sábado, 31 de marzo de 2018

Haciendo agua



La Antártida es la reserva de agua dulce del mundo… y si se derrite, se perdería, yéndose al mar, afectando el medio ambiente marino, contestó la foca.

-¿Y por qué las personas no beben agua salada? Hay tantos mares llenos de agua salada…

-No pueden –dijo Marosa– Los pingüinos y otros animales marinos sí, pero los seres humanos no pueden hacerlo.

Historias de Marosa la foca curiosa

Haciendo agua


Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 31 de marzo de 2018, que se trasmite por Radio Uruguay.

Marosa, la foca curiosa, iba subiendo por la colina que separa la base antártica Artigas del lago Uruguay cuando escuchó que un integrante de la dotación decía: -“Hoy vamos a hacer agua”

-¡Milagro! -pensó la foca- con la escasez de agua que hay en el mundo y ¡estos hombres saben cómo hacerla!

Justo pasaba por allí Pipín el Gaviotín y le pidió que le avisara a su amigo el Pingüino Borravino, así aprendían cuál era el secreto de “hacer agua”.


Uno de los hombres caminó hasta una caseta y cerró la puerta. Escucharon que hablaba por radio mientras otro le contestaba: -Estamos listos para recibir, manda agua.

-Allí adentro debe ser como un templo donde fabrican el agua, dijo Marosa. –Por eso se encierran allí para que nadie vea cómo la hacen…

El pingüino la miró y le dijo: -Pero si el agua ya está hecha. ¿No ves que hay un lago y simplemente la extraen de ahí?.

Marosa quedó desilusionada. –Entonces, ¿ellos tampoco saben cómo hacerla?

-No. La naturaleza la produce y la pone en lugares como este lago y si no la cuidamos, se ensucia y no sirve para beberla.

-¿Por qué dicen entonces, que van a “hacer agua”? preguntó Marosa.

-Es que no siempre es fácil obtenerla. Por ejemplo, acá en la Antártida, en invierno, todo se congela y para obtener agua líquida, como la beben las personas, tienen que hacer unas maniobras muy complicadas.

-Pero el agua, aunque esté congelada, sigue siendo agua. Dijo la foca.

-Claro, el agua puede estar líquida como ahora a fines del verano en este lago; sólida cuando se congela o en vapor como en esas nubes que vemos.

-¡Qué complicado!. Y cuando está hecha nubes, ¿cómo queda allá arriba y no se cae? Preguntó la foca curiosa, midiendo si Borravino sabía.

-El vapor es más liviano que el aire y por eso flota allí arriba en forma de nubes. Cuando se hace líquida cae en forma de gotas, como lluvia o sino en forma de nieve, rocío y otras maneras, que todas se llaman “precipitaciones”.

-¿Cómo sabes tanto?

-Es que estuve conversando con la meteoróloga que se fue en el último vuelo y me lo explicó.

-Mira que bien, -dijo la foca- Entonces seguramente también sabes cómo “hacen agua” en invierno, cuando todo se congela.

-Claro, en este lago, la sacan de abajo del hielo. Aunque se congele la parte de arriba, abajo queda el agua líquida.

-Así es –dijo la foca- aunque es muy difícil llevarla hasta las casas, porque si la temperatura es muy baja se congelan las cañerías y se obstruyen...

-Con razón le dan tanta importancia, dijo Borravino.

-¿Sabías que el 22 de marzo es el Día Mundial del Agua?

-No lo sabía, Cuéntame.

-En este día las personas tratan de recordar a los que se olvidaron, que el agua dulce que todos necesitamos para vivir, es escasa y deben cuidarla. Tratando de tomar conciencia que el agua recorre muchos lugares y no sabe de fronteras, así que la tienen que cuidar entre todos sin contaminarla ni ensuciarla.

-Acá en la Antártida el agua es muy limpia, dijo Borravino.

-La Antártida es la reserva de agua dulce del mundo… y si se derrite, se perdería, yéndose al mar, afectando el medio ambiente marino, contestó la foca.

-¿Y por qué las personas no beben agua salada? Hay tantos mares llenos de agua salada…

-No pueden –dijo Marosa– Los pingüinos y otros animales marinos sí, pero los seres humanos no pueden hacerlo.

-Son muy complicados estos seres humanos –dijo Borravino- ¿por qué no picotean el hielo como hacemos los pingüinos?

-Será porque no tienen pico…

-¡Tienen si! –dijo el pingüino- si ayer los oí decir que iban a partir hielo, con pala y pico … - Los animalitos se rieron. -Qué cosas dices Borravino, vamos a la playa a bañarnos, y dejemos que las personas sigan aprendiendo lo valiosa que es el agua.

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Para saber más

Si los humanos beben sólo agua del mar, se deshidratan, al igual que ocurre con otros animales terrestres; sin embargo, los delfines, ballenas, gaviotas, focas, pingüinos y otros seres marinos si pueden hacerlo.
Los peces marinos tienen unas células especializadas en eliminar el exceso de sales del agua, son las células de cloruro, mientras que aves y reptiles marinos para esta función tienen las glándulas de la sal. Estas estructuras les permiten beber agua salada y eliminar el exceso de cloro, sodio y potasio;
Las focas no beben agua salada. Cuando se alimentan bajo el agua, los músculos en su garganta impiden que entre el agua de mar. Las focas obtienen normalmente el agua que necesitan de la comida que atrapan. Cuando está disponible, beben agua fresca ocasionalmente y se ve con frecuencia que las crías “comen” nieve.

