sábado, 27 de diciembre de 2014

José Bustamante y Guerra y su corbeta La Atrevida

Apuntes sobre las vivencias de Don José Bustamante y Guerra, Comandante de la corbeta "Atrevida" en la Expedición Malaspina de 1789 a 1794 y Gobernador de Montevideo entre 1797 y 1804.  por Waldemar Fontes

Crónicas del Uruguay y la Antártida
Esta crónica fue preparada para el segmento “Proyección a la Antártida” del programa Proa al Mar del sábado 3 de febrero de 2018, trasmitido por Radio Uruguay. - Escuchar el programa .

José Bustamante y Guerra
En diciembre de 1789, arribaban al Puerto de Montevideo dos corbetas, la “Descubierta” y la “Atrevida”, que venían en viaje de exploración y de investigación científica, con la finalidad de reafirmar la presencia de la Corona Española sobre los mares que por derecho, le pertenecían.

La expedición venía al mando de Alejandro Malaspina, que comandaba la Descubierta y de José Bustamante y Guerra, que comandaba la Atrevida.

Particularmente de éste último, queremos destacar su participación, pues don José Bustamante y Guerra, luego de esta expedición, fue Gobernador de Montevideo.

La expedición había zarpado del puerto de Cádiz el 30 de julio de 1789, con el aval del Rey Carlos III, quien lamentablemente falleció mientras las naves surcaban el Atlántico.

Las corbetas habían sido construidas especialmente para la expedición y además de la tripulación se habían embarcado a destacados científicos, naturalistas, así como a varios pintores, dibujantes y cronistas.

El itinerario recorrido abarcó una ruta que las llevó desde Montevideo a las Islas Malvinas y la Patagonia, doblando el Cabo de Hornos, donde exploraron la costa del Pacífico, recorriendo Chiloé, Talcahuano, Valparaíso, Islas Desventuradas, El Callao, Guayaquil, Panamá y Acapulco.

Allí, el Rey Carlos IV, les encargó explorar la zona de Alaska en procura de hallar el paso del Noroeste, navegando en latitudes polares en torno al Paralelo 60º Norte.

Desde Alaska, regresaron al sur, recorriendo el Pacífico, hasta llegar a Australia y Nueva Zelanda, para luego volver a América del Sur, donde la Atrevida, al mando de Bustamante y Guerra, navegó en latitudes antárticas, en  torno a las Islas Georgias del Sur, con la tarea de confirmar los descubrimientos de las islas Antillas del Sur, navegando en las costas de las islas Aurora, las Cormorán y las Rocas Negras.

En esta navegación se destacó también el relato de Don Francisco Xavier de Viana, un Oriental que participó de la Expedición y que fue luego Sargento Mayor de la Plaza de Montevideo, Ministro de Guerra y Marina en Buenos Aires y Gobernador de Las Malvinas.  

Xavier deViana, escribió un “Diario de Viaje” que fuera publicado en 1820, antes de salir a luz la crónica oficial “Viaje Político alrededor del mundo por las corbetas Descubierta y Atrevida al mando de los capitanes D. Alejandro Malaspina y D. José de Bustamante y Guerra desde 1789 a 1794, con la introducción del Teniente de Navío D. Pedro Novo y Colson."

La Atrevida navegando entre los hielos antárticos

En el relato escrito por Malaspina, se testimonian las exploraciones antárticas realizadas y a través de los dibujos de los artistas Fernando Brambila y Bartolomé Maura, podemos apreciar las dificultades que afrontó la Atrevida, el 28 de enero de 1794, navegando entre los témpanos.

Una vez completada la exploración de la región austral, ambas naves se reencontraron en Montevideo, para zarpar de regreso a Cádiz, a donde arribaron el 21 de setiembre de 1794.


La expedición fue totalmente exitosa, pero al regresar a España, Malaspina cayó en desgracia,  pues sus comentarios a favor de las Colonias, criticando a la Corona, lo enemistaron con el Rey, por lo que fue encarcelado.

José de Bustamante y Guerra, sin embargo, fue ascendido a brigadier general; siendo nombrado Gobernador de Montevideo, a donde llegó el 11 de febrero de 1797, ostentando además el título de Comandante General de los bajeles del Río de la Plata con la misión de poner en marcha su plan de defensa de la América meridional, de la agresión que las Potencias europeas venían conduciendo en su contra.

