jueves, 25 de abril de 2024

Julio César Musso, un visionario soñador que nos dejó un gran legado antártico.

Sueños antárticos

En este año 2024, se cumplen cuarenta años de la llegada del primer vuelo uruguayo a la Antártida que facilitaría luego el arribo de personas y medios para fundar la base Científica Antártica Artigas... En ese mismo año 1984, fallecía el Profesor Julio César Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo y tenaz precursor de la idea de que Uruguay debía estar presente en la Antártida.   Su sueño, se hizo realidad y aunque él, físicamente nunca pudiera pisar la Antártida, a lo largo de estos cuarenta años, muchos compatriotas lo lograron, gracias a su tesonera visión.  Por esa razón, al cumplirse cuarenta años de su partida física, le rendimos homenaje, poniendo su nombre a este primer concurso artístico literario de niños, "Sueños Antárticos...".

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El Prof. Julio César Musso
presidiendo la Primera Convención Nacional Antártica en 1970
celebrada en la Biblioteca Nacional de Uruguay


Reseña biográfica del Profesor Julio César Musso

por Waldemar Fontes

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 11 de agosto de 2018, trasmitido por Radio Uruguay y actualizada para su difusión con el Primer concurso artístico literario de niños, "Sueños Antárticos" Profesor Julio César Musso.


Su juventud y vida familiar
El Profesor Julio César Musso, nació en Montevideo el 5 de agosto de 1918.
Se crió en la zona Oeste de Montevideo en los barrios del Cerro, Casabó y La Teja.  Concurrió a diferentes Escuelas Públicas, hasta quinto año. Abandonó la escuela en 1929, con 11 años.
Se educó de manera autodidacta, en técnicas mecánicas, entre los años 1930 a 1955.
Entre 1938 y 1942 estudió en el Liceo Nocturno completando por aprobación los estudios secundarios, para luego cursar Preparatorio nocturno de Derecho.
Paralelamente se inscribió libre, en los preparatorios de medicina, Ingeniería y Química.
En 1945, ingresó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, obteniendo el título de Bachiller y la habilitación para Profesorado.
Realizó cursos reglamentarios en Facultad y participó en Seminarios de Derecho Internacional Público, Constitucional, Romano, Germánico y Civil, abandonando Facultad al 3er año para dedicarse a ocupaciones de carácter tecnológico.
En mayo de 1946 contrajo enlace con Doña María de los Ángeles Rinaldi y en cuya unión nacieron sus hijos: Delia María, María de los Ángeles y Carlos Alberto.  
Se divorció en 1957, volviendo a contraer enlace, en enero de 1970, con Doña Consuelo V. Charquero, no teniendo hijos en este segundo matrimonio.
Actividad laboral
En 1929 comenzó a trabajar en el Frigorífico Swift de Montevideo, hasta 1931, en que pasó a depender del Frigorífico Armour del Uruguay, donde estuvo hasta 1934.
De 1932 a 1941 trabajó en la Compañía Telefónica de Montevideo Ltd. y de 1941 a 1946 en  la I.T.T. donde luego fue promovido a Comprador de Planta y Encargado de Importaciones y Suministros Estratégicos.
En abril de 1947 fundó la Compañía INTER-TALKIE Ltda., con capitales de La Uruguaya de Seguros S.A.
Entre 1957 y 1958 se llevó a cabo el Año Geofísico Internacional. Por esos tiempos el Profesor Musso era Presidente de la Unión de Propietarios de Ómnibus de Turismo y Escolares y Delegado del Transporte de turismo ante la Federación Nacional de Transporte en Autobús.
De 1958 a 1960, fue copropietario de las Empresas “Parque Rodó” y “Malvín”, para el transporte de turismo y escolares con concesión de transporte de pasajeros desde el Aeropuerto de Carrasco.
De 1963 a 1965 fue creador y Director de los servicios de Transporte Combinados Sudamericanos BM, en el arco Río de Janeiro, Montevideo, Valparaíso.
También se dedicó en este período, a la Asesoría Técnica, destacándose las investigaciones de mercado que realizó para The Economist, de Londres, entre 1954 y 1961 referidas a América del Sur y el Caribe.

La Antártida Uruguaya
Desde el año 1961, Musso comenzó a difundir en la prensa, la idea de que Uruguay tenía derechos para estar en la Antártida.
Esto lo llevó a convocar a las personas interesadas en el tema a conformar una comisión para apoyar ese objetivo, a la vez que proponía fundar un Instituto de enseñanza sobre temas antárticos.
En marzo de 1961, en una nota titulada "Proyecto Nacional sobre Antártica" publicada en el Diario La Mañana ([1]), Musso explicaba:
"El Proyecto de Comisión Uruguaya de Cooperación Antártica, actualmente en estudio y decisión de los Ministerios competentes, desarrolla un plan de largo alcance, contemplando diversos aspectos y jurisdicciones…”. En base a este proyecto, fue que editó el primer número de la revista, "Antártida Uruguaya - por la creación de la Comisión Uruguaya de Cooperación Antártica".

