El profesor Julio C. Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo, tuvo vinculaciones con personalidades relacionadas al tema antártico, tanto de Brasil como de Argentina, desde los comienzos de su prédica a inicios de la década de 1960. Musso y su grupo de seguidores, intentaron que las autoridades uruguayas tomaran conciencia de que se debía ingresar al Tratado Antártico y realizar actividades científicas. En procura de ese logro, buscó apoyo en países vecinos, encontrando en sus amigos de Brasil, un foro donde lo tomaron en cuenta. Las expresiones territorialistas, manejadas en los discursos de Eurípedes Cardoso de Menezes en la década de 1970, fueron contrarrestados por Musso, que intentaba demostrar que no era necesario para Brasil, insertar teorías foráneas para vincularse a la Antártida, pues la herencia colonial de Portugal y el Tratado de Tordesillas ya eran argumentos más que suficientes, aunque luego de la firma del Tratado Antártico en 1959, esas formas de pensamiento debían ser revisadas, pues el nuevo marco legal solo permitía la aproximación mediante la actividad científica. Este concepto de Musso, era compartido por los principales actores antárticos de Brasil, reunidos en el IBEA, quienes buscaron en él un aval para sus proyectos de enviar una expedición científica, invitándolo a participar en varios encuentros en los años previos a la concreción definitiva de esa expedición. Algunos de los compañeros de Musso en Uruguay compartían el interés por la geopolítica y se agrupaban en torno a la publicación de la revista Geosur, dando allí una ventana para que el periodista brasileño Pericles Azambuja y otros, escribieran sobre sus proyectos antárticos, legándonos el testimonio fotográfico de la visita a Montevideo del presidente del IBEA, Ing. Wildgen y otros, en julio de 1981. El aporte de Musso, fue integrador, pues facilitó el camino para que los defensores de las teorías nacionalistas, pudieran encontrar una forma de encausar sus proyectos de manera fraternal, enmarcada en el espíritu del Tratado Antártico y cuando criticaba los agresivos discursos de Cardoso de Menezes en 1970, no olvidó que si se hablaba de eventuales derechos para los países de América del Sur, no podía dejarse de lado a Bolivia y Paraguay, quienes también eran herederos de los mismos, al igual que los países costeros. Musso, fue un precursor y un pionero y al igual que tantos profetas antes, no logró ver concretado su sueño, pues falleció en 1984, justo el año en que Uruguay estableció la Base Artigas, que él había imaginado en 1962 ( ). Tampoco pudo ver concretado su sueño de participar junto a Brasil de esa expedición científica que ideó junto a varios de los miembros del IBEA, pero si bien no logró eso, si contribuyó a mantener viva la llama de una idea. Musso, fue tenido en cuenta como un valioso asesor en Brasil mientras que en Uruguay, lo dejaban de lado y lo acusaban de hacer gestiones privadas que no iban en la línea diplomática del gobierno del momento, desmereciendo su aporte y olvidando su trayectoria de veinte años. Los aportes de Musso a la concreción del actual Programa Antártico de Brasil, pueden parecer mínimos, pues el PROANTAR se desarrolló con muchos participantes de gran valía y es además el reflejo del potencial geopolítico que tiene Brasil en la región. Pero, sin su participación junto a los miembros del IBEA, tal vez el enfoque dado hubiera sido diferente y se hubieran aumentado los conflictos diplomáticos. Esperamos con este trabajo, haber hecho un aporte al conocimiento de las acciones de aquellos pioneros, que en una época difícil para nuestra América del Sur, supieron encontrar caminos de conciliación y concordia, a pesar de sufrir el desprecio y de ser ignorados sus esfuerzos. Una prédica de más de veinte años, como la realizada por Musso y sus seguidores, no puede permanecer en el olvido. Su contribución debe ser comprendida por las nuevas generaciones, para que a partir de esos aportes, se entiendan los por qué y se pueda seguir avanzando, tomando como ejemplo lo que expresa el Tratado Antártico, que declara a la “Antártida, continente de paz y ciencia”.
