sábado, 30 de junio de 2018

Mid-Winter


El Solsticio de Invierno, es un momento de recogimiento y de replanteo de las cosas. Coincide con las festividades de San Juan y también con las celebraciones del Año Nuevo de los pueblos originarios de América. Esto indica un fin de ciclo, relacionado simbólicamente a lo agrario, donde luego de las cosechas del verano, la tierra descansa y se prepara para recibir las semillas, que dará frutos cuando el sol renueve su carrera y brille de nuevo, dando vida.  Desde el año 2016, el 21 de junio ha sido designado en nuestro país, como "Día de la Confraternidad Antártica"

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 30 de junio de 2018, trasmitido por Radio Uruguay

La celebración del Mid-Winter - Solsticio de Invierno - 
Día de la Confraternidad Antártica
por Waldemar Fontes

el 21 de junio de 1916, el buque Instituto de Pesca Nº 1,
al mando del TN Elichiribehety, recibía el invierno en latitudes antárticas

El 21 de junio de 1916, por primera vez ondeaba el pabellón de la República Oriental del Uruguay en aguas antárticas en pleno invierno austral. Eran los marinos que a bordo del “Instituto de Pesca” Nº 1, intentaban encontrar una ruta para penetrar los hielos que fieramente cerraban el acceso al recate e los náufragos de la expedición de Shackleton que aguardaban ayuda en la Isla Elefante.

Aquel 21 de junio, sin embargo no fue el primer invierno antártico que era recibido por uruguayos. Ya en 1904, Luciano Valette, como científico integrante de la dotación argentina de la Base Orcadas invernaba en la que es hoy la base antártica más antigua.

En la propia tripulación del buque "Instituto de Pesca" Nº 1, navegaba un ballenero afincado en Montevideo, de origen noruego, Williams Thomas, que fue contratado por su experiencia en dos invernadas en la base Orcadas, en 1905 y 1907. También debemos mencionar a William R. Bruce, afincado en Uruguay, quien además de una expedición antártica en 1907 a bordo del “Austral”, había invernando en Orcadas en 1908.

En 1898, la expedición de Adrián de Gerlache, se vio obligada a invernar en la Antártida, cuando su buque, el “Bélgica” quedó atrapado en los hielos.

En 1899, la expedición británica Southern Cross a cargo de Carsten Borchgrevink fue la primera en invernar intencionalmente, instalándose en el cabo Adare, en el mar de Ross, donde construyeron su campamento predecesor de la Expedición Discovery de 1902, dirigida por Sir Robert Falcon Scott e integrada por Shackleton.

En 1903, la Expedición Escocesa de William Speirs Bruce, pasó el invierno en la actual base Orcadas y según dice una crónica: “Para festejar el día más corto del año, el solsticio del 21 de junio a partir del cual habría cada vez más tiempo de luz, se hizo una fiesta. Los señores Guiness habían donado a la expedición dos barriles de cerveza negra" (...)

Otra celebración del Mid-Winter, se hizo durante la Expedición Nimrod, cuando el grupo liderado por Shackleton, se reunió en la cabaña de “Cape Royds”, cerca de la actual base Mc Murdo, el 21 de junio de 1908, conmemorando el Solsticio de invierno al estilo de la Navidad, como se celebraba en el hemisferio norte.

La organización de fiestas en el solsticio de invierno es una tradición ancestral que viene de las culturas donde el ciclo solar es más evidente, es decir en las regiones más al norte y más al sur del planeta.

Pueblos que no tuvieron contacto entre sí, viviendo en extremos opuestos del planeta, descubrieron que en medio del invierno, había un día que marcaba el final de la oscuridad, a partir del cual el retorno de la luz era posible y por lo tanto el triunfo de la vida sobre la oscuridad y el frío.

El 11 de mayo de 2016, según figura en Oficio 221/Subsec/16, el Ministro de Defensa, Dr. Jorge Menéndez, comunicaba al Instituto Antártico, que “se autoriza la Institucionalización para la Conmemoración del Mid Winter por parte de ese Instituto, los días 21 de junio de cada año, tanto en el país como en sus Bases Antárticas”, formalizando así solicitud que se había planteado, para institucionalizar esta fecha y los eventos que se venían celebrando en torno a ella.

En la exposición de motivos, se planteaba que cada año en estas fechas, se realizan festejos e intercambian saludos entre los países que integran el Sistema del Tratado Antártico y entre el personal que pasa el invierno inverna en sus bases, dando lugar a un día de la Confraternidad Antártica, consagrado internacionalmente, que conlleva un momento de reflexión para quienes se encuentran recibiendo el rigor del invierno bajo la larga noche polar.

En nuestra Base Científica Antártica Artigas, existe ya una tradición que viene desde 1986, cuando se concretó la primera invernada y que se fue haciendo más notoria a medida que cada dotación fue dejando testimonios de cómo celebraron ese particular momento.