La fundación del Instituto Antártico Uruguayo
La idea de fundar un Instituto Antártico, la planteó Musso en su “proyecto antártico” publicado en La Mañana, en marzo de 1961.
Musso expresaba que “En el proyecto se articula el funcionamiento del Instituto de Enseñanza del Antártico con función de capacitación, creación de museo, archivo y biblioteca.”
En el segundo número de la Revista Antártida Uruguaya, en la página 7, se publicaba un anuncio que decía: 
    Propiciamos Instituto Antártico Uruguayo, Cátedra, Museo, Bibliografía, equipamiento antártico.  Apóyelo.”
La concreción de la idea recién se llevó a cabo el 9 de enero de 1968, cuando el profesor Julio César Musso, junto a un grupo de allegados, fundaron el Instituto Antártico Uruguayo, de carácter privado ([2]).
El Profesor Musso, fue el Primer Presidente del novel Instituto, ocupando ese cargo hasta su oficialización en 1975.
En setiembre de ese año 1968, el diputado Salgado (Partido Nacional), presentó un proyecto de ley sobre el Uruguay y la Antártida ([3]), donde entre otras cosas, proponía la oficialización del recién creado Instituto Antártico uruguayo, a efectos de que dispusiera de mayores medios y contara con el apoyo del Estado.
En 1969, Musso escribió el libro (inédito) “Antártida Asignada”. Allí exponía el por qué nuestro país tenía derechos sobre el continente antártico, basándose en documentos que acreditan la herencia de los derechos de España, a través de la acción del Apostadero de Montevideo y de la Real Compañía Marítima, fundamentando esto con exploraciones arqueológicas en la Isla Gorriti.
En 1970, Musso fue designado como Delegado del Instituto Antártico Uruguayo ante la comisión de Estudios Antárticos, en el Instituto “Artigas” del servicio Exterior, conforme a un Decreto del 19 de mayo de 1970.
La Primera Convención Nacional Antártica
Otras personas se unieron a la prédica de Musso y ya constituido el Instituto Antártico Uruguayo, se logró concretar la “Primera Convención Nacional Antártica” del 24 al 27 de abril de 1970, en la Sala de Conferencias de la Biblioteca Nacional.
Dicha Convención fue presidida por el Profesor Musso y contó con la participación de destacados panelistas, como el Profesor Jorge Chebataroff y el Cnel. Rolando Laguarda Trías, entre otros, quienes de diferentes ángulos analizaron la temática antártica y las posibilidades de que Uruguay ingresara al Tratado Antártico, estableciera bases en el continente helado y estudiaron los posibles derechos de soberanía de nuestro país.[4])
Con motivo de la Convención, el Diario El País, publicó el libro del Profesor Musso, “Antártida Uruguaya”, donde se exponía una completa reseña de los orígenes de la vinculación de nuestro país a la actividad antártica, desde los tiempos de la dominación española.
En su libro, Musso planteaba la cuestión de que Uruguay tenía derechos soberanos para una eventual reclamación territorial en la Antártida, pero a la luz del Tratado Antártico que ya estaba vigente, reconocía que nuestro país debía hacer el esfuerzo para ingresar al mismo y actuar, compartiendo esfuerzos con los países firmantes del Tratado, en beneficio de la ciencia.  
Logros del Instituto Antártico Uruguayo 1968 - 1975
Entre 1968 y 1975 el Instituto Antártico de Musso, organizó una biblioteca y editó varios números de la llamada “Publicación del Instituto Antártico Uruguayo”.
El contenido de esas publicaciones era además difundido en una serie de audiciones radiales que se trasmitieron por las estaciones del SODRE ([5]), extendiéndose también a la televisión.
En esas publicaciones dejaron plasmado los objetivos propuestos para desarrollar una campaña antártica a largo plazo, como se puede leer en la “Publicación Nº 17” del Instituto Antártico Uruguayo, de 1974  ([6]), donde desarrollaban un plan estratégico para desplegar personal y medios para establecer una base en el continente antártico.
En 1975, el IAU, pasó a depender del Ministerio de Defensa Nacional y el profesor Musso entregó su cargo de Presidente.
Previamente, en febrero de ese año, concurrió en misión oficial a Buenos Aires, en lo que describía como “Primera Misión Oficial Antártica al exterior” en la cual tuvo oportunidad de visitar el Instituto Antártico Argentino para estudiar la realización común de planes de investigaciones científicas antárticas.
Alejado del IAU, Musso siguió vinculado a la Antártida.  Dejó testimonio de ello en numerosas notas de prensa y publicaciones científicas.
Tomamos como ejemplo una nota de El Día de 1979 ([7]) donde describía las opciones que tenía el país en aquel momento para acceder al Tratado Antártico, destacando conceptos como la posible ubicación de una base uruguaya en la Antártida, en la zona del Cabo Norvegia, la capacidad operativa de navegar hasta esa zona con buques nacionales y un minucioso análisis de los recursos y medios disponibles en nuestro país, para esos fines.
En diciembre de 1982, EL DIA ([8]), manifestaba que próximamente, Brasil estaría enviando su primer expedición a la Antártida, consumando así una serie de estudios que habían contado con el asesoramiento de un uruguayo, el Profesor Musso.
Si bien los contactos de Musso no fueron oficiales, el asesoramiento que brindó a varios investigadores brasileños fue muy valioso para los estudios que encaraba ese país en aquel momento, significando un aporte para el concepto de “Antártida Sudamericana” que ya se estaba gestando.
Esta reunión en Brasil, acarreó problemas al Profesor Musso en la interna nacional. Se vivían otros tiempos, y la prédica ya no podía seguir haciéndose a su manera desordenada. Ahora Uruguay había adherido al Tratado Antártico y por lo tanto las actividades oficiales solo podían hacerse a través de los órganos de gobierno. [9],:
Las huellas del profesor Musso
El Profesor Julio César Musso, falleció en Montevideo, el 25 de junio de 1984.
El 28 de enero de ese mismo año, la Primera Expedición Uruguaya, había llegado por medios propios a la Antártida y pocos meses después se inauguraba la Base Científica Antártica Gral. Artigas, sin que él, el gestor de la idea pudiera verla con sus propios ojos.
Le pasó como a tantos profetas impulsores de una idea visionaria y no llegó a ver su meta cumplida.  Pero sus huellas marcaron un camino. Por eso hoy, como cada día, le rendimos homenaje.
……………………..
Al cumplirse 40 años de su partida, le rendimos homenaje.
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Fuentes Consultadas:
Profesor Julio César Musso. Investigador antártico y Fundador del Instituto Antártico Uruguayo - Apuntes para su biografía” por el Tte.Cnel Waldemar Fontes – Octubre 2008.
Revista Antártida Uruguaya, 1962
Antártida Uruguaya. Ediciones El País, 1970
Lic. Ana María de Salvo -  Paralelo 62, Uruguay en la Antártida - Montevideo, 1998
Datos y fotografías aportados por la Sra. Delia Musso, hija del Prof. Musso.
Currículo del Prof. Julio C. Musso, firmado por el mismo.
Notas de prensa de la época
Aportes de testigos y personas que lo conocieron.



