martes, 11 de diciembre de 2018

Antártida en el nomenclator montevideano


Buscando en los nombres de calles y plazas de Montevideo, encontramos algunas referencias a la Antártida y las actividades del Uruguay en el Continente Blanco. Veamos un raconto de algunos homenajes antárticos en el nomenclátor montevideano.

Monolito en la Plazoleta Pioneros Antárticos - Google Maps

Homenajes a la Antártida en el nomenclátor de Montevideo

Por Waldemar Fontes 


La vinculación del Uruguay con la Antártida es algo que se puede sentir en la piel, sobre todo en las regiones costeras cuando el viento del sur, trae recuerdos del frío… Sin embargo, a pesar de esa presencia tangible, los uruguayos sabemos poco de la Antártida. 

Busquemos en los nombres de las calles de la ciudad de Montevideo y veremos que hasta hace muy poco, no había ninguna referencia que ligara la ciudad al Continente Blanco. 

Tal vez la primera mención en el nomenclátor montevideano, haya sido la designación de “Mar Antártico” a la calle que corre desde Coimbra, por el lado Este de la elevación donde se ubica la Plaza Virgilio, la Plaza de la Armada Nacional, hasta juntarse con su opuesta, la calle “Mar Ártico”. 

Según explican Castellanos y Segarra en su libro sobre la nomenclatura de las calles de Montevideo, el nombre de “Mar Antártico” surge de la “denominación dada a la extremidad austral de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, que bañan el vasto territorio de la Antártida, masa continental, descubierta a fines del siglo XIX, que ocupa la región polar antártica de la tierra”. 

Es un justo homenaje a esa región marítima, pero nos parece muy genérica la descripción, como si nos estuviéramos refiriendo a un mar totalmente ajeno a nosotros. Acaso ¿no sería mejor decir que de ese mar vienen las corrientes marinas que influyen sobre nuestras costas, o los fríos vientos que afectan nuestra meteorología, por mencionar solo algunas de las cosas que nos vinculan con lo antártico?. 

A partir de 1987, luego que Uruguay hubiera ingresado como miembro pleno del Tratado Antártico, se realizaron varias acciones con la intención de homenajear y resaltar el vínculo nacional con la Antártida. 

De ese tiempo se destaca la designación del Camino “Antártida Uruguaya, un camino rural del Oeste de Montevideo, que se ubica en la continuación del camino Tomkinson, que va desde Punta Yeguas hasta el camino San Fuentes. 

Según la descripción que hace Antonio Mena Segarra en la actualización 1991-1996 del nomenclátor de Montevideo, el nombre surge como representación de la “Zona de la Antártida donde el Uruguay ejerce soberanía en su calidad de miembro consultivo, dentro del régimen de cooperación internacional” 

Con respecto a este camino, en la aplicación web de la Intendencia de Montevideo, se expresa: “Territorio uruguayo" según la ley 15.918, que habla del 7 de octubre de cada año, como Día de la Antártida), y hace mención al Tratado de Washington, continuando con la siguiente descripción: 

Parte del continente que ocupa la mayor parte del casquete comprendido en el círculo polar Antártico. -En la isla Rey Jorge, nuestro país ha instalado la Base Científica Antártica Artigas, donde un grupo de científicos uruguayos y militares realizan proyectos para efectuar aportes científicos”. 

Podríamos expresar que puede haber imprecisiones en cuanto al concepto de territorio uruguayo y el ejercicio de soberanía, pero la designación resulta un homenaje muy importante a la actividad nacional en la Antártida, que surge de lo mandatado en la Ley 15.918 del 10 de diciembre de 1987, que expresaba: 

Artículo 2: El Poder Ejecutivo adoptará las medidas necesarias para la regular celebración de la fecha mencionada. En tal oportunidad serán especialmente difundidos los fundamentos de la vocación antártica de la República y de sus derechos e intereses respecto de la región. 

Artículo 3: Las autoridades de las diversas ramas de la Enseñanza dispondrán, con el mismo objeto, similares medidas en la órbita de sus competencias. 

Basándose en ese marco legal, en la misma época se designó un espacio libre entre las calles Lieja, Teniente de Navío Mario Botto y Dr. Alfonso Espínola, en la zona de Carrasco, con el nombre de “Pioneros Antárticos Uruguayos”, expresándose en el libro Nomenclatura de Montevideo de Alfredo C. Castellanos (páginas 1045 y 1046) lo siguiente: 

El origen de la vinculación de nuestro país a la Antártida se remonta a fines del siglo XVIII, cuando la Corona Española señaló al puerto de Maldonado como apostadero de la Real Compañía Marítima, dedicada a la caza de ballenas en dicha región.  En 1961 se creó el Instituto Antártico Uruguayo por iniciativa privada, constituyéndose como institución oficial en 1975.  En 1979 el Uruguay se integró al Tratado de Washington de 1959 como miembro adherente, del Órgano Consultivo. En enero de 1984 un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya realizó el primer vuelo a la isla Rey Jorge del archipiélago de las Shetland del Sur, donde luego fue instalada la Base Científica Antártica Artigas (BCAA).  En mérito a los valiosos trabajos científicos realizados por pioneros antárticos uruguayos, nuestro país se integró al grupo de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico, celebrada en Bruselas en 1985”. 

-Lamentablemente, este honroso homenaje a los Pioneros Antárticos Uruguayos, se perdió, pues según el Decreto 23.327 de la Junta Departamental de Montevideo del 14 de noviembre de 1991, se derogó la Resolución que daba nombre a ese espacio libre, creándose otro, que denominaba sencillamente “Pioneros Antárticos”, a la Plazoleta central de la Avda. Dr. Luis A. de Herrera entre la Rambla Naciones Unidas y la Costanera que va desde la Playa Pocitos hasta el Puerto de Buceo, junto a la sede del Museo Naval. 

En 2006, en esa plazoleta el Instituto Antártico, con la mediación de la Asociación Antarkos, colocaron un monolito con una inscripción donde se homenajea a los primeros uruguayos en la Antártida. 

Con respecto al espacio libre en Carrasco, la historia continuó, pues si bien había sido derogada la designación, el nombre Pioneros Antárticos Uruguayos, seguía figurando en todos los mapas, por lo que al cumplirse los 30 años de la fundación de la Base Artigas en 2014, el IAU inició un trámite ante la Junta Departamental, solicitando para colocar una placa alusiva allí. 

La Junta de Montevideo, luego de acoger con beneplácito la propuesta y de comunicar la autorización para su concreción, debió rever la misma al constatarse la derogación del nombre como habíamos contado. Eso llevó a que se revisara el expediente y luego de varios trámites, se promulgó un nuevo decreto renombrando al mismo espacio como Plaza "Exploración Antártica", autorizando al Instituto Antártico Uruguayo a colocar allí un mural escultórico con una placa conmemorativa la cual lucirá la siguiente leyenda: "EN HOMENAJE A LA TENACIDAD URUGUAYA PRESENTE. DESDE HACE UN SIGLO EN EL CONTINENTE ANTÁRTICO. 7 DE OCTUBRE DE 2017


Este monumento, está aún por concretarse, pues es necesaria la obtención de fondos para su construcción, tarea que está encarando actualmente la Asociación Antarkos y que algún día, ansiamos ver realizada. 

