sábado, 25 de agosto de 2018

Visiones uruguayas sobre el “Problema de la Antártida” 1947-1948


Entre los años 1947 y 1948, se produjo un duro conflicto en torno al Atlántico Sur, las Islas Malvinas y los reclamos territoriales que sobre la Península Antártica, planteaban Argentina, Chile y el Reino Unido. El Uruguay no estuvo ajeno a este conflicto, conocido como el “Problema de la Antártida” o la “Cuestión Antártica”...

El buque británico John Biscoe que recalaba en Montevideo entre 1947 y 1956

Visiones uruguayas sobre el “Problema de la Antártida”
por Waldemar Fontes


Entre los años 1947 y 1948, se produjo un duro conflicto en torno al Atlántico Sur, las Islas Malvinas y los reclamos territoriales que sobre la Península Antártica, planteaban Argentina, Chile y el Reino Unido. Este conflicto, aún no resuelto, es conocido como el “Problema de la Antártida” o la “Cuestión Antártica”. 

El agravamiento de esta pugna, se produjo luego de finalizar la Segunda Guerra Mundial, a partir de 1946, cuando la Argentina, gobernada por el General Perón, planteó un reclamo sobre la Plataforma Continental, estableciendo el “Sector Antártico Argentino”, que se extendía sobre la Península Antártica, hasta el Polo Sur. 

La decisión de Argentina se produjo en un entorno diplomático complejo, en plena Guerra Fría, cuando las potencias se disputaban el dominio del mundo. 

Desde 1943, el Reino Unido venía desarrollando en la Antártida, la operación “Tabarin”, en prevención de que la Alemania Nazi se instalara en esas regiones, lo que produjo reiterados conflictos con las actividades que tanto Argentina como Chile, pretendían desarrollar en la misma región antártica. 

Los buques de la Armada británica que participaban de la Operación Tabarín, recalaban habitualmente en Montevideo y sus tripulaciones desembarcaban y convivían en nuestra ciudad. 

El problema de la Antártida cobró mayor notoriedad en 1947, cuando Estados Unidos envió a la Antártida la operación “Highjump”, compuesta por una flota de 13 buques, con cerca de 5000 efectivos, lo que provocó la reacción de los gobiernos de Chile y de Argentina. Esta reacción se concretó a través de negociaciones que culminaron en un acuerdo para la defensa de sus reclamos sobre la Antártida, frente a las pretensiones de las potencias extra-regionales. 

Este acuerdo, firmado el 4 de marzo de 1948, postergaba cualquier disputa que hubiera entre Argentina y Chile, hasta tanto se resolviera el conflicto principal, declarando: 

1) Que ambos Gobiernos actuarán de común acuerdo en la protección y defensa jurídica de sus derechos en la Antártida Sudamericana, comprendida entre los meridianos 25° y 90°, de longitud oeste de Greenwich, en cuyos territorios se reconocen Chile y la República Argentina indiscutibles derechos de soberanía. 

2) Que están de acuerdo en continuar su acción administrativa, de exploración, vigilancia y fomento en la región de frontera no definida de sus respectivas zonas antárticas, dentro de un espíritu de cooperación recíproca. 

3) Que a la mayor brevedad, y, en todo caso, en el curso del presente año, proseguirán las negociaciones hasta llegar a la concertación de un tratado chileno-argentino de demarcación de límites en la Antártida Sudamericana…” 

Este acuerdo, pese a mencionar una “Antártida Sudamericana”, concepto surgido de la negociación Escudero-Ruiz Moreno de 1941, no era algo que incluyera reconocimiento de derechos a los otros países de América del Sur, sino que se refería a que los únicos países con derechos sobre la Antártida eran Chile y Argentina y bajo ese concepto, se planteaba que los otros países, apoyaran el reclamo de argentino-chileno, contra la ocupación de una potencia ajena a la región, o sea Gran Bretaña, sin considerar otras eventuales opciones, como la que planteaba desde Uruguay el Capitán de Navío Carlos Travieso, quien desde 1946 declaraba que los países del hemisferio sur, con proyección a la Antártida, tenían derechos sobre ese Continente y debían reunirse para fortalecer sus posiciones, proponiendo que esa reunión se hiciera en Montevideo. 

Esa propuesta uruguaya, no tuvo apoyo internacional, diluyéndose en la compleja lucha de poder que se gestaba en la región, donde se planteaban dos grandes posiciones, el Panamericanismo, que proponía que las Américas estuvieran unidas por un ideal común bajo la tutela de los Estados Unidos y por otro lado el Hispanoamericanismo, que promulgaba que la unión de la cultura hispánica debía primar sobre cualquier opción de dominación extranjera. 

En ambas corrientes de opinión, la presencia británica en la región austral y antártica, era cuestionada, agregándose además la reclamación de Guatemala, por la soberanía de Belice, en una época de descolonización… 

En ese marco, el Profesor Juan Lagomarsino, en junio de 1948, planteaba la pregunta “¿De quién es la Antártida”, analizando en una conferencia que dictó en la Alianza Uruguay Estados Unidos, cómo, según su punto de vista, la Antártida había sido descubierta por el Capitán Palmer, un ballenero americano que navegara en la zona de la Península Antártica en las temporadas de 1818 y 1819, por lo que si alguien tenía derechos sobre ese continente, debería ser su descubridor, dejando en claro que a pesar de esa posibilidad, los Estados Unidos no estaban planteando reclamos sobre la Antártida por lo que tampoco reconocían derechos a otros países. 

