martes, 11 de diciembre de 2018

Antártida en el nomenclator montevideano


Buscando en los nombres de calles y plazas de Montevideo, encontramos algunas referencias a la Antártida y las actividades del Uruguay en el Continente Blanco. Veamos un raconto de algunos homenajes antárticos en el nomenclátor montevideano.

Monolito en la Plazoleta Pioneros Antárticos - Google Maps

Homenajes a la Antártida en el nomenclátor de Montevideo

Por Waldemar Fontes 


La vinculación del Uruguay con la Antártida es algo que se puede sentir en la piel, sobre todo en las regiones costeras cuando el viento del sur, trae recuerdos del frío… Sin embargo, a pesar de esa presencia tangible, los uruguayos sabemos poco de la Antártida. 

Busquemos en los nombres de las calles de la ciudad de Montevideo y veremos que hasta hace muy poco, no había ninguna referencia que ligara la ciudad al Continente Blanco. 

Tal vez la primera mención en el nomenclátor montevideano, haya sido la designación de “Mar Antártico” a la calle que corre desde Coimbra, por el lado Este de la elevación donde se ubica la Plaza Virgilio, la Plaza de la Armada Nacional, hasta juntarse con su opuesta, la calle “Mar Ártico”. 

Según explican Castellanos y Segarra en su libro sobre la nomenclatura de las calles de Montevideo, el nombre de “Mar Antártico” surge de la “denominación dada a la extremidad austral de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, que bañan el vasto territorio de la Antártida, masa continental, descubierta a fines del siglo XIX, que ocupa la región polar antártica de la tierra”. 

Es un justo homenaje a esa región marítima, pero nos parece muy genérica la descripción, como si nos estuviéramos refiriendo a un mar totalmente ajeno a nosotros. Acaso ¿no sería mejor decir que de ese mar vienen las corrientes marinas que influyen sobre nuestras costas, o los fríos vientos que afectan nuestra meteorología, por mencionar solo algunas de las cosas que nos vinculan con lo antártico?. 

A partir de 1987, luego que Uruguay hubiera ingresado como miembro pleno del Tratado Antártico, se realizaron varias acciones con la intención de homenajear y resaltar el vínculo nacional con la Antártida. 

De ese tiempo se destaca la designación del Camino “Antártida Uruguaya, un camino rural del Oeste de Montevideo, que se ubica en la continuación del camino Tomkinson, que va desde Punta Yeguas hasta el camino San Fuentes. 

Según la descripción que hace Antonio Mena Segarra en la actualización 1991-1996 del nomenclátor de Montevideo, el nombre surge como representación de la “Zona de la Antártida donde el Uruguay ejerce soberanía en su calidad de miembro consultivo, dentro del régimen de cooperación internacional” 

Con respecto a este camino, en la aplicación web de la Intendencia de Montevideo, se expresa: “Territorio uruguayo" según la ley 15.918, que habla del 7 de octubre de cada año, como Día de la Antártida), y hace mención al Tratado de Washington, continuando con la siguiente descripción: 

Parte del continente que ocupa la mayor parte del casquete comprendido en el círculo polar Antártico. -En la isla Rey Jorge, nuestro país ha instalado la Base Científica Antártica Artigas, donde un grupo de científicos uruguayos y militares realizan proyectos para efectuar aportes científicos”. 

Podríamos expresar que puede haber imprecisiones en cuanto al concepto de territorio uruguayo y el ejercicio de soberanía, pero la designación resulta un homenaje muy importante a la actividad nacional en la Antártida, que surge de lo mandatado en la Ley 15.918 del 10 de diciembre de 1987, que expresaba: 

Artículo 2: El Poder Ejecutivo adoptará las medidas necesarias para la regular celebración de la fecha mencionada. En tal oportunidad serán especialmente difundidos los fundamentos de la vocación antártica de la República y de sus derechos e intereses respecto de la región. 

Artículo 3: Las autoridades de las diversas ramas de la Enseñanza dispondrán, con el mismo objeto, similares medidas en la órbita de sus competencias. 