En 1987, decía Orosmán Pereira, jefe de la BCAA, en su libro Uruguay y uruguayos en la Antártida decía: 
“Es tradicional en estas latitudes, que al comienzo del invierno, el 21 de junio de cada año, cada Base realice un festejo colectivo, dentro de su recinto, para conmemorar el inicio de la temporada. Estas reuniones se desarrollan en un clima de alegría, gran confraternidad y calor humano.

Como si se tratara de una pequeña Babel, hombres de distintos países, tal cual es común en la Antártida, se unen para festejar el día más corto del año, ya que a partir del mismo, aunque aún queda mucho camino por recorrer, éstos, poco a poco, se irán haciendo cada vez más largos, aunque no lo parezcan.

En la oportunidad a la que voy a hacer referencia, teníamos dos invitaciones. Una, de Base Marsh (chilena), para el 21 de junio y la otra, de Base Bellinghausen (URSS), el día siguiente, el 22 de junio.

Lamentablemente, los uruguayos no podíamos realizar este tipo de celebraciones, ya que los medios materiales y espacio físico de que disponíamos, no nos permitían llevarlas a cabo.

Ante estas dos invitaciones, se dividió la dotación en dos grupos, a efectos de que participe de ellas la mayor cantidad de personal que fuera posible, sin que por ello, se afectara la seguridad de nuestra Base. A la primera de ellas, concurrí yo en persona, acompañado de tres integrantes de la dotación. Al día siguiente, concurriría el 2o. Jefe, con otros tres integrantes de la dotación.
La fiesta en la Base chilena, en particular, comenzó por la mañana, con un campeonato de ski. Luego, pasamos a entretenernos con un fútbol antártico, llamémoslo así, y finalmente, un almuerzo. ¿Qué es el fútbol antártico? Pues, una mezcla de handball, fútbol de salón y rugbyComo si se tratara de una pequeña Babel, hombres de distintos países, tal cual es común en la Antártida, se unen para festejar el día más corto del año, ya que a partir del mismo, aunque aún queda mucho camino por recorrer, éstos, poco a poco, se irán haciendo cada vez más largos, aunque no lo parezcan. En la oportunidad a la que voy a hacer referencia, teníamos dos invitaciones. Una, de Base Marsh (chilena), para el 21 de junio y la otra, de Base Bellinghausen (URSS), el día siguiente, el 22 de junio. Lamentablemente, los uruguayos no podíamos realizar este tipo de celebraciones, ya que los medios materiales y espacio físico de que disponíamos, no nos permitían llevarlas a cabo. Ante estas dos invitaciones, se dividió la dotación en dos grupos, a efectos de que participe de ellas la mayor cantidad de personal que fuera posible, sin que por ello, se afectara la seguridad de nuestra Base. A la primera de ellas, concurrí yo en persona, acompañado de tres integrantes de la dotación. Al día siguiente, concurriría el 2o. Jefe, con otros tres integrantes de la dotación. La fiesta en la Base chilena, en particular, comenzó por la mañana, con un campeonato de ski. Luego, pasamos a entretenernos con un fútbol antártico, llamémoslo así, y finalmente, un almuerzo. ¿Qué es el fútbol antártico? Pues, una mezcla de handball, fútbol de salón y rugby”.

En 2007, la dotación Antarkos 23, publicaba en su blog un saludo para estas fechas, que decía:
“La Dotación Antarkos 23 de la Base Científica Antártica Artigas, tiene el agrado de saludarlos en este Solsticio de invierno. Esperamos que al igual que en nuestra base, los lazos de unión, la solidaridad y la confraternidad antártica primen sobre las diferencias y que el momento de recogimiento y meditación de la noche más larga, sirva para extraer lo más puro que exista en nuestros corazones. Aprovechando la ocasión, los invitamos a acercarse hasta nuestra base, la noche del 21 de junio de 2007, donde haremos un brindis por el solsticio y una ceremonia de “recepción” de los novatos que por primera vez sienten en su piel el rigor del invierno antártico. Feliz solsticio de invierno, Feliz día de la confraternidad antártica…”

En años más recientes, fueron célebres los videos que interpretaron los integrantes de las dotaciones con versiones de canciones famosas como “Call me maybe” o “Despacito”.

Desde 2015, la Asociación Antarkos, organiza la tradicional cena del midwinter, a la que se invita a participar a las personas con espíritu antártico, donde además de disfrutar una comida de olla apropiada para los fríos inviernos de Montevideo, se realizan otras actividades, como ser la quema de los deseos, o el conjuro de la queimada, amenizado con anécdotas, cuentos y leyendas antárticas.


Cada año, en torno al 21 de junio, celebramos el Solsticio de Invierno austral, en conjunto con nuestra gente que está en la Base Científica Antártica Artigas y nos comunicamos en directo con ellos, para darles fuerza y apoyo moral.

A partir de la institucionalización de la celebración por parte del Instituto Antártico Uruguayo, como Día de la Confraternidad Antártica, se contribuye a la toma de conciencia que debemos tener todos los uruguayos sobre los intereses nacionales en el Continente Helado y sobre las posibilidades de futuro que allí existen.

