno-Cat de la Base Frei con un mecánico que se puso a la orden.

Entre los uruguayos, los rusos y el chileno se evaluó la situación y se comprobó que la única forma de sacar el generador sería abriendo un camino con las palas de nieve de los Sno-Cat chilenos y eso fue lo que se empezó a hacer.

Trabajaron varias horas y se acondicionó una calle que quedó instalada entre altas paredes de nieve, por la cual podía circular el tractor de ruedas de la Base Artigas, pero eso tampoco fue suficiente. El repecho era demasiado empinado y no subía el trineo.

Como jefe, yo observaba y dejaba que el capitán Deus y el ingeniero Benech dirigieran la operación, pues lo hacían coordinadamente bien. Me volví a la base, donde la vida seguía y se estaba trabajando intensamente en otras tareas.

Más tarde recibí un llamado de que necesitaban el carrier, pues harían un intento de mover el generador, así que fuimos hacia el lugar, donde me explicaron que harían un tren con todos los vehículos disponibles, lingados y enganchados unos con otros.

Era una maniobra peligrosa pero razonable, así que les dije que siguieran adelante y me instalé en una altura a ver qué pasaba, mientras hacía fuerza mentalmente… Habían enganchado cuatro vehículos. La pala de nieve de los chilenos abría la marcha, luego al medio nuestros dos carriers y al final el Sno-cat chileno.

Por la  radio  se  dio  la  orden  de  comenzar  a  marchar y lentamente el trencito comenzó a  moverse  y  subir la cuesta. El trineo con el generador comenzó a subir también. Primero llegó a la cima el vehículo chileno, luego el primer carrier y entonces la fuerza de tiro fue mayor; el tren adquirió velocidad y el trineo subió y subió y ¡llegó a la cima del repecho!

Una vez allí, todos comenzaron a aplaudir y se abrazaban contentos. Desde esa posición sería más fácil llegar a la base y una vez allí el generador estaría a salvo.

Fue una maniobra compleja y difícil que afortunadamente salió bien, pero por sobre todo, fue un ejemplo de cooperación internacional e interinstitucional, que demostró que cuando las situaciones apremian, las personas son capaces de ser solidarias y dar lo mejor de sí en pos de un bien común.

Este hecho fue uno de los momentos que más me marcó en las variadas situaciones difíciles que he debido vivir, comandando gente, en las partes del mundo en donde me tocó estar y cada vez que lo recuerdo… me sigue emocionando...




A continuación, pueden ver un vídeo realizado por alguien que estuvo en la Base Artigas en esos días y quiso testimoniar el difícil momento.




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Referencias:

  1. FONTES, Waldemar "Historia de la Base Científica Antártica Artigas 1984 - 25 años – 2009", 
  2. UTE: "Nuestra energía en la Antártida: UTE en la Base Artigas" Presentación del libro
  3. libro digitalizado: "Nuestra energía en la Antártida: UTE en la Base Artigas"
  4. Blog de la dotación Antarkos 23
  5. Muestra de Arte "Ostara 2007

martes, 26 de noviembre de 2019

60º aniversario de la firma del Tratado Antártico


El Tratado Antártico está vigente hasta 2048 y si las Partes acuerdan mantenerlo, puede extenderse o modificarse acorde a las circunstancias futuras. En estos 60 años, ha permitido que países que estaban a punto de enfrentarse en la guerra, lograran trabajar en cooperación en pos de un fin común, que ha sido el de preservar la Antártida como una reserva de vida natural, dedicándola a la investigación científica y a la cooperación humana en todos los sentidos.


Se cumplen 60 años de la firma del Tratado Antártico
por Waldemar Fontes



El 1º de diciembre de 2019, se cumplen 60 años del Tratado Antártico firmado en Washington en 1959. 

Este Tratado que ha funcionado de manera exitosa, fue el resultado de un largo proceso de negociaciones que lograron estabilizar una compleja situación de conflicto que se venía gestando en la región austral, primero a raíz de disputas territoriales entre Argentina, Chile y el Reino Unido y luego, con las tensiones surgidas de la Guerra Fría, al finalizar la Segunda Guerra Mundial que hicieron peligrar los acuerdos de paz logrados entre las Grandes Potencias.

El Tratado surgió de la decantación de diferentes teorías que incluían desde la internacionalización del Continente Antártico, hasta la instauración de un fideicomiso que lo regulara. 

La gestación del Año Geofísico Internacional 1957-1958 (AGI), que se había desarrollado a instancias del Consejo Internacional de Uniones Científicas, fue una instancia decisiva para el Tratado Antártico, pues a partir de su implementación se comprobó que era posible, a través de las actividades científicas, encontrar un camino a la diplomacia para iniciar las negociaciones hacia un acuerdo. 