El Profesor Lagomarsino, decía que los reclamos planteados, deberían llevarse a la Corte Internacional de Justicia, a las Naciones Unidas, o a una mesa de negociaciones, declarándose partidario del arbitraje como la más adecuada fórmula jurídica para resolver controversias y se congratulaba de que Uruguay estuviera exento del problema de la Antártida, explicando que los uruguayos éramos en ese asunto, “perfectos neutrales” al no tener planteada oficialmente ninguna reclamación territorial en las regiones antárticas. 

Por otro lado, planteaba que el asunto de las Islas Malvinas no estaba del todo entendido por la opinión pública, diciendo que: “una cosa bien definida son las Islas Malvinas, pero otro problema totalmente distinto era ´las Dependencias de las Malvinas´; a partir de donde Gran Bretaña había extendido su jurisdicción hasta los territorios de Antártida y el Atlántico Sur”. 

Según lo planteado por el profesor Lagomarsino, los Estados Unidos de América, a pesar de los posibles derechos que podrían esgrimir por haber descubierto la Antártida, no planteaban reclamos territoriales, sino que buscaban maneras alternativas de resolver el conflicto, presentando fórmulas como la internacionalización del continente o la aplicación de un régimen fiduciario, las que fueron ampliamente debatidas en ese momento, sin contar con el apoyo de los principales involucrados en el tema. 

Otra visión del problema de la Antártida, la dejó planteada el doctor Eduardo Víctor Haedo, mientras se desempeñaba como Senador, al ser entrevistado por La Vanguardia Española, el 9 de marzo de 1948, donde al preguntársele qué opinión le merecían las reclamaciones de Guatemala y las de Argentina y Chile, contra Inglaterra, acerca de la soberanía sobre Belice y las Malvinas e islas del Océano Antártico, expresó: 

Tanto Belice como las demás islas en pleito no son, en el entender de los sudamericanos, problemas sometidos a discusión. Confío en la sensatez de la Gran Bretaña y espero que dentro de poco se llegue a una solución que contará con las simpatías de todo el Continente; esto es que sea respetada íntegramente la soberanía territorial y política de los Estados americanos”. 

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La pugna entre Argentina y Chile contra el Reino Unido tuvo un momento álgido en febrero de 1948, cuando Argentina envió a la Antártida una flota de ocho buques de guerra, produciéndose tensiones que pudieron llegar al enfrentamiento armado. 

Afortunadamente, prevaleció la cordura y los países buscaron a través de la diplomacia, otras formas de resolver este problema, lo que llevó a la firma de una Declaración Naval Tripartita, por la cual, la  Argentina, Chile y el Reino Unido, se comprometieron a no enviar buques de guerra al sur del paralelo 60° Sur. 

Esta Declaración, con algunos altibajos, logró mantener la paz y se siguió renovando año a año, hasta 1961 cuando se la consideró ya innecesaria, pues había entrado en vigor el Tratado Antártico, firmado en Washington el 1 de diciembre de 1959. ​ 

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Hay mucho más para conversar sobre este y otros temas, así que para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

#CronicasAntarticas



Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar 
el sábado 25 de agosto de 2018, trasmitido por Radio Uruguay


miércoles, 22 de agosto de 2018

Carlos Travieso y sus visiones sobre la Antártida Uruguaya


En una nota publicada en 1946, el Capitán Carlos Travieso decía: "Nuestro país debe reclamar un sector Antártico en cumplimiento de sus compromisos de cooperación a la defensa y seguridad del Hemisferio Occidental, protegiendo las importantísimas reservas para el futuro, de materias pesqueras y mineralógicas...
Capitán de Navío Carlos Travieso Fernández


La visión del Capitán de Navío Carlos Travieso, sobre la Antártida Uruguaya

por Waldemar Fontes

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 18 de agosto de 2018, trasmitido por Radio Uruguay

El CN Carlos Travieso Fernández, nació en Montevideo el 27 de mayo de 1901 y falleció el 11 de noviembre de 1979. 

Había ingresado a la Escuela Naval en 1916, cuando el buque uruguayo, Instituto de Pesca Nº 1 navegó por primera vez en aguas antárticas, hace más de 100 años y desarrolló una carrera en la que llegó a ocupar el cargo de Inspector General de Marina, desempeñándose, una vez Retirado, como Ministro del Supremo Tribunal Militar. 

Era una persona con iniciativa y gran empuje y atento observador de la realidad en la que vivía, analizando las posibilidades que tenía nuestro país al finalizar la segunda Guerra Mundial, cuando al comienzo de la Guerra Fría, el nuevo ordenamiento de las potencias, obligaba a los Estados a tomar posición por un lado u otro. 

Su padre, el Dr. Carlos Travieso, alineado con el Partido Colorado, había fundado el periódico "Rivera" que más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial tomara el título de "La Nación", desde donde impulsaba la lucha contra la intromisión extranjera, siendo promotores del debate que se generara en torno a la instalación de una base aeronaval de los EE.UU. 

En esta época, el CN Carlos Travieso Fernández, había comenzado a escribir en “La Nación” con el seudónimo “Marinante”, pugnando para que las bases aeronavales que se proponían, deberían ser nacionales y no estar en manos de las potencias extranjeras, “las que en épocas de peligro para ellas daban todo de sí, pero que pasado el mismo”, -decía- “no tienen inconveniente, de olvidar y atacar a sus ex-aliados”. 

La posición defendida por La Nación triunfó con el apoyo del caudillo blanco Dr. Luis Alberto de Herrera, quien a pesar de pertenecer al Partido Nacional, defendía también esta línea. 

Justamente en ese periódico, el CN Travieso, publicó en enero de 1947, un artículo titulado “Antártida: Trampolín de ataque contra los países del Hemisferio Sur", donde expresaba que la Antártida “es un continente de 14 millones de kilómetros cuadrados, donde habría carbón, petróleo y uranio”, -el apreciado combustible para fabricar bombas atómicas, que en esos años era de vital importancia en la carrera armamentística que se estaba llevando a cabo y mencionaba el especial interés que por ese mineral tenían las grandes potencias. 