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Sobre el Día Mundial del Agua

El Día Mundial del Agua, se celebra el 22 de marzo de cada año y está coordinado por UN-Water, un mecanismo de colaboración de la ONU para temas relacionados con el agua potable en el que participan gobiernos y otras entidades.
http://www.un.org/es/events/waterday/

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Saludos de Marosa, la foca curiosa
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sábado, 24 de marzo de 2018

Sensaciones antárticas


El sabor diferente se logra con amor. Por eso los cocineros que no ponen entrega total en su trabajo, producen mal humor a un grupo entero de personas, haciendo que otras cosas luego salgan mal.  El cocinero debe ser un alquimista, que mezclando los cuatro elementos de la naturaleza, y agregando como quinto elemento al amor, haga que la comida obtenga ese gusto especial, dejando no solo los estómagos llenos, sino y sobre todo, el corazón contento.

Sensaciones antárticas

por Waldemar Fontes

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 24 de marzo de 2018, que se trasmite por Radio Uruguay.



En 2007 retorné a la Antártida luego de siete años de ausencia y una gran ilusión me embargaba: la del reencuentro con las sensaciones y los sentires que habían quedado detenidas en el tiempo, rondando en mi mente, creando imágenes idealizadas de lugares y momentos que tal vez no fueran reales o existieran solo en mi imaginación. 

Alguien me había sugerido que vivenciara esa experiencia de retorno, describiéndola a través de las sensaciones que percibiera y con esa idea llegué a la Antártida y cada día fui recogiendo pensamientos que me parecía, podrían ajustarse al espíritu de lo que quería describir. 

A medida que fueron pasando los días, dejé que mis pensamientos quedaran en reposo y fueran calentándose a fuego lento, disolviéndose y reapareciendo... una y otra vez, hasta que comprendí que la tarea sería compleja, porque el frío exterior dificultaba la expresión que aquello que se manifestaba fácilmente en la comodidad del caldero interior. 

Fue necesaria una gran dosis de autodisciplina, para exigir a mi mente a concentrarse en la percepción de las sensaciones y una gran fuerza de voluntad para centrarse en descubrir sus sentires. 

Para encaminar el trabajo busqué una definición de sensación y obtuve esta que dice: “Proceso por el cual los órganos de los sentidos convierten estímulos del mundo exterior en los datos elementales o materia prima de la experiencia”. 

Con esta definición me pareció que podía organizar mejor mis ideas y decidí analizar cómo, mis cinco sentidos habían captado cosas que produjeron estímulos para transformarse en materia prima de una obra. 

Como el orden proviene del caos, me pareció lógico que al llegar a la Antártida, un cúmulo de sensaciones me causara una emoción intensa. Pero al pasar los días, ese caos se fue organizando poco a poco, hasta que me fui haciendo uno, con el pequeño universo que me rodeaba. 

A medida que pasa el tiempo, las sensaciones que impactan y sirven de materia prima a una experiencia, se van haciendo rutina y ya no sirven para el fin propuesto. Por eso el momento de comenzar el trabajo era ese, antes que se perdiera la frescura del impacto sensorial de las emociones. 
… 

Cuando llegué, al bajar en tierra, me recibió como siempre el impacto del frío pero tuve una impresión particular que quedó me grabada: -una montaña con forma de volcán, que se ve al otro lado de la bahía, me pareció más grande de lo que la recordaba. 

A esa sensación, le debí sumar luego que cuando visité el comedor, que es la sala donde se comparten siempre las actividades más fraternales, me pareció más pequeña de lo que la recordaba. 

¿El tamaño de las cosas varía? O es que le asignamos tamaño según el momento en que las miramos. 

El sentido de la vista tiene mucho que ver en eso y la luz también, porque esa montaña que mencioné, cambia de aspecto y de color según la hora del día o la nubosidad que haya. 

Pero ¿qué pasa con el tamaño? ¿Por qué el comedor me pareció más pequeño? Y no solo a mí, sino a otros que también repetían la experiencia y en algún momento manifestaron lo mismo. La conclusión fue que el tamaño de las cosas, además de su volumen y forma, se mide en afecto. 

Cuando recordamos algo pasado que representa un recuerdo intenso, le damos mayor dimensión a las cosas y cuando las vemos de nuevo, las desmitificamos y vuelven a su tamaño real. Deberán “ganarse” su tamaño de nuevo en la circunstancia en que la estamos viviendo y percibiendo. 

Otra sensación de los primeros días fue comprobar que al usar guantes de manera permanente, uno pierde la noción del tacto y debe acostumbrar sus manos a tocar las cosas a través de ese material que aísla, que protege de la agresión del frío, pero que impide usar ese sentido que nos indica texturas, temperaturas y vibraciones. 

En estos lugares a pesar del frío, es costumbre quitarse el guante para dar la mano al saludar. Eso indica que el ser humano necesita palpar, tocar la piel del otro para conocerse realmente y para dar y recibir, aunque sea ese poco de calor que trasmite una mano que salió del guante, para exponiéndose al frío, brindarse generosa en una actitud fraternal. 

También el oído sufre el caos de los primeros días. Los ruidos de la ciudad no existen acá, pero otros los sustituyen. No hay bocinas pero se oyen motores de los generadores de electricidad funcionando, hay ráfagas de viento constante que hacen ulular los edificios y el silencio tan buscado, no se encuentra. 