Cambiando de barrio, más recientemente, en setiembre de 2017, en base a las gestiones realizadas al cumplirse 100 años de la navegación del primer buque de bandera uruguaya en latitudes antárticas, cuando el Instituto de Pesca Nº 1 intentó auxiliar a la fallida expedición de Shackleton, se promulgó el Decreto Nº 36.454 por el que se designa con el nombre de Plaza “Capitán de Navío Ruperto Elichiribehety Arhancet” al espacio libre delimitado al norte por la calle Jorge Canning, al Este por la senda que continúa la alineación de la calle Morales, al Oeste por la senda que lo separa de un espacio libre sin denominación y al Sur por la Av. Dr. Luis Morquio; en el Parque Batlle, entre el Obelisco y la Fuente iluminada, en homenaje a quien fuera el Comandante del Buque Instituto de Pesca Nº 1, en aquella expedición antártica de 1916. 

Si bien es muy reciente esta última designación, no existe en ese espacio ninguna placa o algo que rememore el motivo por el cual se hizo la denominación, lo cual debería ser una tarea a encarar para que el justo reconocimiento a Elichiribehety, sea completo. 

Podemos concluir que se han hecho algunos importantes reconocimientos a hechos concretos de nuestro país en la Antártida y si bien eso es un avance, también notamos que no se han podido concretar las iniciativas de construir el monumento de la Plaza a la Exploración Antártica, por más que el proyecto está listo desde hace al menos un año. 

Se debería reconocer a las personalidades que lograron concreciones como las del Profesor Julio César Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo e impulsor quijotesco de esa idea durante años, desde 1961 cuando escribía su revista Antártida Uruguaya y bregaba por la creación de un Instituto de Enseñanza de lo Antártico, habiendo planificado todo el proceso de creación del Instituto Antártico como entidad civil para ser oficializada y así cumplir los objetivos nacionales que hoy se están llevando a cabo. 

Pero ¿quién recuerda al Profesor Musso? Su obra ha fructificado y está a la vista, pero el país está en deuda con su legado. 

Seguramente, él hizo aquel esfuerzo por amor, sin esperar nada a cambio… Este año se cumplieron 50 años de la fundación del IAU y 100 años de su nacimiento, ¿no sería ya el momento de homenajearlo? 

Una calle, una plaza con su nombre, podrían ser un tributo de la ciudad hacia uno de sus hijos, que tanto hizo… ¿sería eso posible?

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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

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Referencias:
Castellanos, Alfredo C. -Nomenclatura de Montevideo páginas 1045 y 1046
Mena Segarra, Antonio -Nomenclator de Montevideo Actualización 1991-1996. páginas 1080 y 1081
Nomenclátor de Calles | Intendencia de Montevideo. 


Preparado para el programa radial “Proyección a la Antártida” que se trasmite por Radio Uruguay (1050 en AM)#CronicasAntarticas

lunes, 3 de diciembre de 2018

El Tratado Antártico


Rumbo a los 60 años de la firma del Tratado Antártico, es un momento propicio para celebrar la grandeza de quienes optaron por trabajar en conjunto antes que ir al enfrentamiento armado, que podría haber destruido una región prístina... 

Herman Phleger, “Signing of the Antarctic Treaty on December 1st 1959,”
fuente: ATS Image Bank, accessed December 3, 2018

El Tratado Antártico firmado en Washington en 1959

por Waldemar Fontes


El 1 de diciembre de 1959, los doce países que habían llevado a cabo actividades científicas en la Antártida durante el Año Geofísico Internacional (AGI) de 1957-1958 firmaron en Washington el Tratado Antártico. 

El Tratado entró en vigor en 1961, luego que todos los signatarios originales lo refrendaran y luego otras naciones se fueron adhiriendo al mismo. Actualmente las Partes del Tratado Antártico, son 53, entre las que se encuentra Uruguay. 

Resaltamos algunas disposiciones importantes del Tratado que son resaltadas en ats.aq
  • La Antártida se utilizará exclusivamente para fines pacíficos (art. I). 
  • La libertad de investigación científica en la Antártida y la cooperación hacia ese fin […] continuarán (art. II). 
  • Las Partes Contratantes acuerdan proceder […] al intercambio de observaciones de resultados científicos sobre la Antártida, los cuales estarán disponibles libremente (art. III). 
  • Entre los signatarios del Tratado hay siete países (Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda y el Reino Unido) con reclamos territoriales, que en algunos casos coinciden en parte. 
  • Otros países no reconocen ningún reclamo. Estados Unidos y Rusia consideran que tienen “fundamentos para reclamar”. Todas estas posiciones están explícitamente previstas en el artículo IV, que mantiene el statu quo: 
  • Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras el presente Tratado se halle en vigencia constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártida, ni para crear derechos de soberanía en esta región. No se harán nuevas reclamaciones de soberanía territorial en la Antártida, ni se ampliarán las reclamaciones anteriormente hechas valer, mientras el presente Tratado se halle en vigencia. 
  • A fin de promover los objetivos y procurar la observancia de las disposiciones del Tratado, “todas las regiones de la Antártida, y todas las estaciones, instalaciones y equipos que allí se encuentren […] estarán abiertos en todo momento a la inspección” (art. VII). 

El Tratado Antártico va rumbo a cumplir 60 años de funcionamiento y ha sido una herramienta exitosa para fomentar el trabajo en cooperación entre las naciones y sobre todo, fue un instrumento muy importante que facilitó el diálogo entre las partes que iban rumbo a un conflicto, cuando al finalizar la Segunda Guerra Mundial las Potencias comenzaron la Guerra Fría con disputas para posicionarse en las áreas de influencia que cada una quería dominar. 

Desde la primera década del siglo XX algunos Estados habían comenzado a reclamar soberanía territorial sobre la Antártida, basándose en sus descubri­mientos, los títulos históricos heredados, la cercanía geográfica o la proyección de sus territorios hacia el sur, entre otras teorías. 

En la década de 1950, siete Estados, Gran Bretaña, Argentina. Chile. Nueva Ze­landia, Australia, Francia y Noruega, planteaban reclamaciones territoriales que prácticamente, abarcan todo el Continente, sobreponiéndose en algunas regiones las áreas reclamadas. 

De esos Estados, Australia, Francia, Nueva Zelandia, Noruega y Gran Bretaña reconocían mutuamente sus reclamos, generándose un desacuerdo en la zona de la Península Antártica, donde se superponían las reclamaciones planteadas por Gran Bretaña, Argentina y Chile, lo que condujo a graves tensiones que tuvieron su pico en 1949, cuando acordaron entre los tres países, que ya no enviarían flotas armadas al sur del Paralelo 60º, aunque sin llegar a un acuerdo por la delimitación de sus respectivos reclamos. 

Luego de arduas negociaciones que se llevaron a cabo en toda la década de 1950, los Estados reclamantes de soberanía territorial, llegaron al convencimiento de que era necesario hallar una solución a la pugna que se estaba gestando. 

En ese marco, la Antártida fue designada como una de las regiones del Planeta de especial interés para el Año Geofísico Internacional (AGI) a desarrollarse entre 1957 y 1958, señalándose en especial el interés que revestía y los grandes secretos científicos que aún ocultaba. 

Durante el Año Geofísico Internacional, doce Estados, los siete reclamantes de soberanía territorial, más Bélgica, Japón, Sud África, Estados Unidos y la Unión Soviética, se pusieron de acuerdo para desarrollar un programa de investigación sin precedentes, acordando la posibilidad de instalar estaciones científicas, más de cincuenta en total, por todo el Continente, sin tomar en consideración las reclamaciones territoriales. 

Según lo expresaba el Dr. Puceiro: “El evento científico, hizo percibir a los Estados participantes, que la cooperación internacional y las circunstancias de hecho que la investigación había requerido, marcaban hitos que señalaban un nuevo camino por el que transitar juntos”. 