“La seguridad colectiva de estos países de la Hispano América, -decía- exige que las tierras antárticas, que, como continuación de nuestras plataformas continentales llegan hasta el Polo, sean ocupadas por sudamericanos". 

"La fórmula que lanzamos para los que puedan proponerla, es que, la mitad, se distribuya entre los países marítimos del extremo sudamericano, dándoles, con ángulo en el polo, porciones proporcionales a la extensión de costas marítimo-fluviales que cada uno tenga al sur del trópico de Capricornio... (de este a oeste Brasil, Uruguay, Argentina, Chile... y el resto que se divida entre neozelandeses, australianos y sudafricanos". 

Proponía que para lograr un acuerdo de ese tipo, sería necesario primero, empezar por acordar entre los tres países americanos más vinculados al sur, es decir: Argentina, Chile y Uruguay, promoviendo a Montevideo como sede de esa reunión, explicando que en ese encuentro, deberían dejarse claros los derechos antárticos de cada país, confrontando a los países, que provenientes del hemisferio norte, estaban ocupando posiciones que bloqueaban el desarrollo de esta región, desde una posición que calificaba como de “trampolín de ataque” contra el Hemisferio Sur. 

En los años siguientes continuó su prédica en defensa de los intereses atlánticos y antárticos de nuestro país, escribiendo en La Nación y en La Mañana o dictando conferencias en el Centro Militar y en el Club Rivera, donde era ávidamente escuchado, aunque sus propuestas no lograban concretarse. 

El 2 de setiembre de 1947, se firmaba en Río de Janeiro el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que establecía una zona de defensa continental que abarcaba desde el Polo Sur al Polo Norte, incluyendo no solo el territorio continental, sino también el mar territorial y zonas más amplias, que aunque no estuvieran en los límites establecidos, pudieran afectar la seguridad, por lo que se podría ejercer funciones de defensa sobre ellas. Este Tratado obligaba a las Partes a tomar medidas y asumir responsabilidades, por lo que Travieso estudió detalladamente cómo debería actuar el Uruguay ante el nuevo marco legal. 



En 1971, se publicó la primera edición, a mimeógrafo, de su libro “Geopolítica Atlanto – Antártida y de la cuenca del Plata”, donde recopiló los artículos y notas que había publicado en diversos medios, desde la década de 1940. Allí, bajo el título “Iniciamos el planteo de nuestros derechos Antárticos”, decía: Hace más de 20 años, en el periódico de mi Sr. Padre, se empezó a estudiar la jurisdicción de Malvinas. Después hubo otros requerimientos y se inició el llamado problema de las Bases Aeronavales que deben ser propias, para más tarde tomar la iniciativa de reivindicar y utilizar nuestra plataforma Continental. Otra iniciativa propiciada a continuación de las anteriores, fue la de la Antártida según la tesis y doctrina planteada en La Nación de enero de 1947

Venimos pues repitiendo desde hace años, -decía- que el rico continente Antártico, puede convertirse en un trampolín de ataque contra América, especialmente la del Sur y que a semejanza de lo actuado en la zona del Ártico y vecindades del polo norte, nada tienen que hacer en los hielos del sur las potencias que tienen sus metrópolis y principales puertos en la zona tórrida y menos en el hemisferio opuesto; no teniendo derecho a su pretensión de primar en los dos polos opuestos del Mundo. 

En su prédica insistía en la importancia del mar para nuestro país y se ocupó de impulsar el reclamo por la plataforma continental que se empezaba a gestar en esos años. 

En una nota publicada en el Diario La Mañana, del 2 de agosto de 1958 (Cartas de Nuestros Lectores) titulaba: “El olvido en que está una Antártida Uruguaya”, diciendo: -Desde 1946, se maneja una doctrina naval que plantea que "Nuestro país debe reclamar un sector Antártico en cumplimiento de sus compromisos de cooperación a la defensa y seguridad del Hemisferio Occidental, protegiendo las importantísimas reservas para el futuro, de materias pesqueras y mineralógicas". 

Los fundadores de esa doctrina, hemos sostenido que por nuestra posición en la zona Sud Atlántica Sudamericana, debíamos reclamar un sector oriental del hemisferio, al Este de lo que reclama Argentina, -sin interferir en la disputa por el Canal de Drake (entre Sud América y el casquete polar). Vale decir que aportaríamos nuestro derecho histórico y geográfico a la consolidación de la tesis Hemisférica de las Américas, sin agregar una estéril, inconducente disputa más, de la que sólo sacaríamos perjuicios. 

Para cumplir con nuestros compromisos, tenemos derecho a reclamar el apoyo de las Américas, su ayuda técnica y material… 

Seguía analizando por qué se había perdido tanto tiempo y por qué no se había intervenido más activamente en el Año Geofísico Internacional 1957-1958, concluyendo que las autoridades del momento, si bien le daban la razón, habían manifestado que “eso aquí, no se podía”, dilatando la propuesta, aunque, -decía- a fuerza de lucha y tesón, replanteando la cuestión, habían aparecido iniciativas contradictorias y divergentes, aunque ya ante la nueva realidad previa a la firma del Tratado Antártico, se hacía necesario una medida concreta: había que ir a la Antártida y establecerse allí. 

Para concretar ese objetivo, Travieso definió un sector específico, que llamó “Antártida Uruguaya” delimitándolo al Este del Sector reclamado por Argentina, comprendido entre los meridianos 20° E al 25° W, el que incluía el área reclamada por Noruega. 