Para hallarlo hay que alejarse de los asentamientos humanos. Allí, lejos de su influencia y sin los aparatos que mantienen la comodidad de la vida moderna, se deja de percibir el sonido de las máquinas y se comienzan a sentir otros sonidos, el viento suave sobre la piel, las pisadas sobre la nieve, el roce de la ropa al caminar… y si prestamos atención, capaz que logramos escuchar esa voz interior que todos tenemos, invitando a dialogar con nosotros mismos. 

El silencio absoluto no existe. Al menos no, en las condiciones ambientales que como seres humanos necesitamos para sobrevivir. 

Tampoco queremos un mundo en silencio total. La falta de sonidos sería terrible porque no podríamos escuchar la música de las esferas, el canto del viento, ni podríamos comunicarnos de esa forma tan particular que es la conversación hablada. 

El uso de diferentes idiomas, también afecta al recién llegado. Por más que se entienda bien el inglés u otras lenguas, cuesta amoldar el oído a las variadas formas de pronunciación o a los modismos particulares que emplea la pequeña comunidad local, modificando los lenguajes, para lograr comunicación. 

Al paso del tiempo, el oído también se pone al orden y se captan los mensajes, llegando a asociar los sonidos de una voz recibida por radio con la cara de quien la emite, logrando el milagro de tener un medio de comunicación oral, con visor, aunque la tecnología disponible, no lo permita. 

El gusto y el olfato son dos sentidos que van asociados y generalmente los vinculamos a la comida de donde surgen interesantes sensaciones. 

El gusto se ve afectado por la humedad del aire. Allí el ambiente es muy seco y los primeros días cuesta adaptarse al entorno. La boca y la nariz se secan. Los alimentos que quedan expuestos al aire se resecan y cambia su sabor. 

La repetición de sabores, debido a las pocas posibilidades de variarlos, causa mal humor a los comensales y eso obliga al cocinero a ser muy imaginativo. 

El sabor diferente se logra con amor. Por eso los cocineros que no ponen entrega total en su trabajo, producen mal humor a un grupo entero de personas, haciendo que otras cosas luego salgan mal. 

El cocinero debe ser un alquimista, que mezclando los cuatro elementos de la naturaleza, y agregando como quinto elemento al amor, haga que la comida obtenga ese gusto especial, dejando no solo los estómagos llenos, sino y sobre todo, el corazón contento. 

El vino es otro elemento que influye en el gusto. El vino regando las comidas ayuda a producir esa alegría al corazón que mencionábamos, adquiriendo al compartirlo con el pan, el simbolismo de comunión, porque es el líquido que se usa para los brindis, homenajeando al que se va o recibiendo al que llega. 

El vino es también un elixir que permite desinhibir timideces y hacer más amenas las reuniones, haciendo que las personas adquieran el “don de lenguas”, logrando formas de comunicación entre los seres humanos de distintas culturas, que de otra forma jamás se lograría. 

Con respecto al olfato, los aromas de la comida de nuestro país son algo que nos permiten sentirnos más cerca de casa. El olor del asado, o del mate, nos llevan inmediatamente a los afectos que dejamos atrás y mientras estamos tomando mate de mañana, con esa yerba humeante, decimos “…acá en Uruguay”, aunque estemos a miles de kilómetros de distancia. 

El olfato disminuye distancias. Así como la vista modifica el tamaño, el olfato acerca o aleja. 

Por el olfato percibimos el aroma de las comidas de otros pueblos, que a veces pueden resultarnos agradables o extraños y también el olor de las personas. 

En estas latitudes el agua es de difícil obtención y muchas veces las personas deben pasar varios días sin bañarse, emitiendo alguno de esos aromas particulares que pueden provocar que se frunza la nariz. 

También se percibe el aroma del cuerpo o de la ropa nueva, cuando un sábado la gente se reúne a compartir un momento de camaradería y se acicalan, se perfuman y se ponen ropas limpias, afectando al olfato que perdió la costumbre de percibir el olor de los perfumes artificiales. 

Los aromas de las habitaciones y recintos también se perciben y permiten distinguir cada lugar por su olor particular. El hecho de que todas las casas están siempre cerradas por el frío incrementa esos olores. 

Cada casa tiene su propio olor y eso se transforma también en costumbre. Quien lleva tiempo viviendo en ese lugar deja de percibir ese olor y cuando alguien llega de afuera a veces lo menciona, ¿qué es ese olor? O ¿cómo puedes vivir con ese olor? Siendo que para nosotros, ese aroma es parte de nuestra vida diaria. 
… 

A través de los sentidos captamos estímulos y los transformamos en vivencias. Esas vivencias adquieren valor simbólico, asociando una experiencia agradable, a un perfume sugestivo. El color de un objeto con la luminosidad que lo provocó, o el tamaño de las cosas con la distancia y el tiempo que llevan guardadas en nuestro recuerdo. 

Las sensaciones, producen esos estímulos externos que sirven de materia prima a un trabajo interior, que se traducen en la representación visible de una idea, que solo es interpretada por quienes están dispuestos a ver más allá de lo aparente…, algo que solo se puede lograr, cuando estamos dispuestos a abrir nuestros sentidos, y sentir la Antártida. 