A comienzos de 1958, basándose en el buen suceso de la experiencia de cooperación científica, el gobierno de los Estados Unidos de América, invitó a los otros Estados participantes en el Año Geofísico Internacional, para unirse en un tratado tendiente a preservar el Continente como un laboratorio internacional para investigación científica y asegurar que sería destinado exclusivamente para fines pacíficos. 

De las conversaciones mantenidas, surgió un acuerdo que culminó en la firma del Tratado Antártico que fue suscrito en Washington el 1° de diciembre de 1959 y entró en vigencia el 23 de junio de 1961. 

Los signatarios originales del mismo fueron, por orden alfabético: Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, Sudáfrica y la Unión Soviética. 

El Tratado establecía tres categorías de Estados integrantes. Los doce Estados signatarios originales, que serían siempre miembros activos o Consultivos del mismo, prescindiéndose de la actividad que desarrollen (Artículo IX párrafo primero). 

Los adherentes activos, que deberían ser admitidos expresamente, a la categoría de Consultivos, debiendo haber demostrado interés en la Antártida mediante la realización de investigaciones científicas importantes, como el establecimiento de estaciones o el envío de expediciones científicas (Artículo IX párrafo 2). A esta categoría accedieron hasta hoy, diecisiete partes más, entre las que se encuentra Uruguay, desde el 7 de octubre de 1985. 

Por último se hallan los miembros meramente adherentes, que no desarrollan actividades efectivas como las mencionadas antes y por lo tanto no tienen voto en las Reuniones Consultivas del Tratado. 

El Tratado determina que su área de aplicación es la zona comprendida al Sur de los 60 grados de latitud sur, incluyéndose en ella el Continente Antártico en sí, las islas adyacentes y las barreras de hielo que lo rodean, sin afectar los derechos de ningún Estado relativos a Alta Mar (Artículo VI). 

El acuerdo establece en sus principios esenciales que el área del Tratado Antártico podrá ser utilizada exclusivamente para fines pacíficos, prohibiéndose las explosiones nucleares y la eliminación de desechos radioactivos (Artículo V), así como toda acción militar, exceptuándose el empleo de personal o equipos militares para investigaciones científicas u otros fines como ser el apoyo logístico 

Si bien entre los signatarios originales del Tratado hay países que plantearon reclamaciones territoriales reconocidas por otras partes, hubo Estados como Bélgica, Japón, Sudáfrica o la Unión Soviética que no reconocieron formalmente ninguno de esos reclamos, dándose el caso de la Unión Soviética y de los Estados Unidos que al firmar el Tratado hicieron una especial reserva de sus derechos, mientras que además Estados Unidos, dejó constancia de su rechazo a todas las reclamaciones existentes a ese momento. 

Posteriormente, Estados como Brasil, Perú y Uruguay, al ingresar al Tratado, realizaron reivindicaciones no formales sobre sus posibles derechos en el Continente, basados en títulos de diferente naturaleza y en especial en su contigüidad geográfica o en la proyección de sus costas hacia aquél. 

Según relataba el Dr Roberto Puceiro en un artículo de la Revista Diplomática Nº 3 del Instituto Artigas del Servicio Exterior, publicado en 1985: 

La República Oriental del Uruguay, por Ley N° 14.971 de 14 de diciembre de 1979, ratificó el Tratado Antártico pasando a formar parte del mismo el 11 de enero de 1980. 
En oportunidad de dicha adhesión, la República Oriental del Uruguay formuló una declaración por la que fundamentó dicho acto internacional "no solamente en el interés que, como todo miembro de la Comunidad Internacional, tiene el Uruguay en la Antártida sino, además, en un interés especial, directo y sustancial derivado de su situación geográfica, del enfrentamiento de su costa atlántica al Continente Antártico, de la influencia que éste ejerce en su clima, en su ecología y en su biología marina, de los vínculos históricos que lo ligan desde las primeras expediciones que se aventuraron a explorar dicho Continente y sus aguas, así como de las obligaciones asumidas conforme al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca que incluye una parte del territorio antártico en la zona descrita en el artículo 4° por virtud de lo cual el Uruguay coparticipa en la responsabilidad de la defensa de la región". 

Este 1º de diciembre de 2018, se cumplen 59 años de la firma del Tratado Antártico y es un momento propicio para celebrar la grandeza de quienes optaron por trabajar en conjunto antes que ir al enfrentamiento armado, que podría haber destruido una región prístina, que es como decía el Dr. Puceiro: 

otro mundo dentro del Mundo. Un lugar que nada tiene que ver con los otros lugares del Planeta, reflejo de un mundo del ayer y tal vez, de la Tierra del futuro.  Lugar de libre expresión de la Naturaleza donde el hombre se sirve de ella con solemnidad y respeto, con ese mismo pudor con que se puede entrar en un recinto venerado o en un templo sagrado. Tierra sin fronteras que dividan, donde el hombre busca integrarse y adquiere la noción de su pequeñez frente a la Naturaleza y su dimensión de titán cuando se une a otros. 
Por eso es necesario que nuestro país participe en forma definitiva y plena en la Antártida, como medio de comprometerse con otras naciones a salvaguardarla y protegerla, y en última instancia, protegerse a sí mismo y a la Humanidad toda. -Nada de lo que sucede en la Antártida es ni podrá ya sernos ajeno".

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Nuestro homenaje a quienes impulsan y defienden el espíritu de la letra del Tratado Antártico, que rumbo a cumplir los 60 años de su firma, mantiene viva la llama fraternal que se encendió en 1959.

Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

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Referencias:
  1. Puceiro Ripoll, Roberto. “La República Oriental del Uruguay en la Antártida, Continente del Futuro” publicado en: Revista Diplomática Nº 3 del Instituto Artigas del Servicio Exterior – 1985, páginas 6 a 11. 
  2. Secretaría del Tratado Antártico: ats.aq 



lunes, 26 de noviembre de 2018

Viggo Holt, un uruguayo en la Expedición Wilkins-Hearst





En 1928 arribó al puerto de Montevideo la expedición liderada por Hubert Wilkins, desde donde organizó los preparativos para zarpar al sur, llevando los primeros aeroplanos que volaron en la Antártida.  Un uruguayo participó de esa aventura: Viggo Holt, el telegrafista.   

Viggo Holt, el telegrafista uruguayo de la Expedición Antártica Wilkins-Hearst de 1928-1929

por Waldemar Fontes




El 10 de octubre de 1928, arribaba en el puerto de Montevideo el buque “Southern Cross” trayendo a bordo a Sir George Hubert Wilkins, con una expedición que pretendía ser la primera en emplear aviones para explorar el interior del Continente Antártico.

La “Expedición Antártica Wilkins-Hearst” fue recibida con entusiasmo por el público montevideano y la prensa registró cada momento de su llegada y su estadía en Uruguay, donde se instalarían para preparar la partida hacia la Antártida, que se haría en el buque noruego “Hektoria” un ballenero que operaba habitualmente en nuestro puerto.

Wilkins comenzó los preparativos de su expedición, visitando al Agrimensor Hamlet Bazzano, director del Observatorio Nacional quien había colaborado con la expedición de Charcot de 1910, solicitándole material cartográfico de la zona de la Isla Decepción, a donde planeaba instalar su base de operaciones para desde allí sobrevolar la Antártida.

Mientras se desembarcaban los aviones, se aprovisionaron de carne y conservas del frigorífico Swift y se comenzó la búsqueda de un radio telegrafista, que pudiera incorporarse a la expedición, publicando avisos en los periódicos locales, “La Mañana” y “El Diario”.

La búsqueda del radio telegrafista comenzó en las dependencias de radiocomunicaciones del Ejército, pero allí no se pudo conseguir a nadie que reuniera las condiciones requeridas, hasta que se presentó un voluntario, Valerio Durañona, que trabajaba en la Estación Cerrito desde 1912.

