En una nota publicada en 1946, el Capitán Carlos Travieso decía: "Nuestro país debe reclamar un sector Antártico en cumplimiento de sus compromisos de cooperación a la defensa y seguridad del Hemisferio Occidental, protegiendo las importantísimas reservas para el futuro, de materias pesqueras y mineralógicas..."
Capitán de Navío Carlos Travieso Fernández |
La visión del Capitán de Navío Carlos Travieso, sobre la Antártida Uruguaya
por Waldemar Fontes
Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 18 de agosto de 2018, trasmitido por Radio Uruguay
El CN Carlos Travieso Fernández, nació en Montevideo el 27 de mayo de 1901 y falleció el 11 de noviembre de 1979.
Había ingresado a la Escuela Naval en 1916, cuando el buque uruguayo, Instituto de Pesca Nº 1 navegó por primera vez en aguas antárticas, hace más de 100 años y desarrolló una carrera en la que llegó a ocupar el cargo de Inspector General de Marina, desempeñándose, una vez Retirado, como Ministro del Supremo Tribunal Militar.
Era una persona con iniciativa y gran empuje y atento observador de la realidad en la que vivía, analizando las posibilidades que tenía nuestro país al finalizar la segunda Guerra Mundial, cuando al comienzo de la Guerra Fría, el nuevo ordenamiento de las potencias, obligaba a los Estados a tomar posición por un lado u otro.
Su padre, el Dr. Carlos Travieso, alineado con el Partido Colorado, había fundado el periódico "Rivera" que más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial tomara el título de "La Nación", desde donde impulsaba la lucha contra la intromisión extranjera, siendo promotores del debate que se generara en torno a la instalación de una base aeronaval de los EE.UU.
En esta época, el CN Carlos Travieso Fernández, había comenzado a escribir en “La Nación” con el seudónimo “Marinante”, pugnando para que las bases aeronavales que se proponían, deberían ser nacionales y no estar en manos de las potencias extranjeras, “las que en épocas de peligro para ellas daban todo de sí, pero que pasado el mismo”, -decía- “no tienen inconveniente, de olvidar y atacar a sus ex-aliados”.
La posición defendida por La Nación triunfó con el apoyo del caudillo blanco Dr. Luis Alberto de Herrera, quien a pesar de pertenecer al Partido Nacional, defendía también esta línea.
Justamente en ese periódico, el CN Travieso, publicó en enero de 1947, un artículo titulado “Antártida: Trampolín de ataque contra los países del Hemisferio Sur", donde expresaba que la Antártida “es un continente de 14 millones de kilómetros cuadrados, donde habría carbón, petróleo y uranio”, -el apreciado combustible para fabricar bombas atómicas, que en esos años era de vital importancia en la carrera armamentística que se estaba llevando a cabo y mencionaba el especial interés que por ese mineral tenían las grandes potencias.
“La seguridad colectiva de estos países de la Hispano América, -decía- exige que las tierras antárticas, que, como continuación de nuestras plataformas continentales llegan hasta el Polo, sean ocupadas por sudamericanos".
"La fórmula que lanzamos para los que puedan proponerla, es que, la mitad, se distribuya entre los países marítimos del extremo sudamericano, dándoles, con ángulo en el polo, porciones proporcionales a la extensión de costas marítimo-fluviales que cada uno tenga al sur del trópico de Capricornio... (de este a oeste Brasil, Uruguay, Argentina, Chile... y el resto que se divida entre neozelandeses, australianos y sudafricanos".
Proponía que para lograr un acuerdo de ese tipo, sería necesario primero, empezar por acordar entre los tres países americanos más vinculados al sur, es decir: Argentina, Chile y Uruguay, promoviendo a Montevideo como sede de esa reunión, explicando que en ese encuentro, deberían dejarse claros los derechos antárticos de cada país, confrontando a los países, que provenientes del hemisferio norte, estaban ocupando posiciones que bloqueaban el desarrollo de esta región, desde una posición que calificaba como de “trampolín de ataque” contra el Hemisferio Sur.
En los años siguientes continuó su prédica en defensa de los intereses atlánticos y antárticos de nuestro país, escribiendo en La Nación y en La Mañana o dictando conferencias en el Centro Militar y en el Club Rivera, donde era ávidamente escuchado, aunque sus propuestas no lograban concretarse.
El 2 de setiembre de 1947, se firmaba en Río de Janeiro el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que establecía una zona de defensa continental que abarcaba desde el Polo Sur al Polo Norte, incluyendo no solo el territorio continental, sino también el mar territorial y zonas más amplias, que aunque no estuvieran en los límites establecidos, pudieran afectar la seguridad, por lo que se podría ejercer funciones de defensa sobre ellas. Este Tratado obligaba a las Partes a tomar medidas y asumir responsabilidades, por lo que Travieso estudió detalladamente cómo debería actuar el Uruguay ante el nuevo marco legal.