En base a esta teoría, planteaba que Uruguay podría contribuir a la defensa hemisférica, estableciendo una estación en la isla Bouvet, ubicada en la Latitud 54° Sur y Longitud 3º Este, la que serviría como base para estudios hidrográficos, oceanográficos y meteorológicos, explicando que si se concretaba la instalación de esa base, se reivindicaría para Uruguay un sector Atlántico, lo que además de contribuir a un mejor conocimiento de la meteorología del Atlántico Sur y a la seguridad de la navegación, eliminaría el riesgo de que ese sector fuera pretendido por Rusia, Noruega, Suecia u otras potencias del hemisferio norte. 

………… 

El CN Travieso, realizó una intensa campaña por los derechos que le podrían corresponder a Uruguay en el Atlántico Sur y en la Antártida, pero los objetivos que planteó no lograron tener eco en los gobernantes de su tiempo. 

Sin embargo el concepto de Antártida Uruguaya, quedó latente y luego a partir de 1961, el profesor Musso lo tomó y lo continuó, sin lograr el resultado planeado tampoco, pero impulsando a los que vinieron después, a que adaptándose a la normativa del Tratado Antártico, se buscaran nuevos caminos para aproximarse a la Antártida y participar, haciendo valer nuestra posición geopolítica, como actores de primer orden en la administración del Continente Antártico, preservándola como legado para las nuevas generaciones. 

-Para saber más sobre la Antártida y su historia, los invitamos a seguirnos el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay. 

#CronicasAntarticas

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Referencias 
  • “Geopolítica Atlanto – Antártida y de la Cuenca del Plata” por el CN Carlos Travieso (Montevideo, 1971) 
  • “Las acciones desconocidas de un doctrinario, el C/N Carlos Travieso Fernandez”, Por Lic. Cristina Montalbán - Ponencia presentada en el X Encuentro de Historiadores Antárticos Iberoamericanos, Buenos Aires, del 1º al 3 de octubre de 2008.




domingo, 12 de agosto de 2018

100 años del nacimiento del Profesor Julio César Musso




Al cumplirse 100 años del nacimiento del Profesor Julio César Musso, impulsor de la presencia del Uruguay en la Antártida, le rendimos homenaje.

El Prof. Julio César Musso
presidiendo la Primera Convención Nacional Antártica en 1970

Reseña biográfica del Profesor Julio César Musso

por Waldemar Fontes

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 11 de agosto de 2018, trasmitido por Radio Uruguay

Su juventud y vida familiar
El Profesor Julio César Musso, nació en Montevideo el 5 de agosto de 1918.
Se crió en la zona Oeste de Montevideo en los barrios del Cerro, Casabó y La Teja.  Concurrió a diferentes Escuelas Públicas, hasta quinto año. Abandonó la escuela en 1929, con 11 años.
Se educó de manera autodidacta, en técnicas mecánicas, entre los años 1930 a 1955.
Entre 1938 y 1942 estudió en el Liceo Nocturno completando por aprobación los estudios secundarios, para luego cursar Preparatorio nocturno de Derecho.
Paralelamente se inscribió libre, en los preparatorios de medicina, Ingeniería y Química.
En 1945, ingresó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, obteniendo el título de Bachiller y la habilitación para Profesorado.
Realizó cursos reglamentarios en Facultad y participó en Seminarios de Derecho Internacional Público, Constitucional, Romano, Germánico y Civil, abandonando Facultad al 3er año para dedicarse a ocupaciones de carácter tecnológico.
En mayo de 1946 contrajo enlace con Doña María de los Ángeles Rinaldi y en cuya unión nacieron sus hijos: Delia María, María de los Ángeles y Carlos Alberto.  
Se divorció en 1957, volviendo a contraer enlace, en enero de 1970, con Doña Consuelo V. Charquero, no teniendo hijos en este segundo matrimonio.
Actividad laboral
En 1929 comenzó a trabajar en el Frigorífico Swift de Montevideo, hasta 1931, en que pasó a depender del Frigorífico Armour del Uruguay, donde estuvo hasta 1934.
De 1932 a 1941 trabajó en la Compañía Telefónica de Montevideo Ltd. y de 1941 a 1946 en  la I.T.T. donde luego fue promovido a Comprador de Planta y Encargado de Importaciones y Suministros Estratégicos.
En abril de 1947 fundó la Compañía INTER-TALKIE Ltda., con capitales de La Uruguaya de Seguros S.A.
Entre 1957 y 1958 se llevó a cabo el Año Geofísico Internacional. Por esos tiempos el Profesor Musso era Presidente de la Unión de Propietarios de Ómnibus de Turismo y Escolares y Delegado del Transporte de turismo ante la Federación Nacional de Transporte en Autobús.
De 1958 a 1960, fue copropietario de las Empresas “Parque Rodó” y “Malvín”, para el transporte de turismo y escolares con concesión de transporte de pasajeros desde el Aeropuerto de Carrasco.
De 1963 a 1965 fue creador y Director de los servicios de Transporte Combinados Sudamericanos BM, en el arco Río de Janeiro, Montevideo, Valparaíso.
También se dedicó en este período, a la Asesoría Técnica, destacándose las investigaciones de mercado que realizó para The Economist, de Londres, entre 1954 y 1961 referidas a América del Sur y el Caribe.

La Antártida Uruguaya
Desde el año 1961, Musso comenzó a difundir en la prensa, la idea de que Uruguay tenía derechos para estar en la Antártida.
Esto lo llevó a convocar a las personas interesadas en el tema a conformar una comisión para apoyar ese objetivo, a la vez que proponía fundar un Instituto de enseñanza sobre temas antárticos.
En marzo de 1961, en una nota titulada "Proyecto Nacional sobre Antártica" publicada en el Diario La Mañana ([1]), Musso explicaba:
"El Proyecto de Comisión Uruguaya de Cooperación Antártica, actualmente en estudio y decisión de los Ministerios competentes, desarrolla un plan de largo alcance, contemplando diversos aspectos y jurisdicciones…”. En base a este proyecto, fue que editó el primer número de la revista, "Antártida Uruguaya - por la creación de la Comisión Uruguaya de Cooperación Antártica".