El Solsticio de Invierno, es un momento de recogimiento y de replanteo de las cosas. Coincide con las festividades de San Juan y también con las celebraciones del Año Nuevo de los pueblos originarios de América.

Esto indica un fin de ciclo, relacionado simbólicamente a lo agrario, donde luego de las cosechas del verano, la tierra descansa y se prepara para recibir las semillas, que dará frutos cuando el sol renueve su carrera y brille de nuevo, dando vida.

momento de la cena del midwinter 2016
En todas las tradiciones, la celebración se hace en familia, o sea reuniendo grupos humanos, para darse fuerza unos a otros, compartiendo lo que se tiene para salir adelante del duro trance del invierno que aún queda por delante.

Es un momento mágico donde el amor y la fraternidad hacen posible el triunfo de la luz y es un momento de celebración que está por encima de cualquier religión o concepción filosófica, puesto que tiene que ver con lo esencial del ser humano, que es reunirse para juntar fuerzas y salir adelante cuando la oscuridad parece haberse apoderado de todo, porque juntos, al calor de la fraternidad más pura y con amor, será posible encender la luz del sol nuevamente, para que el ciclo se reinicie, una y otra vez. 



En este Mid-Winter nos plegamos a los deseos de buenaventura para los que invernan en la Antártida y para los que preparan sus proyectos para llevarlos a cabo en el ciclo que vendrá.

Celebremos la confraternidad y contagiémonos del espíritu antártico, que se manifiesta en todo su esplendor cuando nos encontramos solos, alejados de los afectos y enfrentados a la oscuridad y al frío extremo, pues en esos momentos, reunidos, en familia y con amor, seremos capaces de hacer brillar de nuevo la llama que ilumine el camino del progreso y de la solidaridad.

¡Feliz Solsticio de Invierno, Happy Mid-Winter! - Que viva la Confraternidad Antártica!


Referencias:
Copos de Nieve Nº 12 – 14 de junio 2009

sábado, 16 de junio de 2018

Fútbol antártico



Cada expedición que fue a la Antártida, incluyó en algún momento la práctica de deportes como una actividad saludable, divertida y de distracción, cuando las comunicaciones con el exterior eran difíciles y el tiempo se hacía largo. En el fútbol antártico, cada vez que hubo oportunidad de enfrentarse entre grupos de diferentes nacionalidades, siempre ha habido un campeón: el espíritu antártico.

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 9 de junio de 2018, trasmitido por Radio Uruguay

Fútbol en la Antártida
por Waldemar Fontes

Los náufragos de Shackleton jugando al fútbol
sobre el mar congelado en enero de 1915 (Foto: Frank Hurley)

El 11 de noviembre de 2015, la estrella del fútbol mundial, el inglés David Beckham jugó un partido de fútbol en la Antártida, actuando como embajador de UNICEF en su proyecto de jugar al fútbol en los siete continentes.  Este reto fue auspiciado por la BBC, que produjo un documental titulado “Beckham: Por el amor al juego”.

El deportista, junto al equipo de producción fueron transportados en un avión Illyushin de la empresa Antarctic Logistics & Expeditions (ALE) que opera cada verano desde el aeropuerto de Punta Arenas, en Chile y aterrizaron en la pista de hielo azul de Union Glacier, donde tienen su base de operaciones y donde se halla la base polar de Chile, en la latitud aproximada de 80º Sur y 80º Oeste.

Allí se llevó a cabo un partido de fútbol del que participaron los científicos y el personal de apoyo logístico, quienes prepararon un campo de fútbol improvisado, marcando las esquinas con cañas de bambú y los arcos, con esquíes clavados en el hielo.

momentos del partido de fútbol disputado en Glaciar Unión en 2015.
Foto EFE
Por un lado se armó un equipo integrado por el personal de la Empresa ALE, del que participaron desde los jefes, hasta los guías, los mecánicos y el personal sanitario, que provenían de nacionalidades varias, incluyendo desde Nueva Zelanda hasta Noruega.

El juez del partido fue Patricio González, el jefe de la Base chilena Glaciar Unión y según cuenta una crónica de la empresa ALE, el equipo donde jugaba Beckham, rápidamente quedó ganando por tres a cero, pero al comenzar el segundo tiempo, hubo alguna reorganización y el partido terminó con un honroso empate tres a tres. 

Este encuentro, ha tenido mucha promoción y ha sido calificado como el partido de fútbol más austral del mundo. Sin embargo, no deja de ser uno más de los tantos hitos futboleros, que se dan cada temporada en la Antártida. 
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Seguramente, el primer partido que se haya disputado, sea el que mencionaba Sir Ernest Shackleton en su diario de la Expedición Imperial Trans-antártica de 1914, cuando al quedar atrapado su buque, el Endurance, en el Mar de Weddell, debieron organizar un campamento improvisado sobre el mar congelado y para entretener a la gente, comenzaron a organizar partidos de hockey y de fútbol. 

