sábado, 26 de mayo de 2018

Delia Musso



En este programa, contamos con la participación de la poeta Delia M. Musso, que dialogó con el Prof. Roberto Bardecio sobre forma de ver lo antártico y transmitir su sentir, a través de la poesía.


Se puede leer y escuchar una selección de algunos de sus poemas, compilados bajo el título de "Estructura Antártica" en el blog de Delia Musso

En las noticias antárticas, hablamos de la 41ª Reunión Consultiva del Tratado Antártico (XLI RCTA), llevada a cabo en Buenos Aires, donde la delegación de nuestro país, entre otras actividades, firmó dos acuerdos de cooperación antártica, uno con el Programa Antártico de Colombia y otro con la Dirección Nacional del Antártico, de Argentina.


También hablamos del Seminario "Ciencia en la Antártida, cuestión de todos" organizado por la Asociación Antarkos en el marco de la Semana de la Ciencia y la Tecnología 2018, el que tuvo su punto culminante con la entrega de la Medalla a la Trayectoria Antártica al MSc Leonardo Latorre, por sus más de veinte años de actividad continua en temas relacionados al Uruguay en la Antártida.

Los invitamos a seguirnos la semana próxima, en Crónicas Antárticas, por Radio Uruguay.

sábado, 19 de mayo de 2018

Balleneros de Montevideo en 1940

Desde principios del Siglo XIX, nuestras costas estuvieron vinculados con la caza de la ballena. En tiempos de la Segunda Guerra Mundial, el puerto de Montevideo adquirió gran protagonismo como puerto de recalada de las flotas balleneras de Noruega... 

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 19 de mayo de 2018, que se trasmite por Radio Uruguay


Actividad ballenera del puerto de Montevideo en la década de 1940

por Waldemar Fontes

Desde principios del Siglo XIX, nuestras costas y particularmente los puertos de Maldonado y Montevideo, estuvieron vinculados con la caza de la ballena, tal como lo muestra el escudo de Maldonado que ostenta una ballena en su centro.

La caza intensiva había causado estragos en la población de cetáceos, pero en la primera mitad del siglo XX, empleando nuevas tecnologías, se había retomado la explotación, adquiriendo Montevideo un protagonismo importante, como puerto de recalada para las flotas británicas y noruegas que operaban desde allí.

En la década de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, la flota noruega invernaba en nuestro puerto, requiriendo los trabajos de mantenimiento y las reparaciones normales de ese tipo de actividad.

Paralelamente, muchos uruguayos participaron de la actividad ballenera, trabajando en las factorías instaladas en la localidad de Grytviken, en la Isla San Pedro o Georgia del Sur.

Allí, la Compañía Argentina de Pesca, fundada en 1904 por el noruego Carl Anton Larsen, había establecido una gran industria, requiriendo mano de obra uruguaya en reiteradas oportunidades.

Al respecto, la prensa montevideana, publicó una serie de interesantes notas cuando un grupo importante de orientales trabajó en la zafra ballenera en los veranos australes de 1940 a 1943.

Tomamos fragmentos de un trabajo de la historiadora Cristina Montalbán que decía que “El 26 de octubre de 1940 se registran las primeras noticias sobre la incorporación de 60 muchachos uruguayos contratados por la Compañía Argentina de Pesca, que zarparon en el “Harpón”, para desempeñarse en la actividad ballenera en los mares del Sur, estimulados por los atractivos salarios que se pagaba por trabajar en aquellas duras faenas”.

Según se desprende de las notas de prensa, los uruguayos iban a trabajar en tierra firme, en el procesamiento de la grasa, la carne y los huesos, que después de separados para la producción de aceite, se empleaban en la fabricación de guano y de “Verdum”, un polvo que se procesaba de la carne del lomo de la ballena y que se utilizaba para la curación del ganado.


El trabajador Eduardo Triunfo, entrevistado por de “La Tribuna Popular” aportó detalles sobre la estadía en la estación de Grytviken diciendo: -En tiempos de faena convivían unos 350 trabajadores, y había en el establecimiento unas cuatro o cinco mujeres, una de ellas la esposa del radiotelegrafista, que era inglés, al igual que el magistrado. Agregaba que había un toro y una vaca, bandadas de pingüinos y “otros bichos raros” (que suponemos, decía el periodista, serían los renos que la misma compañía había introducido en la isla años antes)

La temperatura, casi constante era de 5° bajo cero, sin que pudieran recurrir para paliarla a ninguna bebida alcohólica- ya que terminadas las pocas que habían llevado, no se encontraban entre los productos disponibles en una especie de tienda que era el único comercio. A puro mate y té, que era la bebida más común, complementaban la comida que según su opinión, era abundante pero no demasiado gustosa.


Por último, dando una idea del nivel de capturas el entrevistado informó que el buque “Morsa” había batido el record de caza con 190 ballenas, recordando momentos dramáticos, entre los cuales señaló el fallecimiento de 4 noruegos, 3 por enfermedad y otro al caer de una montaña, lo que exponía los peligros naturales, a los que se agregaron aquellos provocados por la guerra, señalando que desde un navío de guerra alemán, se habían apoderado de tres buques noruegos de los que estaban operando en la isla.

En la campaña que comenzó en octubre de 1941, una cuarta parte la tripulación del buque “Harpón”, que era de 200 tripulantes, estuvo conformada por uruguayos.


Al respecto contaba a la prensa Mario Méndez Umpiérrez, un joven de 19 años, “que el frío se había hecho sentir particularmente en esas fechas, pero que prácticamente había nevado durante toda la estadía. A raíz de las bajas temperaturas, el joven, había sufrido el congelamiento de dos dedos, viéndose imposibilitado de trabajar por unos días.

Al rigor del clima se agregó además el riesgo implícito de la presencia de corsarios alemanes, considerándose las islas dentro de la zona de conflicto.

Esto, sin embargo, constituyó una ventaja en lo económico, puesto que el salario – ya de por sí alto- se había incrementado en 50%, promediando cada trabajador un sueldo de alrededor de 2.700 pesos.

En esa campaña, se contabilizaron más de 1000 las ballenas faenadas y según relataba el entrevistado, los excelentes marinos y arponeros noruegos, mataban hasta 36 ballenas al día, lo que había obligado a la empresa a extender las jornadas de trabajo, pagándose horas extra para poder procesar toda la captura.

Otras visiones de la actividad ballenera

Además de la visión de los uruguayos que iban a trabajar en la industria ballenera, la prensa montevideana recogía también la visión de los marinos noruegos que invernaban en nuestro país, luego de pasar la temporada de caza en aguas antárticas, los que empleaban técnicas más modernas, donde la ballena capturada se procesaba enteramente en el mar, con el apoyo de buques factoría.


En una nota publicada en Marcha del 19 de abril de 1940, se decía: "Todos los años, en esta época, retornan los balleneros noruegos a las aguas de nuestro puerto, para ser puestos en condiciones de reiniciar la labor en el verano próximo. Luego de los cuatro meses de trabajo intenso de la temporada de pesca que abarca desde el mes de diciembre a marzo, la tripulación es licenciada y retorna a su país, quedando a cargo de la flotilla que es llevada a dique seco, ocho oficiales que dirigen los trabajos de reparación necesarios".

La flotilla se componía de dieciséis barcos, ocho de los cuales eran panameños y el resto noruegos. Eran barcos pequeños, equipados con motores de 1400 HP lo que les permitía desarrollar una gran velocidad.

Cargaban cada uno 180 toneladas de fuel-oil, carga indispensable para cumplir un extenso recorrido que se realiza en los cuatro meses de la temporada de captura.

Cada barco estaba equipado con telégrafo, para estar en constante comunicación y ayudarse mutuamente en caso de peligro.

La tripulación de cada barco era de trece marineros especializados en el oficio. Cada buque llevaba un pequeño cañón, con el que se disparaba un arpón explosivo de 80 kilos de peso y que desarrollaba una velocidad de 100 metros por segundo, explicándose que este método reducía considerablemente los peligros para los marinos, que antes debían lanzar el arpón a mano desde una chalupa.

Una vez muerta la ballena, -contaban los noruegos- se le aseguraba a los costados del barco, por medio de un sistema de poleas situado cerca de la popa.

Los cetáceos eran luego tomados por un buque factoría, de gran tonelaje, a cuyo bordo se encargan de manufacturarlos.

Una vez terminada la temporada, en la que cada barco pescaba por término medio cinco ballenas, el “barco factoría” retornaba a Noruega con la carga y los barcos pequeños regresaban a Montevideo.