Basándose en ese marco legal, en la misma época se designó un espacio libre entre las calles Lieja, Teniente de Navío Mario Botto y Dr. Alfonso Espínola, en la zona de Carrasco, con el nombre de “Pioneros Antárticos Uruguayos”, expresándose en el libro Nomenclatura de Montevideo de Alfredo C. Castellanos (páginas 1045 y 1046) lo siguiente: 

El origen de la vinculación de nuestro país a la Antártida se remonta a fines del siglo XVIII, cuando la Corona Española señaló al puerto de Maldonado como apostadero de la Real Compañía Marítima, dedicada a la caza de ballenas en dicha región.  En 1961 se creó el Instituto Antártico Uruguayo por iniciativa privada, constituyéndose como institución oficial en 1975.  En 1979 el Uruguay se integró al Tratado de Washington de 1959 como miembro adherente, del Órgano Consultivo. En enero de 1984 un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya realizó el primer vuelo a la isla Rey Jorge del archipiélago de las Shetland del Sur, donde luego fue instalada la Base Científica Antártica Artigas (BCAA).  En mérito a los valiosos trabajos científicos realizados por pioneros antárticos uruguayos, nuestro país se integró al grupo de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico, celebrada en Bruselas en 1985”. 

-Lamentablemente, este honroso homenaje a los Pioneros Antárticos Uruguayos, se perdió, pues según el Decreto 23.327 de la Junta Departamental de Montevideo del 14 de noviembre de 1991, se derogó la Resolución que daba nombre a ese espacio libre, creándose otro, que denominaba sencillamente “Pioneros Antárticos”, a la Plazoleta central de la Avda. Dr. Luis A. de Herrera entre la Rambla Naciones Unidas y la Costanera que va desde la Playa Pocitos hasta el Puerto de Buceo, junto a la sede del Museo Naval. 

En 2006, en esa plazoleta el Instituto Antártico, con la mediación de la Asociación Antarkos, colocaron un monolito con una inscripción donde se homenajea a los primeros uruguayos en la Antártida. 

Con respecto al espacio libre en Carrasco, la historia continuó, pues si bien había sido derogada la designación, el nombre Pioneros Antárticos Uruguayos, seguía figurando en todos los mapas, por lo que al cumplirse los 30 años de la fundación de la Base Artigas en 2014, el IAU inició un trámite ante la Junta Departamental, solicitando para colocar una placa alusiva allí. 

La Junta de Montevideo, luego de acoger con beneplácito la propuesta y de comunicar la autorización para su concreción, debió rever la misma al constatarse la derogación del nombre como habíamos contado. Eso llevó a que se revisara el expediente y luego de varios trámites, se promulgó un nuevo decreto renombrando al mismo espacio como Plaza "Exploración Antártica", autorizando al Instituto Antártico Uruguayo a colocar allí un mural escultórico con una placa conmemorativa la cual lucirá la siguiente leyenda: "EN HOMENAJE A LA TENACIDAD URUGUAYA PRESENTE. DESDE HACE UN SIGLO EN EL CONTINENTE ANTÁRTICO. 7 DE OCTUBRE DE 2017


Este monumento, está aún por concretarse, pues es necesaria la obtención de fondos para su construcción, tarea que está encarando actualmente la Asociación Antarkos y que algún día, ansiamos ver realizada. 

Cambiando de barrio, más recientemente, en setiembre de 2017, en base a las gestiones realizadas al cumplirse 100 años de la navegación del primer buque de bandera uruguaya en latitudes antárticas, cuando el Instituto de Pesca Nº 1 intentó auxiliar a la fallida expedición de Shackleton, se promulgó el Decreto Nº 36.454 por el que se designa con el nombre de Plaza “Capitán de Navío Ruperto Elichiribehety Arhancet” al espacio libre delimitado al norte por la calle Jorge Canning, al Este por la senda que continúa la alineación de la calle Morales, al Oeste por la senda que lo separa de un espacio libre sin denominación y al Sur por la Av. Dr. Luis Morquio; en el Parque Batlle, entre el Obelisco y la Fuente iluminada, en homenaje a quien fuera el Comandante del Buque Instituto de Pesca Nº 1, en aquella expedición antártica de 1916. 

Si bien es muy reciente esta última designación, no existe en ese espacio ninguna placa o algo que rememore el motivo por el cual se hizo la denominación, lo cual debería ser una tarea a encarar para que el justo reconocimiento a Elichiribehety, sea completo. 