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sobre el autor:


Waldemar Fontes, fue jefe de la Base Científica Antártica Artigas, en las campañas Antarkos 23 (1999-2000), Antarkos 23 (2006-2007) y Antarkos 25 (2008-2009). Posteriormente fue integrante del Consejo Directivo del Instituto Antártico Uruguayo (IAU), entre 2010 y 2014. 
Actualmente es el Director del Centro de Capacitación Antártico (CECAN), dependiente del IAU y es colaborador del Programa radial Uruguay Proa al Mar, donde participa con su columna semanal "Crónicas Antárticas". 






sábado, 17 de marzo de 2018

Volando en la Antártida


Uruguay en la Antártida: el empleo del avión como medio de transporte

por Waldemar Fontes

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 17 de marzo de 2018, que se trasmite por Radio Uruguay. 


C130 de la FAU, aterrizando en la Antártida

En 1928, llegaba a nuestras costas la expedición liderada por el australiano Sir Hubert Wilkins, con el objetivo de instalar una base logística para acondicionar aquí, los primeros aeroplanos que volarían en la Antártida.  Una vez hechas las comprobaciones, embarcaron en Montevideo, rumbo a la isla Decepción, donde se realizaron los primeros vuelos antárticos.

Al año siguiente, en 1929, el americano Richard Byrd, sobrevoló por primera vez el polo sur. 


En 1934, Montevideo recibió a la Expedición Lincoln-Ellsworth que recaló en el puerto con el buque Wyatt Earp que traía a bordo el avión “Polar Star”, que fue trasladado a un campo de aviación que era administrado por la empresa Air France, cerca de Pando, donde hoy funciona la Escuela Militar de Aeronáutica. Luego de pasar el invierno en Montevideo, se embarcaron rumbo al Continente Blanco, logrando volar sobre la Península Antártica, hasta el Mar de Ross.
En 1947, los Estados Unidos de América, llevaron a cabo unas gigantescas operaciones, llamadas “HighJump” y “WindMill”, la primera basada en aviones y la segunda en helicópteros, bajo el Comando del Almirante Richard Byrd, movilizando más de 4000 efectivos.
Como reacción, Argentina envió su primera misión aérea a la Antártida, en diciembre de 1947, sobrevolando el círculo polar al mando del Contraalmirante Gregorio Portillo.
En 1956, un avión C47 de la Fuerza Aérea de los EE.UU. aterrizó por primera vez en el Polo Sur, comenzándose entonces la construcción de la base americana Amundsen-Scott.
En 1964, un joven piloto de la Fuerza Aérea Uruguaya, el entonces Tte. 2do. Roque Aíta, presentó un proyecto para organizar un vuelo uruguayo al Polo Sur, el cual fue considerado para su estudio, pero que nunca pudo llevarse a cabo.
Luego del ingreso de Uruguay al Tratado Antártico, se había comenzado a enviar científicos a las bases de países amigos, pero se hacía necesario concretar una forma de poder llegar a la Antártida por medios propios y así fue que desde la Fuerza Aérea Uruguaya se comenzó a implementar el proyecto de acondicionar un avión Fairchild FH 227, con tanques suplementarios para darle mayor autonomía de vuelo, concretando el proyecto el 28 de enero de 1984, cuando aterrizó por primera vez un avión de bandera uruguaya en la Antártida.
Esta operación, denominada “Primera misión antártica uruguaya”, transportó una delegación del Instituto Antártico Uruguayo, quienes con el apoyo de los chilenos, establecidos en la Base Tte. Marsh, eligieron el lugar del futuro asentamiento de la Base Artigas y estudiaron las formas de abastecerla en el futuro.
En diciembre de 1984, se concretó un segundo vuelo, el que transportó al personal que comenzaría con la construcción de los primeros edificios de la Base Artigas, realizándose varios vuelos más en la campaña de verano 1984-1985 en la que se completó la base y se comenzaron con los primeros trabajos científicos, operando con aviones Fokker F27, incorporándose luego los aviones Aviocar Casa C212.



Hasta 1991 se continuó operando con los aviones Fairchild y los Aviocar, los que en 1992 fueron reemplazados por dos Hércules C130B, con los que comenzó una etapa de crecimiento de la actividad antártica uruguaya.


En 1991, la aviación naval contribuyó con un avión Beechcraft B200T que realizó el primer reconocimiento a la Caleta del Vanguardia en la costa occidental de la Península Antártica.
En ese mismo año, la FAU incursionó en la exploración espacial, a través de la instalación de una estación que medía la absorción ionosférica del ruido cósmico en la latitud antártica, con la finalidad de estudiar cómo se podrían mejorar los enlaces radioeléctricos a larga distancia. Esa estación funcionó hasta los años 2001-2002.


En 1992, se comenzó a operar con un helicóptero Bell 212, estacionado en la base Artigas, lo que permitió que se hicieran algunas descargas y movimiento de materiales pesados y el traslado de científicos a lugares distantes, con un amplio radio de cobertura.
En 1994, atendiendo a una invitación de la Empresa Adventure Network International (ANI) fueron enviados en una misión de familiarización un piloto y un meteorólogo al campamento de esa empresa en la zona denominada "Patriot Hills". El Capitán Meteorólogo Anthony Machado, permaneció 20 días en el área, tomando contacto con las diferentes actividades aéreas que allí se hacían, lo que permitió que en la campaña de verano 1995-1996, se instalara una estación receptora de satélites meteorológicos, brindado un valioso apoyo a la empresa y al conocimiento de la operativa aérea en regiones polares.
El 31 de enero de 1996, después de varias pruebas de vuelo, el helicóptero FAU 031, realizó el primer vuelo desde la Isla Rey Jorge, hasta la Península Antártica, posándose sobre un glaciar continental y regresando a base en el mismo día.
Esa prueba fue el antecedente de los vuelos que se comenzaron a efectuar a partir de 1998-1999, cuando se abrió la Estación Científica Ruperto Elichiribehety en el Continente Antártico y se contó con ese apoyo hasta 2002, cuando la crisis económica que afecto al país, obligó de redistribuir los medios, dejando de contarse con esa aeronave en la Base Artigas.