El profesor Julio C. Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo, tuvo vinculaciones con personalidades relacionadas al tema antártico, tanto de Brasil como de Argentina, desde los comienzos de su prédica a inicios de la década de 1960. Musso y su grupo de seguidores, intentaron que las autoridades uruguayas tomaran conciencia de que se debía ingresar al Tratado Antártico y realizar actividades científicas. En procura de ese logro, buscó apoyo en países vecinos, encontrando en sus amigos de Brasil, un foro donde lo tomaron en cuenta. Las expresiones territorialistas, manejadas en los discursos de Eurípedes Cardoso de Menezes en la década de 1970, fueron contrarrestados por Musso, que intentaba demostrar que no era necesario para Brasil, insertar teorías foráneas para vincularse a la Antártida, pues la herencia colonial de Portugal y el Tratado de Tordesillas ya eran argumentos más que suficientes, aunque luego de la firma del Tratado Antártico en 1959, esas formas de pensamiento debían ser revisadas, pues el nuevo marco legal solo permitía la aproximación mediante la actividad científica. Este concepto de Musso, era compartido por los principales actores antárticos de Brasil, reunidos en el IBEA, quienes buscaron en él un aval para sus proyectos de enviar una expedición científica, invitándolo a participar en varios encuentros en los años previos a la concreción definitiva de esa expedición. Algunos de los compañeros de Musso en Uruguay compartían el interés por la geopolítica y se agrupaban en torno a la publicación de la revista Geosur, dando allí una ventana para que el periodista brasileño Pericles Azambuja y otros, escribieran sobre sus proyectos antárticos, legándonos el testimonio fotográfico de la visita a Montevideo del presidente del IBEA, Ing. Wildgen y otros, en julio de 1981. El aporte de Musso, fue integrador, pues facilitó el camino para que los defensores de las teorías nacionalistas, pudieran encontrar una forma de encausar sus proyectos de manera fraternal, enmarcada en el espíritu del Tratado Antártico y cuando criticaba los agresivos discursos de Cardoso de Menezes en 1970, no olvidó que si se hablaba de eventuales derechos para los países de América del Sur, no podía dejarse de lado a Bolivia y Paraguay, quienes también eran herederos de los mismos, al igual que los países costeros. Musso, fue un precursor y un pionero y al igual que tantos profetas antes, no logró ver concretado su sueño, pues falleció en 1984, justo el año en que Uruguay estableció la Base Artigas, que él había imaginado en 1962 ( ). Tampoco pudo ver concretado su sueño de participar junto a Brasil de esa expedición científica que ideó junto a varios de los miembros del IBEA, pero si bien no logró eso, si contribuyó a mantener viva la llama de una idea. Musso, fue tenido en cuenta como un valioso asesor en Brasil mientras que en Uruguay, lo dejaban de lado y lo acusaban de hacer gestiones privadas que no iban en la línea diplomática del gobierno del momento, desmereciendo su aporte y olvidando su trayectoria de veinte años. Los aportes de Musso a la concreción del actual Programa Antártico de Brasil, pueden parecer mínimos, pues el PROANTAR se desarrolló con muchos participantes de gran valía y es además el reflejo del potencial geopolítico que tiene Brasil en la región. Pero, sin su participación junto a los miembros del IBEA, tal vez el enfoque dado hubiera sido diferente y se hubieran aumentado los conflictos diplomáticos. Esperamos con este trabajo, haber hecho un aporte al conocimiento de las acciones de aquellos pioneros, que en una época difícil para nuestra América del Sur, supieron encontrar caminos de conciliación y concordia, a pesar de sufrir el desprecio y de ser ignorados sus esfuerzos. Una prédica de más de veinte años, como la realizada por Musso y sus seguidores, no puede permanecer en el olvido. Su contribución debe ser comprendida por las nuevas generaciones, para que a partir de esos aportes, se entiendan los por qué y se pueda seguir avanzando, tomando como ejemplo lo que expresa el Tratado Antártico, que declara a la “Antártida, continente de paz y ciencia”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario