sábado, 4 de agosto de 2018

De la Antártida a la Luna, a Marte y más allá...

Hace unos días, la prensa anunciaba el hallazgo de agua líquida en el Polo Sur del planeta Marte. Los científicos ya han comprobado que en rocas debajo del hielo, en la Antártida, hay sistemas vivos que han generado su propio ecosistema. Lo mismo pasa en lagos debajo del hielo, por lo que si en esta otra Antártida, la del Polo Sur de Marte, hay agua, es muy posible que haya allí también alguna forma de vida, recreándose el misterio de las cosas por descubrir que han hecho siempre a la humanidad progresar y aventurarse al más allá…


Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 28 de julio de 2018, trasmitido por Radio Uruguay


Hielo en el Polo Sur de Marte

De la Antártida a la Luna, a Marte y más allá
por Waldemar Fontes

Hace unos días, la prensa anunciaba el hallazgo de agua líquida en el Polo Sur marciano, la que se mantendría en ese estado debido a unas especiales condiciones, bajo una gruesa capa de hielo, con temperaturas en la superficie de 120 grados bajo cero.

Esto nos llevó a repasar el pensamiento del Profesor Julio César Musso y a su concepto de espacio de naturaleza, que analizaba en su libro “Antártida Uruguaya” [1], publicado en 1970 donde decía: “El tema dominante y objetivo de este libro es el Continente Antártico en general, así como de la Antártida Uruguaya, en particular. Este objeto, a la par que amplio y original, requiere cuidadoso enfoque y permanente auxilio de múltiples disciplinas científicas, jurídicas, tecnológicas y políticas. La subordinación de éstas al tema central y dominante, es debido a que Antártida constituye un espacio de naturaleza, similar en concepción, a otros espacios no pertenecientes a Estado alguno, cual resulta el altamar océano, profundidades, suelos y subsuelos marítimos, atmósfera terrestre, espacio ultraterrestre, cuerpos celestes, fueren planetas o satélites naturales".

El pensamiento de Musso, un autodidacta con formación en Derecho y ciencias biológicas se nutrió de fuentes que eran las más modernas en su tiempo, explicando que mientras que “para el derecho, el espacio está asimilado a territorio, para la ciencia, el espacio está determinado por el medio que domina el objeto de la investigación … mediante las cuales se interpretan o se conocen los fenómenos naturales.  
Y seguía: Constituyen espacios de naturaleza, para la ciencia entonces, los siguientes: espacios ultra -terrestres, siderales incluso, los cuerpos celestes, en especial los planetas y satélites naturales, la atmósfera terrestre, la superficie sólida de la tierra (continentes, islas, archipiélagos), el alta-mar de superficie, las profundidades marinas, los fondos, suelos y subsuelos del alta-mar océano, Antártida, las profundidades terrestres, ondas y bandas hertzianas -, etc. Estos micro-espacios tienen su contra-partida en los micro-espacios, entre los que se destacan las partículas subatómicas.
Musso explicaba, que si bien al momento de escribir sus libros la humanidad aceptaba la multiplicidad de espacios de naturaleza, no ocurría lo mismo a comienzos del Siglo XX, puesto que en aquella época solo se podía acceder físicamente a la superficie sólida terrestre o la superficie del mar.  A estos espacios los llamaba “espacios convencionales”, pero según lo preveía, avanzado el Siglo XX y para el futuro, el ser humano podría acceder a otros espacios de naturaleza, empleando medios nuevos para penetrar en ellos. 
El Profesor Musso explicaba: “El vínculo o instrumento de que hace uso el hombre, para su ingreso en cualquiera de los espacios de naturaleza, está constituido únicamente por vehículos instrumentados: telescopios, buques, submarinos, aeronaves, batiscafos, astronaves, etc., fueren tripulados o teledirigidos”
Al estudiar los espacios convencionales, hacía un análisis de cómo la evolución de los conceptos jurídicos de dominio de esos espacios, influía en los medios o vehículos empleados para acceder a los mismos.
Cuando se efectuaron las aperturas de las rutas aéreas y submarinas, los instrumentos o vehículos fueron asimilados al concepto de nave, en todo lo pertinente, persistiendo la misma tendencia hoy día, para el tratamiento y asimilación para las astronaves y satélites tecnológicos”.
En base a estos conceptos, surgía la forma de acceder a los espacios de naturaleza como el antártico, donde a pesar de existir reclamos territoriales, la dificultad de acceder físicamente a los mismos impuso que se lo tratara conceptualmente, como al altamar, considerando la Antártida como "res nullius", es decir, bien de nadie.
Esto conlleva que se deban regular las actividades de pesca, de tránsito y de navegación, mediante acuerdos y convenciones internacionales.
Asimismo los espacios de naturaleza, como la Antártida, los fondos marinos, el espacio exterior, planetas y satélites naturales, deben ser considerados doctrinalmente como “res scientíficum", es decir, espacios sujetos fundamentalmente a la investigación científica y operaciones pacíficas.