Podemos concluir que se han hecho algunos importantes reconocimientos a hechos concretos de nuestro país en la Antártida y si bien eso es un avance, también notamos que no se han podido concretar las iniciativas de construir el monumento de la Plaza a la Exploración Antártica, por más que el proyecto está listo desde hace al menos un año. 

Se debería reconocer a las personalidades que lograron concreciones como las del Profesor Julio César Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo e impulsor quijotesco de esa idea durante años, desde 1961 cuando escribía su revista Antártida Uruguaya y bregaba por la creación de un Instituto de Enseñanza de lo Antártico, habiendo planificado todo el proceso de creación del Instituto Antártico como entidad civil para ser oficializada y así cumplir los objetivos nacionales que hoy se están llevando a cabo. 

Pero ¿quién recuerda al Profesor Musso? Su obra ha fructificado y está a la vista, pero el país está en deuda con su legado. 

Seguramente, él hizo aquel esfuerzo por amor, sin esperar nada a cambio… Este año se cumplieron 50 años de la fundación del IAU y 100 años de su nacimiento, ¿no sería ya el momento de homenajearlo? 

Una calle, una plaza con su nombre, podrían ser un tributo de la ciudad hacia uno de sus hijos, que tanto hizo… ¿sería eso posible?

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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

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Referencias:
Castellanos, Alfredo C. -Nomenclatura de Montevideo páginas 1045 y 1046
Mena Segarra, Antonio -Nomenclator de Montevideo Actualización 1991-1996. páginas 1080 y 1081
Nomenclátor de Calles | Intendencia de Montevideo. 


Preparado para el programa radial “Proyección a la Antártida” que se trasmite por Radio Uruguay (1050 en AM)#CronicasAntarticas

lunes, 3 de diciembre de 2018

El Tratado Antártico


Rumbo a los 60 años de la firma del Tratado Antártico, es un momento propicio para celebrar la grandeza de quienes optaron por trabajar en conjunto antes que ir al enfrentamiento armado, que podría haber destruido una región prístina... 

Herman Phleger, “Signing of the Antarctic Treaty on December 1st 1959,”
fuente: ATS Image Bank, accessed December 3, 2018

El Tratado Antártico firmado en Washington en 1959

por Waldemar Fontes


El 1 de diciembre de 1959, los doce países que habían llevado a cabo actividades científicas en la Antártida durante el Año Geofísico Internacional (AGI) de 1957-1958 firmaron en Washington el Tratado Antártico. 

El Tratado entró en vigor en 1961, luego que todos los signatarios originales lo refrendaran y luego otras naciones se fueron adhiriendo al mismo. Actualmente las Partes del Tratado Antártico, son 53, entre las que se encuentra Uruguay. 

Resaltamos algunas disposiciones importantes del Tratado que son resaltadas en ats.aq
  • La Antártida se utilizará exclusivamente para fines pacíficos (art. I). 
  • La libertad de investigación científica en la Antártida y la cooperación hacia ese fin […] continuarán (art. II). 
  • Las Partes Contratantes acuerdan proceder […] al intercambio de observaciones de resultados científicos sobre la Antártida, los cuales estarán disponibles libremente (art. III). 
  • Entre los signatarios del Tratado hay siete países (Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda y el Reino Unido) con reclamos territoriales, que en algunos casos coinciden en parte. 
  • Otros países no reconocen ningún reclamo. Estados Unidos y Rusia consideran que tienen “fundamentos para reclamar”. Todas estas posiciones están explícitamente previstas en el artículo IV, que mantiene el statu quo: 
  • Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras el presente Tratado se halle en vigencia constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártida, ni para crear derechos de soberanía en esta región. No se harán nuevas reclamaciones de soberanía territorial en la Antártida, ni se ampliarán las reclamaciones anteriormente hechas valer, mientras el presente Tratado se halle en vigencia. 
  • A fin de promover los objetivos y procurar la observancia de las disposiciones del Tratado, “todas las regiones de la Antártida, y todas las estaciones, instalaciones y equipos que allí se encuentren […] estarán abiertos en todo momento a la inspección” (art. VII). 

