sábado, 25 de agosto de 2018

Visiones uruguayas sobre el “Problema de la Antártida” 1947-1948


Entre los años 1947 y 1948, se produjo un duro conflicto en torno al Atlántico Sur, las Islas Malvinas y los reclamos territoriales que sobre la Península Antártica, planteaban Argentina, Chile y el Reino Unido. El Uruguay no estuvo ajeno a este conflicto, conocido como el “Problema de la Antártida” o la “Cuestión Antártica”...

El buque británico John Biscoe que recalaba en Montevideo entre 1947 y 1956

Visiones uruguayas sobre el “Problema de la Antártida”
por Waldemar Fontes


Entre los años 1947 y 1948, se produjo un duro conflicto en torno al Atlántico Sur, las Islas Malvinas y los reclamos territoriales que sobre la Península Antártica, planteaban Argentina, Chile y el Reino Unido. Este conflicto, aún no resuelto, es conocido como el “Problema de la Antártida” o la “Cuestión Antártica”. 

El agravamiento de esta pugna, se produjo luego de finalizar la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1946, cuando la Argentina, gobernada por el General Perón, planteó un reclamo sobre la Plataforma Continental, estableciendo el “Sector Antártico Argentino”, que se extendía sobre la Península Antártica, hasta el Polo Sur. 

La decisión de Argentina se produjo en un entorno diplomático complejo, en plena Guerra Fría, cuando las potencias se disputaban el dominio del mundo. 

Desde 1943, el Reino Unido venía desarrollando en la Antártida, la operación “Tabarin”, en prevención de que la Alemania Nazi se instalara en esas regiones, lo que produjo reiterados conflictos con las actividades que tanto Argentina como Chile, pretendían desarrollar en la misma región antártica. 

Los buques de la Armada británica que participaban de la Operación Tabarín, recalaban habitualmente en Montevideo y sus tripulaciones desembarcaban y convivían en nuestra ciudad. 

El problema de la Antártida cobró mayor notoriedad en 1947, cuando Estados Unidos envió a la Antártida la operación “Highjump”, compuesta por una flota de 13 buques, con cerca de 5000 efectivos, lo que provocó la reacción de los gobiernos de Chile y de Argentina. Esta reacción se concretó a través de negociaciones que culminaron en un acuerdo para la defensa de sus reclamos sobre la Antártida, frente a las pretensiones de las potencias extra-regionales. 

Este acuerdo, firmado el 4 de marzo de 1948, postergaba cualquier disputa que hubiera entre Argentina y Chile, hasta tanto se resolviera el conflicto principal, declarando: 

1) Que ambos Gobiernos actuarán de común acuerdo en la protección y defensa jurídica de sus derechos en la Antártida Sudamericana, comprendida entre los meridianos 25° y 90°, de longitud oeste de Greenwich, en cuyos territorios se reconocen Chile y la República Argentina indiscutibles derechos de soberanía. 

2) Que están de acuerdo en continuar su acción administrativa, de exploración, vigilancia y fomento en la región de frontera no definida de sus respectivas zonas antárticas, dentro de un espíritu de cooperación recíproca. 

3) Que a la mayor brevedad, y, en todo caso, en el curso del presente año, proseguirán las negociaciones hasta llegar a la concertación de un tratado chileno-argentino de demarcación de límites en la Antártida Sudamericana…” 

Este acuerdo, pese a mencionar una “Antártida Sudamericana”, concepto surgido de la negociación Escudero-Ruiz Moreno de 1941, no era algo que incluyera reconocimiento de derechos a los otros países de América del Sur, sino que se refería a que los únicos países con derechos sobre la Antártida eran Chile y Argentina y bajo ese concepto, se planteaba que los otros países, apoyaran el reclamo de argentino-chileno, contra la ocupación de una potencia ajena a la región, o sea Gran Bretaña, sin considerar otras eventuales opciones, como la que planteaba desde Uruguay el Capitán de Navío Carlos Travieso, quien desde 1946 declaraba que los países del hemisferio sur, con proyección a la Antártida, tenían derechos sobre ese Continente y debían reunirse para fortalecer sus posiciones, proponiendo que esa reunión se hiciera en Montevideo. 