Los marinos noruegos explicaban que la pesca se realizaba entre los 58º y 70º grados de latitud Sur y de 0º a 60º de longitud Oeste, llegando a veces a los 160º grados, en las cercanías del mar de Ross.

Para pescar en los alrededores de las Islas Shetland, situadas bastante al sur de las Malvinas, era necesario obtener un permiso especial de las autoridades británicas.

Cazaban la ballena Azul, la más grande de todas, llegando a medir hasta treinta metros de largo, y también capturaban otro tipo más pequeño, la Finnwhale, cuya longitud varía entre los veinte y cinco metros y una variedad intermedia, la llamada ballena Gris.

Relataban al periodista, que la caza de la ballena como industria, había adquirido un desarrollo extraordinario, siendo Noruega una de las naciones que más se había dedicado a ella.

Para finalizar, el periodista decía: "En toda la entrevista no hemos hablado una palabra de la guerra, pese a que presentíamos que era el tema que estaba latente en todos ellos. Comprendíamos la angustia que ha de significar para estos hombres el saber a sus familiares en constante peligro. Y lo extraño que había de parecerles a ellos, que en esos momentos fuéramos a hablarle de su trabajo. Sin embargo no hubo una palabra de alusión al tema, Apenas una mención al pasar. 
Cuando preguntamos al primer piloto su nombre, nos dijo: -No, señor. Perdone. …Por los alemanes.
-Aquellas sencillas palabras era un símbolo elocuente de su dolor".

Referencias

  • Uruguayos rumbo a Grytviken: Tomado de “LA ACTIVIDAD BALLENERA- VINCULOS PLATENSES Y TESTIMONIOS MONTEVIDEANOS” por Por la Lic. Cristina Montalbán. Ponencia presentada en el XIII Encuentro de Historiadores Antárticos Latinoamericanos, realizado en Ushuaia en octubre de 2013.
  • Barcos y Marinos del Mar del Norte: Los balleneros en aguas de paz. Publicado en Marcha Nº 43 del 19 de abril de 1940





sábado, 12 de mayo de 2018

Radio Antarkos 98.7 FM


Al cumplirse 26 años de emisión ininterrumpida del programa radial Proyección a la Antártida" el 11 de mayo, compilamos una crónica sobre las actividades radiales de comunicación que se han hecho en la Base Artigas en estos años.

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 12 de mayo de 2018, que se trasmite por Radio Uruguay.


RADIO ANTARKOS 98.7 FM

La voz cálida de su dial, transmitiendo desde la Base Artigas, para toda la cuenca de la bahía Maxwell y sus alrededores.

Basado en “Historia de las comunicaciones y las tecnologías de la información en la Base Artigas en sus primeros 25 años” por Waldemar Fontes, (publicado en ResearchGate.net)



En 2007 se instaló un equipo de trasmisión de Frecuencia Modulada de alcance local, inaugurándose la trasmisión de radio en la Base Artigas en la frecuencia de 98.7 FM.

Previamente se habían hecho intentos de establecer una trasmisión radial, cuando en el verano 1992-93, el Capitán “Chopo” Cano, piloto del helicóptero destacado en la Base Artigas, impulsó la emisión un programa, llamado “La skúa nocturna”, que trasmitía música y conversación, a través del equipo VHF instalado en la sala de radio.