Al respecto, el libro de Historia Patria de HD, decía
El brigadier D. José de Bustamante y Guerra (fue el 5° gobernador de Montevideo entre 1797 y 1804).
- Bustamante y Guerra era un personaje ilustre y experto marino. Poco antes de asumir el gobierno de Montevideo, había acompañado como segundo a D. Alejandro Malaspina en la expedición científica que este ilustre marino español hizo a estas regiones, de 1789 a 1794. Componíase esta expedición de las corbetas Descubierta y Atrevida, las cuales reconocieron minuciosamente nuestras costas, haciendo en ellas toda clase de investigaciones astronómicas, geográficas y de historia natural.

En febrero de 1797, recibióse del gobierno de Montevideo el brigadier de la Real Armada don José de Bustamante y Guerra,  quien venía además investido del mando de la marina militar del Río de la Plata.
Era el nuevo gobernante de ideas levantadas y progresistas; su honrada y provechosa administración le pone en el pri­mer puesto entre todos los gobernadores que tuvimos durante la dominación española.
Apenas hubo asumido el man­do, reunió a los habitantes de Montevideo en Cabildo abierto, impúsose de las necesidades de la ciudad y proyectó varias resoluciones para remediarlas.
Montevideo le debe muchas mejoras, entre otras la dotación de agua potable, allanamiento de caminos, etc. 1797.
En los comienzos del gobierno de Bustamante y Guerra, creóse en Montevideo un cuerpo de Blandengues, donde empezaron su carrera militar D. José Rondeau y el futuro Jefe de los Orientales D. José Artigas.
Según la Real Cédula que acreditaba su nombramiento, venía Bustamante a sustituir a Feliú "por haberse cumplido a éste su tiempo"; pero parece que no fueron extrañas a tal resolución las repetidas protestas del Cabildo ante la Corte centra los desmanes del gobernador cesante.
Con esta sustitución daba a entender el Rey que había trocado su antigua política por un sentimiento de mayor aprecio hacia el Uruguay, y que deseaba por fin, levantar ese país a la altura a que era merecedor por su situación topográfica y sus riquezas naturales.

Nota del libro HD
El brigadier D. José de Bustamante y Guerra fue el mejor gobernador que tuvimos durante la dominación española.
Terminado su gobierno, embarcóse para España; pero cayó prisionero de los inglesas frente al cabo Santa María (p 222).
Puesto en libertad, fue a ofrecer sus servicios a la Junta de Sevilla (p. 254), la cual le confió la Capitanía General de Guatemala (1810), donde se distinguió por su actividad en perseguir a los partidarios de la Independencia, f 1826).

Al terminar su mandato, en 1804, Bustamante y Guerra regresó a España al mando de una flotilla de cuatro fragatas, que transportaban mercaderías y valores, la que fue interceptada por una escuadra inglesa entablándose un combate que se conoce como la Batalla del Cabo de Santa María.

Bustamante y Guerra, ante las pérdidas sufridas decidió rendirse, provocando que dos de las fragatas, que venían con caudales de comerciantes de Lima y de Buenos Aires, fueran voladas, tomándose como presas al resto de la flota.

Los restos de ese hundimiento, originaron una moderna polémica cuando los buscadores de tesoros de la empresa estadounidense Odyssey Marine Exploration descubrieron en 2007, en la zona del golfo de Cádiz, el pecio de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hallando 500.000 monedas de plata y oro acuñados en Perú en 1803, además de otros objetos que fueron extraídos y llevados a los Estados Unidos, donde comenzó un litigio entre España y la empresa norteamericana por los derechos del hallazgo.

Bustamante y Guerra fue tomado como prisionero y una vez liberado, fue sometido a un consejo de guerra en España, donde sus valiosos antecedentes en la expedición Malaspina, ayudaron a que resultara absuelto, teniendo oportunidad de luchar luego en la Batalla de Trafalgar el 21 de octubre de 1805, contra Napoleón.

En 1807 fue nombrado vocal de la Junta de fortificaciones y defensa de las Indias. 

En 1808 abandonó Madrid por no querer prestar juramento al rey intruso José Bonaparte y tuvo que huir a Sevilla,  poniéndose a la orden de la Junta Suprema Central que le ascendió a Teniente General, bajo el reinado de Fernando VII.

En 1810 fue destinado a la Capitanía de Guatemala, siendo un ferviente defensor de la monarquía, reprimiendo a los insurgentes independentistas.

Volvió a España en 1819 y en 1820 recibió la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica y fue nombrado director general de la Armada hasta 1822. 

En 1823, integró la Junta de expediciones a América y luego trabajó en el Ministerio de Marina de Madrid hasta su muerte en 1825. 