[1] Diario "La Mañana", Dir.: Carlos Manini Ríos, Año XLIV, No.: 15.625, de Sábado 18 de marzo de 1961, pág.: 4. Transcripto del original, disponible en la Biblioteca Nacional, por Delia Musso.
[2] Antártida Uruguaya” Nota 2, pág 68
[3] Continente Antártico, derechos de la República, Repartido 476, carpeta 1100, Octubre 1868, Diputado por Montevideo Luis Alberto Salgado (Partido Nacional)
[4] Lic. Ana María de Salvo -  Paralelo 62, Uruguay en la Antártida - Montevideo, 1998
[5] Expedienté original  de S.O.D.R.E. - Asunto 133 Año 1969 – “El Prof. Julio C. Musso solicita autorización para realizar una Audición semanal por Radio  Oficial,  del   Instituto  Antártico   Uruguayo” – Aprobado el 11 de febrero de 1969. – Publicado en Antártida uruguaya, Pág 68, (Prof. Julio C. Musso)
[6] pág. 27 y sigs.  de la “Publicación Nº 17” del Instituto Antártico Uruguayo. 1974: PROGRAMACIÓN DE ACTIVIDAD Y PARTICIPACIÓN DEL INSTITUTO ANTARTICO URUGUAYO EN LAS INVESTIGACIONES Y EXPLORACIONES ANTARTICAS CIENTÍFICAS CORRESPONDIENTE A LOS AÑOS DE 1973, 1974, 1975, 1976 y 1977 SINÓPTICA.
[7] Cuatro Opciones Nacionales Antárticas, por  Olga Alfonso- Publicado en EL DIA, Pág. 30 - Montevideo, domingo 16 de diciembre, de 1979
[8] “EL DÍA” SÁBADO 25  Y DOMINGO 26 DE DICIEMBRE DE 1982 - Expedición Brasileña a la Antártida, con el Asesoramiento de un Uruguayo. Será el Tercer País de América Del Sur en Trabajar Allí.
[9] EL PAIS, Setiembre de 1981: “Sobre Política Antártica”

domingo, 20 de junio de 2021

Midwinter: el solsticio de invierno en la Antártida



En la Antártida y en las regiones polares, pasan cosas... y los vientos del sur, las traen a Montevideo, transformándolas en Crónicas Antárticas, un podcast para rememorar las historias que vienen del frío y transportarlas a las generaciones futuras, porque en el Sur Polar, está el futuro de la humanidad.