En el verano 1993-1994. los técnicos fabricaron en la sala de radio un precario trasmisor de FM y durante ese verano emitieron programas para la Base. Al respecto, transcribimos el aporte que nos enviara Oscar Melgar:
La instalación del trasmisor de FM lo hicieron los técnicos Cap. Vignolo y Cbo. Cono Carrión. Era un trasmisor de poca potencia que tenía un alcance de 500 metros. 
La experimental Emisora se llamó "Relámpago Azul" FM Stéreo Laser 90.5 Mhz.  Al comienzo emitía solo en horas nocturnas, un programa de música e información general creado por el May. Gonzalez (Cochengo) piloto del helicóptero 031, apoyado por los técnicos del centro de comunicaciones.  
La experimental Emisora "Relámpago Azul"
FM Stéreo Laser 90.5 Mhz. 
Oscar Melgar, Carlos Jacques, 
May. González (Cochengo)
El éxito fue inmediato ya que la audiencia fue del 100% de la población de la Base y era escuchada en los dormitorios, antes de dormirse y pronto se empezaron a recibir llamadas de los oyentes solicitando temas y dedicatorias. Todos se iban a acostar temprano para no perderse el programa.
Se agregó al equipo un sistema de phone patch que permitía al oyente salir al aire desde su dormitorio y dar su opinión. Debido al gran éxito se agregó un nuevo programa donde la "sexóloga Soraya", interpretada por Carlos Jacques, quien con increíble voz de mujer, de manera muy graciosa, contestaba preguntas y asesoraba a la audiencia y por más que las preguntas fueran muy complicadas nunca quedaba mal parada.
Luego hubo un programa de chimentos e intrigas que fue creado por el Mayor Grané, que era el Jefe de base, quien escondido en el anonimato y desfigurando su voz como un viejo español, se metía en la vida de todos y creaba intrigas de todo tipo (nunca lo deschabamos al aire, pero el número luminoso en la centralita nos indicaba que la llamada provenía de su dormitorio). Era también muy divertido y eso nos daba a los operadores de la FM la ventaja de acceder a cuotas mucho más altas de latas de cerveza que exigíamos a los oyentes, para mantener los programas en el aire.

Otros dos programas surgieron en la noche de la FM Relámpago Azul: "Pai Dagoberto y su Espacio Místico" realizado por el segundo jefe de la BCAA, el Capitán Montaño, que enviaba "bendiciones de sanación" consistentes en latas de cerveza y "La hora de Los Iracundos" a cargo de "Cochengo" González que incluía casi todos los temas del famoso grupo.

El radio grabador que empleábamos, era el del despacho del Jefe de Base quien gentilmente lo cedió para mejorar la calidad de la radio.  Sin lugar a dudas fue una gran experiencia donde todos participaban, había una gran cuota de humor y diversión que servía para disipar las tensiones del día y mantener el buen relacionamiento.

Todo tiene su fin y para "Relámpago Azul" llegó al final de campaña de verano y no sé si alguna vez se volvió a realizar.
Un abrazo, 
Oscar Melgar

La Radio Antarkos FM 98.7

Inst At. Luis Colli en la sala de radio

En 2006, la dotación Antarkos 23 estaba realizando el curso preantártico, cuando el Instructor Aerotécnico Luis Colli (Chili), planteó la idea de instalar una radio de FM cuando se llegara a base.

Se le presentó la iniciativa al Cnel. (Av) Miguel Dobrich, Director de Planes y Operaciones y éste se entusiasmó con la propuesta, comenzando las gestiones para adquirir un equipo para trasmitir en FM, el que fue adquirido en Punta Arenas, al hacer escala en el viaje hacia la Antártida.

Apenas arribados, Luis Colli comenzó a realizar pruebas y la Radio Antarkos, comenzó a funcionar oficialmente a partir del 1º de enero de 2007, tal como se desprende de una orden interna del jefe de base, el Tte Cnel Waldemar Fontes, de la cual extraemos lo siguiente:
Habiéndose comprobado que el equipo de trasmisión de FM de alcance local recientemente instalado en la sala de radio, funciona correctamente, se dispone que:
  1. Se comience a emitir en la frecuencia 98.7 FM y bajo el nombre de "Radio Antarkos"
  2. Los operadores de la Radio Antarkos 98.7 FM serán el Inst. A/T Luis COLLI y el A/T la. Ángel CARENO.
  3. Inicialmente se emitirá música variada
  4. Los operadores prepararán una programación tentativa, para la visación del Jefe de Base, la cual deberá contemplar lectura de noticias, horóscopos, pronósticos del tiempo, etc., pudiendo realizarse entrevistas y organizarse concursos entre la audiencia.
  5. La radio Antarkos 98.7 FM, trasmitirá las 24 horas del día.

Probando el equipo transmisor de FM en la campaña Antarkos 23
Para la instalación de los equipos, se contó con el apoyo de los técnicos AT2ª Eduardo Olivera y AT2ª Emerson Borges del Servicio de Comunicaciones e Informática de la FAU, quienes además trabajaron durante toda la campaña de verano en la instalación de los teléfonos internos del nuevo edificio AINA, en reparación de cableados y el mantenimiento de las antenas de la BCAA.