Nota:
Finalizada la Expedición Malaspina, la "Atrevida" regresó al Río de la Plata, a servir en el Virreinato del Río de la Plata y halló su fin defendiendo a Montevideo de las Invasiones Inglesas, siendo volada por el teniente de navío Antonio Leal de Ibarra en la rada del puerto, ante el asalto de los ingleses en la madrugada del 3 de febrero de 1807, para cubrir la retirada de los civiles, soldados y marinos que eludían la ocupación británica. 
La “Descubierta” estaba en ese momento destacada en Malvinas, bajo las órdenes del capitán de fragata Bernardo Bonavía (fuente: www.carlosparrillapenagos.es/pintura-naval ).


Los restos de la Atrevida, fueron parcialmente rescatados más de dos siglos después, en ocasión de las obras de dragado para la ampliación del puerto de Montevideo.  Las piezas recuperadas se exhiben en la sede de las oficinas de Terminal Cuenca del Plata.


Referencias:
  • “Viaje Político alrededor del mundo por las corbetas Descubierta y Atrevida al mando de los capitanes D. Alejandro Malaspina y D. José de Bustamante y Guerra desde 1789 a 1794, con la introducción del Teniente de Navío D. Pedro Novo y Colson."
  • “Diario de Viaje” de Xavier de Viana, Colección de Clásicos Uruguayos, Montevideo 1958.
  • "Las Corbetas del Rey.  Viaje alrededor del mundo, de Alejandro Malaspina (1789-1794)" por Andrés Galera Gómez - España 2010
  • ver: http://www.fbbva.es/TLFU/microsites/malaspina/index.html 


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Proyecto: 
Crónicas del Uruguay y la Antártida
En esta obra se relatan en forma de crónicas, historias y hechos que vinculan al Uruguay con la Antártida.
Escrito por Waldemar Fontes – http://lodewafo.blogspot.com/

con el apoyo de la Asociación Civil Antarkos

sábado, 20 de diciembre de 2014

Viggo Holt, telegrafiando desde la Antártida en 1928

Viggo Holt, un uruguayo en la Expedición Wilkins-Hearst a la Antártida de 1928
Crónica de Waldemar Fontes

En 1928, llegaba a Montevideo la expedición Wilkins-Hearst, la primera expedición que empleara el medio aéreo en la Antártida.
Como en otras ocasiones, nuestro territorio sirvió de base logística, para una nueva expedición y en esta ocasión no solo se brindó apoyo, sino que un uruguayo participó de la misma.


El afortunado expedicionario, fue el telegrafista Viggo Holt, nacido en Dinamarca, pero afincado en Uruguay desde muy pequeño.

Viggo Holt, logró ir a la Antártida, pero para ser seleccionado debió competir con otro telegrafista uruguayo, Don Valerio Durañona quien se ofreció a participar también.

Al respecto, destacamos la investigación realizada por la historiadora Cristina Montalbán, que presentara el IX Encuentro de Historiadores Antárticos Iberoamericanos, celebrado en Lima, Perú, en 2005 y luego publicado en el libro “Esbozando la historia antártica latinoamericana” (LW Editorial, Chile, 2013) donde recopila información sobre su vida familiar, accediendo a los relatos manuscritos de Holt, titulados “Cinco Hombres al Polo Sur” y “La Gran Aventura”.

De esta investigación de C. Montalbán y de otras fuentes, hemos recopilado información para esta crónica.

Viggo Holt había llegado a nuestras costas muy pequeño, donde su madre viuda se casó en segundas nupcias con el proveedor marítimo Otto Olsen Böje. Había embarcado a los  14 años como grumete en el buque noruego “Nordking”, donde navegó por cuatro años.

A los 18, había desembarcado en Copenhague, estudiando la carrera de radiotelegrafista, tras lo cual sirvió otros 4 años en buques suecos y noruegos, hasta que regresó a Montevideo.

Según surge de sus manuscritos, en 1928 estaba buscando trabajo, tal vez en un buque donde embarcar como radio operador, así que cuando circuló el anuncio publicado por el representante de la Agencia Naviera Gordon Firing, que abastecía a Wilkins, sus conocidos lo llamaron y le ofrecieron el trabajo.


Parece que Holt no tomó en serio el ofrecimiento, respondiendo que “allí haría mucho frío”, pero al pensarlo mejor, decidió ir al Hotel donde se alojaba Wilkins, para entrevistarse con el expedicionario,
Wilkins al enterarse de su experiencia y de su dominio de los idiomas escandinavos, además del inglés y el español, no debió dudar en contratarlo, aunque no lo manifestó enseguida.