De la Antártida a la Luna: Vehículos para acceder a los espacios de naturaleza antárticos.

Cuando imaginamos la prédica del Profesor Musso, pensábamos que su propuesta de enviar una expedición uruguaya a la Antártida, allá por los años de 1960, sería hoy como intentar convencer a nuestros contemporáneos de que Uruguay puede enviar una expedición a la Luna. Mas sorpresa nos llevamos cuando al estudiar su obra, descubrimos que había analizado en detalle, las semejanzas y diferencias de la Antártida con la Luna, comparando la manera en que ambos espacios de naturaleza influyen sobre diferentes áreas de la Tierra, planteando que era algo tan lógico enviar una expedición a la Antártida como lo podía ser el emplear un telescopio para acceder a la observación de la superficie lunar.
Confrontando la Luna con la Antártida, Musso planteaba: “nada se opone a que se considere a la Antártida como un sub-satélite natural terrestre, cuya característica de SUB, implica condición terrestre no observable al norte del Paralelo sur, sesenta grados Sur, en tanto que la Luna sí, es observable desde cualesquier coordenada geográfica de la superficie terrestre… siendo digno de destacar, que si bien Luna tiene importancia biológica decisiva en Tierra…, la importancia de Antártida, como reguladora del clima de la tierra no lo es menos”, concluyendo que: “Antártida y Luna constituyen espacios de naturaleza exceptuados de radicación humana y procreación de la especie por sí misma y, con lo cual, se está ante espacios homólogos, desde el punto de vista jurídico”. [2]
El Profesor Musso, analizaba la llegada del hombre a la luna, hecho acaecido en 1969 y lo comparaba con el proceso de descubrimiento y conquista de la Antártida.  A la luz de la historia, la Antártida se conoce desde fines del siglo XVIII, aunque fuera presentida por los geógrafos y sabios de la antigüedad, mientras que la Luna, era conocida desde tiempos inmemoriales.
Esta comparación de ambos espacios de naturaleza, viene al caso, porque la Antártida, aún antes de ser “descubierta”, estaba entregada por el Tratado de Tordesillas (1494), a España y Portugal,  mientras que la Luna, aunque haya sido “conquistada” en 1969 por el arribo de vehículos apropiados, es un espacio de naturaleza regulado por el Tratado del Espacio Exterior vigente desde 1963, lo que determina que su exploración y utilización, “deberá hacerse en provecho e interés de todos los países, no pudiendo ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”.
Resumiendo, el vehículo para acceder a los espacios de naturaleza puede ser un objeto de conquista e intromisión o un medio por el cual acceder al mismo.
En ambos casos, el empleo del vehículo de penetración puede ser a la vez un medio para realizar investigación científica y como tal debe aprovecharse.
Escribía Musso: “Cuando mencionamos Antártida, hicimos énfasis de que es un Continente desierto, helado y hostil, carente de población humana aborigen. En cuanto a los otros espacios, fuere el alta-mar océano, la atmósfera, …suelos y subsuelos marinos, así como el espacio ultraterrestre…, la investigación prescindió, de los vehículos conductores, mediante los cuales, el hombre penetra, transita, extrae, investiga e incluso guerreaba”.
Basado en esta conclusión, planteaba la importancia que debía dársele al “medio conductor” como vehículo de acceso al espacio de naturaleza antártico, ensayando una clasificación de los vehículos disponibles a través del siguiente análisis:
“Un atento análisis sobre los vehículos en general, nos permite distinguir tres categorías relevantes y como sigue: [3]
Primero: vehículos fijos tales como el microscopio, el telescopio, ultramicroscopio, periscopios y modalidades convergentes. Mediante la operación con estos vehículos, el hombre y en sitio, penetra en profundidades e identificaciones extraordinarias.
Segundo: vehículos móviles teledirigidos, tales como aviones de piloto automático, astronaves conducidas por robot, satélites de observaciones y siendo en todos los casos, el vehículo esencial, la honda hertziana, de múltiples bandas, frecuencias y máximo horizonte de operación.
Tercero: vehículos móviles con rol de tripulación, buques, aeronaves, submarinos, rompehielos batiscafos, astronaves, helicópteros, tractores polares, etc.”
Cada una de estas categorías de vehículos, cuya indicación es únicamente a título de ejemplo y a los efectos de establecimiento de distinciones básicas, puesto que la nómina puede ampliarse, ha permitido descubrir, encontrar y ampliar, así como identificar, cartografiar espacios de naturaleza antes ni siquiera concebidos.
La acumulación de descubrimientos científicos, en base a cada categoría vehicular, permite un reordenamiento científico de incalculables consecuencias. Ahora y en nuestros tiempos, el concepto de descubrir, desvelar lo que estaba oculto, es insuficiente. Veamos un ejemplo: Luna por todos es vista y por ello, no es descubierta. Sin embargo, alunizar, es decir descender el hombre en Luna, tiene los atributos propios del descubrir, más aquel que corresponde al traslado del hombre a Luna