Esa propuesta uruguaya, no tuvo apoyo internacional, diluyéndose en la compleja lucha de poder que se gestaba en la región, donde se planteaban dos grandes posiciones, el Panamericanismo, que proponía que las Américas estuvieran unidas por un ideal común bajo la tutela de los Estados Unidos y por otro lado el Hispanoamericanismo, que promulgaba que la unión de la cultura hispánica debía primar sobre cualquier opción de dominación extranjera. 

En ambas corrientes de opinión, la presencia británica en la región austral y antártica, era cuestionada, agregándose además la reclamación de Guatemala, por la soberanía de Belice, en una época de descolonización… 

En ese marco, el Profesor Juan Lagomarsino, en junio de 1948, planteaba la pregunta “¿De quién es la Antártida”, analizando en una conferencia que dictó en la Alianza Uruguay Estados Unidos, cómo, según su punto de vista, la Antártida había sido descubierta por el Capitán Palmer, un ballenero americano que navegara en la zona de la Península Antártica en las temporadas de 1818 y 1819, por lo que si alguien tenía derechos sobre ese continente, debería ser su descubridor, dejando en claro que a pesar de esa posibilidad, los Estados Unidos no estaban planteando reclamos sobre la Antártida por lo que tampoco reconocían derechos a otros países. 

El Profesor Lagomarsino, decía que los reclamos planteados, deberían llevarse a la Corte Internacional de Justicia, a las Naciones Unidas, o a una mesa de negociaciones, declarándose partidario del arbitraje como la más adecuada fórmula jurídica para resolver controversias y se congratulaba de que Uruguay estuviera exento del problema de la Antártida, explicando que los uruguayos éramos en ese asunto, “perfectos neutrales” al no tener planteada oficialmente ninguna reclamación territorial en las regiones antárticas. 

Por otro lado, planteaba que el asunto de las Islas Malvinas no estaba del todo entendido por la opinión pública, diciendo que: “una cosa bien definida son las Islas Malvinas, pero otro problema totalmente distinto era ´las Dependencias de las Malvinas´; a partir de donde Gran Bretaña había extendido su jurisdicción hasta los territorios de Antártida y el Atlántico Sur”. 

Según lo planteado por el profesor Lagomarsino, los Estados Unidos de América, a pesar de los posibles derechos que podrían esgrimir por haber descubierto la Antártida, no planteaban reclamos territoriales, sino que buscaban maneras alternativas de resolver el conflicto, presentando fórmulas como la internacionalización del continente o la aplicación de un régimen fiduciario, las que fueron ampliamente debatidas en ese momento, sin contar con el apoyo de los principales involucrados en el tema. 

Otra visión del problema de la Antártida, la dejó planteada el doctor Eduardo Víctor Haedo, mientras se desempeñaba como Senador, al ser entrevistado por La Vanguardia Española, el 9 de marzo de 1948, donde al preguntársele qué opinión le merecían las reclamaciones de Guatemala y las de Argentina y Chile, contra Inglaterra, acerca de la soberanía sobre Belice y las Malvinas e islas del Océano Antártico, expresó: 

Tanto Belice como las demás islas en pleito no son, en el entender de los sudamericanos, problemas sometidos a discusión. Confío en la sensatez de la Gran Bretaña y espero que dentro de poco se llegue a una solución que contará con las simpatías de todo el Continente; esto es que sea respetada íntegramente la soberanía territorial y política de los Estados americanos”. 

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La pugna entre Argentina y Chile contra el Reino Unido tuvo un momento álgido en febrero de 1948, cuando Argentina envió a la Antártida una flota de ocho buques de guerra, produciéndose tensiones que pudieron llegar al enfrentamiento armado. 

Afortunadamente, prevaleció la cordura y los países buscaron a través de la diplomacia, otras formas de resolver este problema, lo que llevó a la firma de una Declaración Naval Tripartita, por la cual, la  Argentina, Chile y el Reino Unido, se comprometieron a no enviar buques de guerra al sur del paralelo 60° Sur. 

Esta Declaración, con algunos altibajos, logró mantener la paz y se siguió renovando año a año, hasta 1961 cuando se la consideró ya innecesaria, pues había entrado en vigor el Tratado Antártico, firmado en Washington el 1 de diciembre de 1959. ​ 

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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

#CronicasAntarticas



Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar 
el sábado 25 de agosto de 2018, trasmitido por Radio Uruguay


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