Al respecto, escribía Shackleton, que el 5 de enero de 1915, para aliviar las tensiones a que estaban sometidos, habían organizado un partido de fútbol, sobre el hielo, el cual fue muy divertido, hasta que el Capitán Frank Worsley, se cayó en una grieta y hubo que detener el encuentro, para rescatarlo. 

A medida que pasaban los días, el espesor de la capa de hielo se fue haciendo más grueso, atrapando al navío, -lo cual si bien era una mala noticia para la continuidad de la expedición- significaba que la gente se podía mover con mayor seguridad, sin peligro de caer en una grieta, lo que contribuyó para la organización regular de partidos de fútbol que sirvieron para mantener su moral alta, ante la terrible situación que enfrentaban.

Sobre fines de febrero, prepararon el lugar para invernar y el fútbol y hockey siguieron como actividades rutinarias hasta que la noche polar los cubrió y debieron refugiarse por completo en el improvisado campamento, preparándose para la aventura de rescate que duró aún otro invierno, hasta que lograron llegar a la isla Elefante donde finalmente pudieron ser rescatados, en una célebre odisea, en la que todos lograron ser rescatados.



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Cada expedición que fue luego a la Antártida, incluyó en algún momento la práctica de deportes como una actividad saludable, divertida y de distracción en épocas donde las comunicaciones con el exterior eran difíciles y el tiempo se hacía largo.

Rescatamos el relato de unos uruguayos que trabajaron en la factoría ballenera de Grytviken, en la isla Georgias del Sur, en los años de 1940, que fueron publicados en La Tribuna Popular.


Allí, entrevistaron a Eduardo Triunfo, hermano de quien fuera un famoso boxeador de ese tiempo y a Enrique Bentancour, ex jugador de Defensor, quienes contando sus experiencias destacaron que la monotonía de las horas libres, era quebrada por la escucha de la radio, captando a veces alguna emisión de Montevideo, pero que el principal pasatiempo, eran los “picados” que se disputaban entre los trabajadores de la factoría, a partir de las 22.00 horas, cuando en Grytviken todavía era de día. 

Los rivales de los criollos eran habitualmente los tripulantes noruegos de los buques de caza de ballenas: “Morsa”, “Narval”, “Foca”, “Don Miles” y “Horca”. 

Eduardo Triunfo contaba que era el Capitán de su equipo, y que habían ganado todos los encuentros disputados, perdiendo el invicto con el “team” del pesquero recién llegado “Queen of Bermudas”, siguiendo su relato con otras historias, de su trabajo en el procesamiento de la carne y la grasa de ballena. 

En 1948, hubo un peligroso incidente provocado por las disputas territoriales que se venían dando entre Argentina y el Reino Unido.

En la Ensenada Martel, de la Isla Rey Jorge, donde se ubicaba la antigua Base G de los británicos, una expedición argentina, pretendió hacerse cargo de esas instalaciones, que estaban desocupadas en ese momento y los británicos respondiendo al intento de expropiación, actuaron enviando dos buques de guerra. Esto provocó una crisis diplomática que obligó a la mediación del Departamento de Estado de los EE.UU., hasta que se optó por resolver la crisis de manera amigable entre los gobiernos, sellando el acuerdo, entre los marinos de los buques enfrentados, con un partido de fútbol. 

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Más adelante en el tiempo, el 25 de mayo de 1971, el periódico "La Razón" de Argentina, publicaba una nota titulada “Fútbol con 10 grados bajo cero” y decía en el copete de la noticia: 

“Por primera vez en la historia de la Antártida se realizó un torneo internacional de fútbol en la base de ejército Esperanza (Argentina). Participó el equipo chileno de la base O’Higgins.Se jugó a 10 grados bajo cero, tiempo bueno para los participantes.Los conjuntos formaron con 6 hombres por la limitación del campo. Alternativas jocosas y bolas de nieve de la hinchada. Ganó el certamen la representación de la base Esperanza y su goleador fue el jefe de la base, Teniente Carlos F. Lazarte…”. 

Al finalizar la nota, destacaban que el partido había terminado en un amistoso empate y había triunfado la confraternidad. 

Esta confraternidad se ha seguido manteniendo y un buen ejemplo, es una nota que fue publicada en una revista de Chile, que no pudimos identificar, pues solo accedimos al recorte que había guardado el Gral. (R) Domingo Montaldo, como un testimonio de su juventud, como pionero de los tiempos de la construcción de la Base Artigas. 

La nota se titulaba: “Partido de fútbol internacional más austral del mundo” y decía, 


En la Base Tte. Marsh, bajo una leve nevada se realizó el día 19 de Enero (1986) recién pasado, el partido de Fútbol Internacional más Austral del mundo entre los integrantes de las Dotaciones Antárticas de las Bases Artigas de Uruguay y Tte. Marsh de Chile, como una manera de unir aún más los lazos de amistad en tan inhóspitos lugares.  

El resultado de este encuentro amistoso de fútbol, fue de un empate de dos goles por lado.

El equipo Uruguayo formó de la siguiente manera: Ferdinando Gelmini, Jacinto Acuña, José Melconian, Derceo Da Costa, Domingo Montaldo, Miguel Dornelles, Luis Laurías, Luis Freitas y Orosmán Pereira.