Luis Colli y Angel Careno
emitiendo por la radio Antarkos verano de 2007

En el período de enero y febrero 2007, el equipo conformado por Luis Colli “Chili” como locutor y jefe de producción y por Ángel Careno “cabeza” como asistente de producción y locución, realizaron una labor notable, conquistando al público de la Base Artigas, trasmitiendo informativos locales, “propagandas” en broma y leyendo horóscopos y chistes.

Además de la programación propia, en las horas siguientes, se trasmitía música variada, acorde a los pedidos del público o las directivas del Jefe de base. 

Durante la campaña 2008, la radio Antarkos sufrió un receso y se limitó a trasmitir música en algunos momentos, pero al comenzar la campaña Antarkos 25, cobró nuevo impulso.

“Conversando con el Toto”
un célebre programa de la radio Antarkos, en el verano 2009

En los meses de enero y febrero de 2009, se organizaron varias trasmisiones especiales y se hacían programas en vivo, siendo el más destacado, “Conversando con el Toto” un programa producido y dirigido por el SOS Carlos Odera “Toto”, electricista y encargado de los generadores, quien con su “voz de FM” y sus ocurrencias mantenía entretenidos a los oyentes de la Base en las tardecitas de verano.

Durante el invierno 2009, la radio Antarkos trasmitió las 24 horas, poniendo música acorde a cada momento, incorporando un “piloto automático” que trasmitía la hora y la temperatura a intervalos regulados por el software empleado para organizar la programación. 

Un hito de la comunicación radial, se produjo el sábado 7 de noviembre de 2009, el programa "Más allá del Sur", que se emitía desde Buenos Aires, todos los sábados a las 23.30 horas por la Radio Nacional de Argentina, produjo un programa especial, destinado a unir e integrar a las naciones de Sud América que tenían bases permanentes en la Antártida, invitando a participar a los jefes de las bases "Esperanza" de Argentina, "Frei" de Chile y de nuestra base "Artigas". 


El programa fue retrasmitido por las FM locales de cada una de las bases participantes: FM y la Onda Corta LRA 36 "Arcángel San Gabriel" de la Base Esperanza, "Radio Soberanía" de la Base Frei y "Radio Antarkos 98.7 FM" de la Base Artigas. 

Además, se incorporaron a la trasmisión la Radio Polar AM 960 de Punta Arenas, en Chile y en diferido, Radio Uruguay AM 1050, a través del Programa "Proyección a la Antártida", desde Montevideo. 

Esta emisión se concretó a instancias de Pablo Crocci, productor del programa argentino "Más allá del Sur", quien elaboró el proyecto por más de dos años y hasta que finalmente lo pudo llevar a la práctica. Aprovechamos a rendir un homenaje a Pablo Crocci, porque poco tiempo después recibimos la triste noticia de su muerte, que dejó un inmenso vacío en la comunidad antártica. 

A modo de conclusión, 

debemos mencionar que desde sus inicios en 2007, la radio Antarkos ha sido parte de “Proyección a la Antártida” el programa radial que desde el 11 de mayo de 1992, dirige y conduce el profesor Roberto Bardecio, transmitiendo en dúplex para toda la Base Artigas, la emisión que se recibía vía Internet y que en esa época se emitía los domingos por CX 26 Radio Uruguay del SODRE (AM 1050).

Diez años después la Radio Antarkos sigue transmitiendo en la Base Artigas y seguramente muchas anécdotas e historias, deberían ser rescatadas para agregarlas a esta crónica.

La tecnología ha cambiado y hoy quien vive en la base tiene acceso a Internet y telefonía celular sin limitaciones, lo que hace que cada uno se aísle en su mundo, perdiéndose a veces la oportunidad de compartir vivencias como las que relatábamos. Sin embargo estamos seguros que el espíritu de la radio, de trasmitir una voz cálida para quien la necesite oír, a pesar de todo, se mantendrá por muchos años más.




sábado, 5 de mayo de 2018

Antecedentes de la fundación de la Base Artigas - parte tres


En diciembre de 1984, Uruguay estableció su primera base en la Antártida, la Base Científica Antártica Artigas, pero para llegar a esa concreción, fue necesario recorrer un largo camino…
En las crónicas anteriores vimos que el Capitán Travieso mencionaba que Uruguay debía establecer una base meteorológica en la Antártida para contribuir a la seguridad hemisférica, en tiempos de la guerra fría, al finalizar la segunda guerra Mundial, mientras que por su lado el Profesor Musso, decía que debería establecerse una base uruguaya en la Antártida en la tierra de Coats, a la que llamaba “Artigas”, planteo que fue analizado por el COANCO (Comando Antártico Conjunto) luego de la Convención Antártica de 1970.
Pero aún faltaba mucho… 

Esta crónica fue preparada para “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 28 de abril de 2018, que se trasmite por Radio Uruguay.