El Tratado Antártico va rumbo a cumplir 60 años de funcionamiento y ha sido una herramienta exitosa para fomentar el trabajo en cooperación entre las naciones y sobre todo, fue un instrumento muy importante que facilitó el diálogo entre las partes que iban rumbo a un conflicto, cuando al finalizar la Segunda Guerra Mundial las Potencias comenzaron la Guerra Fría con disputas para posicionarse en las áreas de influencia que cada una quería dominar. 

Desde la primera década del siglo XX algunos Estados habían comenzado a reclamar soberanía territorial sobre la Antártida, basándose en sus descubri­mientos, los títulos históricos heredados, la cercanía geográfica o la proyección de sus territorios hacia el sur, entre otras teorías. 

En la década de 1950, siete Estados, Gran Bretaña, Argentina. Chile. Nueva Ze­landia, Australia, Francia y Noruega, planteaban reclamaciones territoriales que prácticamente, abarcan todo el Continente, sobreponiéndose en algunas regiones las áreas reclamadas. 

De esos Estados, Australia, Francia, Nueva Zelandia, Noruega y Gran Bretaña reconocían mutuamente sus reclamos, generándose un desacuerdo en la zona de la Península Antártica, donde se superponían las reclamaciones planteadas por Gran Bretaña, Argentina y Chile, lo que condujo a graves tensiones que tuvieron su pico en 1949, cuando acordaron entre los tres países, que ya no enviarían flotas armadas al sur del Paralelo 60º, aunque sin llegar a un acuerdo por la delimitación de sus respectivos reclamos. 

Luego de arduas negociaciones que se llevaron a cabo en toda la década de 1950, los Estados reclamantes de soberanía territorial, llegaron al convencimiento de que era necesario hallar una solución a la pugna que se estaba gestando. 

En ese marco, la Antártida fue designada como una de las regiones del Planeta de especial interés para el Año Geofísico Internacional (AGI) a desarrollarse entre 1957 y 1958, señalándose en especial el interés que revestía y los grandes secretos científicos que aún ocultaba. 

Durante el Año Geofísico Internacional, doce Estados, los siete reclamantes de soberanía territorial, más Bélgica, Japón, Sud África, Estados Unidos y la Unión Soviética, se pusieron de acuerdo para desarrollar un programa de investigación sin precedentes, acordando la posibilidad de instalar estaciones científicas, más de cincuenta en total, por todo el Continente, sin tomar en consideración las reclamaciones territoriales. 

Según lo expresaba el Dr. Puceiro: “El evento científico, hizo percibir a los Estados participantes, que la cooperación internacional y las circunstancias de hecho que la investigación había requerido, marcaban hitos que señalaban un nuevo camino por el que transitar juntos”. 

A comienzos de 1958, basándose en el buen suceso de la experiencia de cooperación científica, el gobierno de los Estados Unidos de América, invitó a los otros Estados participantes en el Año Geofísico Internacional, para unirse en un tratado tendiente a preservar el Continente como un laboratorio internacional para investigación científica y asegurar que sería destinado exclusivamente para fines pacíficos. 

De las conversaciones mantenidas, surgió un acuerdo que culminó en la firma del Tratado Antártico que fue suscrito en Washington el 1° de diciembre de 1959 y entró en vigencia el 23 de junio de 1961. 

Los signatarios originales del mismo fueron, por orden alfabético: Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Sudáfrica y la Unión Soviética. 

El Tratado establecía tres categorías de Estados integrantes. Los doce Estados signatarios originales, que serían siempre miembros activos o Consultivos del mismo, prescindiéndose de la actividad que desarrollen (Artículo IX párrafo primero). 

Los adherentes activos, que deberían ser admitidos expresamente, a la categoría de Consultivos, debiendo haber demostrado interés en la Antártida mediante la realización de investigaciones científicas importantes, como el establecimiento de estaciones o el envío de expediciones científicas (Artículo IX párrafo 2). A esta categoría accedieron hasta hoy, diecisiete partes más, entre las que se encuentra Uruguay, desde el 7 de octubre de 1985. 

Por último se hallan los miembros meramente adherentes, que no desarrollan actividades efectivas como las mencionadas antes y por lo tanto no tienen voto en las Reuniones Consultivas del Tratado. 