Te invitamos a escuchar el Podcast con esta crónica de Waldemar Fontes, sobre el Midwinter, el Solsticio de invierno austral.



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martes, 14 de abril de 2020

¿Qué nos pueden enseñar sobre aislamiento los uruguayos de la Antártida?

Quienes vivieron y todavía residen en este lugar pueden ser de ayuda para lograr sobrellevar la cuarentena local: ¿Qué nos pueden enseñar sobre aislamiento los uruguayos de la Antártida? 

La Base Artigas 

Aportes uruguayos para sobrellevar el aislamiento

Tomado de El Observador
27 de marzo de 2020
por Matías Castro

Entre una isla en la que la temperatura alcanza los 20 grados Celsius bajo cero, o más, y el Uruguay otoñal, hay algún punto de contacto. De las 20 horas de oscuridad en la que viven los uruguayos de la base antártica Artigas durante el invierno a la falta de rutina de quienes viven en cuarentena en el país por el coronavirus tal vez haya menos distancia de la que parece. Después de todo, se trata de ocho personas que deben convivir en un espacio limitadísimo y sin transporte fuera de la isla entre abril y diciembre.

El coronavirus afectó también a este continente. La base Artigas canceló su último vuelo, previsto para el 14 de abril, por lo que hay cinco funcionarios que debían volver a Uruguay y que ahora esperan por una vía alternativa. Les llegará y no se quedarán allí todo el invierno, asegura el actual jefe de base, el coronel Emilio Obelar.

Tengo la suerte de tener una dotación proactiva que está en la búsqueda de hacer cosas, mejorar las instalaciones”, afirma Obelar.

Como todos los que han estado en su rol desde 1985, debe lidiar con un grupo en pleno confinamiento en un espacio cerrado donde las tareas diarias son mínimas. Es que el objetivo durante el invierno es mantener la presencia uruguaya en la Antártida, uno de los requisitos para los países que integran el Tratado Antártico.

Rutina contra la depresión del encierro

Lo que ocupa a la dotación en el día a día es chequear los generadores eléctricos (vulnerables a las ventiscas), despejar la nieve acumulada, mantener los talleres y los tres vehículos, cocinar y lavar (tal vez las tareas más demandantes), medir las temperaturas y vientos y mantener un flujo de comunicaciones con Uruguay y las demás bases. Salvo las meteorológicas y de comunicaciones, las demás tareas pueden tener o no un horario o día fijo. Los días de la semana no se diferencian, las horas de luz se acortan hasta que van de diez de la mañana a la una o dos de la tarde y cada función se puede cumplir en poco rato salvo emergencias.

En estas circunstancias es fácil caer en la abulia, pasar a la depresión y generar un caldo de cultivo para conflictos.

Tal vez no sea necesario levantarse a las 7, pero tiene que haber una rutina. En circunstancias así hay que fijarse metas y seguirlas, de a poco, día a día. Yo hago gimnasia seis días a la semana y busco distintas rutinas. En la noche miramos juntos alguna película o una serie”, afirma Obelar. Detrás de él hay 35 años de experiencia de las dotaciones anteriores.

Una de las tareas que se proponen es la de despejar la ferretería de material viejo. Recientemente, además, extrajeron los restos de una vieja plataforma que estaba hundida desde 2013 en el lago del que sacan el agua para la base. Por otra parte, en estas circunstancias laborales tan infrecuentes, se apoyan mucho en el entretenimiento colectivo, con un pool, una PlayStation, el uso de una biblioteca o un asado semanal.

Hoy la base tiene un galpón, talleres, un gran comedor, dormitorios en abundancia, un laboratorio, una enfermería y una estación de comunicaciones. Aunque el largo invierno obligue al confinamiento y cierre opciones, es mucho más de lo que había en 1986, cuando por primera vez un grupo de uruguayos atravesó lo que se conoce como “invernada”.

Un aislamiento duro

El coronel retirado Heber Cappi fue el jefe de base entre enero de 1986 y marzo del año siguiente. Cuenta que durante aquel primer invierno se quedaron 11 militares hacinados en tres refugios. Uno de esos refugios tenía la radio, otro era un galpón que incluía el baño y el tercero tenía las habitaciones, cuyas puertas no se podían abrir del todo porque se chocaban con las cuchetas. Para comunicarse con el mundo exterior tenían una radio que podían usar una vez por semana.

Hubo un solo día en que no desarrollé tareas, que fue cuando entregué el mando”, asegura Cappi. “Con 23 grados bajo cero y hasta -60 de sensación térmica hubo tarea afuera. No se podían dejar de hacer porque de lo contrario la nieve bloqueaba la salida e impedía llegar a los gabinetes higiénicos. Allá, como acá, si alguien está bien equilibrado quiere salir y estar más libre. Nosotros no salíamos porque la nieve nos inhibía. En esta cuarentena hay que hacer lo contrario”.