¿QUE ESPERAN LOS URUGUAYOS DE LA ANTÁRTIDA?

Con esta pregunta, el Profesor Musso comienza un capítulo de su libro, reflexionando lo siguiente: “Buenos augurios, esta es una pregunta que se las trae… Ilustra esta posición, una vieja parábola revivida, en ocasión de haber excursionado en las Sierras de Maldonado y conversado con los lugareños canteristas, extractores de puro mármol y de granito.
Uno de ellos decía: el hombre se ha desvelado en el pasado preocupado en transformar las piedras en oro y nunca, dijo, se ha preocupado en la transformación de las piedras en alimento, comida, sostén de los semejantes.
Ello viene oportuno, puesto que luego del alunizaje de julio de 1969, se ha procurado hallar agua en los testimonios pétreos importados a tierra”.
Nuevamente la referencia Antártida-Luna en la comparación de Musso es muy ilustrativa para explicar a quienes en su tiempo no veían el porqué de la vinculación uruguaya a la Antártida.
La búsqueda de agua, elemento esencial para la vida, ya estaba imponiéndose como prioritaria en aquella investigación científica del espacio exterior… entonces, ¿cómo no mirar hacia la Antártida, siendo que era la mayor reserva de agua dulce existente en la Tierra, la cual estaba justamente allí frente al territorio uruguayo?
Decía Musso: “Vincular Antártida a Uruguay, implica de suyo un nuevo aspecto físico, que se suma a los ya descriptos...  La renuencia en considerar la existencia de estos aspectos, es debido a la poca y ninguna atracción que los nacionales de Uruguay sienten frente a la naturaleza desnuda y hostil. Sin embargo esta etapa se requiere superarla por la subsistencia misma”.
En estos tiempos de crisis económica y de falta de recursos, el concepto de Musso vuelve a adquirir vigencia y sobre todo si lo vinculamos a la exploración espacial y al reciente descubrimiento de agua en Marte.  
Los científicos ya han comprobado que en rocas debajo del hielo, en la Antártida, hay sistemas vivos que han generado su propio ecosistema. Lo mismo pasa en lagos debajo del hielo, por lo que si en esta otra Antártida, la del Polo Sur de Marte, hay agua, es muy posible que haya allí también alguna forma de vida, recreándose el misterio de las cosas por descubrir que han hecho siempre a la humanidad progresar y aventurarse al más allá…
Para saber más sobre las Antártidas de éste y de otros planetas, los invitamos a seguirnos en ·#CronicasAntarticas, el sábado próximo, por Radio Uruguay.

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[1] Prof. Julio C. Musso – AntártidaUruguaya – Ediciones El País, Montevideo, Uruguay – 1970. Prólogo
[2] Prof. Musso en “Antártida Uruguaya” (obra citada): CAPITULO V - DE LA ANTÁRTIDA A LA LUNA - Páginas 14 a 15 del original.
[3] Prof. Musso en “Antártida Uruguaya” (obra citada): CAPITULO XX - VEHICULOS CONDUCTORES V) Vehículos- Página 43 del original.

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