El Tratado determina que su área de aplicación es la zona comprendida al Sur de los 60 grados de latitud sur, incluyéndose en ella el Continente Antártico en sí, las islas adyacentes y las barreras de hielo que lo rodean, sin afectar los derechos de ningún Estado relativos a Alta Mar (Artículo VI). 

El acuerdo establece en sus principios esenciales que el área del Tratado Antártico podrá ser utilizada exclusivamente para fines pacíficos, prohibiéndose las explosiones nucleares y la eliminación de desechos radioactivos (Artículo V), así como toda acción militar, exceptuándose el empleo de personal o equipos militares para investigaciones científicas u otros fines como ser el apoyo logístico 

Si bien entre los signatarios originales del Tratado hay países que plantearon reclamaciones territoriales reconocidas por otras partes, hubo Estados como Bélgica, Japón, Sudáfrica o la Unión Soviética que no reconocieron formalmente ninguno de esos reclamos, dándose el caso de la Unión Soviética y de los Estados Unidos que al firmar el Tratado hicieron una especial reserva de sus derechos, mientras que además Estados Unidos, dejó constancia de su rechazo a todas las reclamaciones existentes a ese momento. 

Posteriormente, Estados como Brasil, Perú y Uruguay, al ingresar al Tratado, realizaron reivindicaciones no formales sobre sus posibles derechos en el Continente, basados en títulos de diferente naturaleza y en especial en su contigüidad geográfica o en la proyección de sus costas hacia aquél. 

Según relataba el Dr Roberto Puceiro en un artículo de la Revista Diplomática Nº 3 del Instituto Artigas del Servicio Exterior, publicado en 1985: 

La República Oriental del Uruguay, por Ley N° 14.971 de 14 de diciembre de 1979, ratificó el Tratado Antártico pasando a formar parte del mismo el 11 de enero de 1980. 
En oportunidad de dicha adhesión, la República Oriental del Uruguay formuló una declaración por la que fundamentó dicho acto internacional "no solamente en el interés que, como todo miembro de la Comunidad Internacional, tiene el Uruguay en la Antártida sino, además, en un interés especial, directo y sustancial derivado de su situación geográfica, del enfrentamiento de su costa atlántica al Continente Antártico, de la influencia que éste ejerce en su clima, en su ecología y en su biología marina, de los vínculos históricos que lo ligan desde las primeras expediciones que se aventuraron a explorar dicho Continente y sus aguas, así como de las obligaciones asumidas conforme al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca que incluye una parte del territorio antártico en la zona descrita en el artículo 4° por virtud de lo cual el Uruguay coparticipa en la responsabilidad de la defensa de la región". 

Este 1º de diciembre de 2018, se cumplen 59 años de la firma del Tratado Antártico y es un momento propicio para celebrar la grandeza de quienes optaron por trabajar en conjunto antes que ir al enfrentamiento armado, que podría haber destruido una región prístina, que es como decía el Dr. Puceiro: 

otro mundo dentro del Mundo. Un lugar que nada tiene que ver con los otros lugares del Planeta, reflejo de un mundo del ayer y tal vez, de la Tierra del futuro.  Lugar de libre expresión de la Naturaleza donde el hombre se sirve de ella con solemnidad y respeto, con ese mismo pudor con que se puede entrar en un recinto venerado o en un templo sagrado. Tierra sin fronteras que dividan, donde el hombre busca integrarse y adquiere la noción de su pequeñez frente a la Naturaleza y su dimensión de titán cuando se une a otros. 
Por eso es necesario que nuestro país participe en forma definitiva y plena en la Antártida, como medio de comprometerse con otras naciones a salvaguardarla y protegerla, y en última instancia, protegerse a sí mismo y a la Humanidad toda. -Nada de lo que sucede en la Antártida es ni podrá ya sernos ajeno".

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Nuestro homenaje a quienes impulsan y defienden el espíritu de la letra del Tratado Antártico, que rumbo a cumplir los 60 años de su firma, mantiene viva la llama fraternal que se encendió en 1959.

Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

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Referencias:
  1. Puceiro Ripoll, Roberto. “La República Oriental del Uruguay en la Antártida, Continente del Futuro” publicado en: Revista Diplomática Nº 3 del Instituto Artigas del Servicio Exterior – 1985, páginas 6 a 11. 
  2. Secretaría del Tratado Antártico: ats.aq