La fundación del Instituto Antártico Uruguayo
La idea de fundar un Instituto Antártico, la planteó Musso en su “proyecto antártico” publicado en La Mañana, en marzo de 1961.
Musso expresaba que “En el proyecto se articula el funcionamiento del Instituto de Enseñanza del Antártico con función de capacitación, creación de museo, archivo y biblioteca.”
En el segundo número de la Revista Antártida Uruguaya, en la página 7, se publicaba un anuncio que decía: “Propiciamos Instituto Antártico Uruguayo, Cátedra, Museo, Bibliografía, equipamiento antártico.  Apóyelo.”
La concreción de la idea recién se llevó a cabo el 9 de enero de 1968, cuando el profesor Julio César Musso, junto a un grupo de allegados, fundaron el Instituto Antártico Uruguayo, de carácter privado ([2]).
El Profesor Musso, fue el Primer Presidente del novel Instituto, ocupando ese cargo hasta su oficialización en 1975.
En setiembre de ese año 1968, el diputado Salgado (Partido Nacional), presentó un proyecto de ley sobre el Uruguay y la Antártida ([3]), donde entre otras cosas, proponía la oficialización del recién creado Instituto Antártico uruguayo, a efectos de que dispusiera de mayores medios y contara con el apoyo del Estado.
En 1969, Musso escribió el libro (inédito) “Antártida Asignada”. Allí exponía el por qué nuestro país tenía derechos sobre el continente antártico, basándose en documentos que acreditan la herencia de los derechos de España, a través de la acción del Apostadero de Montevideo y de la Real Compañía Marítima, fundamentando esto con exploraciones arqueológicas en la Isla Gorriti.
En 1970, Musso fue designado como Delegado del Instituto Antártico Uruguayo ante la comisión de Estudios Antárticos, en el Instituto “Artigas” del servicio Exterior, conforme a un Decreto del 19 de mayo de 1970.
La Primera Convención Nacional Antártica
Otras personas se unieron a la prédica de Musso y ya constituido el Instituto Antártico Uruguayo, se logró concretar la “Primera Convención Nacional Antártica” del 24 al 27 de abril de 1970, en la Sala de Conferencias de la Biblioteca Nacional.
Dicha Convención fue presidida por el Profesor Musso y contó con la participación de destacados panelistas, como el Profesor Jorge Chebataroff y el Cnel. Rolando Laguarda Trías, entre otros, quienes de diferentes ángulos analizaron la temática antártica y las posibilidades de que Uruguay ingresara al Tratado Antártico, estableciera bases en el continente helado y estudiaron los posibles derechos de soberanía de nuestro país.( [4])
Con motivo de la Convención, el Diario El País, publicó el libro del Profesor Musso, “Antártida Uruguaya”, donde se exponía una completa reseña de los orígenes de la vinculación de nuestro país a la actividad antártica, desde los tiempos de la dominación española.
En su libro, Musso planteaba la cuestión de que Uruguay tenía derechos soberanos para una eventual reclamación territorial en la Antártida, pero a la luz del Tratado Antártico que ya estaba vigente, reconocía que nuestro país debía hacer el esfuerzo para ingresar al mismo y actuar, compartiendo esfuerzos con los países firmantes del Tratado, en beneficio de la ciencia.  
Logros del Instituto Antártico Uruguayo 1968 - 1975
Entre 1968 y 1975 el Instituto Antártico de Musso, organizó una biblioteca y editó varios números de la llamada “Publicación del Instituto Antártico Uruguayo”.
El contenido de esas publicaciones era además difundido en una serie de audiciones radiales que se trasmitieron por las estaciones del SODRE ([5]), extendiéndose también a la televisión.
En esas publicaciones dejaron plasmado los objetivos propuestos para desarrollar una campaña antártica a largo plazo, como se puede leer en la “Publicación Nº 17” del Instituto Antártico Uruguayo, de 1974  ([6]), donde desarrollaban un plan estratégico para desplegar personal y medios para establecer una base en el continente antártico.
En 1975, el IAU, pasó a depender del Ministerio de Defensa Nacional y el profesor Musso entregó su cargo de Presidente.
Previamente, en febrero de ese año, concurrió en misión oficial a Buenos Aires, en lo que describía como “Primera Misión Oficial Antártica al exterior” en la cual tuvo oportunidad de visitar el Instituto Antártico Argentino para estudiar la realización común de planes de investigaciones científicas antárticas.
Alejado del IAU, Musso siguió vinculado a la Antártida.  Dejó testimonio de ello en numerosas notas de prensa y publicaciones científicas.
Tomamos como ejemplo una nota de El Día de 1979 ([7]) donde describía las opciones que tenía el país en aquel momento para acceder al Tratado Antártico, destacando conceptos como la posible ubicación de una base uruguaya en la Antártida, en la zona del Cabo Norvegia, la capacidad operativa de navegar hasta esa zona con buques nacionales y un minucioso análisis de los recursos y medios disponibles en nuestro país, para esos fines.
En diciembre de 1982, EL DIA ([8]), manifestaba que próximamente, Brasil estaría enviando su primer expedición a la Antártida, consumando así una serie de estudios que habían contado con el asesoramiento de un uruguayo, el Profesor Musso.
Si bien los contactos de Musso no fueron oficiales, el asesoramiento que brindó a varios investigadores brasileños fue muy valioso para los estudios que encaraba ese país en aquel momento, significando un aporte para el concepto de “Antártida Sudamericana” que ya se estaba gestando.
Esta reunión en Brasil, acarreó problemas al Profesor Musso en la interna nacional. Se vivían otros tiempos, y la prédica ya no podía seguir haciéndose a su manera desordenada. Ahora Uruguay había adherido al Tratado Antártico y por lo tanto las actividades oficiales solo podían hacerse a través de los órganos de gobierno. [9],:
Las huellas del profesor Musso
El Profesor Julio César Musso, falleció en Montevideo, el 25 de junio de 1984.
El 28 de enero de ese mismo año, la Primera Expedición Uruguaya, había llegado por medios propios a la Antártida y pocos meses después se inauguraba la Base Científica Antártica Gral. Artigas, sin que él, el gestor de la idea pudiera verla con sus propios ojos.
Le pasó como a tantos profetas impulsores de una idea visionaria y no llegó a ver su meta cumplida.  Pero sus huellas marcaron un camino. Por eso hoy, al cumplirse 100 años de su nacimiento, le rendimos homenaje.
……………………..
Para seguir conociendo historias sobre el Uruguay y la Antártida, los invitamos a seguirnos, el sábado próximo, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.
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Fuentes Consultadas:
Profesor Julio César Musso. Investigador antártico y Fundador del Instituto Antártico Uruguayo - Apuntes para su biografía” por el Tte.Cnel Waldemar Fontes – Octubre 2008.
Revista Antártida Uruguaya, 1962
Antártida Uruguaya. Ediciones El País, 1970
Lic. Ana María de Salvo -  Paralelo 62, Uruguay en la Antártida - Montevideo, 1998
Datos y fotografías aportados por la Sra. Delia Musso, hija del Prof. Musso.
Currículo del Prof. Julio C. Musso, firmado por el mismo.
Notas de prensa de la época
Aportes de testigos y personas que lo conocieron.