Los aviones Hércules C130 han sido reponteciados y continúan prestando servicios, no solo para contribuir a las actividades propias del Uruguay sino también en apoyo a otros operadores antárticos, habiendo volado desde Punta Arenas, Ushuaia, Río Gallegos, Malvinas y aterrizando en la Base Frei de Chile, en la isla Rey Jorge y en la Base Marambio, de Argentina. 
También se ha contado con el apoyo de helicópteros embarcados en el buque ROU 04 Artigas, en las campañas de 2006-2007 hasta 2010, lo cual fue una valiosa contribución que debería continuarse, para mejorar las actividades logísticas de apoyo a las bases y las tareas de investigación para los científicos que deban desplazarse a zonas de muestreo de difícil acceso.
El 17 de marzo, se celebra el aniversario de la Fuerza Aérea Uruguaya, pionera de nuestra actividad antártica, y el avión Fairchild FH227 matrícula FAU 572, que hiciera aquel primer vuelo histórico en 1984, hoy descansa como monumento en la Base Aérea Nº 1 en Carrasco.



El 17 de marzo de 2003, el Grupo Simbólico de Transporte Aéreo Nº 346 descubrió una estela, en un monolito junto al avión, que dice: "En reconocimiento a las aeronaves, tripulaciones y personal técnico de la Fuerza Aérea, que han hecho posible la presencia de Uruguay en la Antártida".
Vaya pues nuestro homenaje.

Referencias
1.     La Primera Misión Antártica Uruguaya, por Waldemar Fontes
http://uruguay_antartico.blogspot.com.uy/2014/01/30-anos-de-la-primera-mision-antartica.html

jueves, 8 de marzo de 2018

Mujeres antarticas


Mujeres pioneras del Uruguay en la Antártida

por Waldemar Fontes

Esta crónica fue preparada para el segmento “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 10 de marzo de 2018, que se trasmite por Radio Uruguay. -

Nubia Rodríguez en la Antártida 1990


En marzo de 2018, una mujer cumplió la función de Jefa de la Misión a la Base Artigas. La Psicóloga Angela Quartarolo, Directora de Recursos Humanos del Instituto Antártico Uruguayo, ha desempeñado ese rol, convirtiéndose así en la primera mujer que ocupa ese cargo en una expedición de la Campaña Antártica de Verano.

Angela Quartarolo, Jefa de Misión a la BCAA en marzo 2018
acompañada de otras mujeres que cumplen funciones alli

La presencia de la mujer en la Antártida, es hoy algo normal, pero hace unos años, solo unas pocas pioneras habían tenido la oportunidad de conocer el Continente Blanco.

Las leyendas mencionan a algunas mujeres que habrían viajado a bordo de los buques en las primeras exploraciones antárticas. Pero nos quedamos con un testimonio fehaciente que fue el del explorador Charcot, quien visitó la isla Decepción y describió la gentileza y amabilidad de la Señora Maria Betsie Rasmusen, esposa del empresario ballenero Andresen, fundador de la Sociedad Ballenera de Magallanes, establecida en la ciudad de Punta Arenas en Chile. Andresen y su esposa vivieron largos períodos de tiempo en el poblado que establecieron en la Isla Decepción en 1907. 

Desde mediados del siglo XVIII, el puerto de Montevideo era la escala natural de todas las navegaciones al sur y varias mujeres de Montevideo se aventuraron hacia el Cabo de Hornos y Malvinas. 

Entre ellas debemos destacar a María Sáez Pérez, esposa de Luis Vernet, que fuera nombrado Comandante Político Militar en Puerto Soledad, en Malvinas en 1829. María Sáez, se trasladó a vivir allí con su esposo y escribió un diario de sus vivencias. El 5 de febrero de 1830 nació su hija Matilde, la primera persona registrada como nacida en las Islas Malvinas, la que podríamos afirmar que era uruguaya, por herencia materna.

Al respecto, María Sáez Pérez de Vernet escribió en su diario: “¡Mi mujercita malvinense! La tengo en mis brazos. Su boquita ávida como un botón de rosa ya quiere succionar. Me embarga de dulzura. Es un milagro. Beso sus deditos. Perfecta. Mi mujercita isleña. Mi niña valiente que ha nacido en una isla, ahora más que nunca, como si hubiéramos enarbolado entre las dos una bandera...” 

También hubo varias mujeres orientales que contribuyeron al crecimiento de la ciudad de Punta Arenas, destacándose María Behety, nacida en Montevideo, quien en 1873 se casó con José Menéndez, un poderoso empresario que fundó un imperio, cuyo legado aún se puede apreciar en la región de Magallanes. 

Ya en el Siglo XX, Caroline Mikkelsen, esposa del capitán noruego Klarius Mikkelsen, participó de la expedición financiada por Lars Christensen, cuya primera etapa había recalado en Montevideo el año anterior y el 20 de febrero de 1935, desembarcó en la zona donde hoy se ubica la base australiana Davis, siendo la primera mujer en pisar el Continente Antártico en esa latitud. 