El hecho de que no se confirmara la contratación de manera pública, dio lugar a que otros postulantes se siguieran presentando, siendo el más notorio el caso de don Valerio Durañona- quien fue mencionado en un artículo de la revista “Caras y Caretas” como viajando con la expedición hacia el Polo Sur… lo que motivó que escribiera varias cartas a los medios que habían difundido esa errónea información, expresando allí su desilusión por no haber sido elegido, pero también el mantener su postulación para otras expediciones si las hubiera.

Al partir la expedición, Viggo Holt prometió a los reporteros que dentro de lo posible, mandaría noticias de la marcha de los acontecimientos.

En la Revista “Mundo Uruguayo”, se fueron publicando crónicas y noticias de la expedición que partió en el buque “Hektoria” el que llegó a la Isla Decepción el 6 de diciembre de 1928, descargando las provisiones y los aviones.

A su llegada a la Isla Decepción, Holt anotaba que observó algunas focas y miles de pingüinos, refieriéndose a ellos como “amigos de todos los exploradores antárticos”, que parecían pasear “con su vestimenta de frac”.

Sus comentarios mencionan la impresión que le causó, el viento frío y los frecuentes temporales que levantaban la nieve que golpeaba. “como un látigo”. Bajo ese clima, los cinco hombres, prepararon las pistas para el despegue de los aviones, hasta que por fin pudieron emplearlos

En la expedición, Holt se ocupaba de las comunicaciones y en sus relatos detalló que su tarea consistía en constatar el buen funcionamiento de los “dos pequeños transmisores de emergencia con dínamos montados sobre rulemanes y accionados a mano” los que funcionaron muy bien durante toda la campaña.

Holt escribió que todas las mañanas recogía las noticias de la Estación San Francisco Examiner K.U.P, “para estar al tanto de lo que ocurría en el mundo”, varias veces se había puesto en comunicación con la expedición de Byrd, con la estación Tromsoe y con la I.G.N. –ambas noruegas- interceptando y transmitiendo mensajes sin ningún inconveniente.

Explicaba además, que había enviado un mensaje de prensa de 3000 palabras, sin repetir ninguna, ¡obteniendo respuesta a los 15 minutos!.

También mencionaba que había logrado captar música, con un receptor de onda corta de tres válvulas y que había captado transmisiones desde Buenos Aires, mediante un receptor Marconi de onda corta, al que le había cambiado las bobinas por las de onda larga.

Esto, más la eficiencia en las comunicaciones internas de la expedición , le valieron el aprecio de Wilkins, quien escribió una nota en la Isla Decepción fecha 30 de enero de 1929, destacando la calidad de su trabajo y planteando su esperanza que volviera a formar parte del equipo en el siguiente año, cuando se continuaría la expedición.

En Marzo de 1929, en una nota publicad en la Revista “Mundo Uruguayo”, Holt corroboró que volvería a integrar el equipo de Wilkins en la temporada 1929-30.

Al finalizar la segunda campaña, Holt recibió una nueva nota de Wilkins donde le agradecía su desempeño y expresaba su intención de continuar requiriendo sus servicios si se presentaba la ocasión.

Al regresar a Montevideo, Viggo Holt continuó durante más de diez años, con su profesión de radiotelegrafista de buques.

En 1943, se casó con Elsa Ravenna, con la que tuvo tres hijos: Ingrid, Christian y Elsa y pasó a encargarse del negocio familiar de proveeduría marítima.


Referencias:
Desde el Puerto de Montevideo a la Conquista de la Antártica
por Tte. 1º (AV.) (R) JUAN MARURI, FAU.

Una Fuente uruguaya inédita en la primera expedición aérea antártica.
Por Lic. Cristina Montalbán

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Abandonado en las islas inaccesibles

Relato del CN (R ) Adhemar Pigni sobre su participación en la campaña antártica de 1964-1965
Compilado por Waldemar Fontes

En los primeros años de la década de 1960, varios marinos uruguayos embarcaron en navíos británicos, participando como invitados, de las campañas antárticas que se realizaban.

En el verano de 1964-1965, le tocó participar al joven oficial Adhemar Pigni, un destacado marino, especializado en geofísica, que participó como integrante de la Comisión Científica de la Primera ConvenciónNacional Antártica, que organizara el Profesor Julio César Musso en abril de 1970, siendo posteriormente Director del Servicio de Oceanografía, Hidrografía y Meteorología de la Armada (SOHMA) desde diciembre de 1973 a junio de 1977, entre otras actividades.