Durañona estaba muy entusiasmado con participar de la aventura, pero Wilkins no lo aceptó, explicando que emplearía un telegrafista de los buques noruegos... un joven nacido en Dinamarca, pero afincado en Uruguay desde muy pequeño, llamado Viggo Holt.

La madre de Viggo Holt era viuda y había llegado a Montevideo con su hijo muy pequeño. Aquí se casó con el noruego Otto Olsen Böje, quien tenía una proveduría marítima, donde Viggo Holt tuvo oportunidad de vincularse a las actividades portuarias, embarcándose con 14 años, como grumete del buque noruego “Nordking”, donde trabajó por cuatro años. Al cumplir los 18 años, desembarcó en Copenhague y estudió radiotelegrafía, para volverse a embarcar en buques suecos y noruegos, mercantes y de pasajeros, por cuatro años más, hasta que en 1928, se encontró en Montevideo con Thomas Schandy, el representante de la Agencia Naviera Gordon Firing que estaba haciendo el suministro de combustible para el buque Hektoria, quien le comentó de la oportunidad de unirse a la expedición antártica como encargado de las comunicaciones.



Dicen que Viggo, tomó a broma el ofrecimiento y comentó que era una aventura demasiado fría para su gusto, pero luego de unas horas, viendo el movimiento y el entusiasmo de la gente que estaba allí preparando todo, decidió presentarse al Sr. Wilkins y formalizar su pedido de incorporación.

Wilkins al enterarse de su experiencia y de su dominio de los idiomas escandinavos, además del inglés y el español, no dudó en contratarlo.

El ballenero noruego Hektoria, perteneciente a la White Star Line, ingresó al puerto el 23 de octubre de 1928, fondeando en la Bahía, donde el día siguiente comenzaron la tarea de embarcar los dos aviones que fueron trasladados en una lancha de la Administración de Puertos.

Una vez acondicionada la carga, la expedición fue despedida por autoridades nacionales y representantes diplomáticos de los Estados Unidos y de la legación británica, con el aplauso del público que observaba expectante.

A las 17:00 horas, zarparon rumbo al Sur y Sir Hubert Wilkins hizo trasmitir los primeros telegramas, agradeciendo desde el barco, a las autoridades y a la ciudad de Montevideo, por las atenciones recibidas.

El Hektoria navegó a las Islas Malvinas, donde descendieron algunos pasajeros y continuaron su viaje para arribar el 4 de noviembre de 1928 en Port Foster en la Isla Decepción, donde desembarcaron los cinco expedicionarios: Sir Hubert Wilkins, los pilotos Eielson y Grosson, el mecánico Porter y el telegrafista Viggo Holt, para reconocer el lugar y preparar el terreno.




El 16 de noviembre de 1928, después de varios intentos infructuosos, lograron efectuar un vuelo de prueba. Era la primera vez que un avión sobrevolaba las blancas superficies heladas de la Antártida.

El 20 de diciembre de 1928, Wilkins y Eielson, concretaron el primer vuelo de exploración sobre la península Antártica, región que todavía no estaba bien delimitada, sobrevolando la costa del Mar de Weddell.

El 10 de enero de 1929, realizan el último vuelo sobre la península Antártica y desarmaron los aviones, que quedaron acondicionados en un hangar que se había construido en la Bahía de los Balleneros, preparando su partida, con la intención de regresar en el verano siguiente.

Al partir la expedición, Viggo Holt había prometido a los reporteros que dentro de lo posible, mandaría noticias de la marcha de los acontecimientos.

En la Revista “Mundo Uruguayo”, se fueron publicando crónicas y noticias de la expedición.

A su llegada a la Isla Decepción Holt contaba que observó algunas focas y miles de pingüinos, refiriéndose a ellos como “amigos de todos los exploradores antárticos”, que parecían pasear “con su vestimenta de frac”.

Sus comentarios mencionan la impresión que le causó, el viento frío y los frecuentes temporales que levantaban la nieve que golpeaba. “como un látigo”. Bajo ese clima, prepararon las pistas para el despegue de los aviones, hasta que por fin pudieron emplearlos

Holt se ocupaba de las comunicaciones y en sus relatos detalló que su tarea consistía en constatar el buen funcionamiento de los “dos pequeños transmisores de emergencia con dínamos montados sobre rulemanes y accionados a mano” los que funcionaron muy bien durante toda la campaña.

Contaba que todas las mañanas recogía las noticias de la Estación San Francisco Examiner K.U.P, “para estar al tanto de lo que ocurría en el mundo”, varias veces se había puesto en comunicación con la expedición de Byrd, con la estación Tromsoe y con la I.G.N. –ambas noruegas- interceptando y transmitiendo mensajes sin ningún inconveniente.

Explicaba además, que había enviado un mensaje de prensa de 3000 palabras, sin repetir ninguna, ¡obteniendo respuesta a los 15 minutos!.

También mencionaba que había logrado captar música, con un receptor de onda corta de tres válvulas y que había captado transmisiones desde Buenos Aires, mediante un receptor Marconi de onda corta, al que le había cambiado las bobinas por las de onda larga.

Esto, más la eficiencia en las comunicaciones internas de la expedición, le valieron el aprecio de Wilkins, quien escribió una nota en la Isla Decepción fechada el 30 de enero de 1929, destacando la calidad de su trabajo y planteando su esperanza que volviera a formar parte del equipo en el siguiente año, cuando se continuaría la expedición.

En Marzo de 1929, en una nota publicada en la Revista “Mundo Uruguayo”- Holt corroboró que volvería a integrar el equipo de Wilkins en la temporada 1929-30.

Al finalizar la segunda campaña, Holt recibió una nueva nota de Wilkins donde le agradecía sus servicios y expresaba su intención de continuar requiriendo sus servicios si se presentaba la ocasión.

Viggo Holt participó de esa segunda expedición y continuó durante más de diez años, con su profesión de radiotelegrafista de buques.

En 1943, se casó en Montevideo, con Elsa Ravenna, con la que tuvo tres hijos: Ingrid, Christian y Elsa y pasó a encargarse del negocio familiar de proveeduría marítima.

Continuó en nuestro país por lo menos hasta 1960, año en que el diario El Día de Montevideo publicó un reportaje sobre sus aventuras en la Antártida.

En 2005, la historiadora Cristina Montalbán, entrevistó a los familiares de Viggo Holt, que preservaron unos manuscritos donde relataba sus vivencias antárticas, titulados “Cinco Hombres al Polo Sur” y “La Gran Aventura”.


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Nuestro reconocimiento a Viggo Holt y a los pioneros de la Expedición Wilkins-Heart que hace 90 años, volaron por primera vez sobre la Antártida.

Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.


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Referencias
Maruri, Juan. “Desde el Puerto de Montevideo a la Conquista de la Antártica” publicado online en Air & Space Power Journal - Español Primer Trimestre 2000  

Montalbán, Cristina. “Una fuente uruguaya inédita dela primera expedición aérea antártica”, Ponencia presentada en el IX Encuentro de Historiadores Antárticos Iberoamericanos, celebrado en Lima, Perú, en 2005 y publicado en el libro “Esbozando la historia antártica latinoamericana” (LW Editorial, Chile, 2013) donde recopila información sobre su vida familiar, accediendo a los relatos manuscritos de Holt, titulados “Cinco Hombres al Polo Sur” y “La Gran Aventura”.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Los valores intrínsecos de la Antártida en la Educación



Las características de la Antártida y el marco legal que la regula, generan un entorno especial. Allí los seres humanos tienen la oportunidad de enfrentarse al desafío de una naturaleza extrema donde la única posibilidad de sobrevivir, es cooperando unos con otros. La rudeza de la Antártida iguala y transforma las vanidades humanas en humildad.
 