Al cumplirse 100 años del nacimiento del Profesor Julio César Musso, le rendimos homenaje.



[1] Diario "La Mañana", Dir.: Carlos Manini Ríos, Año XLIV, No.: 15.625, de Sábado 18 de marzo de 1961, pág.: 4. Transcripto del original, disponible en la Biblioteca Nacional, por Delia Musso.

[2] Antártida Uruguaya” Nota 2, pág 68
[3] Continente Antártico, derechos de la República, Repartido 476, carpeta 1100, Octubre 1868, Diputado por Montevideo Luis Alberto Salgado (Partido Nacional)
[4] Lic. Ana María de Salvo -  Paralelo 62, Uruguay en la Antártida - Montevideo, 1998
[5] Expedienté original  de S.O.D.R.E. - Asunto 133 Año 1969 – “El Prof. Julio C. Musso solicita autorización para realizar una Audición semanal por Radio  Oficial,  del   Instituto  Antártico   Uruguayo” – Aprobado el 11 de febrero de 1969. – Publicado en Antártida uruguaya, Pág 68, (Prof. Julio C. Musso)

[6] pág. 27 y sigs.  de la “Publicación Nº 17” del Instituto Antártico Uruguayo. 1974: PROGRAMACIÓN DE ACTIVIDAD Y PARTICIPACIÓN DEL INSTITUTO ANTARTICO URUGUAYO EN LAS INVESTIGACIONES Y EXPLORACIONES ANTARTICAS CIENTÍFICAS CORRESPONDIENTE A LOS AÑOS DE 1973, 1974, 1975, 1976 y 1977 SINÓPTICA.
[7] Cuatro Opciones Nacionales Antárticas, por  Olga Alfonso- Publicado en EL DIA, Pág. 30 - Montevideo, domingo 16 de diciembre, de 1979
[8] “EL DÍA” SÁBADO 25  Y DOMINGO 26 DE DICIEMBRE DE 1982 - Expedición Brasileña a la Antártida, con el Asesoramiento de un Uruguayo. Será el Tercer País de América Del Sur en Trabajar Allí.
[9] EL PAIS, Setiembre de 1981: “Sobre Política Antártica”

sábado, 4 de agosto de 2018

De la Antártida a la Luna, a Marte y más allá...

Hace unos días, la prensa anunciaba el hallazgo de agua líquida en el Polo Sur del planeta Marte. Los científicos ya han comprobado que en rocas debajo del hielo, en la Antártida, hay sistemas vivos que han generado su propio ecosistema. Lo mismo pasa en lagos debajo del hielo, por lo que si en esta otra Antártida, la del Polo Sur de Marte, hay agua, es muy posible que haya allí también alguna forma de vida, recreándose el misterio de las cosas por descubrir que han hecho siempre a la humanidad progresar y aventurarse al más allá…


Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 28 de julio de 2018, trasmitido por Radio Uruguay


Hielo en el Polo Sur de Marte

De la Antártida a la Luna, a Marte y más allá
por Waldemar Fontes

Hace unos días, la prensa anunciaba el hallazgo de agua líquida en el Polo Sur marciano, la que se mantendría en ese estado debido a unas especiales condiciones, bajo una gruesa capa de hielo, con temperaturas en la superficie de 120 grados bajo cero.

Esto nos llevó a repasar el pensamiento del Profesor Julio César Musso y a su concepto de espacio de naturaleza, que analizaba en su libro “Antártida Uruguaya” [1], publicado en 1970 donde decía: “El tema dominante y objetivo de este libro es el Continente Antártico en general, así como de la Antártida Uruguaya, en particular. Este objeto, a la par que amplio y original, requiere cuidadoso enfoque y permanente auxilio de múltiples disciplinas científicas, jurídicas, tecnológicas y políticas. La subordinación de éstas al tema central y dominante, es debido a que Antártida constituye un espacio de naturaleza, similar en concepción, a otros espacios no pertenecientes a Estado alguno, cual resulta el altamar océano, profundidades, suelos y subsuelos marítimos, atmósfera terrestre, espacio ultraterrestre, cuerpos celestes, fueren planetas o satélites naturales".