Durante su viaje a la Antártida, le tocó ser protagonista de una arriesgada aventura que casi le cuesta la vida… pero leamos su relato (publicado en la Revista Naval Nº 43 de agosto 2002):

A mediados del año 1964 la Real Armada Británica cursó una invitación a la nuestra para que un oficial uruguayo embarcara en el HMS “Protector” durante la campaña antártica 1964 – 1965. Este buque, antiguo barreminas adaptado a desempeñar funciones en zonas frías, tenía casco reforzado pero no era un rompehielos. Su tripulación era de unos trescientos hombres.
Habiendo sido yo designado para embarcar en esa misión, lo hice cuando el HMS “Protector” recaló en Montevideo en su viaje al sur.

el HMS Protector en la campaña 1964-1965

Al presentarme a bordo, el Comandante me dijo que me iba a considerar como un oficial más del buque y en consecuencia me asignaría una función. Como debían realizar relevamientos hidrográficos y esa era mi especialidad, pasé a formar parte del team de hidrografía. Luego de hacer escala en las Malvinas, el buque se dirigió a las Orcadas del Sur. 

En este grupo de islas figuran las llamadas “Islas Inaccesibles”, las cuales estaban mal ubicadas en las cartas náuticas y para hacer las correcciones correspondientes había que desembarcar en ellas y hacer mediciones con relación a puntos de coordenadas conocidas.

Estas islas, de unos cien a ciento cincuenta metros de altura son verdaderos picos de piedra de lados casi lisos con una inclinación de 70 a 80 grados, lo cual explica su nombre.

Al llegar el buque a sus proximidades, arrió una lancha que trasladaría a nuestro equipo de doce hombres a las islas. A pesar de no haber ningún lugar apto para desembarcar, logramos hacerlo saltando a una saliente de unos 15 centímetros de ancho. De allí, con un tremendo esfuerzo que parecía interminable, tomándonos de grietas y pequeñas salientes, pudimos llegar a la cima, sabiendo que si caíamos al agua, su temperatura era tan baja, que sólo nos permitiría permanecer con vida unos pocos minutos.

Colocados los instrumentos hicimos las mediciones, pero mientras tanto el tiempo comenzó a deteriorarse rápidamente. Se levantó un viento muy fuerte y la temperatura bajó bruscamente. El descenso de la cima fue más difícil y lento que el ascenso y también lo fue el saltar a la lancha que corría el riesgo de estrellarse contra la pared rocosa.

Inmediatamente nos dirigimos a duras penas al lugar en que debía estar el barco pero éste no estaba allí. La tempestad era muy fuerte y decidimos volver a la isla. Por suerte encontramos un lugar protegido del viento y el mar, junto a un iceberg varado contra la isla y nos amarramos a él.

La temperatura bajó de cero a menos quince grados.

La lancha tenía una pequeña cabina abierta por popa y poseía un toldo y unas lonas que nos protegían del viento pero no del frío.

No teníamos alimentos y sólo había un poco de café en un termo. Nuestra ropa no era muy abrigada pues el escalar la montaña así lo exigía.

En esa situación pasamos la noche medio muertos de frío. Al día siguiente el temporal no amainaba. Luego del mediodía el Teniente de Navío Peter Cheshire, que estaba a cargo del team, me dijo: “No podemos seguir esperando que pase la tormenta porque es imposible resistir más tiempo con este frío, de modo que intentaremos llegar a la Base Signy”. Esta es una base británica ubicada en otra de las Islas Orcadas.

En consecuencia nos largamos a navegar en un mar embravecido y luego de penosas horas logramos llegar a la base. Allí estaban al tanto de que el buque nos había dejado porque el viento amenazaba con arrastrar encima de él un campo de hielo formados por grandes témpanos y estaba capeando el temporal.

La tempestad duró dos días más, y tres días después el HMS “Protector” llegó a la base.

En cuanto estuvimos abordo el Comandante reunió a todos los oficiales en la cámara y nos dijo algo así: “Quiero que sepan que la decisión de abandonar el team de hidrografía a que se valiera por sus propios medios fue la más difícil que he tenido que tomar en mi vida pero los hechos confirmaron que fue acertada.

Cuando vi que los témpanos se nos venían encima tuve que optar entre proteger la vida de trescientos hombres abordo o la de doce en la lancha y me decidí por lo primero”.