El refugio Collíns, construido por Chile en 1969

Antecedentes de la fundación de la Base Artigas – Parte 3

Por Waldemar Fontes 

ver la crónica anterior

El 9 de octubre de 1956, el Consejo Nacional de Gobierno, presidido por Alberto Fermín Zubiría, del Partido Colorado, determinó la creación de una Comisión Técnica con el cometido de asesorar al gobierno respecto a los derechos que pudieran corresponder a la República sobre la Antártida, en momentos en que se estaba gestando la organización del Año Geofísico Internacional de 1957-1958 y si bien los resultados de esa comisión fueron efímeros, sirvieron de antecedente para los estudios que se hicieron más adelante. 

Luego de la Primera Convención Nacional Antártica, el gobierno, presidido por el Dr. Jorge Pacheco Areco, dispuso en el Decreto 226/70 del 19 de mayo de 1970, la creación de una Comisión de Estudios Antárticos, con el objetivo de asesorar al Poder Ejecutivo sobre la posible participación del país en las actividades científicas que se desarrollaban en el Continente Blanco. 

En los considerandos del Decreto, que fuera elaborado con participación de los Ministerios de Defensa Nacional, de Relaciones Exteriores y de Educación y Cultura y se mencionaba “el interés de la República de participar y colaborar en el mejor conocimiento científico de las regiones antárticas, que por razones geográficas evidentes ejercen una influencia significativa sobre las condiciones climáticas del país, así como sobre las características físicas y los recursos naturales del mar territorial de la República y de los espacios marinos y aéreos cercanos a nuestras costas” y se destacaba la conveniencia de promover el desarrollo de centros de investigación científica y tecnológica en relación a lo antártico, resaltando que se debería estar atentos “a los derechos de cualquier naturaleza que en virtud de razones de carácter histórico y geográfico pudieran corresponder a la República en las regiones polares situadas al sur del Continente Americano”. 

Esta Comisión, debía presentar conclusiones en un plazo máximo de 90 días, para que el Poder Ejecutivo tomara decisiones concretas sobre cómo participar de la actividad antártica, bajo la normativa del Tratado Antártico, que ya estaba vigente desde 1961. 

La Comisión estuvo integrada por un Representante del Ministerio de Relaciones Exteriores, que la presidía; y por representantes del Comando General de la Armada Nacional, del Comando General la Fuerza Aérea Uruguaya, del Servicio de Hidrografía de la Marina, del Servicio Geográfico Militar, del Instituto Geológico del Uruguay, del Instituto de Ciencias Biológicas, del Comité Oceanográfico Nacional, del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay y un representante del Instituto Antártico Uruguayo. 

En base al asesoramiento recibido, el Gobierno continuó analizando el asunto. El Ministerio de Relaciones Exteriores recalcaba que mientras estuviera vigente el Tratado Antártico, no era posible presentar reclamaciones sobre la Antártida, aunque los diversos actores involucrados coincidían en que a través de las actividades de investigación científica, sí era posible vincularse al tema y para eso debería elaborarse una estrategia, que incluyera el estudio profundo de la adaptación humana a la vida en la Antártida, a la vez que se analizaban las posibles formas de llegar hasta allí, para finalmente concretar la instalación de una base. 

El 11 de enero de 1980, Uruguay ingresó como miembro adherente del Tratado Antártico y a partir de 1982, se enviaron científicos y personal militar especializado en tareas logísticas a visitar instalaciones y bases antárticas de Argentina, Chile, Nueva Zelanda y Estados Unidos de América. 

En 1983, el entonces Tte. Cnel. Omar Porciúncula regresaba de Nueva Zelandia, donde se interiorizó del programa antártico de ese país, visitando además las bases Scott (NZ) y McMurdo (USA), trayendo ideas sobre cómo se podría construir una base antártica uruguaya. 