Por otra parte el equipo de la Base chilena, estuvo integrado por: Hugo Godoy, Pedro Sandoval, José Vidal, Alejandro Frías, Omar Sáez, Osvaldo Bahamondes, Gerardo Saavedra, Carlos Salazar, Marcos Arévalo, Raúl Cuadra y Reineri Merino.  
Actuó como árbitro de esta confrontación el integrante de la dotación Naval, Rolando Carvallo.

Esta competencia deportiva terminó con una reunión de camaradería, con asistencia del personal de ambas dotaciones”, decía la nota…

Hay muchas más historias donde el fútbol en la Antártida, ha sido jugado como deporte y como diversión y cada vez que hubo oportunidad de enfrentarse entre grupos de diferentes nacionalidades, siempre ha habido un campeón: el espíritu antártico. 

Por eso, para conocer más sobre historias y anécdotas antárticas, te invitamos a seguirnos, en Crónicas Antárticas,

sábado, 9 de junio de 2018

Ballenas y Ciencia


La explotación de la ballena había sido intensamente depredadora y algunas especies habían desaparecido de los mares, mientras que otras, estaban en riesgo de extinción. El fin de la Segunda Guerra Mundial trajo nuevas expectativas a un mundo que debía reorganizarse y salir adelante luego de años de odio y destrucción y la industria armamentística empezó a ser reciclada para dedicarla a fines pacíficos, dando inicio a una era investigación científica, pero también de espionaje y conflictos... 

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 9 de junio de 2018, trasmitido por Radio Uruguay

Ballenas y Ciencia en la década de 1940
por Waldemar Fontes


Buque pesquero del Servicio Oceanográfico y de Pesca - SOYP

Las flotas balleneras noruegas invernaban cada año en Montevideo y desde 1939, nuestro puerto había adquirido gran protagonismo. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el eje de la industria ballenera comenzó a cambiar y nuevas actividades comenzaron a surgir. 

La explotación de la ballena había sido intensamente depredadora y algunas especies habían desaparecido de los mares, mientras que otras, estaban en riesgo de extinción. El fin de la guerra trajo nuevas expectativas a un mundo que debía reorganizarse y salir adelante luego de años de odio y destrucción y la industria armamentística empezó a ser reciclada para dedicarla a fines pacíficos. 

Había comenzado la Guerra Fría, una nueva época, en la que se cambiaron las armas por la diplomacia, la ciencia, la investigación y el espionaje y la competencia por los recursos naturales. 

El Continente Antártico pasó a ser una zona de gran interés para las potencias que ahora se agrupaban en torno a los liderazgos de los EE.UU. por un lado y la URSS por el otro. 

En lo que tiene que ver con nuestra zona, debemos destacar el surgimiento de nuevos organismos internacionales que comenzaron a influir en la vida de todos, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que fuera establecida en 1946 y conformada por los países que lideraban la industria ballenera, como Noruega, el Reino Unido, los Estados Unidos de América entre otros. 

Uruguay no ingresó a la CBI, hasta 1981 y después de haber ingresado, por muchos años no pagó la cuota de membresía, por lo que se estuvo afuera de las deliberaciones del organismo, hasta que en 2007 el gobierno saldó la deuda y se retomó la participación, contribuyendo eso a la protección de la ballena franca, que históricamente visitaba nuestras costas atlánticas y que estuvo al borde de la extinción, la que ahora puede ser avistada cada año, nuevamente en nuestras aguas oceánicas, en la zona de Punta del Este y otros lugares. 

En Uruguay existía una industria pesquera, pero se conocía muy poco sobre los recursos disponibles, por lo que era necesario realizar investigaciones para determinar qué tipo de pesca podía desarrollarse en nuestras aguas, ya fuera para producir alimentos como también trabajo para la población. 

Entre los estudios que se desarrollaron en esa época, se destaca el trabajo del naturalista Luis Pedro Barattini, que publicó numerosa literatura como la “Reseña sobre los lobos marinos” de 1943 o “Problemas de la pesca y de la fluctuación del pescado en el Uruguay” de 1948. 

Durante la Presidencia de Juan José de Amézaga, el 21 de setiembre de 1945, por la Ley Nº 10.653, se creó en nuestro país, el Servicio Oceanográfico y de Pesca (SOYP), que tenía los siguientes cometidos: 
1° Explotar la pesca y caza marítima en el océano, ríos y lagunas fiscales del país. 
2º Industrializar todos los productos de la pesca y caza marítima cuando lo crea conveniente. 
3º Vender y explotar los productos de la pesca y caza marítima y sus subproductos, sea en estado natural o después de industrializados. 
4º Establecer fábricas de hielo para las necesidades de su consumo, pudiendo vender al público el excedente de su producción de hielo. 