Para establecer otro paralelo con la cuarentena actual, Cappi cuenta que casi no tuvo referencias previas para lidiar con esa tarea tan infrecuente para un uruguayo. El coronel fundador de la base había hecho un cursillo antártico en Nueva Zelandia y de ahí surgía el conocimiento que manejaba.

Había que llevar a esa gente, de alguna forma mirar dentro de ellos para ver cuál era su espíritu –comenta–. La válvula que tenía era, cuando el tiempo aflojaba, aunque teníamos solo una moto de nieve, ir a las bases cercanas, que por la dificultad de la geografía y el clima se hacían lejanas. También le daba tareas a cada uno. Hoy cocina uno, pero la higiene la hacía otro. Yo empecé a lavar para que luego lavaran los otros. Después no tenían más alternativa que seguir”.

Tomar la iniciativa es fundamental para quien ocupa el rol de líder, sobre todo porque en ese tiempo es poco viable arrestar a un insubordinado. En su caso, lo que ocurría era que muchos se aguantaban las ganas de ir al baño solamente para no hacerse cargo de palear la nieve que bloqueaba las puertas. Así que él tenía que dar el primer paso para que otros lo siguieran.

Lejos de lo que se espera de la dureza de los mandos militares, para Cappi era necesario acercarse a su personal y escucharlos. Si veía que alguien se cerraba mucho y estaba notoriamente mal, intentaba escucharlo y entenderlo. Con los años, la base y la experiencia antártica fueron evolucionando y permitieron otras estrategias.

Deportes y arte

Hasta 1998, cuando llegó internet a la base, solo había teléfono satelital para comunicarse con el exterior. “Eso fue un cambio notable para los períodos de aislamiento”, explica el coronel retirado y escritor Waldemar Fontes, quien fue jefe de base en 2000, 2007 y 2009. “Antes de internet era más común que se reunieran a conversar, a jugar a las cartas. Aunque era un internet muy básico, la gente empezó a aislarse. Estaban comunicados a distancia pero quizás no sabían lo que le pasaba al de al lado, cosa que ahora vemos a diario en el resto del mundo”.

Su principal estrategia fue siempre mantener ocupado a su personal más allá de los trabajos básicos de la base, lo que se ejecuta de un modo distinto según el grupo humano que toque. En el año 2000, por ejemplo, acondicionaron el galpón y practicaban vóleibol todos los días y de lunes a viernes miraban una telenovela a las 9 de la noche. Otro año hicieron manualidades, organizaron un concurso interno y se votaron entre ellos.

Todos los años se realizan competencias deportivas en la base chilena. Fontes cuenta que en 2009 se incendió el lugar en el que las hacían, por lo que debieron cancelarse. Y cambió la estrategia. Como los jefes de las bases china y rusa eran aficionados a la poesía, propusieron hacer un certamen de este género entre países que estaban en la Antártida. Fontes organizó talleres de lectura y escritura y los uruguayos participaron con sus colegas extranjeros.

Otro año, por ejemplo, hicieron muestras de teatro entre otras iniciativas.

Lo importante más que el producto final es todo lo que se organizó para crear eso –recuerda Fontes–. Esas actividades insumen una cantidad de tiempo y marcan una rutina, reuniones. Pero siempre depende del grupo”, agrega.

Y, del mismo modo que decía Cappi, asegura que es necesario hablar y negociar. Y que el jefe, para mostrar su liderazgo, tiene que dar el primer paso y, por ejemplo, barrer antes que su personal.

Ejercicio en pocos metros cuadrados

Para el teniente coronel Alejandro Capeluto y el coronel retirado Gustavo Dalmonte, que fueron jefes en años recientes, la rutina y los horarios para iniciar el día son fundamentales.

Presentarse en el comedor a las 8 de la mañana, hacer una puesta a punto del día y desayunar al mismo tiempo es el punto de arranque que corresponde a cada jornada.

Otro punto en común entre Capeluto y Dalmonte es mantener la actividad física como antidepresivo y paliativo del cansancio psicológico.

En la Antártida teníamos un pequeño gimnasio, pero aquí tenés rutinas para buscar en internet y que se pueden hacer en un pequeño espacio en la casa. Aunque hubiera encierro y muchas horas de noche, mover el cuerpo impacta en el estado de ánimo”, afirma Capeluto.

Dalmonte optaba por asignar turnos obligatorios para el uso del gimnasio, ya que la cantidad de aparatos no permitía que todos los usaran a la vez. Además, apelaba a las actividades recreativas colectivas, como jugar a las cartas o ver una película.

Eso, además, permite conversar y saber qué les sucede a las personas con quienes se convive.