Las tensiones en torno al Continente Blanco, se originan desde los tiempos de su descubrimiento en 1819, cuando William Smith, un marino mercante de origen británico, zarpando desde Montevideo, desembarcó por primera vez en la Isla Rey Jorge, en las Shetland del Sur, tomando posesión de las mismas a nombre de su Rey Jorge IV. Pocos meses después, en febrero de 1820, el marino ruso Bellingshausen confirmaba el descubrimiento de la masa continental antártica y en las mismas fechas, el ballenero americano N. Palmer confirmaba el descubrimiento, que fue cartografiado de manera oficial por Bransfield, del Almirantazgo británico. Estos descubrimientos, provocaron una fiebre de la caza de focas y lobos marinos, que se extendió hasta casi extinguir las poblaciones de mamíferos marinos, lo que hizo perder el interés comercial de los aventureros exploradores que llegaban hasta el extremo sur. 

Desde el Río de la Plata y desde Valparaíso en Chile, se participó activamente en esta etapa de descubrimientos y se brindaban los servicios logísticos y portuarios para las expediciones que provenían principalmente de Europa y de los Estados Unidos de América, dando origen a un incipiente conflicto por influencia y por intereses territoriales en una América que vivía el proceso de la independencia. 

A principios del Siglo XX, había comenzado la llamada Época Heroica de la exploración antártica y desde los puertos del Río de la Plata se participó activamente de la recepción de las famosas expediciones científicas que llegaban a explorar el Continente Antártico, mientras que desde las Islas Malvinas, el Reino Unido consolidaba su posición, administrando la pesca y la caza de la ballena en los mares más al sur, haciendo la primer reclamación territorial sobre la Antártida en 1908. 

La industria ballenera tuvo un gran desarrollo a partir de los años de 1920 y las flotas noruegas que operaban en la zona, recalaban en los puertos de Montevideo y Buenos Aires. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, en 1939, la Alemania Nazi atacaba los navíos balleneros que operaban en el Atlántico Sur, apoderándose de la explotación de ese recurso al ocupar el territorio noruego en 1940, elevando el nivel del conflicto que ya no era solo diplomático o comercial sino que se concretó en ataques a buques que operaban en la zona del Atlántico Sur, dividiendo las posiciones de los países latinoamericanos, que apoyaban los intereses aliados o proclamaban una tercera posición independiente. 

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el Imperio Británico comenzó a declinar, cediendo posesiones en algunas regiones. La presión de los Estados Unidos de América se hacía sentir sobre los dominios coloniales que aún quedaban en las Américas y la cuestión de las Islas Malvinas fue un factor de debate que dividió a los países latinoamericanos. La Argentina bajo el gobierno del General Perón, había comenzado una carrera armamentista que hacía peligrar el predominio de los Estados Unidos sobre el Hemisferio y si bien la mayoría de los países de la región apoyaban sus reclamos sobre las Islas Malvinas, no veían con simpatía su expansión militar. 

Un conflicto entre Argentina y Chile por reclamaciones territoriales en la Antártida, había quedado parcialmente resuelto por el acuerdo firmado el 12 de julio de 1947 donde ambos países acordaban reconocerse mutuamente sus derechos, sin perjuicio de las reclamaciones puntuales superpuestas, dando origen al concepto de “Antártida Sudamericana” que en general era apoyado por los vecinos latinoamericanos. 

Sin embargo, a pesar del acuerdo, una nueva escalada de acciones agresivas llevó a que tanto el Reino Unido como Chile y Argentina enviaran flotas de guerra a proteger las instalaciones que cada uno había establecido en el Continente Antártico, elevando el conflicto a momentos muy tensos que llevaron a la intervención de los Estados Unidos para mediar entre los tres, lo que condujo a la firma de un acuerdo tripartito en 1949 que enfrió las tensiones, acordándose que los tres países involucrados en los reclamos territoriales superpuestos, no enviarían flotas de guerra más allá del paralelo 60º Sur, limitando sus acciones militares al apoyo logístico de sus instalaciones. 

Esta solución apaciguó los ánimos por un tiempo, hasta que sobre finales de la década de 1950, la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos trasladó su accionar al Continente Antártico, generándose una polémica por su posible empleo para depósito de desechos nucleares o para pruebas de explosiones atómicas. 

En 1954, el Consejo Internacional de Uniones Científicas había comenzado la preparación de un Año Geofísico Internacional (AGI), con el objetivo de establecer un programa de cooperación multinacional. En julio de 1955 la Unión Geodésica y Geofísica Internacional, convocó a una Conferencia Antártica en París, de la cual participaron delegados de Noruega, Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Argentina y Chile. 

En octubre de 1955, en Uruguay, se hicieron gestiones para participar de las actividades del AGI y en noviembre del mismo año, se planteó formalmente el tema, en la 4ª Sesión de la Semana Geográfica, organizada por el Instituto Nacional de Investigaciones Geográficas, en la Facultad de Arquitectura. 

En Febrero de 1956 llegaron al Uruguay dos delegados del Comité Internacional Organizador del AGI, invitando a nuestro país a participar en las investigaciones científicas que se planeaban. 