El pensamiento de Musso, un autodidacta con formación en Derecho y ciencias biológicas se nutrió de fuentes que eran las más modernas en su tiempo, explicando que mientras que “para el derecho, el espacio está asimilado a territorio, para la ciencia, el espacio está determinado por el medio que domina el objeto de la investigación … mediante las cuales se interpretan o se conocen los fenómenos naturales.  
Y seguía: Constituyen espacios de naturaleza, para la ciencia entonces, los siguientes: espacios ultra -terrestres, siderales incluso, los cuerpos celestes, en especial los planetas y satélites naturales, la atmósfera terrestre, la superficie sólida de la tierra (continentes, islas, archipiélagos), el alta-mar de superficie, las profundidades marinas, los fondos, suelos y subsuelos del alta-mar océano, Antártida, las profundidades terrestres, ondas y bandas hertzianas -, etc. Estos micro-espacios tienen su contra-partida en los micro-espacios, entre los que se destacan las partículas subatómicas.
Musso explicaba, que si bien al momento de escribir sus libros la humanidad aceptaba la multiplicidad de espacios de naturaleza, no ocurría lo mismo a comienzos del Siglo XX, puesto que en aquella época solo se podía acceder físicamente a la superficie sólida terrestre o la superficie del mar.  A estos espacios los llamaba “espacios convencionales”, pero según lo preveía, avanzado el Siglo XX y para el futuro, el ser humano podría acceder a otros espacios de naturaleza, empleando medios nuevos para penetrar en ellos. 
El Profesor Musso explicaba: “El vínculo o instrumento de que hace uso el hombre, para su ingreso en cualquiera de los espacios de naturaleza, está constituido únicamente por vehículos instrumentados: telescopios, buques, submarinos, aeronaves, batiscafos, astronaves, etc., fueren tripulados o teledirigidos”
Al estudiar los espacios convencionales, hacía un análisis de cómo la evolución de los conceptos jurídicos de dominio de esos espacios, influía en los medios o vehículos empleados para acceder a los mismos.
Cuando se efectuaron las aperturas de las rutas aéreas y submarinas, los instrumentos o vehículos fueron asimilados al concepto de nave, en todo lo pertinente, persistiendo la misma tendencia hoy día, para el tratamiento y asimilación para las astronaves y satélites tecnológicos”.
En base a estos conceptos, surgía la forma de acceder a los espacios de naturaleza como el antártico, donde a pesar de existir reclamos territoriales, la dificultad de acceder físicamente a los mismos impuso que se lo tratara conceptualmente, como al altamar, considerando la Antártida como "res nullius", es decir, bien de nadie.
Esto conlleva que se deban regular las actividades de pesca, de tránsito y de navegación, mediante acuerdos y convenciones internacionales.
Asimismo los espacios de naturaleza, como la Antártida, los fondos marinos, el espacio exterior, planetas y satélites naturales, deben ser considerados doctrinalmente como “res scientíficum", es decir, espacios sujetos fundamentalmente a la investigación científica y operaciones pacíficas.



De la Antártida a la Luna: Vehículos para acceder a los espacios de naturaleza antárticos.