La primera mujer uruguaya en la Antártida, habría sido la Dra. Adela Reta, quien como turista, participó de un crucero a la Antártida, posiblemente en los organizados por la empresa naviera de Juan Carrau, en la década de 1970. 

En abril de 1970, durante la Primera Convención Nacional Antártica, la astrónoma Prof. Gladys Vergara, fue elegida como Secretaria del Consejo Directivo del Instituto Antártico Uruguayo, desempeñando ese cargo hasta 1975, presidiendo en ese período el grupo de trabajo científico sobre Astronomía Polar. 

En 1986, la entonces Licenciada Cristina Aycaguer de la Facultad de Veterinaria de la UdelaR, participó embarcada en la campaña antártica del invierno, a bordo del Buque alemán, POLARSTERN, siendo la primera científica uruguaya en la Antártida. 

En la campaña antártica de 1989-1990, la Sargento Nubia Rodríguez, quien se desempeñaba como funcionaria del IAU desde su oficialización en 1975, se convirtió en la primera mujer uruguaya en participar de las actividades de la Base Artigas.


En la campaña de 1991-1992, participaron como científicas, la Dra. Rosana Cammarota, acompañada por las estudiantes Virginia Costa y Aída Perla, quienes formaron parte del proyecto “Radio contaminación ambiental antártica en las Islas Shetland del Sur”, llevado a cabo por la Dirección Nacional de Tecnología Nuclear y el Instituto Antártico Uruguayo.

Entre febrero y abril de 1994, María del Carmen Ribeiro y María González fueron las primeras mujeres a cargo de la Estación Meteorológica DINAMET 89054 de la Base Artigas. 

María del Carmen Ribeiro y María González en la BCAA

En 1996, arribó a la Base Artigas la Dra. Marta Denis, quien como integrante del personal de la base, prestó servicios en la Dotación Antarkos 12, entre marzo y julio de ese año. La Dra. Denis era la única cirujana en la isla Rey Jorge cuando un funcionario de la base rusa Bellingshausen, sufrió un ataque de apendicitis, salvando su vida gracias a la oportuna intervención de nuestra médica, lo que fue luego reconocido por las autoridades rusas.

En 1998, ante una invitación del Ministro de Defensa, un grupo de mujeres, tuvo la oportunidad de visitar la Base Artigas y a su regreso, fundaron la Asociación Civil “Antarkos, Apoyamos a Uruguay en la Antártida”, siendo su primera Presidente, la Sra. Silvia Villar de Gadea.

grupo de mujeres fundadoras de la Asociación Antarkos
Entre ese grupo, se hallaba la Lic. Ana María De Salvo, quien visitó la Antártida en más de una ocasión y publicó luego el libro “Paralelo 62º” el que por varios años sirvió como fuente de consulta para cualquiera que quisiera saber sobre la actividad nacional en el Continente Helado.

En el año 2002, por primera vez una mujer integraba la dotación anual de la Base Artigas: La Soldado Lilián Silveira, del Ejército Nacional, fue la primera mujer uruguaya que invernó en la Antártida, cumpliendo un año completo de servicio como integrante de la Dotación Antarkos 19 (2002-2003).


Conocida por todos como “Lilí”, es recordada por su simpatía y por sus cualidades como cocinera. Pero Lilián no se conformó solo con este logro, sino que fue también la primera mujer uruguaya en completar dos invernadas, regresando a la Antártida para cumplir servicios como integrante de la dotación Antarkos 23 en la campaña 2006-2007. 

En octubre de 2015, Delia María Musso Rinaldi, fue la primera mujer uruguaya en ser distinguida con la Medalla a la Trayectoria Antártica, que otorga la Asociación Civil Antarkos, por su aporte a lo largo del tiempo, rescatando el legado de su padre, el Prof. Julio C. Musso, quien fundara el Instituto Antártico Uruguayo en 1968 y por su investigación histórica, realizada entre 1992 y 1994. El 7 de octubre de 1994, Delia Musso recibió de manos del entonces Presidente de la República, Dr. Luis Alberto Lacalle, un diploma y distintivo antártico, como homenaje a la labor pionera de su padre y en reconocimiento a su interés personal en el tema. En abril de 1995, fue invitada por el IAU a visitar la Base Artigas, a la que concurrió participando de las actividades de la misma. Ese viaje le sirvió de inspiración para una serie de poemas que fueron publicados por el IAU en 2010, en el libro “Versos Antárticos” y para su más reciente obra, aun inédita, “Estructura antártica”. 

La visión femenina de la investigación antártica, permite completar las percepciones, que al principio, solo masculinas, crearon un imaginario parcial, que hoy de a poco se va desvelando, para mostrarnos donde se hallan las puertas al conocimiento de las profundidades australes. 

La Licenciada en Letras Marilde Goliardi, trabajó en el Instituto Antártico y tuvo oportunidad de visitar la Antártida en 2011, trayendo de allí sus propias percepciones que luego plasmó en textos y en pinturas al óleo, por ejemplo para ilustrar alguno de los cuentos de Marosa la foca curiosa

Marilde Goliardi escribió: “Hablando con quienes han viajado a la Antártida, todos me han referido lo sublime del silencio. Un silencio absoluto. En sus miradas se percibe, al verter en palabras ese pensamiento, un instante de introspección completa, una solemnidad recobrada. 