Esta fue una de tantas decisiones que deben tomarse con frecuencia en el mar y tuvimos la suerte de que no costó ninguna vida y podemos contarla”.


Las islas Inaccesibles son un grupo de pequeñas islas abruptas de la Antártida. Están situadas a 60°34′S 46°44′O formando el extremo más occidental de las islas Orcadas del Sur, a 20 millas al oeste de la isla Coronación. Tienen una altura de 120 a 215 m.

Fueron descubiertas en diciembre de 1821 por el capitán George Powell, un británico cazador de focas en la balandra James Monroe, aunque es posible que fueran avistadas por Nathaniel Palmer un año antes. Fueron llamadas así por Jorge Powell debido a su aspecto de inaccesibilidad.


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Hitos futboleros

Relatos y anécdotas futbolísiticas de las Base Artigas y alrededores 
Compilado por Waldemar Fontes



Partido de Fútbol Internacional más austral del mundo
Publicado en un Boletín de la Fuerza Aerea Chilena  – 1986

En la Base Tte. Marsh, bajo una leve nevada, el 19 de enero de 1986, se disputó el partido de fútbol internacional más austral del mundo,  entre las dotaciones de las bases Antárticas, Artigas de Uruguay y Tte. Marsh de Chile, como una manera de estrechar los lazos de amistad en estas desoladas regiones del mundo

El equipo uruguayo estuvo integrado por Gelmini Ferdinando, Jacinto Acuña, Melconian, Domingo Montaldo, Miguel Dornelles, Luis Laurias, Luis Freitas, Orosmán Pereira.

Por el lado de Chile jugaron: Hugo Godoy, Pedro Sandoval, José Vidal, Alejandro Frías, Omar Saez, Osvaldo Bahamondes, Gerardo Saavedra, Carlos Salazar, Marcos Arévalo, Raúl Cuadra, Reineri Merino.

El referee fue Rolando Carvallo de la dotación naval de Chile.  
Después del juego, compartieron una reunión de camaradería...

otros hitos

Primer campeonato cuadrangular interbases 1988

En enero de 1988, en la Base Artigas de Uruguay, ubicada en la Isla Rey Jorge (Antártida) se llevó a cabo el primer campeonato de fútbol (soccer) entre los equipo de las bases Artigas de Uruguay, Bellingshausen de Rusia (en ese momento todavía era la URSS), Frei de Chile y Gran Muralla de China Popular.    
La selección de Uruguay fue la ganadora de este primer campeonato cuadrangular interbases de 1988.




En el invierno de 1988, la dotación de la Base Científica Antártica Artigas de Uruguay, decidió organizar un partido de fútbol sobre la helada nieve del invierno...

Primer partido de fútbol sobre nieve - julio 1988





Perdidos en la ventisca

Anécdotas antárticas
Expedicionarios perdidos en la zona del refugio  Rambo
Por Cnel. Waldemar Fontes
Mayo 2010

Alberto Latorre
Segundo Jefe de la Dotación de 1993
Ocurrió durante el invierno de 1993.  
Un grupo de la dotación Antarkos 9, a cargo de la Base Científica Antártica Artigas,  liderados por el segundo jefe de base, emprendieron una expedición a pie, rumbo a la costa del Drake, al lado norte de la isla Rey Jorge.

El plan era llegar a la costa, visitar la zona y descansar en el refugio brasileño “Rambo” que por ese tiempo estaba instalado allí.

La excursión era una actividad que podía catalogarse como rutinaria y tenía la finalidad de hacer ejercicio y brindar esparcimiento al personal de la base.

Una vez llegados al refugio, descansaron y luego emprendieron el regreso. Entonces comenzó una ventisca imprevista.

Según nos contaba el experimentado antártico Hugo Monzón, quien en ese año era un joven radio operador: 

El grupo había salido a cargo del 2do jefe, que era el capitán Latorre.  Recuerdo que había ido también el meteorólogo Pezzolano y otros más.   Cuando regresaban los sorprendió la ventisca y decidieron volver al refugio, pero se perdieron…

Según contaba Monzón, al ver que no regresaban y al no poder comunicarse por radio con ellos, se puso en contacto con los rusos y justo en ese momento había un vehículo con orugas que iba para ese lado.

El ruso se puso a buscarlos en medio de la ventisca y de forma bastante casual, se encontró con los expedicionarios y los rescató.


Si no hubiera sido por la ocasional ayuda rusa, seguramente los excursionistas hubieran sido víctimas del frío… pero afortunadamente solo pasaron un mal momento y regresaron a salvo a la base.    