5º Establecer cámaras frigoríficas para la conservación de sus productos y para alquilar a particulares. 
6º Fomentar y propiciar la creación de colonias y cooperativas de pescadores y en general toda actividad privada cuya finalidad sea la pesca marítima. 
7º Establecer museos oceanográficos, laboratorios biológicos, químicos y oceanográficos, y en general, propiciar la actividad científica, cuya finalidad sea el estudio de la flora y fauna marítimas y demás ramas de la oceanografía. 
8º Propender a la siembra en los ríos, arroyos y lagunas del país de las especies ictiológicas más aptas y más económicamente remuneradoras; y al establecimiento de viveros de ostras y moluscos en general. 
9º Tendrá el contralor sanitario sobre la venta de los productos de la pesca, ya sean frescos o industrializados, así como el de la elaboración similar nacional o importada. 
10° Hacer cumplir todas las disposiciones legales y reglamentarias relacionadas con la pesca y la caza marítima, sin perjuicio de la intervención que corresponda a las autoridades municipales y nacionales. 
Si bien los esfuerzos científicos en nuestro país, fueron limitados a nuestras aguas territoriales, las grandes potencias comenzaron a desarrollar importantes expediciones hacia el Atlántico Sur y la Antártida, con finalidades científicas, pero también para explorar regiones aún poco conocidas y en lo posible establecer posiciones para eventuales reclamos territoriales. 


En 1944, una flota del Reino Unido, recalando en nuestro puerto de Montevideo, inició la Operación Tabarín, desplegando una fuerza naval en la zona Oeste de la Península Antártica, para instalar una serie de estaciones de investigación científica en áreas de geología, geofísica, glaciología, meteorología, botánica y psicología humana y de los perros, manifestado que ese despliegue se hacía para prevenir un posible avance la Alemania Nazi, en esas regiones. Luego de esta expedición, en homenaje al apoyo recibido, el Falklands Islands Dependencies Survey (FIDS) bautizó un accidente geográfico de la costa Oeste de la Península Antártica, con el nombre “Bottrill Head” en honor Harold Bottrill, Presidente del Directorio de la Agencia Marítima Maclean and Stapledon S.A. de Montevideo, por las grandes contribuciones que había hecho primero a la Expedición British Graham Land Expedition (BGLE) de 1934-1937 y luego a la Operación Tabarín entre 1943 al 1948.

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Por su parte los Estados Unidos de América enviaron a la Antártida, a partir de 1947, una gran fuerza naval y aérea que además de realizar investigación científica, hizo los reconocimientos para la futura instalación de bases antárticas en las costas del mar de Ross, riquísima en recursos pesqueros. 

Noruega, luego de guerra pretendió retomar su liderazgo en la industria ballenera en las regiones australes y bajo los impulsos de una asociación privada, la Federación de Compañías Balleneras de Noruega y con el apoyo del Comité para la Investigación Oceánica de la Sociedad Geográfica, lograron conseguir fondos para preparar una expedición científica al estilo de la época heroica de la exploración antártica, armando el buque polar M/S Brategg, el que pusieron al mando del veterano Capitán Nils Larsen. 


La Expedición Brategg, zarpó del puerto de Sandefjord el 22 de octubre de 1947 y recaló en Montevideo, desde donde luego partieron hacia Punta Arenas, para navegar la zona de la Isla Pedro I, en Latitud: 68º 48' 14,4" Sur y Longitud: 90º 35' 35,7" Oeste, en donde desembarcaron, siendo los primeros seres humanos que pisaban esa tierra, desde 1929, cuando el mismo Capitán Larsen al mando del Norvegia, había arribado en esa isla por primera vez y procedieron entonces a declararla como territorio noruego. 

En el viaje, realizaron muestreos de la fauna y flora de la Isla Pedro I, de la población de Plancton en el mar y tomaron datos de la temperatura del agua y corrientes marinas, enfocando esos estudios a la preocupación que ya comenzaba a manifestarse en el mundo, en relación a los efectos del cambio climático y cómo eso podría afectar a la industria pesquera, particularmente la relacionada a la caza de la ballena.
La expedición Brategg retornó a Noruega, a donde arribaron el 22 de abril de 1948. 

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Entre esta vorágine de sucesos posteriores a la Guerra, en enero de 1947, el Capitán de Navío Carlos Travieso, publicaba una nota en el periódico “La Nación” que titulaba: “Antártida, Trampolín de ataque contra los países del Hemisferio Sur”, donde expresaba su preocupación por la avanzada de países del hemisferio norte, que según decía, venían tras las riquezas naturales de la Antártida como el petróleo, el carbón y el uranio, un recurso estratégico muy codiciado en esa época de carrera para la fabricación de la bomba atómica. 

Carlos Travieso proponía con visión inteligente, que los países de la América del Sur con costas a la Antártida, deberían unirse entre sí y con sus vecinos del hemisferio sur, para buscar puntos de acuerdo en la defensa de sus intereses, proponiendo a Montevideo, como sede de esa reunión. 