Los valores intrínsecos de la Antártida y la educación
por Waldemar Fontes

Al hablar de valores intrínsecos, debemos pensar en algo que tiene valor en sí mismo, por el solo hecho de existir o estar allí. 

El filósofo británico Georg Edward Moore analizó este concepto planteando que si queremos identificar el valor intrínseco de algo, debemos imaginar que ese algo ya no estuviera, para darnos cuenta de cómo su falta nos demuestra el valor que tiene ese objeto. 

Pensemos en la Antártida y en sus valores intrínsecos. -Imaginémosla ahora sin su blancura, sin su manto helado, sin sus vientos, sin sus auroras polares… sin ballenas o sin pingüinos… 

No sería la Antártida lo que es, si no estuviera vinculada a nuestra imaginación conteniendo esos valores únicos que la caracterizan y que son intrínsecos a su naturaleza.

El Sistema del Tratado Antártico en su evolución ha tomado en cuenta la Protección del Medio Ambiente de la Antártida y en el Preámbulo del Protocolo se expresa el convencimiento de las Partes firmantes, “de la necesidad de incrementar la protección del medio ambiente antártico y de los ecosistemas dependientes y asociados”; a la vez que deciden “reforzar el sistema del Tratado Antártico para garantizar que la Antártida siga utilizándose siempre exclusivamente para fines pacíficos y no se convierta en escenario u objeto de discordia internacional”;

Este documento firmado en 1991, es conocido como el “Protocolo de Madrid” y es considerado una extensión del Tratado Antártico firmado en Washington en 1959. 

El Protocolo sigue diciendo, que se deberá garantizar que todas las actividades “que se desarrollen en la Antártida sean compatibles con los propósitos y principios del Tratado Antártico”, recordando que la Antártida deberá mantenerse como un Área de Conservación Especial, que ofrece “oportunidades únicas para la observación científica y la investigación de procesos de importancia global y regional” por lo que su protección es algo que debe interesar a la humanidad en su conjunto.

En el Artículo 3 se describen los Principios Medioambientales a respetar, diciendo en el numeral 1: 

La protección del medio ambiente antártico y los ecosistemas dependientes y asociados, así como del valor intrínseco de la Antártida, incluyendo sus valores de vida silvestre y estéticos y su valor como área para la realización de investigaciones científicas, en especial las esenciales para la comprensión del medio ambiente global, deberán ser consideraciones fundamentales para la planificación y realización de todas las actividades que se desarrollen en el área del Tratado Antártico”. 

La inclusión del valor intrínseco de la Antártida como algo a preservar es algo que resulta novedoso, porque ya no solo se protegen los recursos que por su valor económico podrían ser explotados comercialmente de manera sustentable, como la pesca, sino que se le asigna al Continente Blanco un valor en sí mismo, que nos hace pensar en su importancia como un recurso educativo que podría ser aprovechado.

Navegando en los archivos, hallé algunos fragmentos de información que vinculan a pensadores uruguayos con los valores intrínsecos de la Antártida.

El CN Carlos Travieso expresaba en “La Mañana” el 18 de febrero de 1963, bajo el título “Sobreponerse al Sub-desarrollo científico. Esfuerzo provechoso indispensable” diciendo:

Entre nuestras múltiples contradicciones, está la de ser un pueblo instruido que vive de espaldas a la técnica, a la ciencia… 
Compramos autos, televisores, heladeras, pero no aportamos una coma al saber universal, al progreso. No luchamos, no trabajamos por él en los laboratorios ni en centros de investigación. Tampoco buscamos ayuda, ni cooperación, ni nos preparamos seriamente para salir de esta situación. 
Para obtener algún resultado positivo y práctico habría que reunir valores dispersos, que el país posee, y encauzarlos hacia tan provechosas tareas.-
Una oportunidad magnífica, en tales sentidos, desgraciadamente no aprovechada por nuestra Nación, fue la del Año Geofísico Internacional (1957-1958).
…Con el trabajo de la Armada y la cooperación de varias instituciones y personalidades científicas, el éxito de la participación de nuestro país, quedará asegurado, como para no hacer un papel deslucido. …los beneficios que obtendríamos de tal colaboración serían invalorables… "Marinante".

También resulta interesante leer lo que expresaba el Profesor Jorge Chebataroff, en su exposición como integrante de la Comisión Científica de la Primera Convención Nacional Antártica, llevada a cabo en Montevideo en abril de 1970, donde decía:

3º- Como país culto, el Uruguay no puede desentenderse de los esfuerzos que muchas naciones realizan para conocer más profundamente las características geográficas, geológicas, climáticas, biológicas, económicas, de un continente aún poco conocido y lleno de posibilidades, conocimientos que deban ser trasmitidos en forma divulgada a todo el pueblo uruguayo, para que tome conciencia respecto a los problemas de la Antártida y de todo el hemisferio Austral

4º- La riqueza ictiológica del océano, el desplazamiento de los grandes mamíferos marinos (pinnípedos, cetáceos, etc.), de muchas aves (entre ellas los pingüinos), tienen relación directa con la presencia de las tierras y mares antárticos, …

8º- Resulta imposible obtener un esquema de la circulación de la atmósfera en el Hemisferio Sur, sin contar con el conocimiento previo de lo que ocurre en la Antártida y en las tierras y mares adyacentes. También resultan de importancia las investigaciones que sobre la alta atmósfera se realicen en la Antártida, incluyendo problemas de ionización, auroras, tormentas magnéticas…

Todo lo dicho prueba que el Uruguay, no sólo no debe desentenderse de los problemas relativos a la Antártida, sino que debe colaborar con otros países en su resolución.

En esa misma Convención de 1970, el Profesor Julio César Musso en su libro “Antártida Uruguaya” expresaba que el avance hacia la Antártida implicaba una conmoción cultural, “fuere en sus auténticas formulaciones jurídicas, artísticas, folklóricas, incluso idiomáticas”, y seguía diciendo: 

En Antártida todo hay que hacerlo, como otrora en los orígenes mismos del país, cuando los españoles encontraron un buen territorio, pero poblado de muy fieros y dignos aborígenes.  Poblar y edificar el país, si bien es resultancia que se ve muy bien a lo largo de los años, ello fue producido punto por punto y hombre por hombre. Antártida es una promesa de fiero trabajo para los nacionales, los cuales estarán siempre alentados por la consigna artiguista de ilustración y valor. Ese valor, originariamente militar se transformará en valor científico, técnico y artístico. Esta es una adecuada respuesta y no cabe otra”. 

Estos pensadores ya avizoraban la importancia de la Antártida en sí misma como valor a tener en cuenta para el estudio de la ciencia y la tecnología, hasta su incorporación indefectible en la cultura nacional. 

El Dr. Roberto Puceiro, jurista uruguayo especializado en Derecho Internacional que trabajó en las reuniones que dieron origen al texto del Protocolo de Protección Ambiental del Tratado Antártico decía: 

…hablar del Tratado Antártico es mucho más que referimos al acuerdo internacional en sí.... implica necesariamente tener en cuenta dos elementos: el área antártica en sí y el régimen que la regula. 

En lo que al área antártica, se refiere es imprescindible recordar su escenario de excepción, sus rigurosas condiciones, su extensión, su ubicación, y el papel que puede representar para el futuro de la Humanidad, en especial como área virgen, como reservorio natural, y como espacio de vital influencia en el Hemisferio Sur y en el Planeta todo. 