Foto de la Dotación 1993 – (Antarkos 9) de izquierda a derecha
Parados: Sgto 1º Umpiérrez (ut gral) – Sdo 1º Q. Acosta (cocinero), A/T H. Monzón (Radio Op),  Tte.Cnel. Pagola (jefe), Cap. Latorre (2do Jefe), S/O/S Magallanes (lanchero), Tte 1º (SA) Magrini (Médico),
Agachados: Tte.1º (AA) Greising (ionosférico) , Sr. Pezzolano (meteo), Sr. Correa (Meteo), A/T Ibáñez (radio op), Sdo. Núñez (mecánico), S/O/S Lienches (generadores)


APORTES DE LOS PROTAGONISTAS

Aportes de Quirino Acosta 
Hola! ¿cómo anda Fontes? Le doy mi aporte y usted lo considera de acuerdo como crea más adecuado.
Para quienes no conocen la Antártida, es un lugar inóspito, el clíma es muy cambiante. 
Recuerdo algunos de los tanto integrantes de ese grupo..., también estaba el Dr. Magrini, que con tal mala suerte se  había mojado los pies,cuando intentaban el retorno a la Base.
Caminar bajo una tormenta de nieve y ventisca,es muy difícil para el ser humano y eso fue lo que llevó al grupo a perder el rumbo y sin darse cuenta empezaron a caminar en circulo, dándose cuenta que estaban desorientados, optaron por retornar al refugio y solo les quedaba esperar que mejoraran las condiciones meteorológicas o que vinieran en su rescate.
Pezzolano que era de meteorología, pero a su vez tenía conocimientos de biología,  ya estaba pensando en sacrificar una foca, para con las vísceras calientes, ponerle los pies del médico, quien estaba perdiendo sensibilidad, lo cual no fue necesario.
A quienes estábamos en la base, nos había entrado una enorme preocupación por el grupo, ya que habían perdido contacto con la Base. 
Fue cuando el Jefe se puso en contacto con la base Bellingshausen de  Rusia, ya que ellos tenían mucho más experiencia que nosotros para llegar hasta el refugio, en esas condiciones de ventisca que era casi imposible, para quienes no tienen la suficiente experiencia antártica, llegar hasta ese lugar, que era donde suponíamos que estaban allí el grupo o en las inmediaciones de ese refugio. 
Fue hacia  donde se dirigió el vehículo Ruso,pudiendo tomar contacto con los expedicionarios y traerlos de regreso a la Base Artigas.
 
Aportes de Oscar Jesus Pezzolano López 
Está muy bueno y se ajusta a la realidad, yo estaba allí. 
Quizás faltaron algunas impresiones personales y detalles. El viento cambió de dirección varias veces mientras caminábamos. Por otro lado intentar avanzar enterrándose en la nieve hasta las rodillas con un viento muy fuerte se torna algo muy difícil, el cuerpo se cansa, en la boca corre una saliva viscosa y ácida, tu cerebro te incita a descansar y quedarte en la nieve pero el instinto de supervivencia te obliga a seguir.
Vas sujeto a una cuerda y en determinados momentos sabes que hay alguien delante y detrás de ti por la tensión de la cuerda ya que no ves más de un metro. 
A quien iba último, detrás de mi se le cayeron los lentes y al buscarlos soltó la cuerda y lo perdí, de inmediato tiré de la misma para que se detuvieran e hice un giro en derredor de casi dos metros, hasta que choqué con él que estaba agachado recogiendo los lentes. 
La razón por la cual abandonamos el refugio fue porque uno de los integrantes de la expedición había caído en un pozo con agua y se había mojado hasta la cintura, esto llevó a que pudiera congelarse ya que dentro del refugio la respiración se congelaba y caía como diminutos cristales de hielo. 
Además los rusos cuando nos llevaban de regreso, también se extraviaron y dieron vueltas en círculo durante algunos minutos. 
Personalmente, saqué en consecuencia que la naturaleza es implacable y que cuando la enfrentamos debemos estar preparados para todo.
Un abrazo!

Meteorólogos Correa y Pezzolano en el refugio Collins (foto de 1993 del Sr. Pezzolano)

Información complementaria

El refugio “Padre Balduino Rambo”, de Brasil, estaba ubicado en las coordenadas  62°09′54″S 058°57′64″O / -62.165, -58.96778, Isla Rey Jorge, Islas Shetland del Sur, sobre la costa del Mar de Drake. El refugio podía albergar hasta 6 científicos trabajando por un período de 40 días.  Fue establecido en el verano 1984-85 y estuvo operativo hasta 2004 en que fue desmantelado.