Las intenciones del Capitán Travieso eran buenas, pero el conflicto por las regiones antárticas, recién comenzaba a gestarse y mucho hielo correría todavía por el Mar de Hoces o de Drake, antes de que se llegara a un acuerdo… 

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Para conocer más sobre la historia antártica de esos tiempos, los invitamos a seguirnos, en Crónicas Antárticas

#CronicasAntarticas

Referencias:
.     Roberts P. (2011) The Cold War Comes to the Coldest Continent. In: The European Antarctic. Palgrave Studies in Cultural and Intellectual History. Palgrave Macmillan, New York - Print ISBN 978-1-349-29705-4
.     Geopolítica Atlanto – Antártida y de la Cuenca del Plata, por C/N Carlos Travieso Fernández, Montevideo, 1977


sábado, 2 de junio de 2018

Balleneros noruegos



Desde principios del Siglo XIX, el puerto de Montevideo, estuvo vinculado con las actividades relacionadas a la caza de la ballena y a la logística naviera que giraba en torno a las mismas. Luego de finalizada la Primera Guerra Mundial. La Segunda Guerra Mundial trajo la necesidad de nuevos productos extraídos de la ballena, como por ejemplo la producción de aceites para la fabricación de explosivos. Esta demanda impulsó notablemente la actividad ballenera y por lo tanto la logística que se les daba desde el puerto de Montevideo, durante el período en duró la Guerra  desde 1939 a 1945



Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 2 de junio de 2018, que se trasmite por Radio Uruguay

Vinculaciones de los noruegos con el puerto de Montevideo en la década de 1940
por Waldemar Fontes


Desde principios del Siglo XIX, el puerto de Montevideo, estuvo vinculado con las actividades relacionadas a la caza de la ballena y a la logística naviera que giraba en torno a las mismas

Desde 1904, la Compañía Argentina de Pesca, operaba una factoría en Grytviken, en la Isla San Pedro, también conocida como Georgias del Sur, a donde muchos uruguayos concurrían a trabajar como operarios en las zafras de verano.

Luego de finalizada la Primera Guerra Mundial en 1918, se había incrementado la demanda de aceite de ballena y siguió creciendo hasta 1939, cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, la que trajo aparejada la necesidad de nuevos productos extraídos de la ballena, como por ejemplo la producción de aceites para la fabricación de explosivos.

Esta demanda impulsó notablemente la actividad en Grytviken y por lo tanto la logística que se les daba desde el puerto de Montevideo y la factoría de las Georgias del Sur, siguió produciendo durante el período en duró la Guerra (1939-1945)

En 1938, antes de comenzar la guerra, los cruceros británicos HMS Ajax y HMS Exeter estuvieron en las Georgias del Sur, haciendo reconocimientos aéreos y cartografía de esas regiones, todavía poco conocidas. Estos buques luego se enfrentaron al navío alemán Graf Spee, en la célebre batalla del Río de la Plata, que terminó con el hundimiento del acorazado alemán frente a Montevideo.

En ese período, otros buques alemanes operaban en aguas antárticas contra las flotas balleneras aliadas, hundiendo o requisando varios buques pesqueros, noruegos y británicos, lo que obligó a que algunos buques mercantes de los aliados, fueran artillados para proteger la actividad industrial de los balleneros que siguieron operando a pesar del acoso alemán.

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En un artículo de Raúl Vaz Ferreira, publicado en Nuestra Tierra Nº 45, se describía cómo era la explotación ballenera en esa época, diciendo que en el período 1938-1939 actuaban en la zona, dos estaciones costeras, 34 factorías flotantes, 281 barcos de captura y trabajaban 12.715 hombres en el área.

El incremento de las capturas aumentaba en relación con los progresos técnicos. Las "ballenas", Balaenidae, y las "ballenas grises", Eschrichtidae, fueron las primeras en sufrir la depredación, por ser las más lentas.  Los "rorcuales", de desplazamiento más rápido, no pudieron ser capturados hasta 1860, cuando se inventó el arpón montado en un cañón y con carga explosiva. A partir de 1900 se expandió el uso de barcos rápidos para la captura, y desde 1906 se implantaron barcos-fábricas que permitían operar en todos los puntos del océano en que hubiese ballenas.

Después de la Segunda Guerra Mundial se introdujeron todavía perfeccionamientos más mortíferos: por ejemplo el uso de helicópteros para la búsqueda a partir de los barcos-fábricas, que comenzaron a usarse efectivamente desde 1950; la sustitución parcial del vigía por el detector de eco y el "espanta ballenas", un emisor de vibraciones ultrasónicas que hacía huir a las ballenas, que se cansaban rápidamente saliendo a la superficie, donde eran vistas y capturadas.

Ante la amenaza de la extinción total de los recursos balleneros varios países se unieron a partir de 1946 en la Comisión Ballenera Internacional, fijándose normas para limitar las capturas, determinándose áreas en las que periódicamente se establecen santuarios internacionales donde se prohíbe la captura de ballenas madres y se limita el número de ballenas de cada especie que puede ser capturado cada año.
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Los noruegos, tuvieron un papel preponderante en las actividades pesqueras de esa época y un ejemplo a destacar fue el de Thomas J. Schandy, fundador de la conocida empresa naviera que lleva su nombre.