Creo que el aislamiento aquí (en Montevideo) puede ser más angustiante que en la Antártida –opina Capeluto–. Porque es más frustrante estar cerca, quizás a media hora de ómnibus, pero no poder acompañar a un ser querido”, indica.

Fuente: El Observador
con el aporte del Departamento de RR.PP. del IAU
#QuedateEnCasa

domingo, 5 de abril de 2020

Invasión de elefantes marinos

Finalizando la invernada de 2007, un extraño suceso afectó a la Base Artigas: una invasión de elefantes marinos...


Decía la crónica de la edición número 12 del periódico Antarkos 23 de fecha 7 de noviembre de 2007:

Coincidiendo con la noche de Halloween un elefante marino, asustó a los habitantes de la BCAA exigiendo caramelos. Como no se los dieron, porque no lo permite el Protocolo de Protección Ambiental, el animal se enfureció y atacó las únicas cañerías que quedaban sanas en la Base Artigas.

El vigoroso animal, que puede llegar a pesar 3000 kgs. podría haber mordido a alguno de los troperos que lo guiaron hacia el mar, luego que se cansó de destrozar cañerías.

Esta mordedura, podría contagiar la enfermedad de la gordura antártica, que se trasmite a los humanos por dos vías: por contacto estrecho con elefantes marinos o por comer en exceso.

En vista de los resultados de la última pesada, el kilaje promedio de la dotación se mantiene en alza y causa alarma entre las autoridades sanitarias, que un brote de gordura pudiera estallar en el último mes.

Para evitar una epidemia de gordura antártica se está planeando vacunar a la dotación y el payaso Malaonda se ofreció para pincharnos.
Se mantiene una vigilancia costera para evitar nuevos ingresos de elefantes marinos.


por Waldemar Fontes "Albatros"



Ver más sobre la Dotación Antarkos 23 en  http://antarkos23.blogspot.com/



sábado, 14 de marzo de 2020

200 años del descubrimiento de la Antártida

¿Quién descubrió la Antártida?  
-En el verano de 1819-1820, los británicos Smith y Brandsfield, el americano Palmer y el ruso Bellingshausen, manifiestan haber descubierto la Antártida, aunque posiblemente esas tierras ya estaban descubiertas desde mucho antes por navegantes rioplatenses que se dedicaban a la caza de ballenas, focas y lobos marinos… sin dejar registros escritos para no revelar sus cotos de caza.
El pecio existente en la Base Artigas, puede guardar secretos de aquellos primeros exploradores


A 200 años del descubrimiento de la Antártida
Waldemar Fontes

En 2019 se cumplieron 200 años del descubrimiento de la Antártida, pero existe una polémica sobre quién efectivamente la descubrió, pues los diferentes autores se inclinan por una versión o por otra, según su nacionalidad y los intereses históricos y geopolíticos que orientan sus investigaciones. 

Para el caso rioplatense, la versión más difundida es la noticia de William Smith, quien navegando desde Buenos Aires rumbo a Valparaíso, al doblar el cabo de Hornos, debió desviarse al sur por los vientos, avistando tierra en la latitud 62º sur, en el mes de febrero de 1819, dando cuenta del hallazgo a sus autoridades en Valparaíso. 

El avistamiento de Smith fue confirmado en su viaje de regreso desde Valparaíso a Montevideo, pero en esos meses, el marino ruso Bellingshausen y el Capitán mercante Palmer de los EE.UU. también reportaron avistamientos de tierra en latitudes antárticas. 

Estos reportes, debidamente documentados, marcaron un hito en esa época de exploración de la Tierra Ignota del sur, pero seguramente desde varios años antes, marinos del Río de la Plata, cazadores de focas y lobos marinos, habían llegado a esas latitudes, ocultando sus descubrimientos para evitar que otros vinieran. 

En este trabajo, enumeramos los descubrimientos y hechos más destacables del año 1819 en regiones antárticas y sus consecuencias para el futuro de la conquista del Continente Blanco.

Pueden ver la conferencia en video:




Con motivo del Día de la Antártida 2019, el Comité APECS Uruguay, organizó una charla sobre Investigaciones científicas y expediciones en el siglo XXI, donde expusieron:

Waldemar Fontes " 200 años del descubrimiento de la Antártida"
Marcos Tassano " Técnicas radiactivas ambientales aplicadas en la Antártida" 
Gaspar González " Expedición a Groenlandia en 2020" 
Más información en: https://www.facebook.com/APECS.UY

.oOo.

Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, están invitados a seguirnos en Crónicas Antárticas...
#CronicasAntarticas

viernes, 13 de marzo de 2020

Había que recuperar el generador



En abril de 2007 se vivió una pequeña crisis que se produjo a consecuencia de la inclemencia del tiempo y tuvo aristas muy interesantes.  En el vuelo de ese mes había concurrido a la Antártida un equipo de UTE, conformado por el Ingeniero Andreo Benech, Wildemar Martínez y Miguel Viera. Así recuerda lo que sucedió el Tte. Cnel. Waldemar Fontes, Jefe de la Base Artigas en la dotación Antarkos 23, del año 2007.