Ver: "Planejamento Logístico no Desmonte do Refúgio Padre Balduíno. Rambo". www.rapal.org.ar/RAPAL16.PDF


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jueves, 18 de diciembre de 2014

El Peñón de Cappi

Anécdotas antárticas de la Base Artigas y sus alrededores  
"El Peñón de Cappi"
Por Waldemar Fontes
Mayo 2010

Frente a la Base Científica Antártica Artigas, a unos 400 metros de la playa rumbo al sur, hay un peñón que es representativo del paisaje que se aprecia desde allí.

Este peñón, es conocido por los más antiguos, como “el peñón de Cappi” y su nombre surge de una anécdota que se ha trasmitido oralmente y que tenía varias versiones.

La más difundida, seguramente por ser graciosa, decía que Cappi había llegado hasta allí un día de marea baja y al subir ésta, quedó aislado…  

Otra versión decía que había llegado en un bote y hubo que rescatarlo. 

En definitiva, el nombre del peñón surgía de una historia real y quisimos saber cuál era la versión correcta, así que fuimos a la fuente y le preguntamos al Coronel (R ) Heber Cappi, pionero antártico y jefe de la Base Artigas en 1986 durante la primera invernada, quien nos contó lo que realmente sucedió.

Según su relato, era en enero o febrero de 1985.   La base recién se había establecido y se contaba con dos botes Zodiac, los cuales eran el medio de transporte que más utilizaban. 

Dichos botes eran tripulados por el personal de la base, quienes a pesar de no ser marinos, habían tenido entrenamiento como patrones de bote y los empleaban habitualmente como medio de transporte desde nuestra base hasta la base chilena o la rusa.

En una de esas actividades, el Comandante Cappi venía navegando de regreso a la base Artigas y lo esperaba en la playa el soldado Corrales, listo para recibir el cabo.

Cappi se aproximaba a la costa, enfiló el bote y cuando llegaba a la playa levantó el motor y tiró el cabo… pero una ola lo movió en la rompiente y Corrales no lo pudo tomar.

Cappi, que iba solo en el bote, quedó a la deriva y trató encender el motor de nuevo, pero por más que intentó, no pudo lograrlo.

El Zodiac comenzó a derivar aguas afuera y no había manera de sacarlo hacia la playa, así que viendo que la única salvación sería llegar al peñón, remó hasta la escarpada roca y logró amarrarlo a una saliente.  

Luego como pudo, se trepó al peñón y una vez a salvo, quedó allí esperando al segundo bote, que venía por la misma ruta.

El otro bote era tripulado por el mecánico “Cacho” Martínez, quien al virar rumbo a la base, con gran sorpresa vio al Comandante Cappi parado sobre el peñón...

Transcribimos palabras textuales del Cnel. Cappi: 

“…de esto doy crédito, es que desde el lugar en que me encontraba no le hice señas a nadie para que me rescataran... yo simplemente sabía que había una embarcación afuera y que la misma, al regresar, necesariamente iba a pasar por mi frente y a mi lado.        

Usted podría quizás agregar, porque es cierto y la verdad que sudé bastante, es que no me fue fácil llegar al peñón... el viento y la marea me llevaban mar afuera y lo cierto es que apenas pude llegar al mismo que además, por su propia forma, no es de fácil arribo”.

     

Para el momento en que el bote de Martínez se acercaba al peñón, ya toda la dotación de la base estaba en la costa viendo cómo podrían ayudar.

Según contó Martínez, ese día y a consecuencia de la mojadura de la navegación, sufrió un serio enfriamiento y principio de hipotermia.   

Es de hacer notar que en ese tiempo no contaban con trajes anti exposición y la ropa de abrigo que usaban no era la más apta para soportar las salpicaduras del mar.

Cerrando la anécdota, los dos botes y sus tripulantes, lograron por fin llegar a la playa y los pudieron sacar del agua, sin mayores consecuencias, pero dando origen a una leyenda de esas que se transforman luego en historia.

Ese fue el origen del nombre: “Peñón de Cappi”.


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Proyecto: 
Crónicas del Uruguay y la Antártida
En esta obra se relatan en forma de crónicas, historias y hechos que vinculan al Uruguay con la Antártida.
Escrito por Waldemar Fontes – http://lodewafo.blogspot.com/

con el apoyo de la Asociación Civil Antarkos