Es un momento hierático, intenso pero fugacísimo. Los ojos quedan inmovilizados como ante una Revelación. Esto ocurre incluso en personas que usualmente no son propensas a manifestar interés en lo sagrado o a abandonarse en una simple meditación poética. 

El común de los hombres, lejano a esta realidad, pareciera no estar preparado para el lenguaje pleno de la Antártida. Asombra y asusta este despliegue que es recuerdo de la Inmensidad. Porque sus imágenes son la poesía y la misma vida”. 


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Hemos recordado aquí, solo algunas pioneras antárticas, pero muchas mujeres más han dejado su huella en la actividad antártica uruguaya. Vaya para todas ellas, nuestro homenaje. 

Referencias:

1. The Winter-Expedition of RV "Polarstern" to the Antarctic (ANT V11 -3) - Herausgegeben von Sigrid Schnack-Schiel mit Beitragen der Fahrtteilnehmer - Ber. Polarforsch. 39 (1 987) - ISSN 01 76-5027 pág 29: Cristina Aycaguer

2. Copos de Nieve Nº 6, del 8 de marzo de 2009

3. Copos de Nieve Nº 47, de diciembre 2015.

4. Marilde Goliardi (Licenciada en Letras), “Sobre el Poemario Versos Antárticos de Delia Musso”, publicado por el IAU en 2010.




viernes, 2 de marzo de 2018

Gladys Vergara




Gladys Vergara: pionera de la ciencia antártica uruguaya


por Waldemar Fontes

Esta crónica fue preparada para el segmento “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 3 de marzo de 2018, trasmitido por Radio Uruguay. - 




En noviembre de 2011, recibí la invitación para participar de un homenaje que el Instituto de Agrimensura de la Facultad de Ingeniería de la UdelaR, realizaría a la profesora Gladys Vergara.
Allí tuve la oportunidad de conocer a una elegante mujer de 83 años, que con naturalidad subió al escenario donde la homenajeaban. 
Vestía un trajecito negro, con camisa blanca de cuello escotado y lucía una boina negra que le caía sobre el lado derecho. Esa boina era como un distintivo que la hizo reconocible desde muy joven y era parte de su imagen.
Gladys Vergara hablando en el homenaje que le hicieran
en el Instituto de Agrimensura, en noviembre 2011

Con soltura, fue recordando momentos de su carrera como docente del Instituto de Agrimensura y recibió cálidas muestras de cariño de sus estudiantes que la despedían de las aulas.
Dueña de una salud y una lucidez envidiables, contó que debía eso a su autodisciplina y que se levantaba muy temprano, tomando un baño de mar ya fuera en verano o en invierno, alimentándose de manera saludable, con jugos de frutas y vegetales… 
Ya antes, había hablado por teléfono con ella, en 2008, cuando había comenzado la recolección de información sobre los primeros tiempos del Instituto Antártico Uruguayo, como integrante del Consejo Directivo del mismo, aunque desgraciadamente nunca pudimos concretar una entrevista más profunda.
En la tarde del 5 de Julio de 2016, su hija Jacqueline, nos informaba del fallecimiento de Gladys Vergara. 


Video en homenaje a la Profesora Gladys Vergara, noviembre 2011

¿Quién fue Gladys Vergara?

La astrónoma, Profesora Gladys Elena Vergara Gavagnin (conocida como Tití), había nacido el 31 de enero de 1928 y desempeñó una larga carrera como astrónoma y como docente, sin descuidar su vida bohemia, por la que era conocida como habitué del café Sorocabana, habiendo recorrido el mundo, no solo como científica sino también como defensora de la igualdad de género y de los derechos humanos.
En la década de 1940, comenzó a estudiar Ciencias Físicas y Astronomía, en tiempos en que la Ciencia era un ámbito poco abierto a las mujeres, comenzando a formarse allí para la docencia, antes de que se creara el Instituto de Profesores, siendo parte de la primera generación de estudiantes del Departamento de Astronomía fundado por el Dr. Félix Cernuschi en la Facultad de Humanidades y Ciencias ubicada entonces en el viejo edificio del Hotel Nacional, junto al puerto de Montevideo.
En 1949 se creó el Instituto de Formación de Profesores para la Enseñanza Secundaria, el que en 1950, al cumplirse los 100 años del fallecimiento del Gral. José Gervasio Artigas, pasó a llamarse: Instituto de Profesores “Artigas” (IPA), en honor al prócer.  Entre los profesores fundadores estaban el Dr. Grompone y el Dr. Félix Cernuschi  y entre los primeros aspirantes anotados a ingresar como estudiantes, estuvo Gladys Vergara.