Ante la invitación, se creó el Comité Nacional para el AGI, que inicialmente estuvo integrado por Félix Cernuschi, Jorge Chebataroff y Rodolfo Méndez Alsola, a los que luego se agregarían otros geógrafos compatriotas. 

A partir del buen suceso que tuvo el AGI 1957-1958, se creó en París un organismo internacional que se denominó Comité Especial para la Investigación Antártica (Special Comitee for Antarctic Research), antecesor del actual Scientific Comitee on Antartic Reseach, (SCAR) establecido en la Haya en febrero de 1958, organismo que hasta hoy impulsa y promueve la investigación en la Antártida y los mares que la rodean. 

Cuando finalizaba el AGI, los Estados Unidos plantearon la posibilidad de extenderlo por un año más, a efectos de continuar las investigaciones científicas que se habían comenzado, pero la propuesta no fue aceptada por la Unión Soviética, dando origen a una serie de conversaciones diplomáticas que culminaron con la reunión de Washington, donde se firmó el Tratado Antártico, el 1º de diciembre de 1959. 

Herman Phleger, “Signing of the Antarctic Treaty on December 1st 1959,”
fuente: ATS Image Bank, accessed December 3, 2018

Los signatarios originales de aquel Tratado fueron doce países: Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, el Reino Unido, Sudáfrica y la Unión Soviética, acordando que destinarían la Antártida, a la paz y la ciencia, en un régimen de cooperación, a la vez que se congelaban las reclamaciones territoriales que se habían planteado oportunamente, no aceptándose nuevas reclamaciones bajo la vigencia del mismo. 

Este acuerdo entró en vigor el 23 de junio de 1961, cuando todas las partes lo refrendaron y tenía una vigencia inicial de treinta años. El Tratado dejaba abierta la puerta a otras partes que desearan integrarse, las que deberían seguir un proceso de adhesión, para luego, si se cumplían los requisitos de conducir investigación científica a través de un plan que se ajustara al espíritu del Tratado Antártico, poder convertirse en Partes Consultivas del mismo. 

En 1991, cuando vencía la primera vigencia del Tratado, las partes acordaron, luego de una extensa negociación, aprobar la inclusión del Protocolo de Protección Ambiental al Tratado Antártico, o Protocolo de Madrid, que regula todas las actividades que se realicen en el Continente Blanco, destacándose la prohibición de explotar los recursos minerales, por un período de 50 años, tomados a partir de su entrada en vigor en 1998. 

A los doce signatarios originales, se fueron sumando en estos 60 años, otros países siendo hoy 53 los miembros adherentes, de los cuales 29, son miembros plenos, conformando la Reunión Consultiva que se reúne cada año, en una especie de parlamento, que administra todo lo que se hace en la Antártida. 

La vigencia del Tratado Antártico se extendió por 50 años, pero no es una fecha de término fijo, y si las Partes acuerdan mantenerlo, puede extenderse o modificarse acorde a las circunstancias futuras. 

El Tratado Antártico ha sido un ejemplo y es uno lo tratados más exitosos, permitiendo que países que estaban a punto de enfrentarse en la guerra, lograran trabajar en cooperación en pos de un fin común, que ha sido el de preservar la Antártida como una reserva de vida natural, dedicándola a la investigación científica y a la cooperación humana en todos los sentidos. 

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Referencias:


1. Agüero, Daniel. “ROBERTO GUYER Y SU PROPUESTA DE CREACIÓN DE UNA ENTENTE ANTÁRTICA DE LOS PAÍSES DEL HEMISFERIO” Centro de Estudios Hemisféricos y Polares, Volumen 1 Nº 2 (Segundo Trimestre, 2010): 90-105. (Lic. Daniel Agüero Servicio Meteorológico Nacional Buenos Aires – Argentina.

2. Fontes, Waldemar. “La creación del SCAR y la actividad científica del Uruguay en la Antártida”,

3. Fontes, Waldemar. “El Tratado Antártico” 

4. Montalbán, Cristina. “URUGUAY PRESENTE EN LA ANTÁRTIDA. LAS ACCIONES DESCONOCIDAS DE UN DOCTRINARIO, EL C/N CARLOS TRAVIESO FERNANDEZ” Ponencia presentada en el X Encuentro de Historiadores Antárticos Iberoamericanos, Buenos Aires, del 1º al 3 de octubre de 2008 (Lic. Cristina Montalbán- Sub Directora Técnica Centro de Estudios Históricos Navales y Marítimos- Museo Naval- Montevideo- Uruguay) 

5. Puceiro Ripoll, Roberto. “La República Oriental del Uruguay en la Antártida, Continente del Futuro” publicado en: Revista Diplomática Nº 3 del Instituto Artigas del Servicio Exterior – 1985, páginas 6 a 11. 


6. Secretaría del Tratado Antártico: ats.aq