En lo relativo al régimen que la regula, se hace necesario recordar que resulta insoslayable y vital, proteger y conservar lo que el Continente Blanco encierra, y controlar y dominar efectivamente lo que se hace en, para y desde el mismo.


Las características de la Antártida y el marco legal que la regula, generan un entorno especial. Allí los seres humanos tienen la oportunidad de enfrentarse al desafío de una naturaleza extrema donde la única posibilidad de sobrevivir, es cooperando unos con otros. La rudeza de la Antártida iguala y transforma las vanidades humanas en humildad. 

En los diferentes niveles educativos, el estudio de la Antártida es enfocado solo en los aspectos genéricos, analizándola como región geográfica con particularidades de clima y fauna y flora escasas y específicas. 

Sin embargo, por su localización aislada y sus características únicas, la humanidad ha debido encontrar formas novedosas para explorarla e intentar descubrir sus misterios, incorporando necesariamente la cooperación y la solidaridad como valores a tener en cuenta.

La igualdad y el compartir, resaltan en un entorno que hace tomar conciencia de un medio ambiente único que si no es protegido en conjunto, podría perjudicar a todos. 

Dar a conocer cómo se trabaja en la Antártida y cómo se coopera y comparte es un recurso valioso que debería ser incorporado a los programas educativos.

La protección de su medio ambiente implica conocer la geografía del Continente Antártico, su flora, su fauna, pero es necesario también conocer su historia y la manera que los seres humanos han desarrollado para convivir de manera pacífica, que incluyen la libertad de acción para investigar, el compartir los resultados de las investigaciones, la solidaridad entre las personas, el intercambio cultural, el contacto con la vida silvestre y reconocer la belleza de su naturaleza, entre otras cosas.

Los valores intrínsecos de la Antártida, sumados a los valores instrumentales que agrega el marco que regula su administración, representan recursos educativos valiosos que vienen siendo analizados de manera aislada, pero que deberían explorarse más profundamente.

La organización de actividades educativas que incluyan la comparación de lo que ocurre en la Antártida con lo que sucede en otras partes del planeta nos puede demostrar que es posible cooperar entre naciones y ser solidario entre las personas.

Si es posible hacerlo en la Antártida, ¿por qué no hacerlo en todas partes?

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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

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Referencias:
Protocolo de Protección Ambiental al Tratado Antártico: 

domingo, 28 de octubre de 2018

Roberto Puceiro y la Antártida




El 7 de octubre de 1985, el Uruguay adquirió la categoría de Miembro Consultivo del Tratado Antártico, un hecho importante, que tuvo como protagonistas a varios actores, pero que sin la participación activa y visionaria del Dr. Roberto Puceiro Ripoll, tal vez no se hubiera concretado. En esta crónica resumimos sus actividades antárticas



El Dr. Roberto Puceiro y su visión de lo Antártico

por Waldemar Fontes


El 7 de octubre de 1985, el Uruguay adquirió la categoría de Miembro Consultivo del Tratado Antártico, un hecho importante, que fue la culminación de un proceso de gestiones administrativas y diplomáticas, que tuvo como protagonistas a varios actores, pero que sin la participación activa y visionaria del Dr. Roberto Puceiro, tal vez no se hubiera concretado.

Elias Roberto Puceiro Ripoll, nació en Uruguay el 8 de enero de 1939 y falleció en Montevideo el 24 de junio de 2013.

Estudió en la Universidad de la República y en 1966, obtuvo el título de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, siendo discípulo del gran internacionalista uruguayo el Dr. Eduardo Jiménez de Aréchaga, 

Desarrolló una prolífica carrera, habiéndose desempeñado como Asesor Jurídico del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Ministerio de Economía y Finanzas y de la Fuerza Aérea Uruguaya, de donde a partir de 1980, se vinculó al Instituto Antártico Uruguayo 

Fue Profesor Catedrático Grado 5 de Derecho Internacional Público en la Facultad de Derecho y en la Universidad ORT. Delegado del Uruguay a Reuniones Internacionales vinculadas con Naciones Unidas, Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), el Sistema del Tratado Antártico, del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y Arbitro del Tribunal Permanente de Revisión del Mercosur y Miembro de la Corte Permanente de Arbitraje.

De su participación como asesor jurídico del Instituto Antártico, destacamos las siguientes actividades: 

En 1983, concurrió al Simposio Internacional Interdisciplinario "El Desafío Antártico -Intereses en conflicto, cooperación, protección ambiental y desarrollo económico" Universidad de Kiel e Instituto Alfred Wegener, en Alemania.

En enero-febrero de 1984 fue integrante del grupo de la expedición que viajando en un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, concretara la Primera Misión Oficial Uruguaya a la Antártida, aterrizando en la Isla Rey Jorge, para comenzar los reconocimientos del lugar donde se instalaría la futura Base Científica Antártica Artigas.


Fue Integrante de la Delegación Uruguaya a las Reuniones de las Partes del Tratado Antártico sobre Recursos Minerales Antárticos, en Francia en 1985; en Australia en 1986; en Japón en 1986; en Montevideo en 1987; y en Nueva Zelandia en 1987 y 1988.

Integró la Delegación Uruguaya a las Reuniones de las Partes Consultivas del Tratado Antártico: RCTA-XIII en Bélgica en 1985; RCTA-XIV en Brasil en 1987; RCTA-XV en Francia en 1989; RCTA-XVI en Alemania en 1991; RCTA-XVII en Italia en 1992; RCTA-XVIII en Japón en 1994; RCTA-XIX en República de Corea en 1995; RCTA-XX en Países Bajos en 1996; RCTA-XXI en Nueva Zelandia en 1997; RCTA-XXII en Noruega en 1998; RCTA-XXIII en Perú en 1999; RCTA-XXIV en Rusia en 2001, RCTA-XXV en Polonia en 2002 y RCTA-XXVI en España en 2003. 

Fue Jefe de la Delegación a la Ronda de negociaciones del Protocolo de la Convención para la Reglamentación de las Actividades sobre Recursos Minerales Antárticos celebrada en París, en octubre de 1989.

Participó de la Reunión Consultiva Especial celebrada en Holanda en 2000 y fue Presidente del Grupo de Trabajo Nº II de las Reuniones de las Partes Consultivas del Tratado Antártico, por 15 años.

Fue integrante de la Delegación uruguaya a las Reuniones de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (RAPAL) realizadas en Argentina en 1990; en Uruguay en 1991; en Ecuador en 1992; en Perú en 1993; en Brasil en 1994; en Chile en 1995; en Argentina en 1996; en Uruguay en 1997; en Brasil en 1999 y en Perú en 2000.

Fue Relator en las Reuniones de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos de 1990, 1991, 1992 y 1997 y fue el Presidente de la Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos celebrada en Uruguay en 2003.

Integró la Delegación del Instituto Antártico Uruguayo que concurriera al Homenaje de la ciudad de Punta Arenas, Chile, en agosto de 1990.

Fue integrante de la Delegación uruguaya que participara de las Reuniones Consultivas Especiales celebradas en Viña del Mar en 1990, Madrid y Bonn, en abril, junio y octubre 1991 y Presidente del Grupo de Trabajo No. II de dichas reuniones que fueran las previas donde se formuló el Protocolo de Protección Ambiental al Tratado Antártico, conocido como el Protocolo de Madrid, que fuera aprobado en 1991.

En 1992, tuvo activa participación como abogado en el caso del accidente que ocasionara el fallecimiento de un integrante de la dotación de la base rusa Bellingshausen. Este caso puso en el tapete el tema de la jurisdicción y su aplicación en casos concretos cuando se veían involucrados ciudadanos de diferentes países en un hecho ocurrido en el Área del Tratado Antártico.