Cuando imaginamos la prédica del Profesor Musso, pensábamos que su propuesta de enviar una expedición uruguaya a la Antártida, allá por los años de 1960, sería hoy como intentar convencer a nuestros contemporáneos de que Uruguay puede enviar una expedición a la Luna. Mas sorpresa nos llevamos cuando al estudiar su obra, descubrimos que había analizado en detalle, las semejanzas y diferencias de la Antártida con la Luna, comparando la manera en que ambos espacios de naturaleza influyen sobre diferentes áreas de la Tierra, planteando que era algo tan lógico enviar una expedición a la Antártida como lo podía ser el emplear un telescopio para acceder a la observación de la superficie lunar.
Confrontando la Luna con la Antártida, Musso planteaba: “nada se opone a que se considere a la Antártida como un sub-satélite natural terrestre, cuya característica de SUB, implica condición terrestre no observable al norte del Paralelo sur, sesenta grados Sur, en tanto que la Luna sí, es observable desde cualesquier coordenada geográfica de la superficie terrestre… siendo digno de destacar, que si bien Luna tiene importancia biológica decisiva en Tierra…, la importancia de Antártida, como reguladora del clima de la tierra no lo es menos”, concluyendo que: “Antártida y Luna constituyen espacios de naturaleza exceptuados de radicación humana y procreación de la especie por sí misma y, con lo cual, se está ante espacios homólogos, desde el punto de vista jurídico”. [2]
El Profesor Musso, analizaba la llegada del hombre a la luna, hecho acaecido en 1969 y lo comparaba con el proceso de descubrimiento y conquista de la Antártida.  A la luz de la historia, la Antártida se conoce desde fines del siglo XVIII, aunque fuera presentida por los geógrafos y sabios de la antigüedad, mientras que la Luna, era conocida desde tiempos inmemoriales.
Esta comparación de ambos espacios de naturaleza, viene al caso, porque la Antártida, aún antes de ser “descubierta”, estaba entregada por el Tratado de Tordesillas (1494), a España y Portugal,  mientras que la Luna, aunque haya sido “conquistada” en 1969 por el arribo de vehículos apropiados, es un espacio de naturaleza regulado por el Tratado del Espacio Exterior vigente desde 1963, lo que determina que su exploración y utilización, “deberá hacerse en provecho e interés de todos los países, no pudiendo ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”.
Resumiendo, el vehículo para acceder a los espacios de naturaleza puede ser un objeto de conquista e intromisión o un medio por el cual acceder al mismo.
En ambos casos, el empleo del vehículo de penetración puede ser a la vez un medio para realizar investigación científica y como tal debe aprovecharse.
Escribía Musso: “Cuando mencionamos Antártida, hicimos énfasis de que es un Continente desierto, helado y hostil, carente de población humana aborigen. En cuanto a los otros espacios, fuere el alta-mar océano, la atmósfera, …suelos y subsuelos marinos, así como el espacio ultraterrestre…, la investigación prescindió, de los vehículos conductores, mediante los cuales, el hombre penetra, transita, extrae, investiga e incluso guerreaba”.
Basado en esta conclusión, planteaba la importancia que debía dársele al “medio conductor” como vehículo de acceso al espacio de naturaleza antártico, ensayando una clasificación de los vehículos disponibles a través del siguiente análisis:
“Un atento análisis sobre los vehículos en general, nos permite distinguir tres categorías relevantes y como sigue: [3]
Primero: vehículos fijos tales como el microscopio, el telescopio, ultramicroscopio, periscopios y modalidades convergentes. Mediante la operación con estos vehículos, el hombre y en sitio, penetra en profundidades e identificaciones extraordinarias.
Segundo: vehículos móviles teledirigidos, tales como aviones de piloto automático, astronaves conducidas por robot, satélites de observaciones y siendo en todos los casos, el vehículo esencial, la honda hertziana, de múltiples bandas, frecuencias y máximo horizonte de operación.
Tercero: vehículos móviles con rol de tripulación, buques, aeronaves, submarinos, rompehielos batiscafos, astronaves, helicópteros, tractores polares, etc.”
Cada una de estas categorías de vehículos, cuya indicación es únicamente a título de ejemplo y a los efectos de establecimiento de distinciones básicas, puesto que la nómina puede ampliarse, ha permitido descubrir, encontrar y ampliar, así como identificar, cartografiar espacios de naturaleza antes ni siquiera concebidos.
La acumulación de descubrimientos científicos, en base a cada categoría vehicular, permite un reordenamiento científico de incalculables consecuencias. Ahora y en nuestros tiempos, el concepto de descubrir, desvelar lo que estaba oculto, es insuficiente. Veamos un ejemplo: Luna por todos es vista y por ello, no es descubierta. Sin embargo, alunizar, es decir descender el hombre en Luna, tiene los atributos propios del descubrir, más aquel que corresponde al traslado del hombre a Luna

¿QUE ESPERAN LOS URUGUAYOS DE LA ANTÁRTIDA?

Con esta pregunta, el Profesor Musso comienza un capítulo de su libro, reflexionando lo siguiente: “Buenos augurios, esta es una pregunta que se las trae… Ilustra esta posición, una vieja parábola revivida, en ocasión de haber excursionado en las Sierras de Maldonado y conversado con los lugareños canteristas, extractores de puro mármol y de granito.
Uno de ellos decía: el hombre se ha desvelado en el pasado preocupado en transformar las piedras en oro y nunca, dijo, se ha preocupado en la transformación de las piedras en alimento, comida, sostén de los semejantes.
Ello viene oportuno, puesto que luego del alunizaje de julio de 1969, se ha procurado hallar agua en los testimonios pétreos importados a tierra”.
Nuevamente la referencia Antártida-Luna en la comparación de Musso es muy ilustrativa para explicar a quienes en su tiempo no veían el porqué de la vinculación uruguaya a la Antártida.
La búsqueda de agua, elemento esencial para la vida, ya estaba imponiéndose como prioritaria en aquella investigación científica del espacio exterior… entonces, ¿cómo no mirar hacia la Antártida, siendo que era la mayor reserva de agua dulce existente en la Tierra, la cual estaba justamente allí frente al territorio uruguayo?
Decía Musso: “Vincular Antártida a Uruguay, implica de suyo un nuevo aspecto físico, que se suma a los ya descriptos...  La renuencia en considerar la existencia de estos aspectos, es debido a la poca y ninguna atracción que los nacionales de Uruguay sienten frente a la naturaleza desnuda y hostil. Sin embargo esta etapa se requiere superarla por la subsistencia misma”.
En estos tiempos de crisis económica y de falta de recursos, el concepto de Musso vuelve a adquirir vigencia y sobre todo si lo vinculamos a la exploración espacial y al reciente descubrimiento de agua en Marte.  
Los científicos ya han comprobado que en rocas debajo del hielo, en la Antártida, hay sistemas vivos que han generado su propio ecosistema. Lo mismo pasa en lagos debajo del hielo, por lo que si en esta otra Antártida, la del Polo Sur de Marte, hay agua, es muy posible que haya allí también alguna forma de vida, recreándose el misterio de las cosas por descubrir que han hecho siempre a la humanidad progresar y aventurarse al más allá…
Para saber más sobre las Antártidas de éste y de otros planetas, los invitamos a seguirnos en ·#CronicasAntarticas, el sábado próximo, por Radio Uruguay.

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[1] Prof. Julio C. Musso – AntártidaUruguaya – Ediciones El País, Montevideo, Uruguay – 1970. Prólogo
[2] Prof. Musso en “Antártida Uruguaya” (obra citada): CAPITULO V - DE LA ANTÁRTIDA A LA LUNA - Páginas 14 a 15 del original.
[3] Prof. Musso en “Antártida Uruguaya” (obra citada): CAPITULO XX - VEHICULOS CONDUCTORES V) Vehículos- Página 43 del original.