El rescate del generador
Acuarela de Waldemar Fontes exhibida en la Antártida
en la muestra Ostara 2007


El rescate de un generador

por Waldemar Fontes






Durante el año 2007, me tocó, por segunda vez, comandar la Base Científica Antártica Artigas (BCAA), a cargo de la Dotación Antarkos 23.  Algunas de las actividades más notorias, quedaron registradas en el blog que llevaba, pero siempre quedan cosas pendientes, como esta anécdota, que fue publicada por UTE en el libro "Nuestra energía en la Antártida..." al cumplirse 25 años de trabajos en apoyo a la Base Artigas.

Les cuento...

En el vuelo de diciembre de 2006 se había transportado a Montevideo uno de los generadores para hacerle un mantenimiento mayor, quedando en la base solo dos generadores, uno de ellos al límite de sus horas de uso.

En abril de 2007, el encargado de los generadores, el Sub Oficial de Segunda Ruben López debió ser  evacuado por problemas de salud y había sido sustituido en sus funciones por el Cabo de Primera Marcos Aguiar, que formaba parte del grupo de apoyo logístico que trabajaba en la base durante el verano.

A fines de abril se esperaba la llegada del último vuelo de la campaña de verano, en el que llegaría el relevo del electricista y además el generador que faltaba, el que debería ser instalado y puesto a punto para enfrentar la invernada.

Ese año el frío comenzó temprano. Ya en los primeros días de abril el mar comenzó a congelarse y se acumuló mucho hielo en la costa. El mal tiempo dificultó incluso la evacuación del Suboficial López, quien sufrió mucho pues lo había afectado una vieja lesión de la columna y ya no quedaban en la base calmantes como para aliviar sus dolores y el avión que lo iba a evacuar no podía llegar por las malas condiciones meteorológicas.

Hubo  intensas  ventiscas  que  duraron  varios  días  y  el camino hacia la base Frei fue quedando cubierto de nieve y muy difícil de transitar. Finalmente el Suboficial López fue transportado desde nuestra base hacia la base chilena en un helicóptero de la FACH (Fuerza Aérea de Chile) y desde allí a Punta Arenas en Chile, donde por fin recibió mejor atención médica, para luego evacuarlo a Montevideo.

Cuando llegó el vuelo uruguayo los días estaban lindos, pero las intensas nevadas habían bloqueado el camino en varios trechos. En verano, transportar el generador desde el aeropuerto hasta la Base Artigas era algo muy sencillo, que se hacía con apoyo de un camión Ural de los rusos, pero en las condiciones de ese momento era imposible. El camión no podía circular por el camino.

La solución sería transportar el generador en un trineo que tenían los rusos y cincharlo con un viejo tractor amarillo, con orugas metálicas, que operaba en la zona desde los tiempos de la Unión Soviética…

El famoso tractor amarillo era muy querido por todos allí, pues era el único vehículo que podía llegar
a cualquier lado y desatascar a cualquier vehículo que quedara pegado en la nieve o el barro. Así que una vez analizada la situación, los rusos comenzaron el transporte del generador sobre el trineo; la gente de la Base Artigas acompañaba el desplazamiento, ayudando a quitar la nieve que se acumulaba por el arrastre.

Todo iba bien, hasta que cuando el tractor se preparaba para subir el empinado repecho que se halla  luego de pasar por la bahía de los tanques rusos, sufrió un desperfecto. Había reventado una de las poderosas orugas y el fiel tractor, que tantas veces había ayudado a otros, se quedó esta vez enterrado en el barro, en la parte más baja del camino, de donde no se lo podía mover para atrás ni para adelante.

Que el tractor hubiera quedado atascado era una pena, pero para los rusos, acostumbrados a pasar tremendos trabajos  con  esa  potente  máquina,  no  era  ninguna tragedia. Todo sería cuestión de tiempo y tal vez en quince o veinte días, trabajando a mano allí mismo entre la nieve, reacondicionarían la oruga y el tractor seguiría andando…

El asunto era que junto con el tractor había quedado empantanado el trineo, con el generador de la Base Artigas encima.

La primera reacción de los que venían con el convoy fue desenganchar el trineo y comenzar a cavar la nieve para intentar seguir tirándolo con el carrier de la Base Artigas, lo cual funcionó para unos diez metros de movimiento, pero apenas comenzada la subida, no había manera de moverlo.

En esa campaña estaban recibiendo su bautismo antártico el Capitán de Fragata (CIME) Alejandro Deus, nobel integrante de la Dirección Logística del IAU, que pisaba la Antártida por primera vez en esos días y el Ingeniero Andreo Benech, de UTE, quien también pisaba la nieve antártica por primera vez.