A raíz de esta experiencia, Puceiro redactó un documento de trabajo que fue presentado por Uruguay en la RCTA-XVII celebrada en Venecia en noviembre de 1992, con el título “CUESTIONES RELACIONADAS CON EL EJERCICIO DE LA JURISDICCIÓN EN LA ANTÁRTIDA” el que hasta hoy es tomado como fuente de referencia al debatirse sobre este tema, que aún está sin una definición concreta.

Enmarcado en esa agenda, Puceiro participó como Delegado del Uruguay en el Grupo de Expertos Jurídicos relativo al Anexo de Responsabilidad al Protocolo al Tratado Antártico Sobre Protección al Medio Ambiente en Países Bajos en 1994; en Bélgica en 1995, en Reino Unido en 1996; en Sudáfrica en 1997 y en Noruega en 1998.

Fue integrante de la Delegación uruguaya en la XXII Reunión de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), Australia en 2003.

Fue Delegado del Uruguay a la Reunión Informal sobre Secretaría del Tratado Antártico en Argentina, en 2002 y 2003, que culminó con el acuerdo para que la sede de la Secretaría del Tratado Antártico fuera en Buenos Aires, que fue firmado en la XXXIII Reunión Consultiva del Tratado Antártico, celebrada en Punta del Este, Uruguay, del 3 al 14 de mayo de 2010, de la que Puceiro fuera su Presidente.

El 14 de octubre de 2011, en el marco del Seminario “50 años del Tratado Antártico” recibió la Medalla a la Trayectoria Antártica, otorgada por la Asociación Civil Antarkos en reconocimiento a su actividad continuada a lo largo del tiempo.

Además de su trabajo como jurista, Puceiro fue un prolífico escritor y dramaturgo, con varias obras registradas en AGADU en sus años de juventud y dejó numerosas publicaciones sobre temas antárticos, de donde destacamos:

Antártida, Continente de los más para los menos" publicado en colaboración con los Dres. Hebert Arbuet Vignali y Belter Garré Copello.

"La República Oriental del Uruguay en la Antártida, continente del futuro", publicado en la Revista Diplomática del Instituto Artigas del Servicio Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores Nº 3, en 1985.

"Los nuevos caminos jurídicos del Sistema Antártico: La Convención para las reglamentaciones de las actividades sobre recursos minerales antárticos”, publicado en la Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Nº 3-4, en 1988.

"¿Muerte o resurrección? El sistema del Tratado Antártico a los 30 años de su creación" publicado en Intermundo del Centro de Estudiantes de Relaciones Internacionales en Montevideo en 1991.

"El Sistema del Tratado Antártico: treinta años y algo más", publicado por la Fundación de Cultura Universitaria en 1994.

Y un texto magnífico titulado “El sistema del Tratado Antártico en sus bodas de oro”, publicado en la Revista de la Facultad de Derecho Nº 28, en 2014 donde además de resumir la importancia del Tratado Antártico en ese medio siglo, agregó frases memorables, que ayudan a comprender el espíritu antártico, como estas:

…quien quiera jactarse de conocer la Antártida en su misteriosa y milagrosa individualidad y realidad, debe ineludiblemente vivir dos experiencias iniciáticas básicas. En primer término lógicamente conocer la Antártida. Y en segundo lugar, participar activamente en una Reunión Consultiva, especie de microcosmos antártico fuera de la Antártida, pero Antártida de todos los modos”.

El Sistema del Tratado Antártico ha demostrado ser constructivo, eficiente, visionario, y seguro. También ese Sistema ha resultado ser flexible, dinámico y adaptable a las cambiantes realidades, estando abierto a toda la comunidad internacional y aglutinando en su seno Estados de muy diferentes naturalezas”.

De conjetura a continente, de continente a fundamento de un Sistema único, de fundamento a metáfora. Y es en este último terreno que nos parece indudable la relación metafísica que se da entre la Antártida y los seres humanos. Se da en un pacto de convivencia armónica y de influencia de aquélla sobre éstos, para iluminar el camino del conocimiento interno propio y la reflexión sobre nosotros mismos. De ello se dan numerosos testimonios. Un veterano explorador antártico expresó "En la Antártida hay muy pocas tentaciones, mentalmente el hombre es allí invulnerable, está tan remoto de la lucha humana, de las incertidumbres económicas y existenciales, de las políticas y de las guerras, que el hombre se da cuenta de que al fin y al cabo todo eso no significa nada".

Nuestro reconocimiento a la obra y al legado que nos dejara el Dr. Roberto Puceiro.

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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

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Referencias
Revista de la Secretaría del Tribunal Permanente de Revisión del MERCOSUR (RSTPR) - Número en Homenaje al Dr. Roberto Puceiro Ripoll, Año 2 - Nº 3 – Asunción, Paraguay, 2014
Puceiro Ripol, R. (2014). El sistema del Tratado Antártico en sus bodas de oro. Revista De La Facultad De Derecho, (28), 113-123. Consultado el 23oct2018 


martes, 16 de octubre de 2018

El ingreso de Uruguay como Miembro Consultivo del Tratado Antártico


A fines de 1979 Uruguay había decidido la estrategia a encarar con respecto a su posición sobre la Antártida.  La República adhirió al Tratado Antártico, dejando constancia de la reserva de derechos que pudiera corresponderle acorde al Derecho Internacional y comenzó el proceso por el que el 7 de octubre de 1985, se transformó en Miembro Consultivo del Tratado Antártico.

El ingreso de Uruguay como Miembro Consultivo del Tratado Antártico, el 7 de octubre de 1985
por Waldemar Fontes


En 1985 el Uruguay respiraba aires de renovación. El 1º de marzo de ese año, había asumido el gobierno presidido por el Dr. Julio María Sanguinetti, poniendo punto final al llamado Proceso cívico-militar que había gobernado de facto desde 1973.  En ese período, el mundo había cambiado y en la región todavía se recordaba el eco de la guerra por las Islas Malvinas y los cambios que en los países vecinos ocurrían. 

En 1975, el Instituto Antártico Uruguayo había sido oficializado y se habían realizado intensas gestiones para analizar los posibles derechos de nuestro país sobre la Antártida, en vistas a la posibilidad de ingresar al Tratado Antártico firmado en Washington en 1959. 

A fines de 1979, el Uruguay había presentado el depósito de adhesión al Tratado Antártico, dejando constancia de la reserva de derechos que pudieran corresponderle a la República, acorde al Derecho Internacional, pero aceptándose la normativa vigente. 

En los dos años siguientes, fue muy intensa la actividad diplomática y ocurrieron varios sucesos dignos de recordar, pero queremos enfocarnos en el ingreso de Uruguay como Miembro Consultivo, tomando como fuente principal al General (R ) Ricardo Galarza, que en 1985 cumpliendo funciones como Presidente del Instituto Antártico Uruguayo, jugó un rol muy importante en el proceso de negociaciones que condujeron a la aceptación del país como miembro pleno del Tratado. 


Galarza dejó varios testimonios escritos, destacándose un artículo del libro que en 2004 publicara el Instituto Antártico Uruguayo bajo el título “20 años de la Base Científica Antártica Artigas. Una historia uruguaya”, donde hizo un detallado relato del proceso que culminó con la aceptación del Uruguay como miembro Consultivo del TA. 

En 1979, se había culminado un período de análisis sobre qué posición tomar con respecto a la Antártida, considerándose tres opciones: una era reclamar territorios, ignorando el Tratado Antártico. Otra podría ser unirse a los países que proponían declarar a la Antártida como Patrimonio Común de la Humanidad y la última, adherir al Tratado Antártico y trabajando acorde a sus normas, comenzar las gestiones para convertirse en miembro pleno, opción que fue la que se implementó. 