En 1952, fue una de las fundadoras de la Asociación de Aficionados a la Astronomía y luego, también fundadora del Comité Nacional de Astronomía del Uruguay participando de las gestiones para el ingreso de Uruguay a la Unión Astronómica Internacional.
En 1970, fue invitada a participar de la organización de la Primera Convención Nacional Antártica, que se llevó a cabo entre el 24 y el 27 de abril de ese año, en la Biblioteca Nacional, en Montevideo, integrando la Mesa Convencional, junto al Prof. Julio C. Musso, el Cnel. Hebert Pampillon, el Prof. Jorge Chebataroff y el Capitán de Fragata Rubén Varela.
Gladys Vergara en la Convención Nacional Antártica, en 1970
a su izquierda el Prof. J. Musso y a la derecha el Prof, L. Crawford
Durante ese evento, se lograron importantes acuerdos para establecer un plan estratégico, creándose varias comisiones: una científica, otra de navegación, una jurídica, una de medios y arbitrios y otra de servicios. 
Allí se decidió, entre otras cosas, aprobar el inicio de las gestiones para el ingreso de Uruguay al Tratado Antártico, la oficialización del Instituto Antártico Uruguayo y se designó al Consejo Directivo que se encargaría de llevar adelante lo resuelto. Dicho Consejo estuvo integrado por el Prof. Julio C. Musso como Presidente, el Cnel. Hebert Pampillon como Vice-Presidente y la Profesora Gladys Vergara, como Secretaria.
En ese período, ella presidió el grupo de trabajo científico sobre Astronomía Polar, dejando un documento sobre sus estudios, titulado “Movimiento Polar a partir del rastreo de Satélites Artificiales a la Tierra”, en la Publicación del Instituto Antártico Uruguayo Nº 16, del año 1973.
La profesora Vergara fue docente de Astronomía esférica, Geodesia y Mecánica Celeste y era célebre por sus cálculos sobre eclipses, cuando no se disponía de las computadoras como hoy. Varios documentos con proyecciones de eclipses sobre el Continente Antártico, quedaron como testimonio de sus trabajos.

En enero del año 1976 se inauguró el Observatorio del entonces Instituto Femenino de Enseñanza Media, luego llamado Instituto Batlle y Ordoñez (IBO), instalándose allí un telescopio, que había sido comprado diez años atrás, con dinero de las propias alumnas, motivadas por la profesora Gladys Vergara.
Entre 1973 y 1985, la Facultad de Humanidades y Ciencias estuvo intervenida y Gladys Vergara, fue separada de su cargo por razones políticas, obteniendo, al retorno de la democracia, el primer lugar, en el concurso para el ejercicio efectivo de la Inspección de Astronomía de Secundaria.
Vergara estudió en La Soborna de París, en el IPA y en la Facultad de Humanidades y Ciencias. Trabajó en el Observatorio de París y realizó trabajos para la NASA. Fue ganadora de numerosos concursos y becas, habiendo viajado por Italia, India, Polonia, Inglaterra, México, Brasil, Argentina, entre otros.
Fue Directora del Observatorio Astronómico de Montevideo, profesora del Instituto de Agrimensura de Facultad de Ingeniería y profesora del Instituto Batlle y Ordóñez cuando era el Instituto Femenino.
El 18 de julio de 1968, los astrónomos chilenos Carlos Torres y S. Cofré, descubrieron, en la Estación Astronómica de Cerro El Roble, en Chile, un nuevo asteroide del cinturón principal, que fue denominado provisionalmente como 1968 OA1. Luego del fallecimiento de la Profesora Vergara, la Unión Astronómica Internacional (UAI) nombró a dicho asteroide como “5659 Vergara”.
En 2016, dijo el Ing. Agrm. Ricardo Martinez Morales, en una nota de homenaje ante la desaparición física de Gladys Vergara: “Seguramente quienes tuvimos el privilegio de conocerla, coincidirán conmigo en que cuando la recordamos, de inmediato nos agolpan en la mente las imágenes de sus clases magistrales donde, envuelta en una nebulosa de polvo de tiza y de humo de cigarrillo, su delgada figura toda vestida de negro y coronada por una afrancesada boina negra, nos fascinaba decodificando para nosotros con absoluta claridad los misterios del Universo traducidos en complejos e interminables grafos.
Seguramente también coincidiremos en que la imagen de la profesora, rápidamente es desplazada en nuestra evocación por la del ser humano entrañable. Una mujer transgresora, provocadora, pero a su vez ingenua y tierna. Con una vida jalonada por infinidad de anécdotas cómicas y tragicómicas repartidas por el mundo entero, desde Canadá a la India, desde Piriápolis a Cracovia. Querida Titi, ahora eres parte de todos nosotros. Hasta siempre”.
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Referencias
1.    Nota de homenaje del Ingeniero Agrimensor Ricardo Martinez Morales, publicada en el grupo: Foro Nacional de Agrimensura J Maria Reyes, el 06jul2016 - 10:08
2.    EL SOROCABANA ENTRE LOS 60 Y LOS PRIMEROS 70 (10/7/2016), por Alejandro Michelena. Fragmentos del libro Gran café del centro, crónica del Sorocabana (Ed. Cal y canto, Montevideo, 2003). https://www.facebook.com/notes/alejandro-daniel-michelena/el-sorocabana-entre-los-60-y-los-primeros-70/10154265681720153/
3.    PRIMERA CONVENCIÓN NACIONAL ANTARTICA 24 al 27 abril 1970 - Montevideo - Biblioteca Nacional. RESOLUCIONES DEL PLENARIO DE LA CONVENCIÓN, TOMADAS EL DÍA 27 ABRIL 1970 HORA 23.00 BIBLIOTECA NACIONAL. Ver: http://uruguay_antartico.blogspot.com.uy/2010/04/40-anos-de-la-primera-convencion.html
4.     Nota de Homenaje a Gladys Vergara, publicada por INSPECCIÓN DE ASTRONOMÍA­ del CES
5.     LA ENSEÑANZA DE LA ASTRONOMÍA EN URUGUAY, por Reina Pintos Ganón y Julio Angel Fernández
6.     In Memóriam: Astrónoma Prof. Gladys Elena Vergara Gavagnin (Tití), publicado por su hija Jacqueline Valois