(…) Cuando me vi enfrentado a esta crisis, viendo que tenía a un ingeniero lleno de bríos, que demostraba liderazgo en el terreno e inteligencia para resolver situaciones complejas y que por otro lado, tenía a un capitán de fragata, especialista en máquinas y con gran don de gentes, concluí que podría dejar el asunto del generador en sus manos, mientras yo me ocupaba de atender lo que ocurría en la base, que se había llenado de gente, con autoridades que nos visitaban, científicos, relevos y muchas cosas más.

Luego de verificar que las cosas en la base estaban encaminadas, volví al camino para verificar qué pasaba con el atasco y con gran preocupación comprobé que no habría posibilidades de avanzar, por más buena onda que le pusieran, si no se contaba con otro tipo de apoyos.

(…) En esa situación, regresé a la base con las autoridades y sin decir nada me fui a la oficina, pensando qué hacer. 

La única alternativa sería pedirles ayuda a los chilenos, que si bien tenían algunos tractores, los mismos estaban destinados al mantenimiento del aeropuerto de su base y no los movían más allá de esa zona.

Para otra situación sabía que me dirían que no era posible apoyar, pero en este caso, lo tendrían que hacer… Entonces me armé de valor y llamé por radio al jefe de la Base Frei a quien le planteé la desesperada situación, explicándole que si no extraíamos el generador en ese invierno tendríamos serias dificultades y que si bien era consciente de que le pedía una ayuda excepcional, no tenía a nadie más a quien recurrir.

Durante el verano habíamos entablado una fluida amistad con el Comandante Raúl Jorqueras de la FACH y éste, al recibir mi mensaje, sin dejarme terminar me dijo que contara con su ayuda.

En pocos minutos llegó hasta donde estaba el atasco un Sno-Cat de la Base Frei con un mecánico que se puso a la orden.

Entre los uruguayos, los rusos y el chileno se evaluó la situación y se comprobó que la única forma de sacar el generador sería abriendo un camino con las palas de nieve de los Sno-Cat chilenos y eso fue lo que se empezó a hacer.

Trabajaron varias horas y se acondicionó una calle que quedó instalada entre altas paredes de nieve, por la cual podía circular el tractor de ruedas de la Base Artigas, pero eso tampoco fue suficiente. El repecho era demasiado empinado y no subía el trineo.

Como jefe, yo observaba y dejaba que el capitán Deus y el ingeniero Benech dirigieran la operación, pues lo hacían coordinadamente bien. Me volví a la base, donde la vida seguía y se estaba trabajando intensamente en otras tareas.

Más tarde recibí un llamado de que necesitaban el carrier, pues harían un intento de mover el generador, así que fuimos hacia el lugar, donde me explicaron que harían un tren con todos los vehículos disponibles, lingados y enganchados unos con otros.

Era una maniobra peligrosa pero razonable, así que les dije que siguieran adelante y me instalé en una altura a ver qué pasaba, mientras hacía fuerza mentalmente… Habían enganchado cuatro vehículos. La pala de nieve de los chilenos abría la marcha, luego al medio nuestros dos carriers y al final el Sno-cat chileno.

Por la  radio  se  dio  la  orden  de  comenzar  a  marchar y lentamente el trencito comenzó a  moverse  y  subir la cuesta. El trineo con el generador comenzó a subir también. Primero llegó a la cima el vehículo chileno, luego el primer carrier y entonces la fuerza de tiro fue mayor; el tren adquirió velocidad y el trineo subió y subió y ¡llegó a la cima del repecho!

Una vez allí, todos comenzaron a aplaudir y se abrazaban contentos. Desde esa posición sería más fácil llegar a la base y una vez allí el generador estaría a salvo.

Fue una maniobra compleja y difícil que afortunadamente salió bien, pero por sobre todo, fue un ejemplo de cooperación internacional e interinstitucional, que demostró que cuando las situaciones apremian, las personas son capaces de ser solidarias y dar lo mejor de sí en pos de un bien común.

Este hecho fue uno de los momentos que más me marcó en las variadas situaciones difíciles que he debido vivir, comandando gente, en las partes del mundo en donde me tocó estar y cada vez que lo recuerdo… me sigue emocionando...




A continuación, pueden ver un vídeo realizado por alguien que estuvo en la Base Artigas en esos días y quiso testimoniar el difícil momento.




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Referencias:

  1. FONTES, Waldemar "Historia de la Base Científica Antártica Artigas 1984 - 25 años – 2009", 
  2. UTE: "Nuestra energía en la Antártida: UTE en la Base Artigas" Presentación del libro
  3. libro digitalizado: "Nuestra energía en la Antártida: UTE en la Base Artigas"
  4. Blog de la dotación Antarkos 23
  5. Muestra de Arte "Ostara 2007