En enero de 1980, se concretó el ingreso de Uruguay como Adherente al Tratado y entonces comenzó una etapa de definiciones. 

En 1982, se comenzó a enviar científicos uruguayos a participar en los programas antárticos de países amigos. Se visitó la Estación de los EE.UU. en el Polo Sur y se participó activamente en las campañas antárticas de Argentina y de Chile. 

En 1983 se continuó esa línea y se visitaron las instalaciones de Nueva Zelandia y se preparó el proyecto que culminó con la instalación de la Base Científica Antártica Artigas en diciembre de 1984. 

En la XII Reunión Consultiva del TA, celebrada en Camberra, Australia en 1983, se concretó el ingreso de Brasil como miembro pleno del Tratado. En la misma reunión, se supo que China Popular planeaba solicitar su ingreso también, lo que animó a Uruguay a pensar que había llegado el momento de tomar una decisión. 

El ingreso de Brasil, se había producido junto al de India, demostrando que el juego de equilibrio de poder entre las dos grandes potencias, la URSS y los EE.UU. y sus aliados, era la clave para lograr el consenso. 

La Cancillería encaró una ronda de consultas sondeando los eventuales apoyos, de donde, surgía el siguiente posicionamiento: 

Argentina venía de ser derrotada en la guerra de Malvinas y el país había ingresado en un momento de recuperación de una crisis social y económica, bajo la Presidencia de Alfonsín. Si bien la reserva de derechos planteada por Uruguay al adherir al Tratado, había causado malestar en la Cancillería argentina, el nuevo gobierno democrático no se puso a favor ni en contra. 

EE.UU. que había impulsado el programa científico de nuestro país, puso énfasis en definir la consistencia del mismo, manteniendo una posición expectante, sin manifestarse a favor o en contra. 

Francia, Rusia, Bélgica e India, mostraron una posición dubitativa, que hacía suponer una eventual objeción. Eso generó apresurados esfuerzos diplomáticos, ya que la información se obtuvo sobre la fecha de la Reunión y por contactos no oficiales. 

En la revista Jaque, del 17 de octubre de 1985, decían: “la U.R.S.S. tenía ciertas resistencias para aceptar la inclusión de China. El eventual veto soviético llegó inclusive a ser considerado como un factor de riesgo para la propia inclusión de nuestro país, desde que una resolución exclusivamente favorable a Uruguay (dejando por el camino a China Popular), hubiera debilitado algunos niveles de equilibrio que en la "tradición" del Tratado son considerados esenciales. Sin embargo la solución llegó, no descartándose por algunas fuentes la importancia que tuvo para tal fin, la entrevista que el Presidente Sanguinetti mantuviera con el Canciller soviético Edvard Shevarnadze en oportunidad de su viaje a fines de setiembre a la Asamblea General de Naciones Unidas…” 

China, que presentaría su solicitud junto a la de Uruguay, abrazó con beneplácito la iniciativa de nuestro país.  Nueva Zelandia, Noruega y Australia se manifestaron a favor de la propuesta uruguaya y Chile y Gran Bretaña fueron los dos aliados más poderosos con que se contó. 

Chile, que era gobernado por el General Pinochet, tenía muy buenas relaciones con el Presidente uruguayo Tte. Gral. Gregorio Álvarez, brindando un invalorable apoyo cuando se construyó la base Artigas y en todo el proceso que siguió, incluso al retorno de la democracia, con el gobierno del Dr. Sanguinetti. -Explicaba el general Galarza: “La posición de Chile, incondicional y efectiva, buscaría posiblemente encontrar en Uruguay un aliado que le permitiera posicionarse mejor en la región. No debe olvidarse la situación planteada con Argentina, a causa de litigios fronterizos primero y de su posición frente al conflicto de Malvinas después”. 

Gran Bretaña se constituyó en el principal apoyo a la estrategia uruguaya, destacándose el valioso aporte que significó la participación de Mr. John Heap, enviado especialmente para colaborar y asesorar a la delegación uruguaya en la preparación de todos los documentos que se debían presentar. 

Contaba Galarza una anécdota con respecto a la posición de India, que no se presentaba favorable a Uruguay, por lo que se acercó a los delegados indios argumentando sobre el excelente relacionamiento que existía entre ambos Estados, el que había permitido que observadores uruguayos contribuyeran al acuerdo de paz en la frontera entre India y Pakistán, donde el propio Galarza había cumplido funciones como observador militar de la ONU, lo que había contribuido a lograr una posición favorable a la solicitud de Uruguay. 

Pero aún queda por resolver el último obstáculo. Ya finalizando la reunión, la delegación de Bélgica propuso que se votaran por separado las solicitudes de ingreso, primero la de China y luego la de Uruguay. 

Eso podía significar que si era rechazada la solicitud de China, la que tenía algunas oposiciones, la solicitud de Uruguay también sería rechazada, pero una decidida intervención de la delegación chilena, planteó que se votara por ambas solicitudes juntas, lo que finalmente se hizo, salvando la situación que culminó con la aprobación en la XIII Reunión Consultiva del Tratado Antártico, del ingreso de Uruguay y de China Popular como Miembros Consultivos del TA. 

Esta concreción fue posible por varios factores, entre los que se destacan: El apoyo invalorable de Chile y de Gran Bretaña. La coyuntura internacional, donde influyó el destacado relacionamiento diplomático de quienes participaron de las negociaciones y además, el momento de apertura democrática que se vivía en nuestro país, factores estos que abrieron una nueva etapa al desarrollo antártico del Uruguay, transformándolo en un referente para otros países que luego presentaron su solicitud de ingreso. 

La delegación uruguaya en Bruselas, estuvo integrada por el General Ricardo Galarza y por el Dr Roberto Puceiro

Dr. Roberto Puceiro

Durante el Seminario que realizó el IAU en noviembre 2004, el Doctor Puceiro, contó que cuando estaba preparando la documentación para el ingreso de Uruguay al Tratado Antártico, tuvo oportunidad de ofrecer una charla para un grupo de niños de una institución católica. 

Contaba que los niños se interesaron mucho por el tema antártico y cuando él les contó que se iba al exterior a lograr que nuestro país fuera admitido como miembro consultivo del Tratado, una monja les dijo a los niños que rezaran para que Uruguay fuera aceptado... 

Cuando él regresó, contento con el logro de que Uruguay hubiera ingresado como miembro pleno, uno de los niños le envió un mensaje, recordándole que ellos habían estado rezando todo ese tiempo… 

La anécdota, que fue contaba por el propio Puceiro al cierre del Seminario, resultó muy emotiva para todos los presentes, porque reflejó que ese niño, a pesar de ser tan pequeño, había comprendido la importancia de que nuestro país fuera aceptado como miembro pleno del Tratado Antártico. 

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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

#CronicasAntarticas



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Referencias

Galarza, Ricardo. “El ingreso de Uruguay al Tratado Antártico”, Tomado de la Publicación del Instituto Antártico Uruguayo “20 años de la Base Científica Antártica Artigas. Una historia uruguaya”. Distribuida en el Primer Simposio sobre actividades e investigación científica en la Antártida. Montevideo, 2004.

Prof. Dr. Roberto Puceiro Ripoll "Uruguay y el Tratado Antártico" , Tomado de la Publicación del Instituto Antártico Uruguayo “20 años de la Base Científica Antártica Artigas. Una historia uruguaya”. Distribuida en el Primer Simposio sobre actividades e investigación científica en la Antártida. Montevideo, 2004.

Semanario Jaque: “Antártida: un nuevo status uruguayo” Montevideo, 17 de octubre de 1985