En 1971, se publicó la primera edición, a mimeógrafo, de su libro “Geopolítica Atlanto – Antártida y de la cuenca del Plata”, donde recopiló los artículos y notas que había publicado en diversos medios, desde la década de 1940. Allí, bajo el título “Iniciamos el planteo de nuestros derechos Antárticos”, decía: Hace más de 20 años, en el periódico de mi Sr. Padre, se empezó a estudiar la jurisdicción de Malvinas. Después hubo otros requerimientos y se inició el llamado problema de las Bases Aeronavales que deben ser propias, para más tarde tomar la iniciativa de reivindicar y utilizar nuestra plataforma Continental. Otra iniciativa propiciada a continuación de las anteriores, fue la de la Antártida según la tesis y doctrina planteada en La Nación de enero de 1947.
Venimos pues repitiendo desde hace años, -decía- que el rico continente Antártico, puede convertirse en un trampolín de ataque contra América, especialmente la del Sur y que a semejanza de lo actuado en la zona del Ártico y vecindades del polo norte, nada tienen que hacer en los hielos del sur las potencias que tienen sus metrópolis y principales puertos en la zona tórrida y menos en el hemisferio opuesto; no teniendo derecho a su pretensión de primar en los dos polos opuestos del Mundo.
En su prédica insistía en la importancia del mar para nuestro país y se ocupó de impulsar el reclamo por la plataforma continental que se empezaba a gestar en esos años.
En una nota publicada en el Diario La Mañana, del 2 de agosto de 1958 (Cartas de Nuestros Lectores) titulaba: “El olvido en que está una Antártida Uruguaya”, diciendo: -Desde 1946, se maneja una doctrina naval que plantea que "Nuestro país debe reclamar un sector Antártico en cumplimiento de sus compromisos de cooperación a la defensa y seguridad del Hemisferio Occidental, protegiendo las importantísimas reservas para el futuro, de materias pesqueras y mineralógicas".
Los fundadores de esa doctrina, hemos sostenido que por nuestra posición en la zona Sud Atlántica Sudamericana, debíamos reclamar un sector oriental del hemisferio, al Este de lo que reclama Argentina, -sin interferir en la disputa por el Canal de Drake (entre Sud América y el casquete polar). Vale decir que aportaríamos nuestro derecho histórico y geográfico a la consolidación de la tesis Hemisférica de las Américas, sin agregar una estéril, inconducente disputa más, de la que sólo sacaríamos perjuicios.
Para cumplir con nuestros compromisos, tenemos derecho a reclamar el apoyo de las Américas, su ayuda técnica y material…
Seguía analizando por qué se había perdido tanto tiempo y por qué no se había intervenido más activamente en el Año Geofísico Internacional 1957-1958, concluyendo que las autoridades del momento, si bien le daban la razón, habían manifestado que “eso aquí, no se podía”, dilatando la propuesta, aunque, -decía- a fuerza de lucha y tesón, replanteando la cuestión, habían aparecido iniciativas contradictorias y divergentes, aunque ya ante la nueva realidad previa a la firma del Tratado Antártico, se hacía necesario una medida concreta: había que ir a la Antártida y establecerse allí.
Para concretar ese objetivo, Travieso definió un sector específico, que llamó “Antártida Uruguaya” delimitándolo al Este del Sector reclamado por Argentina, comprendido entre los meridianos 20° E al 25° W, el que incluía el área reclamada por Noruega.
En base a esta teoría, planteaba que Uruguay podría contribuir a la defensa hemisférica, estableciendo una estación en la isla Bouvet, ubicada en la Latitud 54° Sur y Longitud 3º Este, la que serviría como base para estudios hidrográficos, oceanográficos y meteorológicos, explicando que si se concretaba la instalación de esa base, se reivindicaría para Uruguay un sector Atlántico, lo que además de contribuir a un mejor conocimiento de la meteorología del Atlántico Sur y a la seguridad de la navegación, eliminaría el riesgo de que ese sector fuera pretendido por Rusia, Noruega, Suecia u otras potencias del hemisferio norte.
…………
El CN Travieso, realizó una intensa campaña por los derechos que le podrían corresponder a Uruguay en el Atlántico Sur y en la Antártida, pero los objetivos que planteó no lograron tener eco en los gobernantes de su tiempo.
Sin embargo el concepto de Antártida Uruguaya, quedó latente y luego a partir de 1961, el profesor Musso lo tomó y lo continuó, sin lograr el resultado planeado tampoco, pero impulsando a los que vinieron después, a que adaptándose a la normativa del Tratado Antártico, se buscaran nuevos caminos para aproximarse a la Antártida y participar, haciendo valer nuestra posición geopolítica, como actores de primer orden en la administración del Continente Antártico, preservándola como legado para las nuevas generaciones.
-Para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.
#CronicasAntarticas
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Referencias
- “Geopolítica Atlanto – Antártida y de la Cuenca del Plata” por el CN Carlos Travieso (Montevideo, 1971)
- “Las acciones desconocidas de un doctrinario, el C/N Carlos Travieso Fernandez”, Por Lic. Cristina Montalbán - Ponencia presentada en el X Encuentro de Historiadores Antárticos Iberoamericanos, Buenos Aires, del 1º al 3 de octubre de 2008.
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