Thomas John Schandy emigró desde Noruega siendo muy joven, desembarcando primero en Buenos Aires, para luego establecerse en Montevideo en 1912, donde se casó se casó con Rosa Gabarda, hija del patrón de la draga que servía en la construcción de los nuevos muelles del Puerto.

Thomas John Schandy, en su oficina de la rambla
portuaria Roosevelt, casi Colón (circa 1960)
(Thomas J. Schandy S & A)

Thomas Schandy comenzó a trabajar como agente marítimo y fue creciendo hasta fundar su propia empresa.  En sus comienzos, trabajó como inspector de los barcos pesqueros que arribaban en Montevideo, hasta transformarse en representante de las flotas balleneras que operaban en el Atlántico Sur.

Las tripulaciones, mayoritariamente compuestas por noruegos, pero también procedentes de otras naciones nórdicas, solían pasar el invierno en Montevideo, por lo que necesitaban servicios de gestoría, traducción y todo tipo de trámites, los cuales eran provistos por Schandy en persona. -Se dice que cientos de marinos confiaban en él como intérprete, gestor y anfitrión de confianza.

Según relata Armando Olveira Ramos en su blog “Crónicas Migrantes”, El 1 de abril de 1948 comenzó a funcionar la empresa Thomas J Schandy, la que además de los servicios especializados en la pesca de alta mar, ofrecía apoyo logístico a expediciones científicas, atendiendo la representación de la línea marítima Torm Lines de Dinamarca, que operaba con el buque de carga y pasajeros “Olga S”, pionero de la compañía en el Río de la Plata.

La primera oficina de la empresa de Thomas J. Schandy estaba en una pensión de la rambla Roosevelt, ubicada frente a la entrada del puerto, ubicación estratégica que le permitía estar en contacto no solo con la operativa portuaria, sino también con la gente que trabajaba allí.


En la década de 1940, la actividad ballenera en el puerto de Montevideo era muy intensa y cuando los marinos desembarcaban, su presencia se notaba, tal como lo describía Ramón "Loro" Collazo en su libro “Historias del bajo”, donde decía:

En Camacuá, en la esquina con Brecha estaba el café Southampton, el almacén del Templo Inglés y una rifa que después fue la casa de fotografía del "Turco". En Juan Carlos Gómez habían dos almacenes: "La Bomba", de don Vicente y el de don Casiano, la carbonería y la zapatería "La positiva".  En Bartolomé Mitre y el almacén "La flor de un día" y una cantina y en Ciudadela, dos baratillos, una hojalatería y una florería. En Yerbal estaban los boliches con bailongo: el "Talar", el "Plus Ultra" y algún otro que no recuerdo porque jamás los pisé pues en estos últimos locales nombrados las pendencias eran diarias y peligrosas.

Todos los años en el mes de abril, llegaban a Montevideo varios barcos pescadores de ballenas después de laborar casi seis meses en alta mar y sin tocar puerto. Los tripulantes eran suecos o noruegos, nunca pude diferenciar quienes eran unos u otros. Las meretrices averiguaban en el puerto el día de llegada y los iban a esperar, para desplumarlos.

En una semana estos hombres derrochaban el dinero ganado en seis meses, algunos perdían el barco y tenían que refugiarse en el Ejército de Salvación si había lugar o pedían limosna.

Lógicamente no todos terminaban así, ni todos perdían el barco de vuelta porque había quienes administraban mejor su dinero, pero al final y de a poquito, entre el alcohol y las damas lo dejaban todo en el Bajo.

Aunque hubo uno de estos hombres, que se tomó venganza por todos sus connacionales. Era noruego y buen mozo, y al quedarse sin dinero y sin barco se convirtió en rufián, viviendo en Montevideo del dinero de las meretrices que explotaba. Ese episodio podría titularse "la venganza del noruego", decía el "Loro" Collazo.

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Referencias
Uruguayos rumbo aGrytviken: Tomado de “LA ACTIVIDAD BALLENERA- VINCULOS PLATENSES Y TESTIMONIOS MONTEVIDEANOS” por Por la Lic. Cristina Montalbán. Ponencia presentada en el XIII Encuentro de Historiadores Antárticos Latinoamericanos, realizado en Ushuaia en octubre de 2013.

Thomas J. Schandy: Agencia marítima Gordon Firing Extractado del reportaje: Tres mujeres ejecutivas entre barcos y seguros por EMILIO CAZALA, Publicado en el Diario el País de Montevideo, Domingo 22 de junio de 2003 Año 85 - Nº 29406 Internet Año 8 - Nº 2516 Montevideo – Uruguay

Historias del Bajo: Los cafetines y los negocios: Por Ramón "Loro" Collazo, 
 
EXPLOTACION  BALLENERA, Tomado de “EXPLOTACION DE LOS RECURSOS NATURALES ANIMALES”, artículo de Raúl Vaz Ferreira, publicado en Nuestra Tierra Nº 45 de octubre de 1970, Páginas 47 a 49