Comenzó una etapa de planificación para determinar el lugar donde instalar la futura base y se analizaron todas las alternativas, pasando desde la opción que planteaba la Armada Nacional, de adquirir un buque rompehielos, que pudiera llegar a la Tierra de Coats en el Mar de Weddell, como proponía el Profesor Musso, hasta la de realizar operaciones conjuntas con otros países. 

En esa época prestaba servicios en el Instituto Antártico Uruguayo, el Cnel. (Av.) Roque Aita, que en el año 1964, había planteado realizar un vuelo al Polo Sur geográfico. Ese proyecto, por razones económicas nunca se había podido encarar, pero la idea de emplear el medio aéreo se vio como una opción válida, mucho más económica que la de encarar la logística que podría significar establecer una base en las costas heladas del mar de Weddell. 

A partir de esta línea de acción se comenzó a planificar y se obtuvo el apoyo de la Fuerza Aérea de Chile (FACh), que facilitó intercambios de experiencia, visitándose la base aérea Tte. Marsh en la Isla Rey Jorge (25 de Mayo), donde ya se había establecido un aeropuerto que también disponía de instalaciones para investigación científica. 

A fines de 1983, el Coronel Ferreira, como Presidente del Instituto Antártico Uruguayo, se presentó al Tte.Gral Gregorio Alvarez (el Goyo), entonces Presidente de la República, informando el estado de los planes referidos a la Antártida y según cuentan algunos testigos, la respuesta del Presidente de la República fue: “-y ¿cómo? ¿Todavía no fueron?”, dando inmediatamente órdenes de que se ejecutara de inmediato el plan previsto, a la vez que autorizaba los recursos financieros necesarios para organizar el primer vuelo uruguayo a la Antártida, que se concretó el 28 de enero de 1984, con el aterrizaje del avión Fairchild FAU 572 en la base chilena “Tte. Marsh” transportando una delegación del IAU, que viajaba con la misión de establecer contactos con las bases allí instaladas (Tte Marsh de Chile y Bellingshausen de la Ex URSS) y de hacer reconocimientos para elegir el lugar donde instalar la futura Base Científica Antártica Artigas. 

el terreno elegido para el futuro emplazamiento de la Base Artigas

El emplazamiento elegido fue una planicie escalonada hacia el mar, con un gran lago de agua dulce al Noroeste y las estribaciones del glaciar Collins al Noreste, que reunía las condiciones de tener agua potable abundante, una costa aparentemente apta para desembarco de carga y un sitio de interés científico como lo era el glaciar allí cercano. 

En ese terreno había un pequeño refugio chileno, que podía albergar cuatro personas y sobre la costa, estaban los restos de un naufragio del siglo XIX. 

Una vez cumplidos los reconocimientos, la expedición retornó al Uruguay, para comenzar los trabajos destinados a adquirir y obtener materiales y seleccionar al personal que concurriría en la primera dotación. 

Bernabé Gadea
El apoyo de los chilenos fue vital en esta etapa, pues además de facilitar las coordinaciones aéreas entre Punta Arenas y la Isla Rey Jorge, cedieron el refugio “Collins” para uso de la expedición uruguaya y allí fue que arribó el entonces Mayor (Nav.) Bernabé Gadea, instalándose precariamente en ese refugio del 11 al 31 de marzo de 1984, desde donde, con el apoyo de la Base Tte. Marsh de la Fuerza Aérea de Chile (FACh), realizó observaciones meteorológicas en el lugar, convirtiéndose en el primer uruguayo que habitó y trabajó en esos desolados lugares, donde ya se había decidido instalar la futura Base. 

El proyecto de establecer una base uruguaya en la Antártida, ya estaba en marcha y los pioneros que habrían de fundarla, preparaban en Montevideo la logística del viaje que los llevaría a ser parte de la historia… pero eso lo contaremos en una próxima crónica. 

Los invitamos a seguirnos la semana próxima. 

Referencias

Ponencia: “Antecedentes de la fundación de la Base Artigas” por Waldemar Fontes, presentada en el XIII Encuentro de Historiadores Antárticos Latinoamericanos, realizado en Ushuaia, Argentina, del 28 al 30 de octubre de 2013.